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Calixto Bieito es… el puto amo
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Calixto Bieito es… el puto amo

El director de escena mirandés cruza el umbral de los 60 años como una máxima figura internacional y como un caníbal de repertorio operístico y teatral al que ya se aplauden sus primeros clásicos

Foto: Una escena de 'L’incoronazione di Poppea' (Monteverdi) en el Liceu de Barcelona.
Una escena de 'L’incoronazione di Poppea' (Monteverdi) en el Liceu de Barcelona.

Impresiona echar un vistazo a la agenda de Calixto Bieito en la temporada operístico-teatral que se avecina. Por la envergadura de los estrenos. Por su ubicuidad en los principales escenarios. Y porque la trayectoria del director burgalés (Miranda de Ebro, 1963) tanto se identifica en la transgresión de las nuevas producciones como en la vigencia de sus primeros hitos.

Un buen ejemplo adquiere sus luces en la cartelera del Liceu, cuyo ejercicio 23/24 reúne un estreno absoluto del que Bieito es también libretista —Orgía, de Héctor Parra— y la reposición de su versión de Carmen.

El montaje en cuestión, ambientado en la Ceuta ochentera de la marihuana, el toro de Osborne y los legionarios, resultó incendiario cuando se estrenó en el Festival de Perelada en 1999, pero se ha convertido en un clásico de repertorio. Y en una referencia universal de su fondo de armario que ha podido verse en París, Sídney, San Francisco, Oslo y Palermo.

placeholder Una imagen de la 'Carmen' de Calixto Bieito en el Teatro Real. (EFE)
Una imagen de la 'Carmen' de Calixto Bieito en el Teatro Real. (EFE)

Es una demostración inequívoca de la credibilidad que ha adquirido Bieito un cuarto de siglo después de haber prorrumpido en la gran escena internacional. La escandalera ha cedido el lugar a los clamores, como si el director mirandés hubiera orientado los gustos. Y como si nunca le hubieran temblado las neuronas para desacralizar los mitos del gran repertorio.

Lo demuestra su última incursión en el Tristán e Isolda. La polémica y la división de opiniones resonaron en la Ópera de Viena cuando Calixto Bieito apareció sobre el escenario en abril de 2022. Se repone el montaje a partir del 17 de septiembre en el templo vienés. Y volverá a demostrarse que Bieito no concibe sus montajes pensado en los espectadores, sino encontrando claves de lectura inéditos y desgarrados entre las líneas y los compases.

Un buen ejemplo pudo acreditarse en la reciente producción barcelonesa de L’incoronazione di Poppea. Bieito describía la obra de Monteverdi en la violencia, la sangre y el sexo que caracterizaron la corte de Nerón, pero la virulencia del espectáculo colisionó con la sensibilidad de Jordi Savall, hasta el extremo de que el director de orquesta catalán denunció las “arbitrariedades y caprichos” en que había incurrido el compañero de reparto.

placeholder Representación de 'El ángel de fuego', de Prokofiev, en el Teatro Real.
Representación de 'El ángel de fuego', de Prokofiev, en el Teatro Real.

Calixto Bieito es el puto amo, como decía Pep Guardiola de Mourinho. No ya por el valor patrimonial de su trabajo y por su estado de permanente actualidad, sino porque su presencia cotidiana en los grandes teatros se añade a la audacia con que explora todos los límites del repertorio.

Calixto Bieito empezó la temporada de 2023 acudiendo a los orígenes del barroco —Heliogábalo, de Cavalli, en la Ópera de Zúrich— y protagoniza la de 2024 llevando a escena un nuevo montaje de El ángel exterminador, de Thomas Adés. Median 350 años de historia entre un título y el otro, de tal manera que la ferocidad de Bieto no discrimina ni las grandes referencias del catálogo —dirige este año Tosca (Puccini) en Oslo, Lady Macbeth (Shostakovich), Boris Godunov (Mussorgsky) en Múnich— ni las óperas menos frecuentadas. Se explica así el interés que reviste el estreno en el Teatro Real de Lear, una extrañeza de Aribert Reinmann (Berlín, 1936) que alude a la obra de Shakespeare (1978) y que Calixto Bieito reanima el 26 de enero con el protagonismo del bajo sueco Bo Skovhus.

El aspecto más interesante de la ejecutoria de Bieito reside en la calidad y en la proliferación de espectáculos deslumbrantes

Es el de Bieito un caso insólito de fertilidad cuando está a punto de cumplir 60 años (2 de noviembre). Ha puesto en escena un centenar de óperas distintas, aunque el aspecto más interesante de su ejecutoria no reside en la cantidad ni en la capacidad de bilocarse, sino en la calidad y en la proliferación de espectáculos deslumbrantes. Van a comprobarlo los espectadores de Hamburgo cuando se levante el telón de Die soldaten (Zimmermann), igual que va a sucederle al público del San Carlo de Nápoles cuando Bieito exponga su versión del Maometto II (Rossini).

La naturaleza omnívora del maestro mirandés explica que se haya probado como dramaturgo, que haya cultivado el teatro puro sin necesidad de recursos musicales —Calderón, Shakespeare, Ibsen, Atxaga—, que haya reivindicado la zarzuela y hasta que se haya interesado por la gestión. Es director del Teatro Arriaga en Bilbao, como es director residente del Teatro de Basilea (Suiza), aunque el mejor hueco de Bieito se encuentra en la memoria de los espectadores. Empezando por quienes aún no nos hemos sobrepuesto al impacto de El ángel de fuego, de Prokofiev, en el Real.

Impresiona echar un vistazo a la agenda de Calixto Bieito en la temporada operístico-teatral que se avecina. Por la envergadura de los estrenos. Por su ubicuidad en los principales escenarios. Y porque la trayectoria del director burgalés (Miranda de Ebro, 1963) tanto se identifica en la transgresión de las nuevas producciones como en la vigencia de sus primeros hitos.

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