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Toni Hill, autor del 'thriller' del verano: "Quería hacer una novela entretenida que no fuera boba"
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Entrevista

Toni Hill, autor del 'thriller' del verano: "Quería hacer una novela entretenida que no fuera boba"

El escritor catalán firma 'El último verdugo', una novela adictiva sobre un psicópata en la Barcelona de la pandemia

Foto: El escritor Toni Hill. (ISMAEL TATO)
El escritor Toni Hill. (ISMAEL TATO)

Hay épocas en las que el cuerpo te pide un poco de relajación y desconexión y eso también ocurre con la literatura. No todos los meses son para leer a Marcel Proust ni sumergirse en las obras completas de Pardo Bazán, sino más bien en la piscina y con una historia que permita cortar por lo sano con la aburrida, problemática y rutinaria cotidianidad. Y eso es lo que precisamente ha conseguido Toni Hill (Barcelona, 1966) con El último verdugo (Grijalbo), un thriller adictivo, de los de pasar página tras página y no enterarte de que acabas de llegar a tu destino hasta que suena por megafonía el abróchense los cinturones que el avión va a aterrizar. Una novela perfecta para el verano.

Era lo que el propio autor, que ya tiene en su haber otras policiacas como la trilogía del mosso Salgado, más las novelas (más narrativas, pero con sus misterios) Tigres de cristal y El oscuro adiós de Teresa Lanza, buscaba. "Sí, quería que durante dos días, una semana, en los ratos de ocio, estés pendiente de la novela, no de ti, ni de lo que te pasó, ni de las elecciones, ni de nada más. Quería hacer una novela entretenida, que el ritmo fuera ágil, capítulos rápidos, acción imparable y que eso no quedara como una novelita boba". Porque eso es lo que ocurre aquí: la novela tiene todas las características del thriller-bestseller, pero un lector (más) exigente no se siente insultado. Se nota la mano lectora y el trabajo como traductor de Hill que está detrás de novelas de David Sedaris, Jonathan Safran Foer o Charlotte Brontë.

"Todo el mundo tiene claro que no podemos ver películas de Lars Von Trier todos los días. Pues con las novelas pasa igual"

"Es que yo puedo alternar la lectura de algo mucho más denso con una estructura más compleja, y luego, algo más relajado. En el cine han logrado superar este prejuicio. Todo el mundo tiene claro que no podemos ver películas de Lars Von Trier todos los días, ni a Bergman, y que también está muy bien ver Indiana Jones. O una comedia. Yo lo que le pido a todo producto de entretenimiento es que esté bien hecho. Y con las novelas pasa igual", reclama Hill en conversación telefónica con El Confidencial. En definitiva: que hay tiempo para todo y tampoco hay que ponerse muy estupendo.

¿Un psicópata que cae bien?

Y bien, ¿de qué va entonces esta historia que tiene todos los visos para ser el thriller del verano? Pues de un psicópata en serie —de apellido Brontë, guiño, guiño a las famosas hermanas literatas— al que persigue una criminóloga un tanto solitaria y con unos cuantos secretos en la mochila en la Barcelona pandémica. Concretamente, en 2021, cuando todavía había mascarillas y la ciudad condal mantenía horarios bastante estrictos en la restauración.

placeholder 'El último verdugo', de Toni Hill.
'El último verdugo', de Toni Hill.

"Tenía dos opciones, o describía un 2021 aséptico o entraba de lleno y me decidí por algo intermedio porque era 2021 y no 2020. Sin embargo, me parecía feo e incluso irrespetuoso no mencionarlo en absoluto", sostiene a la vez que reconoce que hay lectores a los que le puede resultar extraño que ya haya novelas que hablen de gafas que se empañan con las mascarillas. "Sí, hay gente a la que le molesta leer sobre esto, no sé, no es una novela sobre la pandemia, pero sí era Barcelona y en el mes de febrero los restaurantes cerraban por la noche, pues tendrán que ir a comer en vez de cenar. Y el primer crimen se produce en mayo de 2020 porque me gustaba la idea de que el encierro, que sirvió para muchas cosas, también tuvo consecuencias y un personaje que se pasa unos meses encerrado en aquella casa con ese sótano y sus fantasías previas, pues eso también ayuda a que desate otras cosas", comenta.

Hay lectores a los que le puede resultar extraño que ya haya novelas que hablen de gafas que se empañan con las mascarillas

Ese personaje es Thomas Brontë —no es ningún spoiler porque esta novela no va de quién mata sino por qué— y es la mejor caracterización de la novela. Porque es el malo, pero a la vez nos confunde. Es un tipo que si no supieras nada te tomarías un café, una caña y quien sabe si algo más. "Es que es un tipo moderno, gay, sensible hacia el arte y que a la vez tiene una manera de matar que es de las más crueles, de las que tiene peor prensa en el imaginario popular", señala Hill. Y a quien se carga tampoco son las mejores personas del planeta, lo cual también le da puntos. "A partir de que decide convertirse en el verdugo quiere ejecutar a personas que en teoría no merecen vivir, pero en realidad esto es solo una excusa. Los psicópatas lo que quieren es matar y luego buscan una excusa", manifiesta el escritor.

La protagonista femenina, pese a ser la heroína, tampoco es un adalid de virtudes. Una vez más, Hill juega con la ambigüedad. "Lena no es mejor ni peor que nosotros. Es un personaje también muy solitario, muy poco moderna en el sentido de que no es una superheroína que está follando todo el rato, como parece que se llevan ahora. Es mucho más discreta y parece más inofensiva al mismo tiempo. Pero, en cambio, como todo el mundo, tiene sus cositas por ahí, que bonitas no son, pero sí comprensibles", recalca.

Corriente punitiva

Durante toda la novela orbita la famosa ley del talión. No solo con el protagonista sino también con personajes secundarios. Con jóvenes que han cometido crímenes, han pagado por ellos y luego qué. "Equilibrar la decencia con el afán instintivo de venganza es muy difícil y no creo que tenga solución. La solución es que hay unas penas estipuladas, se cumplen y luego esa persona puede reintegrarse en la sociedad. Pero eso no va a satisfacer a todos porque siempre habrá víctimas que no dejen de pensar que esta persona va a rehacer su vida, mientras que su ser querido no, porque se lo cargó", señala Hill que se muestra totalmente en contra de la pena de muerte y cadenas perpetuas, una opinión que, sin embargo, sí cree que ahora tiene menos adeptos que hace años. "Sí, ahora hay toda una corriente punitiva. Como si así nos quedáramos más satisfechos. La prisión tiene un efecto de castigo y de apartar al sujeto criminal de la sociedad para protegerla. Pero también tiene un elemento de reinserción, porque si no qué sentido tiene todo el trabajo que se hace ahí, que se hace. Hay que asumir esto. Yo creo que era un consenso que teníamos todos asumido, pero los consensos ahora…".

"La prisión tiene un elemento de reinserción. Yo creo que era un consenso que teníamos todos asumido, pero los consensos ahora..."

Como ocurre con otras de sus novelas, principalmente con Tigres de cristal, lo que vuelven a aparecer son niños. Niños vulnerables y frágiles, que sufren la violencia, pero también otros que son malvados y la practican. "Sí, siempre están, no lo puedo evitar. Parece que tengo en casa seis, pero no es verdad. Uno siempre escribe de lo que no tiene. Y para mí es importante su presencia, niños buenos, no tan buenos, felices, infelices…", sostiene. La mayoría de las veces su aparición no augura nada bueno. "Es que es fácil hacerle daño a un niño. Lo único que te puede frenar son los propios principios éticos, pero es más fácil, son más débiles, frágiles, y para ciertos hábitos desgraciadamente son las víctimas perfectas", asegura. Hay noticias reales que lo recuerdan cada día.

placeholder El escritor Toni Hill, uno de los valores consolidados del género policíaco español. (EFE/Marta Pérez)
El escritor Toni Hill, uno de los valores consolidados del género policíaco español. (EFE/Marta Pérez)

Matar a inocentes es, al fin y al cabo, el trago de todo escritor de policiacas. En esta novela también ocurre. Hill reconoce que le cuesta "matar" a alguien que no llevaba ninguna papeleta. Que lo pasa mal. "Además, yo no soy de los que tiene la novela planificada. Voy haciendo. Tengo una idea de los personajes y de qué va a pasar, pero no planifico más. Cuando creé a algunos personajes de esta novela no lo hice para que los mataran, pero de repente me di cuenta de que alguien más tiene que morir", explica. Más o menos lo mismo sucedió con el final —hay sorpresa y girito— que se fue apareciendo a medida que escribía la historia. "Las sorpresas sí las tengo pensadas, pero el final-final no. Además, cuando me enfrento al final siempre tengo un parón, no bloqueo, sino que me paro para ver hacia dónde conduce la novela de manera natural", asegura. Aquí llegó como no podía ser de otra forma. Y el lector cierra el libro y solo piensa en una cosa: novela de verano, tiempo disfrutado.

Hay épocas en las que el cuerpo te pide un poco de relajación y desconexión y eso también ocurre con la literatura. No todos los meses son para leer a Marcel Proust ni sumergirse en las obras completas de Pardo Bazán, sino más bien en la piscina y con una historia que permita cortar por lo sano con la aburrida, problemática y rutinaria cotidianidad. Y eso es lo que precisamente ha conseguido Toni Hill (Barcelona, 1966) con El último verdugo (Grijalbo), un thriller adictivo, de los de pasar página tras página y no enterarte de que acabas de llegar a tu destino hasta que suena por megafonía el abróchense los cinturones que el avión va a aterrizar. Una novela perfecta para el verano.

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