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Lukashenko sube la apuesta en su 'chantaje' a la UE con una nueva oleada de migrantes
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En la frontera con Polonia

Lukashenko sube la apuesta en su 'chantaje' a la UE con una nueva oleada de migrantes

La crisis migratoria en la frontera entre Bielorrusia y la Unión Europea provoca nuevas tensiones. Polonia y otros países piden financiación europea para construir vallas o muros

Foto: Migrantes intentan cruzar la frontera entre Bielorrusia y Polonia. (Reuters/Scheglov)
Migrantes intentan cruzar la frontera entre Bielorrusia y Polonia. (Reuters/Scheglov)

Viajan en aviones desde Estambul o el Líbano. Llegan a Minsk y, desde allí, son llevados hasta la frontera de la Unión Europea, en Polonia, Lituania y Letonia. Se trata de lo que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han calificado ya como un “ataque híbrido” por parte del régimen de Alexander Lukashenko, en respuesta a las sanciones que la Unión impuso a Bielorrusia por la represión de la oposición democrática tras el fraude electoral orquestado por el régimen en agosto de 2020. El objetivo, apunta el bloque comunitario, es desestabilizar a la Unión Europea.

La crisis ha sido una marea que ha ido subiendo durante las últimas semanas. Los migrantes comenzaron a llegar en verano a las fronteras de la Unión, especialmente a la polaca. Pero en las últimas semanas ha aumentado de manera dramática el número de entradas ilegales en el territorio europeo. Muchos migrantes pasan días en los bosques que separan Bielorrusia de Polonia esperando su momento para poder seguir su viaje hacia su verdadero objetivo: Alemania.

“Lo que estamos viendo en la frontera es un intento por parte de Lukashenko de desestabilizar la Unión Europea y sus Estados miembros”, ha explicado un portavoz de la Comisión Europea. Otro portavoz ha recordado que, en cualquier caso, los migrantes deben ser tratados de forma “humana y digna basada en los valores europeos”. El objetivo de Minsk es que la Unión Europea levante el pie del acelerador en las sanciones impuestas al régimen y que empeoran la situación económica del país. Ante esa intención, desde la Comisión Europea recuerdan que el Gobierno de Lukashenko mantiene la represión contra los propios bielorrusos y cualquier tipo de oposición.

Lituania y Letonia, que también están sufriendo esta presión migratoria, han cerrado filas con Polonia y muestran su apoyo a Varsovia. Artis Pabriks, vice primer ministro y ministro de Defensa, ha asegurado este lunes que “existe una escalada en curso del ataque híbrido bielorruso contra la frontera polaca”. “Exigimos que la UE y las naciones de la UE apoyen a Polonia en estas horas difíciles”, ha señalado a través de redes sociales.

Foto: Rasa Juknevičienė. (Parlamento Europeo)

Las imágenes de cientos de migrantes llegando a la frontera con Polonia este lunes han disparado la preocupación en Bruselas. La crisis migratoria de 2015 y 2016, durante la que millones de migrantes y refugiados entraron en territorio europeo y especialmente a Alemania, dejó cicatrices profundas en la Unión Europea, provocó un auténtico 'shock' en muchos Estados miembros —incluso en aquellos que no se vieron afectados por la misma—, y se ha convertido en el eje de rotación del debate político nacional en muchas capitales.

Todo el vecindario de la Unión Europea conoce bien que la migración es el talón de Aquiles del club comunitario. Bielorrusia solamente hace lo que ya hizo Turquía a principios de 2020 cuando amenazó a la Unión con una nueva crisis migratoria con el objetivo de arrancar cesiones del club comunitario. El hecho de que los Veintisiete no tienen una política común de asilo complica especialmente la gestión de flujos migratorios y expone a la Unión todavía más al uso que los terceros países como Turquía o Bielorrusia hacen de los migrantes y solicitantes de asilo.

¿Frontex como solución?

“La mejor manera de gestionar fronteras conjuntas es con recursos conjuntos, y Frontex y Europol están listos para asistir”, ha señalado el portavoz del Ejecutivo comunitario, que ha recordado que ya están asistiendo a las autoridades lituanas y letonas, pero no a las polacas porque el Gobierno no lo ha pedido. “Polonia tiene que pedir esa presencia y les hemos animado a hacerlo repetidamente”, ha señalado el portavoz.

Foto: Inmigrantes caminan hacia la frontera con Hungría en territorio rumano. (Reuters)

Lo que sí pide el Gobierno polaco es que se pueda financiar con fondos europeos la construcción de barreras físicas en la frontera. Varsovia ya ha aprobado la construcción de un muro por valor de 350 millones de euros. Pero el Gobierno polaco no está para nada solo en esta petición. Austria, Bulgaria, Chipre, República Checa, Dinamarca, Estonia, Grecia, Hungría, Lituania, Letonia y Eslovaquia se unieron a Varsovia a principios del mes de octubre en una carta enviada a Margaritis Schinas, vicepresidente de la Comisión Europea, exigiendo que “esta medida legítima [la construcción de una verja o muro] debería ser financiada adicional y adecuadamente con cargo al presupuesto de la UE como una cuestión prioritaria”. Algunas voces dentro de la burbuja de Bruselas, como Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (PPE) en la Eurocámara, se han unido a esta petición.

Este grupo de países llevaron la propuesta a la última reunión de jefes de Estado y de Gobierno. Pero por lo pronto sigue recibiendo un sonoro no por parte de la Comisión Europea y de otras capitales. “Dejé muy claro que hay una opinión bien establecida en la Comisión Europea y en el Parlamento Europeo de que no habrá financiación [europea] para alambres de espino y muros”, señaló Ursula von der Leyen, presidenta del Ejecutivo comunitario, tras la reunión. Xavier Bettel, primer ministro de Luxemburgo, fue también muy contundente: “Me avergonzaría ver una valla con un letrero 'Financiado por la UE”.

Viajan en aviones desde Estambul o el Líbano. Llegan a Minsk y, desde allí, son llevados hasta la frontera de la Unión Europea, en Polonia, Lituania y Letonia. Se trata de lo que los jefes de Estado y de Gobierno de los Veintisiete han calificado ya como un “ataque híbrido” por parte del régimen de Alexander Lukashenko, en respuesta a las sanciones que la Unión impuso a Bielorrusia por la represión de la oposición democrática tras el fraude electoral orquestado por el régimen en agosto de 2020. El objetivo, apunta el bloque comunitario, es desestabilizar a la Unión Europea.

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