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Elecciones: solo puedes votar a Vox o a Bildu
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Elecciones: solo puedes votar a Vox o a Bildu

No es que Vox y los independentistas sean iguales: cada nacionalismo populista es despreciable según sus particularidades

Foto: El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Fernando Villar)
El líder de Vox, Santiago Abascal. (EFE/Fernando Villar)
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¡Menudo dilema! Si votas al PP, votas la entrada de Vox en el gobierno; si votas al PSOE o a Sumar, entonces votas para que los independentistas obtengan regalos a cambio de aprobarle a la coalición leyes y presupuestos. No hay más. Esto no es cuestión de preferencias o intuiciones morales, es cuestión de números y poder: los números del poder. El 23-J, dos opciones: ¿Vox o indepes?

No es que Vox y los independentistas sean iguales: cada nacionalismo populista puede parecerte despreciable según sus particularidades. Eso sí es cuestión de preferencias e intuiciones morales. Y si tú, que me lees, tienes muy claro cuál es peor, habla con diez personas al tuntún y verás como no está tan claro. Eso es la democracia: decidir cuál de los dos extremos te disgusta más.

Foto: Una persona ejerce su derecho al voto en un colegio electoral de Sevilla. (EFE/Raúl Caro) Opinión
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A no ser que votes esas opciones con convicción. Si es tu caso, enhorabuena: los tuyos son los que ganan aunque no les vote tanta gente. A veces se ganan favores con un escaño que otros con noventa no pueden soñar. ¡Democracia!

Por este motivo, el PSOE hace campaña hablando de Vox en el intento de que no pienses en Bildu, y el PP hace campaña hablando de Bildu en el intento de que no pienses en Vox. Ambos ocultan sus muletas, fingen que caminan sin ayuda y están cojos. Entre el PSOE y el PP sumaron en las elecciones de 2019 doce millones de votos y esto vale menos que 3 millones (Vox), 800.000 (ERC), 380.000 (PNV) o 19.000 (Teruel Existe). El poder, ya veis, es relativo.

El bipartidismo tenía dos productos para elegir que sabían igual y había cuatro partidos menores capaces de inclinar la balanza en caso de que no hubiera mayoría absoluta. A esos partidos les daba igual PP que PSOE: les interesaba el ganador, que era el que luego repartía dividendos. Ahora tenemos una situación nueva en la que no existe ninguna posibilidad de mayoría absoluta en el Congreso, y los partidos menores se han multiplicado porque ahí es donde radica el poder.

No es decisión tuya a quién votar, pero al menos sí puedes votar contra algo

El poder es, lo dicen quienes lo han tenido, magnético. Es una buena metáfora porque imanta aquello que toca. Por eso, si tú votas al PSOE, estás votando a Bildu, y si votas al PP estás votando a Vox. El voto imantado, vaya.

Es decir: no es decisión tuya a quién votar, pero al menos sí puedes votar contra algo. Contra Vox o contra Bildu, es lo máximo a lo que puedes aspirar. No fuma quien compró seis cartones de tabaco, sino el que tiene la cerilla. Precio de una cerilla, un céntimo. La fiesta de la democracia es contribuir a que uno tenga la cerilla mojada. El que más rabia te dé, da igual.

Los indultos a los presos del procés, la eliminación de la sedición, el abaratamiento de la malversación, la invasión del CIS o la Fiscalía, mantener meses los gazapos penales del sí es sí y a la ministra más tóxica con sus amiguitas secretarias de Estado… Son las pruebas de que Sánchez tenía que utilizar buena parte de su poder para mantenerse en el poder. El precio del poder es alto, y lo marcan pequeños usureros.

Es el sueño de los pequeños partidos, de los extremistas. Según salga la suma, con dos o tres diputados tienes el privilegio de agarrarle oficialmente los cojones con la mano al presidente del Gobierno. Según se ponga la cosa, cien mil votos y esos cojones son tuyos, como el mando a distancia.

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Por eso da igual el programa que pueda vender Feijóo, o sus promesas, o lo que le gustaría sinceramente hacer a él, si es que tiene principios. Tal como está el número, nada de esto pesa más que una pluma de paloma. Si puede formar gobierno, será a cambio de aceptar las condiciones que le plantee Vox, que ocupa una posición negociadora insuperable porque tiene menos que perder. Es lo que hemos visto en Valencia. Y es lo que vimos con Sánchez.

En Valencia se ha firmado un pacto de gobierno redactado por alguien con dificultades para acabar la ESO, y han puesto de consejero de cultura a un torero, porque ¿por qué no? Tanto hubiera dado que pusieran al toro o un ficus. Si Feijóo se ve a las puertas de la Moncloa, ¿qué entregará? Los partidos como Vox o Podemos tiran mucho por la guerra cultural. Sea como sea, darán trabajo a esta trinchera.

Así es como la democracia pasó de ser la tiranía de la mayoría a la tiranía de la minoría. Es un fenómeno entretenido y adecuado. A esta época, tan de particularidades identitarias, le va como un guante.

¡Menudo dilema! Si votas al PP, votas la entrada de Vox en el gobierno; si votas al PSOE o a Sumar, entonces votas para que los independentistas obtengan regalos a cambio de aprobarle a la coalición leyes y presupuestos. No hay más. Esto no es cuestión de preferencias o intuiciones morales, es cuestión de números y poder: los números del poder. El 23-J, dos opciones: ¿Vox o indepes?

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