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Bienvenidos a la defensa de la libertad de expresión, progresistas
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Bienvenidos a la defensa de la libertad de expresión, progresistas

Habéis aparecido ahora que un Ayuntamiento de cuarta elimina 'Lightyear' de la cartelera, pero a ver si arrancáis a limpiar de censura vuestro sector y alcanzáis esa ansiada libertad

Foto: Escena de la obra 'Orlando', de Teatro Defondo. (Cedida)
Escena de la obra 'Orlando', de Teatro Defondo. (Cedida)
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Voy a ponerle un monumento a los concejales catetos de derechas que, en pueblos dispersos de la geografía gobernados por PP y Vox, han ido cancelando en arrebatos de caciquismo e histeria moral un material cultural tan radiactivo, peligroso y denigrante para el alma como la adaptación teatral de Orlando, la película Lightyear que también disgustó a los ayatolás o un montaje de Lope donde, cosas de los artistas, aparecía un cipote y un chocho de gomaespuma en escena.

Un monumento les pongo, repito, porque, gracias a esto, me he visto rodeado de gente que huele muy bien. De la noche a la mañana, la defensa de la libertad de expresión y la oposición frontal a la censura ya no es cosa de fachas trumpianos neonazis de megaultraderecha racista fascista. ¡Al fin habéis aparecido, gentes de la cultura y la progresía! ¡Y qué bien oléis!

Foto: Un momento de 'Orlando: mi biografía política'.

Aparte del cipote en escena con una obra de Lope de Vega, la de Disney con casto beso entre dos señoras y Orlando, arrecia un granizo veraniego de cancelaciones desde Mallorca con la caída del montaje teatral Radiografia d'un trastorn de Ann Perelló, o Bribiesca, donde se cae una obra sobre un maestro republicano fusilado. Y no falta pueblo de mala muerte donde una concejalía atente contra su propia dignidad haciendo uso de la tijera.

Demostráis ahora unos reflejos envidiables y una capacidad de respuesta coordinada que ya hubiera querido yo ver cuando varios ayuntamientos progresistas retiraron a Jorge Cremades de los teatros públicos porque en Twitter lo acusaban de machista por unos vídeos, o cuando se logró eliminar el documental Silenciados en la selección oficial del Festival de Cine y Derechos Humanos de Barcelona, o cuando censuraron la presencia de El viejo topo en la Feria Literal hace un mes, o cuando a Lidia Falcón la cubrieron de oprobio y la expulsaron de Izquierda Unida por sus opiniones en el encendido debate de lo trans, o el otro día, cuando la Fiscalía dijo que iba a investigar por delito de odio al programa El hormiguero por cachondearse de la presentación de la candidata “bollera y sorda” de Podemos en Valencia.

Foto: Pablo Motos y Miguel Lago en 'El hormiguero'. (Atresmedia)

Cuando a Paco Bezerra le tiraron su obra sobre Santa Teresa en los Teatros del Canal, yo escribí esto. Pero a vosotros se os debió olvidar la reacción cuando Pablo de Lora se quedó sin hablar en la Pompeu Fabra por las protestas de los estudiantes feministas y una profesora politizadísima que ahora ocupa un cargo en la Generalitat, o cuando cancelaron un concierto de C. Tangana en Bilbao tras la protesta de Podemos y Bildu, o cuando retiraron una charla de Ernesto Castro en el Congreso de Filosofía Joven de la Universidad de Santiago por una acusación surrealista y viral de su hermana, o cuando metieron una condena de cárcel a Anónimo García por un acto de subversión irónica, o cuando condenaron a Camilo de Ory por unos tuits según el mismo artículo del Código Penal que usaron contra Anónimo, o cuando echaron a Rafel Reig o Xabel Vegas de sendos diarios de izquierdas después de ser demasiado faltones con Podemos, o cuando se pidió retirar de las librerías el libro de José Errasti y Marino Pérez o cancelaron su presentación en Mallorca y Podemos Illes Balears lo celebró en un tuit, o cuando estos mismos autores fueron censurados en un documental de TV3, y de esto hace dos semanas. Tampoco os vi protestar contra la censura cuando Irene Montero y Pablo Iglesias denunciaron a un juez jubilado que había publicado una coplilla satírica sobre el gallinero del Congreso y el nepotismo.

Tampoco —y aquí tiro de la memoria de Kaplan contra la Censura, que me ayuda y también me dice que os echaba de menos—, tampoco, digo, parecieron importaros los boicots presuntamente antifascistas a Sherpa de Barón Rojo por facha, a Plácido Domingo por acusaciones feas pero no probadas en tribunales, o esas listas negras de canciones machistas de Skolae en Navarra, o prohibir una canción de Molotov u otras de reguetón en fiestas populares como si fueran fiestas infantiles, o los pitidos en Cachitos sobre la canción de Los Ronaldos, o la purga de libros infantiles de contenido inmoral para un grupo de madres de izquierdas en Barcelona, o cuando El Corte Inglés suspendió la presentación de un libro de mujeres espías y asesinas de Juan Rada porque venía el 8-M y les pareció poco apropiado.

En fin, os molestó mucho que Ferreras diera pábulo al bulo de Okdiario sobre Iglesias, pero os importó un carajo que a Arcadi Espada se lo cepillaran en la tele y la radio justo después de criticar eso mismo en El Mundo: ni una mención a eso os vi, porque Espada no es Cintora, entiendo. Tampoco observé levantarse vuestras pancartas cuando la Universidad de A Coruña canceló unas jornadas sobre prostitución por la protesta de las abolicionistas, ni cuando hace una semana se intentó cancelar la presentación de Algunos hombres buenos de Quico Alsedo en el Colegio de Abogados de Granada a base de cartas amenazantes que apelaban a los derechos humanos y las víctimas del machismo, ni os vi celebrar que la presentación finalmente no se cancelase. Ni he detectado el más mínimo escándalo cada vez que el Instituto de las Mujeres logra que se retire un anuncio que, según cuatro monjas, atenta contra la moral sexual. Ya digo que os echaba de menos un montón.

Foto: Imagen de Dimitris Vetsikas en Pixabay. Opinión

¡Por eso, repito, bienvenidos! Aunque os he leído y escuchado negar la existencia de la cultura de la cancelación e incluso habéis escrito pasquines diminutos que eluden, supongo que por falta de espacio en el formato mini de Anagrama, todos los casos que he puesto arriba y una infinidad más sucedidos en otros países que ejercen sobre nosotros su influencia desde el otro lado del Atlántico, aquí os echaba yo mucho de menos.

Os echaba de menos, en particular a los del cine y la cultura, cuando hablo con guionistas y me dicen que la censura está absolutamente naturalizada en el sector, puesto que con la financiación pública hay que andarse con pies de gato ante cualquier tema polémico o alusión políticamente incorrecta. ¡Menos mal que habéis aparecido ahora que un Ayuntamiento de cuarta elimina Lightyear de la cartelera! ¡A ver si arrancáis a limpiar de censura vuestro sector y alcanzáis esa ansiada libertad!

Yo no iré. Tampoco me invitaréis. Pero qué alegría veros por aquí, y qué bien oléis

Sé que pronto daréis un hermoso espectáculo de democracia y derechos humanos y que aflorará, ahora, una defensa a ultranza de la libertad creativa, y sacaréis manifiestos donde palabras como pensamiento crítico serán firmadas por una masa informe de gente de la cultura, y diréis que la ciudadanía es un conjunto de adultos que no necesitan de la tutela moral de un ministerio, y todo ello acompañado por editoriales de El País y hasta galas donde se aplaudan vuestras oportunas intervenciones. ¡Ah, qué bien se defiende así la libertad de expresión, en grupo, sin peligro para la reputación y sin mancharse con algo que realmente ponga en juego el valor de la libertad! Ya se encienden las candilejas, las galas largas, el maquillaje.

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Yo no iré. Tampoco me invitaréis. Pero qué alegría veros por aquí, y qué bien oléis.

P. D.: Y respecto a ti, Borja Sémper, que ahora dices —como yo— que la izquierda no dijo nada ante todo lo anterior y en parte creó este problema, te respondo que poca legitimidad tienes cuando tu partido, de prolongada fama en lo de prohibir conciertos y obras de teatro y un etcétera que para qué te voy a resumir, participa ahora de la cancelación con renovado frenesí. Y menos legitimidad te queda para ese comentario si, además, tus aliados de Vox, con el yunque y Hazte Oír en el salpicadero y un cilicio en la pata derecha, se ponen a salvar nuestros corazones del pecado cultural nada más tocar poder.

Dile a tu jefe y a tu partido que esto se lo hagan mirar, y luego ya si eso hablamos de wokes locos, histeria moral y cultura de la cancelación.

P. D. D.: ¿Habrá derecho en este mundo con amigos más interesados, sesgados y parciales que la pobre libertad de expresión, que solo respira cuando a nadie se censura?

Voy a ponerle un monumento a los concejales catetos de derechas que, en pueblos dispersos de la geografía gobernados por PP y Vox, han ido cancelando en arrebatos de caciquismo e histeria moral un material cultural tan radiactivo, peligroso y denigrante para el alma como la adaptación teatral de Orlando, la película Lightyear que también disgustó a los ayatolás o un montaje de Lope donde, cosas de los artistas, aparecía un cipote y un chocho de gomaespuma en escena.

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