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María Dueñas: "Madres con ambiciones más allá de hacer papillas ha habido siempre"
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María Dueñas: "Madres con ambiciones más allá de hacer papillas ha habido siempre"

Dueñas vuelve con 'Sira' (Planeta), su quinta novela y segunda parte de 'El tiempo entre costuras' en la que su protagonista se muestra más escéptica y curtida

Foto: Fotografía: Ana Beltrán.
Fotografía: Ana Beltrán.

María Dueñas (Puertollano, 1964) parece tener dos velocidades. Está la pausada, y es entonces cuando impera la prudencia con la que sortea los jardines. Cuando los atisba, habla más despacio, sonríe y hace una larga cambiada. Como si quisiera dejar claro que no ha venido a este mundo a ser el centro de la polémica, a contar más de lo que le apetece. Y está la Dueñas locuaz, que se ríe y se relaja en cuanto habla de libros, personajes, e incluso de cerveza y patatas fritas. Con ambos ritmos mantiene una actitud amable, educada, de alguien que está un poco de vuelta y sabe que con un periodista siempre hay que mantener las distancias.

Dueñas vuelve con 'Sira' (Planeta), su quinta novela y segunda parte de 'El tiempo entre costuras'. Es una Sira más escéptica, más curtida. Como su autora delante de una grabadora.

placeholder 'Sira'. (Planeta)
'Sira'. (Planeta)

PREGUNTA. Siempre ha dicho que, tras permanecer encerrada escribiendo cada libro, el contacto con los lectores era muy importante para usted. ¿Cómo se enfrenta a un lanzamiento en tiempos de restricciones y distancia social?

RESPUESTA. Lo llevo bien porque la escritura del libro ha coincidido con los meses más duros de pandemia, y dentro de lo espantoso de la situación, he podido escribir de manera prolongada, sostenida… Estaba con un ojo en lo que tenía que hacer y con el otro en lo que no te queda más remedio. Vamos la semana que viene a San Jordi, a ver qué tal, con restricciones, de manera cauta, pero al final se trata de que salen los libros los autores y los lectores a la calle. Puede ser el síntoma de que nos vamos acercando a esa ansiada normalidad.

P. Hablando de cautela, usted proyecta imagen de serenidad, de tenerlo todo controlado… Dígame que tiene algún pronto de vez en cuando.

R. Es que tengo claro cuándo estoy delante de la prensa y cuándo no, lo tengo clarísimo. No saco una personalidad impostada, pero digamos que mantengo las distancias.

"No saco una personalidad impostada con la prensa pero mantengo las distancias"

P. Dijo una vez: “Me cuido de que ningún periodista me desquicie y me vea en esa faceta”.

R. Bueno, yo creo que tengo una buena relación con la prensa, estoy agradecida. Pero es cierto que mi función es escribir libros y lo que quiero, a lo Umbral, es hablar de ellos. Cuando hay un interés –que lo entiendo– en otras facetas de mi vida, me interesa menos exponerme.

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Fotografía: Ana Beltrán.

P. ¿También es cauta en las expectativas con este quinto libro? En pandemia, además de cocinar, nos ha dado por leer…

R. Es cierto que dentro del horror, el sector del libro no ha sido de los más castigados. El libro es un compañero de viaje y todos hemos tenido la necesidad de salir de nuestra turbia realidad para llevar una existencia en paralelo. El sector, las editoriales, los libreros… están muy contentos porque en cuanto abrieron los lectores han acudido a mansalva. Percibo esa alegría y para mí es una responsabilidad. Hay mucha ilusión puesta en él y mucho esfuerzo.

P. El reencuentro con Sira ¿por qué no estaba entre sus planes?

R. Cuando terminé ‘El tiempo entre costuras’ los lectores preguntaban por una segunda parte, pero todo fue tan intenso, casi tan convulso, que el libro se convirtió en una bola de nieve que parecía no tener fin. Primero en España, después fue el salto a Latinoamérica, las traducciones, la serie… Llegó un momento en el que Sira y yo necesitábamos parar. Pensar en escribir una segunda novela se me hacía cuesta arriba y decidí ir por otro camino. Esta quinta novela iba a ser otra, y se me cruzó esta idea a raíz de un viaje a Tánger, donde voy mucho y de donde siempre vuelvo con mil ideas. A Tánger y a Marruecos tenía que volver con Sira.

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Fotografía: Ana Beltrán.

P. En ese cambio y en esa decisión tuvo mucho que ver un cementerio anglicano, ¿verdad?

R. Sí. Una de las cosas que suelo hacer cuando estoy en Tánger es visitar la iglesia anglicana de Saint Andrews y su cementerio, que son muy pequeñitos y evocadores, con un jardín, su banco de piedra… Conozco al chico que lo cuida, charlo con él un rato, incluso a veces voy con amigos y familia. Ahí está enterrado Sir Walter Harris, que fue el corresponsal del Times en aquellos tiempos en Marruecos, pilotos de las fuerzas aéreas… en uno de los últimos viajes vi una reedición con los obituarios y las reseñas de algunos de esos personajes, un documento fascinante. Eso lo único que consiguió es darme más hambre para escribir.

P. En sus libros siempre hay distancia, tanto geográfica como en el tiempo. ¿La actualidad no le inspira?

R. La novela que dejé aparcada está ambientada en una época más contemporánea. Al final se trata de encontrar algo que me apetece y sumergirme en ello. Son temas que me sirven para aprender, como aprendí del vino de Jerez para ‘La templanza’, la inmigración española en Nueva York con ‘Las hijas del capitán’ o esta novela, en la que no solo sale Tánger, salen los servicios en español de la BBC en la posguerra, el exilio intelectual en Londres, o la visita de Eva Perón a España. Aunque el presente tiene cosas apasionantes…

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Fotografía: Ana Beltrán.

P. ‘Sira’ salió a la venta el 14 de abril, que…

R. … sí, el 90 aniversario de la República.

P. Pero también fue el aniversario del perdón de Juan Carlos I tras el incidente de Botsuana.

R. ¡Ay, eso se me escapó!

"La novela que dejé aparcada está ambientada en una época más contemporánea"

P. Y fue el cumpleaños de Santiago Abascal.

R. Ah, mira. Esto es un órdago a la grande. Un bingo, una línea, y el cuponazo.

P. Los lectores nos quedamos con una Sira. ¿Cómo es esta?

R. Tenía claro que tenía que cambiar. Al principio era una modistilla del Madrid más castizo, sin ambiciones, sin mundo, bajo el ala de su madre y luego la de un canalla, era muy distinta. Cuando la despedimos en ‘El tiempo entre costuras’ había vivido de manera periférica dos guerras, un abandono, un aborto, había hecho nuevas amistades, había colaborado con los servicios secretos, había montado un negocio… Pero sabía que no me podía quedar en eso. En la primera parte de ‘Sira’ hay un golpe dramático que afecta y altera su vida para siempre y el resto del libro es un intento por reconstruirse. Es madre, tiene un niño a su cargo, y tiene que enfrentarse a cosas. Conjugamos mucho ahora el verbo conciliar, pero mujeres con familia a su cargo y con ambiciones más allá de hacer papillas las ha habido siempre. Está más curtida, más escéptica.

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Fotografía: Ana Beltrán.

P. Esa Sira que cuida me recuerda al tiempo que cuidó usted de su padre en pleno éxito de su primer libro. La pandemia nos ha hecho replantear qué cuidamos, a quién y cómo…

R. Sin duda, por eso intento trasladar ciertas cosas en mis novelas. Vemos muchas películas y series con protagonistas fascinantes pero que parece que están solos en este mundo. Siempre me pregunto: “¿esta gente no tiene familia, ni siquiera hermanos?”. Otra cosa que me hace mucha gracia es que la gente no come nunca. Intento que mis personajes sean humanos, con apéndices que nos condicionan en el día a día; a veces son mayores, son menores, a veces tienes de todo… Ahora escribo con más tranquilidad porque mis hijos viven fuera y mis padres han muerto. Esto ya está inventado, somos nosotros y nuestras circunstancias. Vivir sin circunstancias es un poco complicado.

P. Suena a vidas de plástico.

R. Suena a Siri.

P. Abramos este melón cuanto antes. Ya sabe, mujeres que escriben para otras mujeres, los prejuicios por escribir best sellers. Si se llamara Mario Dueñas no se me ocurriría preguntarle si es un hombre que escribe para otros hombres. ¿Alguna vez aprenderemos?

R. Confío en que llegará un momento en el que esto no ocurra. Creo que existen prejuicios, pero afortunadamente no es mayoritario. A veces dicen: ‘Escritora mujer- protagonista femenina-portada con imagen femenina- editorial comercial’, hacen un pack con todo eso y dicen: “no me interesa”. A ver, yo no tengo ningún problema porque afortunadamente tengo muchos lectores y el que no quiera leerlos es libre de hacer lo que quiera. Quiero confiar en que los más jóvenes no tienen esos prejuicios.

"Tengo buena relación con mis colegas de oficio, pero cada uno tiene su vida y ya somos adultos"

P. “No hago mucha vida literaria ni participo en capillas de ningún tipo”.

R. No sé cuándo he dicho eso, pero es que no tengo ningún interés. Estoy donde sé que tengo que estar. Tengo buena relación con mis colegas de oficio, pero cada uno tiene su vida y ya somos adultos. No tengo demasiado interés en hacer pandillas a mis años.

P. ¿Qué está leyendo ahora?

R. Estoy leyendo un libro que se llama ‘Hamnet’, de Maggie O’Farrell, de Libros del Asteroide. Narra un periodo de la vida de Shakespeare ficcionado porque se sabe muy poco de su vida privada. Es excelente y un bálsamo al final del día. Es pausado, muy humano, y te permite moverte unos cuantos siglos. Con las prisas de estos días viene muy bien.

placeholder Fotografía: Ana Beltrán.
Fotografía: Ana Beltrán.

P. Hace años le pregunté por las redes sociales. Me dijo que no tenía interés alguno en opinar de cosas todo el tiempo, porque prefería tomarse una cerveza con unas patatas fritas.

R. (Carcajada) No lo recuerdo.

P. Ese binomio es imbatible.

R. Magnífico. No quiero demonizar las redes sociales, pero las utilizo muy poco. Ahora estamos más activos por la promoción, y a los lectores les gusta lo que hacemos. Pero mi día a día, cuando me tomo un café, no creo que le interese a nadie. En eso me retiro un poco.

P. Así se evita ser objeto de polémicas, como la campaña que le están haciendo a su colega Javier Cercas.

R. No digo que sea la mejor decisión, es con la que me siento más cómoda, no hay más.

María Dueñas (Puertollano, 1964) parece tener dos velocidades. Está la pausada, y es entonces cuando impera la prudencia con la que sortea los jardines. Cuando los atisba, habla más despacio, sonríe y hace una larga cambiada. Como si quisiera dejar claro que no ha venido a este mundo a ser el centro de la polémica, a contar más de lo que le apetece. Y está la Dueñas locuaz, que se ríe y se relaja en cuanto habla de libros, personajes, e incluso de cerveza y patatas fritas. Con ambos ritmos mantiene una actitud amable, educada, de alguien que está un poco de vuelta y sabe que con un periodista siempre hay que mantener las distancias.

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