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¿Cientos de inmigrantes iraquíes en Lituania? La 'ceutada' de Lukashenko
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Puente aéreo Bagdad-Minsk

¿Cientos de inmigrantes iraquíes en Lituania? La 'ceutada' de Lukashenko

El régimen bielorruso está ejerciendo presión migratoria sobre Lituania tras las sanciones de la Unión Europea por el secuestro del avión de Ryanair

Foto: Un manifestante sostiene un cartel contra el presidente bielorruso en Vilnius, Lituania. (Reuters)
Un manifestante sostiene un cartel contra el presidente bielorruso en Vilnius, Lituania. (Reuters)

Cuando a finales de mayo la Unión Europea decidió imponer nuevas sanciones contra Bielorrusia después de que este país hubiese forzado a un vuelo de Ryanair a descender en su territorio para poder detener al periodista disidente Román Protasevich, el presidente Alexander Lukashenko reaccionó con un duro discurso. Aseguró que aquellos que le odiaban “dentro y fuera” de Bielorrusia habían “cambiado la manera de atacar su país”, y los acusó de querer asfixiar a su nación mediante “una guerra híbrida moderna” en la que se buscaban nuevas vulnerabilidades. Y respondió con otra amenaza asimétrica que, 'a priori', sonaba ominosa: “Estábamos deteniendo [el flujo de] inmigrantes y drogas. Ahora los cazaréis vosotros y os los comeréis”.

Lukashenko parecía haber tomado nota de la reacción europea ante el chantaje migratorio de Marruecos al abrir el paso en Ceuta, apenas unos días antes, y de Turquía el año anterior. Pero el líder bielorruso parecía haber olvidado un detalle importante: en Bielorrusia, a diferencia de los países anteriores, apenas hay migrantes o refugiados extranjeros. Aunque eso no es nada que un buen puente aéreo no pueda resolver.

Según las autoridades de Lituania, Lukashenko está cumpliendo sus amenazas. En las últimas semanas, las entradas irregulares a su territorio desde suelo bielorruso se han cuadruplicado. A principios de la semana pasada, esta cifra era de 160 personas, en su mayoría iraquíes, comparado con apenas 46 en 2019 y 104 en 2018. Para el viernes, el número ya superaba los 300, e incluía también a refugiados y migrantes de Siria, Irán y Rusia.

Foto: La activista polaco-bielorrusa Jana Shostak muestra una pancarta de "SOS" durante una rueda de prensa sobre el arresto del periodista Román Protasevich. (EFE)

“Es obvio que se está llevando a cabo una guerra híbrida contra Lituania. Los flujos de inmigración ilegal son uno de los medios”, ha declarado la ministra del Interior, Agné Bilotaité. “Estos flujos de migrantes ilegales que viajan a Lituania no son solo casos aislados. Están bien organizados. Hay vuelos desde Bagdad y Estambul a Minsk”, afirmó a finales de la semana pasada. Según Bilotaité, los funcionarios bielorrusos aseguran que no ven a estos migrantes e intentan ocultar sus huellas, “lo que es señal de una política y acción conscientes contra el Estado de Lituania”.

La semana pasada, Rustamas Liubajevas, jefe del VSAT, el Servicio de Guardia Fronterizo del país, mostró al Comité de Seguridad y Defensa del parlamento lituano vídeos en los que se puede ver a funcionarios bielorrusos borrando pisadas en la tierra junto a la frontera, después de que un grupo de migrantes hubiese entrado a Lituania. Por otra parte, el parlamentario Laurynas Kasciunas, tras haberse desplazado a la frontera, señaló que parecía existir una conexión directa entre ciertos vuelos internacionales a Minsk y las entradas irregulares. “Las olas migratorias tienen correlación con ellos”, aseguró.

Comparado con las cifras que se manejan en otras latitudes, estas pueden parecer menores, pero han bastado para hacer saltar las alarmas entre las autoridades lituanas. Según algunos medios independientes bielorrusos, un millar de refugiados y migrantes de Oriente Medio aguardan en las calles de Minsk a ser transportados a la frontera, donde, según Vilna, los propios guardias bielorrusos les ayudan a cruzar.

“El flujo de migrantes ilegales llega a Minsk a través de cuatro vuelos comerciales semanales de Bagdad y Estambul a Moscú. Se estima que el número de migrantes (ilegales) de Irak y Siria podría llegar a las 200-300 personas por semana”, advierte un artículo del ‘think tank’ parisino Instituto Robert Lansing para el Estudio de Amenazas Globales y Democracias. “El volumen de este flujo migratorio indica que está plenamente respaldado por el KGB bielorruso. Asimismo, la ruta usada por los migrantes para llegar al país revela que el FSB de Rusia es, como mínimo, consciente de la tendencia que conforma este canal migratorio”, afirma el documento.

Lituania comparte una frontera de 680 kilómetros con Bielorrusia, de la cual menos de un 40% está vigilada de forma electrónica. El país ha reforzado su guardia fronteriza mediante reservistas y está considerando desplegar al Ejército. También ha iniciado la construcción de un campamento para alojar a los recién llegados, en un intento de aliviar la presión sobre las estructuras ya existentes. “Estamos casi llenos”, indica Aleksandras Kislovas, jefe de la oficina local de inmigración en la frontera sur. “El nuevo campamento podrá alojar hasta 350 personas”, dice. Serán aquellas que viajen solas, mientras que las familias serán enviadas a los edificios regulares.

Además, Lituania ha informado a sus socios de la OTAN y ha pedido ayuda a la UE, la cual debería llegar a mediados de julio. La Comisión Europea ha indicado que esta situación “muestra la necesidad de un sistema europeo para gestionar la inmigración y el asilo. La migración irregular, así como la llegada de personas a Europa para escapar de la guerra o la persecución, puede ocurrir en cualquiera de las fronteras externas de la UE”. Bruselas todavía no se ha pronunciado sobre las acusaciones lituanas contra Bielorrusia, aunque ha mostrado su disposición a proporcionar apoyo operativo a Vilna. “Pero hace falta una respuesta estructural”, ha dicho la Comisión en un comunicado.

Foto: El presidente bielorruso, Alexander Lukashenko. (Reuters)
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El motivo por el que Minsk parece haber elegido este país como objetivo es el apoyo abierto que Vilna está proporcionando a la oposición bielorrusa. Es allí donde la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya se exilió en 2020 y donde ha instalado su cuartel general, igual que varias ONG bielorrusas que han tenido que salir de su país. La capital lituana también acoge una universidad bielorrusa prohibida por Lukashenko.

En marzo, Bielorrusia solicitó formalmente la extradición de Tijanóvskaya, que fue rotundamente rechazada por las autoridades lituanas. "Preferiríamos ver cómo se congela el infierno antes que considerar sus demandas. Todos los que han encontrado refugio en Lituania pueden sentirse seguros y no serán extraditados a regímenes", afirmó el ministro de Exteriores lituano, Gabrielius Landsbergis.

“Lukashenko cerró su país para que su propia gente no pudiese escapar de sus métodos dictatoriales. Ahora está demostrando que no es solo un mero dictador, sino más bien un traficante tipo Escobar que proporciona aviones de propiedad gubernamental y asistencia para ayudar a inmigrantes ilegales de Irak y Siria a llegar a las fronteras europeas”, asegura Landsbergis en una reciente entrevista. “Debe pensar que esta es la forma en la que Europa dejará de presionar a su régimen asesino o de ayudar a la oposición. Sí, necesitamos asistencia para asegurar la frontera oriental europea y detener los flujos de gente, pero eso no nos hará dejar de defender lo que es correcto”, afirma.

Foto: Urmas Paet (Parlamento Europeo)

Los datos parecen respaldar las sospechas de que Vilna está siendo objeto de represalias: pese a que Bielorrusia tiene frontera con cinco países, tres de ellos de la UE, solo Lituania está experimentando este fenómeno. “La ola de inmigrantes de Bielorrusia a Lituania ha visto un incremento abrupto en los últimos meses, mientras que el número de los que llegan a Letonia se aproxima a cero y el flujo de inmigración a Polonia es mucho menor que el de Lituania”, señala el citado artículo del Instituto Robert Lansing.

Además, la situación carece de una solución sencilla. “Bielorrusia estaría obligada a recibir de nuevo a los inmigrantes ilegales que han llegado desde su territorio si hubiese firmado un acuerdo de repatriación con Lituania, pero no existe dicho acuerdo. Así que debemos estar preparados para números aún mayores y recibir más inmigrantes desde Bielorrusia”, explica la profesora de derecho Lyra Jakuleviciené a la cadena estatal LRT.

Mientras tanto, algunas voces ya empiezan a alertar sobre los peligros de que esta llegada sirva para dividir a la sociedad lituana. “Los campamentos son una base ideal para ataques informativos. En los campos de refugiados, rostros cansados y desesperados atraen la mirada subjetiva de las cámaras y son una fuente inagotable de desinformación”, advierte la periodista Violeta Juodeliené, del diario 'Kauno Diena'. “Las redacciones sin duda recibirán varias informaciones anónimas sobre crímenes cometidos en los campos y ataques contra los residentes locales. Como en 2015, la crisis de refugiados exacerbada artificialmente se convertirá también en una crisis de información si no es fácil distinguir a los refugiados reales de los ‘falsos’ y por lo tanto impedir que se inflamen los temores”, señala.

Y esa parece ser precisamente la intención de Lukashenko, que sabe que no hay nada que ponga más nerviosos a los políticos europeos que la llegada abrupta de migrantes. Aunque sean apenas unos pocos cientos y aunque haya que traerlos desde sus países de origen. Las cartas que le han tocado al dictador bielorruso son flojas, pero está decidido a lanzar su órdago. Todo dependerá de cómo sus adversarios jueguen el resto de la partida.

Cuando a finales de mayo la Unión Europea decidió imponer nuevas sanciones contra Bielorrusia después de que este país hubiese forzado a un vuelo de Ryanair a descender en su territorio para poder detener al periodista disidente Román Protasevich, el presidente Alexander Lukashenko reaccionó con un duro discurso. Aseguró que aquellos que le odiaban “dentro y fuera” de Bielorrusia habían “cambiado la manera de atacar su país”, y los acusó de querer asfixiar a su nación mediante “una guerra híbrida moderna” en la que se buscaban nuevas vulnerabilidades. Y respondió con otra amenaza asimétrica que, 'a priori', sonaba ominosa: “Estábamos deteniendo [el flujo de] inmigrantes y drogas. Ahora los cazaréis vosotros y os los comeréis”.

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