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'Las locuras por el veraneo': un Goldoni veraniego y cuñado
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La obra del fin de semana

'Las locuras por el veraneo': un Goldoni veraniego y cuñado

El próximo director del Teatro Español versiona y dirige el texto de Goldoni en las Naves de Matadero

Foto: Las locuras por el veraneo, de Eduardo Vasco. (Teatro Español)
Las locuras por el veraneo, de Eduardo Vasco. (Teatro Español)

Gente que se endeuda para irse de vacaciones, para comprarse ropa nueva, para aparentar lo que no es, lo que no tiene. Gente que paga a plazos, que empeña cosas para demostrar que sí, que ellos también se pueden permitir abandonar la ciudad en verano. Gente que no paga lo que compra, que ya te pago en unos meses, cuando vuelva. Gente preocupada, preocupadísima, por su imagen, por su reputación, por el que dirán. Gente que compite por abrazar tendencias, modas. Gente que podría ser cualquiera en tiempos de consumo salvaje e Instagram, gente que hoy serían influencers o youtubers o ni siquiera.

Esa gente es la que habita el universo creado por el dramaturgo italiano Carlo Goldoni en su Trilogia della villeggiatura (Trilogía del veraneo), cuya primera obra, Le smanie per la villeggiatura, escrita y estrenada en 1761, versiona y lleva a escena el director Eduardo Vasco con el título Las locuras por el veraneo, un espectáculo recién estrenado en las Naves del Español en Matadero con su compañía, Noviembre Teatro: Rafael Ortiz, Elena Rayos, José Ramón Iglesias, Mar Calvo, Alberto Gómez Taboada, Jesús Calvo, Celia Pérez, Manuel Pico y Anna Nácher.

placeholder Las locuras por el veraneo. (Teatro Español)
Las locuras por el veraneo. (Teatro Español)

El estreno del montaje coincide con el reciente nombramiento de Vasco como director del Teatro Español con un proyecto sobre el que apenas dio detalles en la presentación del espectáculo porque "aún estoy en el globo y todavía no hemos firmado el contrato". Sí explicó que se reunió "con Marta (Rivera de la Cruz), me preguntó cuál era mi idea y yo le expliqué que el Teatro Español se tiene que dedicar a hacer repertorio, un teatro a partir de la gran literatura que se está escribiendo y se ha escrito en el siglo XX, tenemos que hacer un teatro más referencial para el espectador en ese sentido". En opinión de Vasco, que ya dirigió la Compañía Nacional de Teatro Clásico de 2004 a 2011, "hay muchísimos sitios ahora mismo en Madrid haciendo múltiples tipos de teatro, fantásticos, y yo creo que el Teatro Español debe ser un sitio de teatro de texto, de repertorio universal".

Goldoni, el renovador tranquilo

Autor de más de 250 obras a lo largo de su vida y considerado uno de los grandes renovadores del teatro cómico italiano, Carlo Goldoni reflejará en su Trilogía del veraneo a la sociedad veneciana de su época, con sus vicios e ideales, pero sin hacer sangre porque el autor, que se identificará con los valores del Siglo de las Luces, defenderá el buen gusto, la ilustración y la sensatez. No propondrá revolución ni ruptura alguna, más bien tendrá una vocación pedagógica envuelta en algo de ironía.

Con esos mimbres, Eduardo Vasco traslada el texto de Goldoni a los años 20, y lo hace, explica, por varias razones: "Una, porque todo el sistema social es más equivalente al actual, porque si traspasas los años 30 o 40, empieza a ser distinta toda la cuestión de la emancipación de la mujer, que es algo que está expuesto delicadamente en la comedia goldoniana". A eso se suma que "los años 20 tenían también un poso, que también está en la pieza, de una especie de competición por la moda", añade el director.

En escena, un universo art déco, con los intérpretes vestidos de forma magnífica por Lorenzo Caprile y una escenografía que firma Carolina González en torno a un telón panelado con un enorme sol de color rojo que extenderá sus rayos sobre un escenario vacío y por el que entrarán y saldrán los intérpretes, convirtiendo este montaje en una comedia de puertas. En sus extremos, baúles, sillones, sillas y un gramófono, porque esta obra no es un musical, pero la música tendrá una enorme presencia y los nueve actores cantarán composiciones propias de Eduardo Vasco, que se alternarán con versiones de canciones italianas de principios del siglo XX, "canciones que hablan de ese anhelo por salir a veranear y la ensoñación por el lugar de destino, Montenero, un mundo idealizado y sublimado que se muestra a través de las canciones", explica el director.

placeholder Escena de 'Las locuras por el veraneo'. (Teatro Español)
Escena de 'Las locuras por el veraneo'. (Teatro Español)

En Las locuras por el veraneo hay dos familias de Livorno que preparan sus vacaciones a un lugar llamado Montenero, en la Toscana, dos señoras que compiten por el vestido más elegante, dos galanes que compiten por la misma señora, criados que replican a sus señores, una viuda con vocación de celestina, gorrones, cotillas y un sinfín de enredos en torno a ese asunto tan socorrido de los celos y el honor en disputa de los señores. Hay lujo, derroche y envidia, ansiedad y excitación, preparativos que no acaban nunca y esa mirada moralizadora de Goldoni, que no critica tanto el derroche como la ausencia de decoro. Hay también diálogos rápidos y vivos, una dramaturgia sencilla y limpia y una compañía engrasada y con muchas tablas, que se divierte en escena y se nota.

Cuñadismo ilustrado

Las locuras por el veraneo es una historia sobre gente indolente, entregada a un hedonismo que no puede sufragar pero, más allá de esa lectura que vincula esta obra a unos tiempos actuales de culto al consumo y a la imagen, es tan solo una obrita amable, blanda, inocua, inofensiva. Un divertimento entretenido en la cartelera teatral navideña, una de esas obras de enredos, amoríos y celos que no deja huella. Y podría quedarse en eso, pero lo cierto es que Eduardo Vasco toma algunas decisiones controvertidas, que convierten la obra en otra cosa.

Tal vez Vasco se esté riendo de un teatro contemporáneo que desprecia

Decía el director que Goldoni refleja de forma delicada los anhelos emancipatorios de las mujeres de la época y eso está presente cada vez que el personaje de Giacinta reclama su autonomía a la hora de tomar decisiones, por mucho que estas provoquen los celos de su pretendiente o a él le parezcan inconvenientes. Está en juego el honor y la reputación de ese tipo, pero ella reclamará un voto de confianza y dirá cosas como esta: "Si quiere ser mi marido que aprenda a no ser celoso o intransigente, o a no entrometerse en mi libertad. Si comienza ahora a decidir por mí, a considerarme inferior, a humillarme con sus celos, ya no habrá vuelta atrás. O tiene confianza en mí y admite como soy, o no me ama".

Y podría ser estupendo escuchar a Giacinta en escena, interpretada por Elena Rayos, con el peso y la carga que tienen esas palabras, pero no, eso no sucede porque el director del montaje convierte esas escenas en gags que buscan la risa del público. Cada vez que Giacinta defienda una opinión propia, su criada aparecerá en escena y dirá: "¡Es que es muy contemporánea!" y lo hará, en ocasiones, en catalán (molt contemporani!), ofreciéndole a su señora usar un micro de pie, recurso habitual (y ya gastado) del teatro contemporáneo.

Y esa decisión de Eduardo Vasco es un gesto de burla doble: por un lado, parece reírse del discurso feminista del personaje y de cierta mirada de género en parte del teatro actual. Por otro, con el uso del micro y del catalán, tal vez Vasco se esté riendo de un teatro contemporáneo que desprecia y, más concretamente, de un teatro catalán que posiblemente no haya acogido sus montajes tanto como le gustaría. Y todo eso convierte la supuesta delicadeza de Goldoni en un cuñadismo gratuito, ilustrado pero innecesario, que veremos si se convierte o no en recurrente durante su mandato como director del Teatro Español.

Gente que se endeuda para irse de vacaciones, para comprarse ropa nueva, para aparentar lo que no es, lo que no tiene. Gente que paga a plazos, que empeña cosas para demostrar que sí, que ellos también se pueden permitir abandonar la ciudad en verano. Gente que no paga lo que compra, que ya te pago en unos meses, cuando vuelva. Gente preocupada, preocupadísima, por su imagen, por su reputación, por el que dirán. Gente que compite por abrazar tendencias, modas. Gente que podría ser cualquiera en tiempos de consumo salvaje e Instagram, gente que hoy serían influencers o youtubers o ni siquiera.

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