María Dueñas: "Si Sira hubiera nacido en el siglo XXI sería feminista"
Recorremos los pasos de su última novela protagonizada por el célebre personaje que los lectores conocieron por primera vez en 'El tiempo entre costuras'
Si Sira hubiera nacido en el siglo XXI sería feminista. No radical, dice María Dueñas, pero sí defendería a capa y espada los derechos de las mujeres, reivindicaría su papel en sociedad atendiendo a lo que queda por hacer y reconocería los logros de los últimos años. La autora, que en 'El tiempo entre costuras' (Planeta, 2009) quiso recordar y recuperar los trabajos ensombrecidos de las mujeres de la época, aclara a El Confidencial que Sira “trabajaría y avanzaría para conseguir la total igualdad y sería una feminista lúcida”.
Pero si Sira hubiera nacido en el siglo XXI sería otra novela. No recorrería los orígenes del Estado de Israel en los 40, el fin de la Segunda Guerra Mundial, el gélido Londres de Churchill, ni el Tánger cosmopolita. La última gran historia de María Dueñas,
10 millones de lectores en todo el mundo y una primera tirada de 500.000 ejemplares de ‘Sira’. El listón estaba alto; después del exitazo de ‘El tiempo entre costuras’ -traducida en 35 lenguas, la última en árabe-, cumplir las expectativas de un público exigente podía tratarse de un trabajo tedioso. Un lector que lleva doce años preguntándose qué habría sido de la vida de Sira mantenía la guardia. Pero cumplió. “Una vez maduré, reflexioné y me convencí de escribir ‘Sira’, no volví a pensar qué iba a ocurrir a pesar de que las expectativas estarían altas. Me limité a ponerme a trabajar duro”, confiesa a El Confidencial.
Las dificultades pandémicas que interfirieron en las presentaciones literarias durante meses han sido resueltas con el encuentro con María Dueñas en Tánger. La ciudad de los gatos -abundan en cada esquina- recibió el pasado jueves a su acérrima escritora. “La culpa de escribir 'Sira' ha sido Tánger”, confiesa en el palacio Moulay Hafid reservado por el Instituto Cervantes y la Editorial Planeta para el encuentro literario. Dueñas se dirige a todos los lectores a los que cautivó hace doce años y a quienes se han ido incorporando con el tiempo; agradece de corazón y reflexiona sobre los orígenes de su curiosidad marroquí: la llegada de su abuelo a Tetuán en el 1925, el nacimiento de su madre -la quinta de circo hermanos- en el Protectorado, el traslado familiar a España en el 1957 y la multitud de relatos de memorias parentales que, con el tiempo, calaron en la mente de una joven María Dueñas. “Es un mundo que nací añorando sin haberlo vivido”, explica; y de la misma añoranza sentida surgió la literatura.
Los orígenes
Arraigada al norte marroquí por cuestiones no solo relacionadas con lazos de sangre, María Dueñas regresa a Tánger de tanto en tanto y visita lugares que después convierte en escenarios líricos. Un domingo prepandémico se acercó al cementerio inglés donde descansan los restos de relevantes celebridades del siglo pasado. Nada que ver con el tradicional espacio sacro, de aspecto lúgubre y sombrío. Si bien en parte tétrico, las más de 200 tumbas yacen en un entorno dispuesto de un amplio jardín repleto de formaciones vegetales envolventes.
En la Iglesia de San Andrés -en la que destaca la decoración morisca y que ahora visitan, a lo sumo, cuatro personas-, Dueñas preguntó por un libro de obituarios de quienes fueron enterrados en el panteón. En el avión de vuelta a España ojeó el folleto y pensó en los cientos de novelas que se podrían escribir al respecto. Se preguntó por qué se había autoimpuesto una censura contra Tánger y, tras largos años de reposo, recuperó a Sira. Embarcarse en una historia ambientada, en parte, en Marruecos, sin ella, supondría una especie de adulterio literario.
Glamour y churros
“El paraíso existe y está aquí, aquí, aquí”. Un letrero descansa a la entrada del palacio Sidi Hosni saludando al visitante; el mismo que transitaba Sira con frecuencia y el mismo que supuso un escenario de desenfreno para la élite que rodeaba a Barbara Hutton, propietaria del palacete. La excéntrica millonaria estadounidense compró el espacio a un diplomático encargado de restaurar lo que en su día fueron siete viviendas. Una vez aglutinadas y alzadas en palacio, dicen (las buenas y las malas) lenguas que Hutton mantuvo un fuerte encontronazo con Franco por su compra. Ambos quería adueñarse el palacio. Ganó ella. Y montó fiestas, sembró el alboroto, congregó al champán y a las clases altas e inspiró a Dueñas para su novela.
Lo mismo ocurrió con Evita Perón, quien a sus veintisiete años retaba a los Franco con su tardanza. Una primera visita a España en el 1947 “perfectamente documentada”, según aclara Dueñas, por el interés de Franco en que la prensa estuviera presente en ese acontecimiento internacional. Pero la Perona llegaba tarde, vestía con pieles en junio -¿nadie le avisó de que era verano en España?- y transcurre en ‘Sira’ por la misma razón que lo hace Hutton: “Son ellas las que saltan a la novela, yo no las busco”, aclara Dueñas.
Ciudad internacional
Quedan misterios por resolver. Una calle tangerina denominada 'Curro las once' inquieta a la escritora: “No he conseguido descubrir el por qué”. Más cuestiones en las que indagar. Mientras tanto, continúa el recorrido por el pulmón de la ciudad. “Los republicanos y los nacionales terminaban lanzándose sillas todos los días”, relata Dueñas. En el zócalo chico, -un pequeño recinto donde transcurría la vida, la verdad y la mentira; y que Pío Baroja apodó como 'La Puerta del Sol tangerina'- dos locales confrontan. A un lado, el Café Central. Al otro, el Café Fuentes. El primero de ideología nacionalista, el segundo, republicana.
Una novela tiene muchas etapas pero yo soy bastante regular
La laboriosa investigación detrás de cada novela de Dueñas es evidente. Historia ficcionada con un bagaje cultural inmenso, fruto de meses de búsqueda exhaustiva de datos, personajes y anécdotas. Los pequeños detalles son los importantes, como qué menú eligieron o qué ropa llevaban puesta. “Puedo estar una mañana entera buscando si las ventanas de un hotel daban a un lado o al otro”, asegura.
La Biblioteca del Instituto Cervantes de Tánger también sirve de ayuda. Cientos de fotografías, antiguos callejeros y ejemplares de ‘España’; el diario que nació con ideología falangista y culminó con miembros de ideología nacionalista, republicana, anarquista y socialista. “Cuando empiezas a indagar en la idea, todo es ilusión, te quieres comer el mundo y quieres escribir la novela en 3 días. Luego llega el trabajo duro, el de investigación ‘pico pala’, una semana, otra, un mes, otro mes… Hay días que las cosas fluyen mejor y otros que se atragantan, pero es mi trabajo. Una novela tiene muchas etapas pero yo soy bastante regular, no suelo tener muchos altibajos.”
Gran pantalla
El mismo palacio Moulay Hafid que acoge ahora a una multitud de fervientes lectores, periodistas y editores, entre otros, fue un día set de rodaje. Se trata de la casa de Rosalinda Fox en la adaptación audiovisual de ‘El tiempo entre costuras’ (Boomerang). ‘Sira’ planea, también, reconvertirse al formato pantalla pero más adelante; la historia debe reposar en el tiempo.
Ahora los productores respetan más a los autores
¿Qué visión tienen los autores de las adaptaciones de sus obras? María Dueñas comparte con El Confidencial que ha tenido la suerte de tener una relación muy fluida con los productores y guionistas. “Yo defiendo mi libro y ellos su producto audiovisual. Muchas veces coincidimos, otras no, pero siempre hemos hablado y negociado. He tenido una buena experiencia y creo que cada vez va a ir a mejor. Los productores respetan más a los autores, antes era ‘firma y vete’, ahora es como ‘vale, también puedes contribuir’. Hay cuestiones técnicas en las que evidentemente no podemos entrar, pero yo creo que no nos ven como la parte contraria, sino como alguien que está ahí y que en ciertos momentos puede ayudar. Nos tienen en cuenta; quieren contar con los escritores.”
Sira le cambió la vida
“Recuerdo que un compañero de la Universidad me invitó a hacer la introducción de una especie de cineforum. Iban a proyectar ‘Great Expectations’, basada en la novela de Dickens, y acepté la propuesta. Él sabía que yo tenía una novela en marcha ('El tiempo entre costuras')y que estaba en manos de una editorial, pero no se había publicado todavía. Me presentó como “la profesora y escritora Maria Dueñas”, y dije, “¡¿Pero por qué pones esto?! Yo soy una profesora que ha escrito un libro, no escritora”. Él me dijo que no, que desde el momento en que escribí el libro y llegó a manos de la editorial, ya era escritora. Y dije, “bueno, me lo quedo””.
No llevaría nada bien escribir en conjunto
María Dueñas le dio vida a Sira y ella se la cambió. Le dio la vuelta. Abandonó la Universidad y se consagró como una de las mejores autoras de nuestro país. Un oficio individual, reflexivo y pasional. “Soy de poca nostalgia, pero escribir es un trabajo muy solitario. Al final está el equipo editorial y empiezas a compartir, pero pasas muchos meses sola. En la Universidad hay equipos de investigación y se comparten proyectos. Tener una puesta en común es lo que echo de menos”. En ese caso, podría escribir en conjunto como Carmen Mola, pero la idea no le convence en absoluto: “No, no, no lo llevaría nada bien. Lo de la soledad me pasa de vez en cuando, pero no como para escribir con más personas. No nos pondríamos de acuerdo”, sentencia rotunda.
¿El futuro? Seguir escribiendo. Dueñas adelanta leves pinceladas. Vendrán nuevas novelas y guiones. Sobre estos últimos, la escritora trabaja en una historia de actualidad entre España y Latinoamérica para Univisión y Televisa.
Si Sira hubiera nacido en el siglo XXI sería feminista. No radical, dice María Dueñas, pero sí defendería a capa y espada los derechos de las mujeres, reivindicaría su papel en sociedad atendiendo a lo que queda por hacer y reconocería los logros de los últimos años. La autora, que en 'El tiempo entre costuras' (Planeta, 2009) quiso recordar y recuperar los trabajos ensombrecidos de las mujeres de la época, aclara a El Confidencial que Sira “trabajaría y avanzaría para conseguir la total igualdad y sería una feminista lúcida”.