Es noticia
"El 99% de los migrantes no son terroristas, solo quieren tener una vida segura y digna"
  1. Cultura
68 EDICIÓN DE SEMINCI

"El 99% de los migrantes no son terroristas, solo quieren tener una vida segura y digna"

La directora polaca Agnieszka Holland compite en Seminci con 'Green Border', el retrato de la crisis migratoria que vive Polonia auspiciada por el Gobierno del autócrata bielorruso Lukashenko

Foto: Un momento de 'Green Border', de Agnieszka Holland. (Seminci)
Un momento de 'Green Border', de Agnieszka Holland. (Seminci)

El 7 de julio de 2021, el presidente —autoritario— de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, amenazó a la Unión Europea con abrir su frontera con Polonia e "inundarla de drogas e inmigrantes", a raíz de unas sanciones. Compañías turísticas estatales y aerolíneas que operan entre Bielorrusia y Oriente Medio empezaron a ofertar paquetes en los que promocionaban fraudulentamente la posibilidad de entrar a los países comunitarios sin problemas de papeles. Incluso, muchos testimonios afirman que las autoridades bielorrusas llegaron a asistir a los inmigrantes para que se colasen por la frontera, provocando tensiones con las autoridades polacas, que optaron por las devoluciones en caliente, contrarias al derecho internacional. Se produjo entonces una especie de partido de tenis transfronterizo con los inmigrantes como víctimas de abusos de autoridad y violaciones de los derechos humanos. Y muertes. Muchas.

Éste es el punto de partida de Green Border, flamante Premio Especial del Jurado en Venecia y una de las películas que compiten por la Espiga de Oro en la 68 edición de la Seminci. Su directora, Agnieszka Holland, es una de las voces más combativas del cine polaco. Nominada al Oscar a Mejor guión en 1992 por Europa, Europa, ganadora del Oso de plata de la Berlinale en 2017 por Spoor, Holland insiste en las pequeñas decisiones morales de las personas corrientes en medio de grandes crisis políticas y sociales. En Green Border, Holland —que también es la presidenta de la Academia de Cine Europeo— traza el viaje de una familia de refugiados sirios que llegan a Bielorrusia en avión y que esperan poder atravesar la frontera de la Unión Europea para llegar a Suecia, donde un familiar les espera. En el camino, sin embargo, se encuentran con las autoridades de ambos lados de la frontera, que demuestran la capacidad del ser humano para deshumanizar y abusar del débil.

placeholder Agnieszka Holland presenta su película en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)
Agnieszka Holland presenta su película en Valladolid. (EFE/Nacho Gallego)

Rodada en un bellísimo blanco y negro de panorámicas angulares y pequeños grandes detalles, Green Border se ha convertido en la película polaca más relevante —y taquillera— del año en su país. Sin embargo, no ha sido la enviada de Polonia a los Oscar: será la animación The Peasants, de DK Welchman. Green Border es también la película más controvertida del año en Polonia, ya que ha generado fuertes críticas desde el Gobierno —o ya exgobierno, probablemente— del ultraconservador Andrzej Duda, que no ha conseguido la mayoría absoluta en las elecciones generales del 15 de octubre pasado y que difícilmente conseguirá los acuerdos para mantenerse en el poder. El partido ultra Ley y Justicia (PiS), al que pertenece Duda, ha tachado a Green Border de "película antipolaca" y ha calificado a Holland —que tuvo que exiliarse en los años 80 debido a su cine crítico con el entonces Gobierno comunista— de nazi, de estalinista, de Leni Riefenstahl. Por ello, la cineasta ha tenido que contratar guardaespaldas a su vuelta a Polonia para presentar su película.

"Aparte de los refugiados, la mayor parte de los personajes son polacos y, entre ellos, uno o dos son malvados. El resto de personajes polacos son, mayoritariamente, generosos y buenos. ¿Por qué el Gobierno se ha identificado con los más sádicos, no con los buenos?", se pregunta Holland en esta entrevista con El Confidencial, en el marco de la Seminci. "El presidente llamó a los que iban al cine a ver Green Border 'cerdos', porque cuando en los 40 los alemanes nos ocuparon, hubo un eslogan que decía 'sólo los cerdos van al cine', porque en los cines sólo había películas propagandísticas nazis. Así que el presidente de Polonia ha repetido ese eslogan y ha comparado a miles de sus ciudadanos con los colaboracionistas nazis. Pero se les ha ido de las manos, porque la gente que va al cine a ver la película gruñe como un cerdo, y se le ha dado la vuelta a la campaña".

placeholder Jalal Altawil en un momento de 'Green Border'. (Seminci)
Jalal Altawil en un momento de 'Green Border'. (Seminci)

Green Border es una película en capítulos, que en cada uno de sus extractos cambia el punto de vista alrededor del conflicto migratorio: comienza con la familia siria —y una mujer afgana— en busca de asilo político para, de pronto, pasar a la visión de los guardias, a los activistas, a una vecina que vive cerca de la frontera. Y Holland se aleja del relato de pornomiseria que normalmente ofrece el cine más convencional de los refugiados: el espectador se puede sentir plenamente identificado con una familia absolutamente funcional, normativa, que habla inglés, que conoce sus derechos, que tiene formación y cultura, que probablemente pertenece a una clase media arrasada por una guerra que dura diez años. Gente como usted y como yo, que acaba arrastrada por el fango, malherida y humillada, despojada de su dignidad. Y el relato de Holland está desnudo de melodrama: la violencia es seca y sistemática, y la muerte, aleatoria.

"Creo que la inmigración es el tema que marcará el siglo XXI, junto con el cambio climático", defiende Holland. "Pero es que están relacionados. Ambos sólo pueden resolverse desde una aproximación global y con la colaboración de todas las partes implicadas, pero el problema es que estamos en el extremo opuesto de la colaboración. Se acepta tan fácilmente que se use como herramienta política por parte de los partidos y gobiernos populistas y fascistas, porque es muy fácil generar el miedo. Estamos dirigiéndonos hacia otro crimen contra la humanidad si seguimos por este camino".

En Green Border también se apunta al retrato que hacen los medios de comunicación y los políticos del refugiado, equiparando inmigrante a posible terrorista. "Lo mezclan todo. El terrorismo no viene de los inmigrantes que acaban de llegar, normalmente. Ni de refugiados. El terrorismo nace de las políticas de asimilación tan nefastas que se están aplicando en países como, por ejemplo, Francia", critica. "Los terroristas suelen ser inmigrados de segunda o tercera generación que se sienten humillados por su país, que creen que no se les ha dado oportunidades para integrase plenamente y formar parte de la sociedad de una manera igualitaria. El techo de cristal para ellos es tan bajo que no pueden soportar la frustración, que acaba traduciéndose en violencia. Y no querría ser simplista, pero la mayor parte del terrorismo proviene de ese sentimiento de humillación e impotencia. Lo estamos viendo ahora en Palestina. Si el miedo y la violencia son las únicas respuestas, van a crear más y más violencia en ambas partes. El 99% de los migrantes no son terroristas, sólo quieren tener una vida segura y digna".

placeholder Maja Ostaszewska, en 'Green Border'. (Seminci)
Maja Ostaszewska, en 'Green Border'. (Seminci)

En la visión de Holland sobre la política migratoria de la región, hay un dedo acusador que señala el absoluto pasotismo y el cinismo de los organismos comunitarios de una Unión Europea que se reivindica como defensora de "la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y el respeto de los derechos humanos, incluidos los derechos de las personas que pertenecen a minorías", según sus estatutos. Sin embargo, en Green Border se señala cómo Europa ha desplazado su responsabilidad a los gobiernos nacionales, que a su vez la derivan a las personas que están en contacto directo con los inmigrantes. Polonia se enfrenta en estos últimos años a lo que países como España o Italia llevan enfrentándose décadas.

"La cuestión migratoria es bastante novedosa en Polonia; era una frontera que no se utilizaba demasiado", explica. "Lukashenko y Putin han sido los que la activaron recientemente para presionar a la Unión Europea, porque es una muy buena forma de desestabilizarla. El origen ha sido político, pero, claro, a la gente migrante le da igual si ha sido Lukashenko o Putin, no les importa, sólo quieren llegar a Europa de la manera más segura. Y la frontera polaca, que es la que retrato de manera trágica en Green Border, sigue siendo el camino más seguro. El Mediterráneo es un cementerio gigante. Vosotros, en España, habéis tenido este problema desde hace más tiempo. Pero ahora, nosotros, en Polonia, os entendemos. Hay que pensar ahora qué respuesta queremos dar al problema, cuáles son las alternativas. Hay muchas preguntas que hacerse, pero sólo podemos dar respuestas globales".

Holland critica a la Unión Europea por haber pagado "a sátrapas y gobiernos poco democráticos para que retuviesen a los inmigrantes, gobiernos como el de Túnez, Marruecos, Turquía... Esto ha provocado que la Unión Europea se haya convertido en objeto de chantaje por estos dictadores". "Piensa en Kaïs Saied, presidente de Túnez, que cuando amenaza y abre las fronteras hace que miles y miles de inmigrantes lleguen a Lampedusa otra vez", analiza la directora, a raíz del rechazo del tunecino a un acuerdo económico con la Unión Europea, al que ha calificado como "caridad". "Y lo hace para que le den algo a cambio. No puede funcionar así. Nosotros, como individuos, ni tenemos ni podemos tener la responsabilidad de resolver una crisis global. Pero sí tenemos la responsabilidad de seguir siendo humanos".

"Nosotros, como individuos, ni tenemos ni podemos tener la responsabilidad de resolver una crisis global"

Son los gobiernos los que, finalmente, utilizan a sus propios ciudadanos para contener los grupos de inmigrantes ilegales. Y es una cuestión que tiene un peaje psicológico incluso para los que se encuentran en el lado privilegiado. "El nivel de alcoholismo entre los guardias de frontera es increíble. También la tasa de suicidios. Estuvimos documentándonos bastante y descubrimos que había muchos tipos aparentemente normales que dejaban salir sus impulsos más sádicos. Se comportaban como monstruos. Ése también es el precio a pagar. La mayoría de la gente tiene el mismo potencial para el bien que para el mal, pero si las autoridades recompensan los comportamientos negativos, cada vez vas más lejos".

Para escribir Green Border junto a Maciej Pisuk y Gabriela Lazarkiewicz, Holland ha recabado testimonios de muchos de los implicados en la crisis migratoria de los últimos años. "Cuando escribimos el guión, el país estaba en estado de excepción, así que era imposible ir a la frontera", recuerda. "Pero trabajamos con mucho material, muchas declaraciones, muchos vídeos, muchas fotos, muchas historias de migrantes y de activistas. Incluso llegamos a hablar, eso, sí, en secreto, con algunos de los guardias de frontera. Nos dieron testimonios anónimos. Y quise enseñar algunas de las cosas que hacen los guardias polacos, como golpear los termos de agua para que los inmigrantes se beban las esquirlas de cristal o como tirar a una mujer por encima de la concertina de la valla. Y son testimonios contrastados por varias personas".

A raíz del giro político que parece que va a dar Polonia hacia una coalición de gobierno entre los demócratas liberales y la izquierda, Holland espera que, al menos, "se detengan las devoluciones en caliente". "Espero que aprovechemos esta oportunidad de cambio en Polonia, que no la desperdiciemos. Nos va a llevar mucho trabajo conseguir un cambio real, un cambio más profundo, más allá de políticas concretas. Creo que quien realmente ha ganado las elecciones ha sido la gente joven", explica. "La gente joven ha dicho '¡basta!' No han querido que los políticos los sigan humillando y faltando al respeto. Han querido participar. Creo que, si la gente no se implica y deja que se siga haciendo política en los despachos a puerta cerrada, volverán a coger fuerza los populismos. Creo que la responsabilidad está en la clase política, por supuesto, pero también en los ciudadanos, que tienen que implicarse en temas tan controvertidos como la inmigración".

"Espero que aprovechemos esta oportunidad de cambio en Polonia, que no la desperdiciemos"

Holland espera que su película aporte un grano de arena para esa implicación. "El público ha recibido Green Border de forma muy positiva, incluso siendo una película difícil, larga, en blanco y negro. Pero hemos conseguido hacer la taquilla más grande del cine polaco este año. Pero lo que es importante para mí es que no sólo se ha proyectado en los multisalas de los cines de las ciudades grandes. Green Border se ha visto en los cines pequeños de los pueblos pequeños. Incluso se han organizado proyecciones en la región donde transcurre la película, en la zona de la frontera entre Polonia y Bielorrusia. Los centros culturales locales están organizando proyecciones especiales que están siempre llenas. La gente siente que la película es sincera. Las reacciones después de ver la película son muy emotivas. Ha sido como una psicoterapia colectiva. Nunca me había ocurrido hasta este punto. Suelo hacer películas históricas que tocan temas similares, pero en este caso lo tenemos mucho más presente, mucho más cerca".

Y a pesar de que cree en el poder transformador positivo de las imágenes, también desconfía del mal uso en las redes sociales a la hora de generar falsos relatos. "Es muy difícil manejarse ahora en un momento en el que la realidad la representan un montón de imágenes descontextualizadas en los medios y en las redes sociales", lamenta. "Necesitamos tener las herramientas adecuadas para reconocer qué imágenes son reales y cuáles no. Ahora, con la Inteligencia Artificial y las tecnologías más nuevas, podemos crear realidades totalmente alternativas. Y la gente no las contrasta, no las cuestiona. La única solución es crear organismos que contrasten estas imágenes. Incluso si las imágenes se difunden más rápido que la posibilidad de contrastarlas, sí que se puede corregir. El problema es encontrar un organismo que tenga la confianza de todas las partes. Y los políticos prefieren que las cosas sigan así porque de esa manera pueden mentir, pueden inventar y manipular. Pero no quiero ser pesimista. Quiero creer que encontraremos la manera de no convertirnos en esclavos de los villanos".

El 7 de julio de 2021, el presidente —autoritario— de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, amenazó a la Unión Europea con abrir su frontera con Polonia e "inundarla de drogas e inmigrantes", a raíz de unas sanciones. Compañías turísticas estatales y aerolíneas que operan entre Bielorrusia y Oriente Medio empezaron a ofertar paquetes en los que promocionaban fraudulentamente la posibilidad de entrar a los países comunitarios sin problemas de papeles. Incluso, muchos testimonios afirman que las autoridades bielorrusas llegaron a asistir a los inmigrantes para que se colasen por la frontera, provocando tensiones con las autoridades polacas, que optaron por las devoluciones en caliente, contrarias al derecho internacional. Se produjo entonces una especie de partido de tenis transfronterizo con los inmigrantes como víctimas de abusos de autoridad y violaciones de los derechos humanos. Y muertes. Muchas.

Cine
El redactor recomienda