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María Dueñas desafía (con éxito) a Beethoven
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María Dueñas desafía (con éxito) a Beethoven

En tiempos agotadores de niños prodigio y de caras bonitas, la violinista granadina debuta con la Deutsche Grammophon con una versión fabulosa del 'Concierto para violín'

Foto: Extracto de la portada del disco de la violinista María Dueñas. (Deutsche Grammophon)
Extracto de la portada del disco de la violinista María Dueñas. (Deutsche Grammophon)

La primera aclaración que debe hacerse a propósito de María Dueñas es que no es María Dueñas. Nada que ver la joven violinista granadina —21 años— con la experimentada novelista manchega —59—, aunque la aclaración de los patronímicos concierne más al público español que al extranjero, siendo verdad, al mismo tiempo, que la autora de El tiempo entre costuras ha sido traducida a 35 idiomas y repercutido en el público latinoamericano.

Ya quisiera María Dueñas II vender con su último disco los ejemplares que ha vendido María Dueñas, pero al prodigio del violín no le caracteriza tanto la cantidad como la calidad. Y el impacto cualitativo que implica haber grabado para Deutsche Grammophon el Concierto para violín de Beethoven.

Reviste todos los síntomas de una osadía la iniciativa de la violinista. O lo revestiría si no fuera por la notoriedad del resultado. Hay tantas versiones de la obra de Beethoven —y tan extraordinarias— que se antoja una frivolidad incorporar una nueva. Por eso resulta tan interesante que el sello discográfico de mayor prestigio y de mayor rigor en la exégesis de Beethoven haya recurrido a la sensibilidad de María Dueñas.

Es una experiencia escucharlo, más todavía cuando la grabación no proviene de la asepsia tecnológica de los estudios, sino de los conciertos que la joven maestra prodigó en Viena con las huestes de la Sinfónica y bajo la dirección de Manfred Honneck. Se explica así mejor la dramaturgia progresiva de la interpretación, no ya por la complicidad del público allí reunido —la feligresía vienesa en estado extremo de atención— sino porque la intensidad de la obra va creciendo a medida que avanza.

María Dueñas fue una niña prodigio cuyos estudios se dirimieron entre Dresde y Viena. Ya destacaba a los 14 años. Y fue también entonces cuando apareció en su itinerario Marek Janowski. Pudo el maestro germano escucharla en privado algunos pasajes del concierto de Beethoven. Y le recomendó que se abstuviera de tocarlo en público hasta haber alcanzado la mayoría de edad, como si prevaleciera el rigor del viaje iniciático.

Ha respetado Dueñas el criterio del profesor. Podría haber incurrido la violinista en significarse como el enésimo fenómeno juvenil, más ahora cuando la mercadotecnia de las casas de discos juega mucho con la imagen y poco con los matices artísticos. La portada de Dueñas en su debut de DG es sobria, contenida, incluso mística, como si el violín identificara un sentido de maternidad. Y el sonido es asombroso en su redondez, en su plasticidad, en su dinámica, en su intensidad, en su naturalidad y en su personalidad.

placeholder La violinista María Dueñas, durante el homenaje a Federico García Lorca en 2014. (EFE/Miguel Ángel Molina)
La violinista María Dueñas, durante el homenaje a Federico García Lorca en 2014. (EFE/Miguel Ángel Molina)

Sabe María Dueñas integrarse en el magma sonoro de la Sinfónica de Viena. Porque se trata de concertar. Y porque la clarividencia de Honneck predispone una fabulosa relación triangular que enfatiza y beneficia la literatura de Beethoven en su enjundia rítmica y exuberancia cromática.

Dueñas desengaña a quienes esperaban encontrarse con el cliché de una niña bonita tocando Beethoven desde la mera exhibición técnica o desde el virtuosismo precoz. Y no es que carezca de ellos, de técnica, de virtuosismo, pero los subordina a la credibilidad estética y artística, más aún cuando ella misma se ha atrevido a escribir las cadencias del concierto.

Cumple la violinista granadina con los términos y los extremos de su desafío. Irse a tocar al Musikverein de Viena el concierto sagrado de Beethoven. Encomendarse al misterio de su violín de Cremona. Y demostrar la diferencia que existe entre el estereotipo insolente de la niña prodigio y las cualidades creativas de una mujer prodigiosa que siente a Beethoven en las entrañas.

La primera aclaración que debe hacerse a propósito de María Dueñas es que no es María Dueñas. Nada que ver la joven violinista granadina —21 años— con la experimentada novelista manchega —59—, aunque la aclaración de los patronímicos concierne más al público español que al extranjero, siendo verdad, al mismo tiempo, que la autora de El tiempo entre costuras ha sido traducida a 35 idiomas y repercutido en el público latinoamericano.

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