La UE a los migrantes en Turquía: “Las fronteras europeas no están abiertas”

Entre la parálisis y el miedo ante una nueva crisis migratoria, la UE ha consumado este miércoles un giro hacia una completa línea dura contra los migrantes y refugiados que se acumulan en la frontera entre Turquía y Grecia, asegurando que “cruces ilegales (de frontera) no serán tolerados” y que la UE adoptará “todas las medidas necesarias” para luchar contra la entrada de migrantes.

Los ministros de Interior de los Veintisiete se han reunido en un encuentro extraordinario celebrado este miércoles en Bruselas en el que a lo largo de los diversos borradores en los que se ha ido trabajando se ha descafeinado los ataques a Turquía, a petición de Alemania, y por otro lado se ha incluido una vaga referencia a que todas las medidas que se tomen deben tomarse “de acuerdo a las leyes europeas e internacionales”.

Pero el comunicado final, que se adoptado con la luz verde de todos los Estados miembros, consuma el giro de las instituciones europeas, que han pasado de la parálisis general ante el miedo a una segunda crisis migratoria como la de 2015 a una estrategia de cierre de filas con Grecia y mano dura ante los migrantes. Tras la divisiva y corrosiva crisis de hace un lustro, los Veintisiete han encontrado por fin algo parecido a la unidad, y lo han hecho centrándose en el rechazo a los inmigrantes.

Algunos países, pero no la mayoría, no se sienten especialmente cómodos con las imágenes que se ven en la frontera entre Grecia y Turquía, pero consideraban que esta reunión no era el momento de mostrar esas molestias, sino de cerrar filas con Atenas y mostrar su apoyo.

El mensaje es claro: “Las fronteras europeas no están abiertas”. Y pone sobre los hombros de los migrantes la responsabilidad de parte de la situación: “Los migrantes no deben ser animados a poner en riesgo sus vidas intentando cruzar ilegalmente por tierra o mar”, señala el comunicado.

Esta no es una crisis migratoria al uso. Hay muchos componentes de fondo. Cuando Turquía decide anunciar que no va a seguir deteniendo a los migrantes que quieran cruzar a Europa, horas después de que fuerzas del régimen sirio con apoyo ruso mataran a una treintena de soldados turcos en el norte de Siria, lo que está haciendo es sentando a la UE en la mesa de negociación: quiere que se redibujen las líneas del acuerdo migratorio de 2016 y sobre todo que los Veintisiete le apoyen en su peligrosa aventura en el norte de Siria, que tiene preocupada a la OTAN. Y si no lo hace no se cierra el grifo de migrantes.

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Por eso la UE considera que Ankara busca “chantajear” a los socios con una nueva crisis migratoria. Por eso creen los Veintisiete que tienen que mantenerse firmes para evitar que el Gobierno turco tenga todas las cartas buenas al asegurarse de que los europeos van a seguir cediendo a medida que aumente el flujo migratorio. “Rechaza con firmeza el uso por parte de Turquía de la presión migratorio para intereses políticos”, reza el comunicado.

Los Veintisiete ya han mostrado su predisposición a seguir negociando cambios en el acuerdo migratorio de 2016, con más dinero y más medidas, pero mientras tanto piden que Ankara cumpla con el acuerdo firmado hace ahora cuatro años.

Para Grecia esto tampoco es una crisis migratoria más. Atenas se refiere a ello como una “guerra híbrida” que enmarca dentro de una época de fuertes tensiones: Turquía ha redibujado las fronteras marítimas del Egeo, ha hecho vuelos militares no autorizados en el espacio aéreo heleno o realizado exploraciones petrolíferas y gasísticas en aguas griegas y chipriotas con la voluntad de sacar músculo en el Mediterráneo.

Leyes fundamentales

La UE hace equilibrios imposibles. Considera que Turquía está usando los migrantes como un instrumento para presionar, y aunque algunos, entre ellos las instituciones europeas, no se sienten cómodas con algunas medidas tomadas por las autoridades griegas, consideran que no pueden reprender públicamente a Atenas porque eso “minaría” su posición y daría alas a Recept Tayyip Erdogan, presidente turco, según señala una fuente comunitaria.

Los organismos internacionales condenan las medidas adoptadas por Grecia, especialmente la decisión de suspender durante un mes las solicitudes de asilo, algo que, según ACNUR, la agencia de Naciones Unidas para los refugiados, está en contra tanto de las normas europeas como de la Convención de Ginebra.

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Tras la adopción por parte de ministros de la comunicación en la que se señala que las medidas que adopten los Estados miembros y la UE deben estar en línea con las normas europeas e internacionales, se ha preguntado a Ylva Johansson, comisaria de Interior, si tiene la seguridad de que las autoridades griegas cumplen y la respuesta ha sido una muestra de esos equilibrios casi imposibles: “Nadie puede decirlo con seguridad […] cuento con que las autoridades griegas cumplirán con ello”, en referencia a la frase del comunicado en la que se pide que cualquier medida esté en línea con las normas.

Bajo cuerda, lejos de los focos, Bruselas sí está en continuo contacto con el Gobierno griego y quiere que la situación vuelva cuanto antes a un terreno menos resbaladizo. Pero no va a haber nada público, no va a haber ningún ataque a las decisiones griegas porque consideran que eso reforzaría la posición de Erdogan.