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Este músico español ha inventado un nuevo instrumento (y solo se toca con la luz)
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UN AUTÉNTICO PIONERO

Este músico español ha inventado un nuevo instrumento (y solo se toca con la luz)

Enrique del Castillo cosecha éxito dentro y fuera de nuestras fronteras con su umbráfono, un dispositivo revolucionario que permite crear patrones musicales a partir de cintas de película

Foto: Enrique del Castillo durante una actuación con su umbráfono. (Foto cedida)
Enrique del Castillo durante una actuación con su umbráfono. (Foto cedida)

“Umbra” en latín significa “sombra” y, si pudiésemos imaginar cómo suena la oscuridad, tal vez en nuestra cabeza solo aparecería un silencio yermo. O, como mínimo, una sintonía de suspense, haciendo honor a las películas de terror. Pero, para Enrique del Castillo (Jaén, 1982), músico de conservatorio y diseñador de timbres imposibles, la clave está en el contraste entre luz y oscuridad, pues nuestra existencia nunca viene marcada por un blanco cegador o una oscuridad total (pruebe el lector a cerrar los ojos y aparecerán pequeños rastros de brillos en su retina); la clave está precisamente en esa sombra, que no es más que la imagen oscura que proyecta un cuerpo opaco sobre una superficie iluminada.

Decía el filósofo del sonido Lawrence English que puedes cerrar los ojos para no ver, pero nunca puedes cerrar los oídos para dejar de oír. Lo que nunca hubiera imaginado este pensador obsesionado con la naturaleza de la escucha es que a través de la luz que impacta en nuestros ojos pudiéramos diseñar secuencias musicales, patrones rítmicos y arpegios sincopados. Esto es precisamente lo que ha conseguido el músico Enrique del Castillo con su umbráfono, un instrumento revolucionario y único en el mundo capaz de hacer sonar superficies fotosensibles, es decir, reproducir patrones musicales plasmados en cintas cinematográficas.

"Entré en un estado de actividad febril, de obsesión. No podía hacer otra cosa, salían problemas todo el tiempo que tenía que resolver"

“Fue un fogonazo”, admite del Castillo, usando esta precisa metáfora lumínica en conversación telefónica con este periódico. “Estaba trabajando con un amigo que hace cine y empecé a oír unos sonidos un tanto extraños cuando reproducía la banda sonora de las películas con la lectura óptica de un proyector cinematográfico analógico. Pensé en hacer un instrumento con ese sistema de lectura, ya que no había ninguno que funcionara así”.

El invento

Y manos a la obra, empezó a proponer la idea a distintos organismos artísticos, hasta que consiguió una residencia de seis meses en el centro de producción artística BilbaoArte para diseñar lo que sería un instrumento único respecto a todos los demás. “Compré unos cabezales de lectura de bandas sonoras de películas analógicos, no sabía si funcionaría”, relata. “Era tal el conflicto que tenía conmigo mismo y mi obra, que entré en un estado de actividad febril, de obsesión. No podía hacer otra cosa, no dormía, lo único que me preocupaba era solucionar todo, ya que cada día aparecían miles de problemas. En seis meses conseguí hacer dos prototipos, aunque me habría gustado trabajar con más calma y disfrutarlo. Hay que hacer las cosas de otra manera, pero bueno, el resultado fue bueno”.

Ese proceso extenuante de creación e investigación fue en 2018. Ahora, cinco años después, cuenta con un lugar privilegiado en los más prestigiosos festivales de música experimental europeos, así como también premios internacionales como el Powsolo Adwards. Recientemente, el sello alemán Tezette-Platte ha publicado gran parte de su archivo sonoro grabado entre 2018 y 2022 bajo el título Sound Film Series, su trabajo más ambicioso. A lo largo de las trece piezas que componen el álbum, podemos escuchar el umbráfono en pleno estado de gracia, saturando las pistas con unos arpegios y unas secuencias de una textura completamente única, como si fuera un sintetizador del fin del mundo. El umbráfono no es un mero reproductor de “ruiditos” aleatorios en clave analógica (cuyo timbre nos puede retrotraer a Pierre Schaffer y su música concreta), sino que es un auténtico instrumento capaz de reproducir obras musicales hechas a conciencia del intérprete o autor.

placeholder Las películas que procesa lumínicamente para hacerlas sonar a través del umbráfono. (Enrique del Castillo)
Las películas que procesa lumínicamente para hacerlas sonar a través del umbráfono. (Enrique del Castillo)

“No solo inventé la máquina, sino un método de composición”, presume el compositor. “No es un mero aparato nuevo con el que reproducir música de manera curiosa, sino que está diseñado para aplicar la creatividad compositiva y que otros hagan música con él. Creé una fórmula para reproducir notas partiendo de una secuencia, es decir, una tabla de transposición de la frecuencia de onda de cada nota pura según una repetición de patrones en las películas cinematográficas que diseño previamente con un programa, el Ilustrator, y que luego imprimo en una pegatina de película transparente a la cual he quitado previamente la emulsión”. Es decir, borra los fotogramas originales de las bandas sonoras para ir pegando sobre ellos los creados por él mismo basándose en los contrastes lumínicos de las imágenes, dando cada una de ellas un resultado sonoro.

El éxito

A día de hoy, calcula que ha fabricado unas 300 películas, teniendo en cuenta que para cada una de ellas necesita alrededor de cinco días para idearla, fabricarla, corregirla y terminarla. “Cada vez que finalizaba una la guardaba y empezaba con otra, así todo el rato de manera obsesiva”, narra del Castillo. “Yo pensaba muchas veces, pero… ¿Esto para qué sirve? Estoy invirtiendo muchísimo tiempo en algo que luego ni siquiera escucho o reviso, que tengo ahí almacenado. Estoy perdiendo mi juventud en ello. Pero claro, al tener que montar un espectáculo fui tirando de ese archivo enorme de películas que había fabricado y catalogado. Y ahí había muchas cosas interesantes que ya había hecho”.

"Los comienzos son muy duros a nivel económico, pero también a nivel personal porque tienes que luchar contra ti mismo y tu idea, no sabes si te estás volviendo loco"

El artista asevera que tiene un taller con todas las películas colgadas en el perchero de una pared. “Dependiendo de para qué espectáculo me reclamen o según la propuesta, monto una secuencia u otra”, explica. “Voy escogiendo. Cada una de ellas está numerada y tengo también toda la documentación en folios con lo que hay en cada una o a qué suena”. Al preguntarle cuáles han sido sus espectáculos favoritos o aquellos que más le han marcado, responde que le emocionó mucho interpretar su umbráfono en el MACBA de Barcelona, ya que estudió allí y le parece “un sitio como muy oficial”.

El futuro

A lo largo de estos años ha dado conciertos en Croacia, Hungría, Alemania… “Me ilusionó mucho tocar en el festival de música electrónica Fusion de Berlín. Voy a ir dentro de poco a Sicilia con el Instituto Cervantes y también estaré en el ModularTec de La Coruña… Tengo un concierto en Budapest a finales de noviembre. En España también actúo próximamente en un montón de festivales ya programados. La verdad es que sí, me siento acogido. Por suerte, no tengo que hacer mucha promoción, es algo tan particular y único que me suelen llamar. También me llaman para festivales de cine analógico, les llama mucho la atención. El umbráfono tiene mucho tirón en la música experimental porque uso un soporte visual y en los festivales de cine porque hago música experimental. Estoy en los dos ámbitos, soy un raro”.

Su instrumento puede servir de voz principal o complemento de otras propuestas artísticas, desde el cine de vanguardia hasta la poesía, por lo que no duda en seguir dedicándose en cuerpo y alma a su invento. “Los comienzos son muy duros, sobre todo a nivel económico, pero también a nivel personal, ya que tienes que luchar contra ti mismo y tu idea, no sabes si te estás volviendo loco o merece verdaderamente la pena”, concluye. “Yo, que soy de la casta de los artistas que buscan dedicarse plenamente a lo que hacen, sé sobrevivir cuando vienen tiempos malos, cuando hay que reciclar y comer solo patatas. Pero el empeño y la dedicación en mi caso se han visto recompensados. Eso, o he tenido suerte. A día de hoy, no me ha ido mal”.

“Umbra” en latín significa “sombra” y, si pudiésemos imaginar cómo suena la oscuridad, tal vez en nuestra cabeza solo aparecería un silencio yermo. O, como mínimo, una sintonía de suspense, haciendo honor a las películas de terror. Pero, para Enrique del Castillo (Jaén, 1982), músico de conservatorio y diseñador de timbres imposibles, la clave está en el contraste entre luz y oscuridad, pues nuestra existencia nunca viene marcada por un blanco cegador o una oscuridad total (pruebe el lector a cerrar los ojos y aparecerán pequeños rastros de brillos en su retina); la clave está precisamente en esa sombra, que no es más que la imagen oscura que proyecta un cuerpo opaco sobre una superficie iluminada.

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