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Safaris, 'fantasmas' y revolución: el hotel que encarna la decadencia del sueño de 'Hatari!'
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HISTORIA DEL CINE

Safaris, 'fantasmas' y revolución: el hotel que encarna la decadencia del sueño de 'Hatari!'

El Momella Wildlife Lodges de Tanzania vivió una época de esplendor como localización de la película 'Hatari!'. Ahora casi nadie lo visita y languidece olvidado

Foto: John Wayne y Hardy Krüger en 'Hatari!' (1962). (Cedida)
John Wayne y Hardy Krüger en 'Hatari!' (1962). (Cedida)

La niebla había enterrado el valle por completo. Ni siquiera se intuían los casi seis mil metros de altura del Kilimanjaro a pesar de que bordeábamos sus faldas. Decían que estaba ahí, habría que creérselo. Llevábamos una hora atravesando el Parque nacional de Arusha, en el norte de Tanzania. Hacía sesenta años era una de las reservas con mayor cantidad de rinocerontes, pero por la caza furtiva y porque a los rinocerontes no les va demasiado el sexo ya no quedaba ninguno. En ese mismo paisaje, sesenta años atrás, John Wayne, Hardy Krüger y Red Buttons intentaron dar caza a uno de ellos en una de las secuencias más trepidantes y peligrosas del cine de aventuras. De la historia del cine, en realidad. En ella, la cámara —una aparatosa 35mm, no olvidemos— persigue a toda velocidad a dos todoterrenos descapotados que derrapan en paralelo a un rinoceronte que huye y que los golpea, intentando atravesar la carrocería con el cuerno, hasta casi voltearlos. Pura adrenalina. Puro riesgo imposible de reproducir hoy. "Hatari!", gritan los nativos. "Hatari!", "peligro" en suajili. 'Hatari!', el título de este clásico inmediato del cine de aventuras en el que Howard Hawks rodó la sabana desde dentro, con un ojo documental.

Las guías de viaje señalaban dentro del parque el complejo Hatari!, un resort de lujo que había servido como localización para la película y que ahora regentan unos alemanes. En la página web, un camarero sonriente daba la bienvenida al bar John Wayne. Pero nosotros íbamos de camino al Momella Wildlife Lodges, a unos kilómetros de allí, un alojamiento bastante más humilde y económico. Nuestro todoterreno estuvo a punto de calarse varias veces, con las ruedas totalmente enfangadas, ante la mirada escéptica de los babuinos, sentados sobre sus culos rojos y pulposos. La niebla se colaba entre la vegetación densa y enhebrada. Hasta que las siluetas de las chozas de Momella empezaron a revelarse. Aquí y allí salpicaban pequeños chamizos encalados con techo de ramaje. Uno, dos, treinta, a lo largo de una pista forestal que desembocaba en un enorme pabellón lánguido y apagado. Una jirafa atravesó desganada el complejo.

A muchas de las chozas les faltaba el techo. La vegetación se había tragado otras. Al fondo, una especie de caballerizas semiderruidas, que luego supimos que habían formado parte de un matadero, intentaban sobrevivir a la gravedad. Era como un poblado fantasma, mortecino, muy lejos de aquella fotografía en la que unas turistas alemanas tomaban en sol en bikini junto a los chamizos. En la imagen, una mira a la cámara, parapetada tras unas gafas de sol enormes. La otra se esconde con un sombrero sobre la cara. El pie fechaba la foto en 1965. Un año antes, Tanganica y Zanzíbar se habían unido en un nuevo país descolonizado: Tanzania.

placeholder Las chozas del Momella Wildlife Lodge. (Enrique Lavigne)
Las chozas del Momella Wildlife Lodge. (Enrique Lavigne)

En el soportal del pabellón esperaba impaciente el encargado. No había más huéspedes. Ni los había habido en mucho tiempo. Tampoco había luz. Teníamos que iluminarnos con las linternas. El bar estaba cerrado con candado y solo había dos cocacolas. Los haces de las linternas empezaron a repasar la oscuridad: un sofá de madera oscura, una chimenea de piedra y, de repente, el rostro de John Wayne en un grito. Era el cartel de 'Hatari!', la película de Howard Hawks que había traído a El Duque hasta los pies del Kilimanjaro.

En las paredes, fotogramas de la película. Hardy Krüger, vestido de safari, empuñando un rifle. Elsa Marinelli, escondida de un guepardo solo tras una toalla. Y, junto a la puerta, la carrocería oxidada de un todoterreno, el mismo con el que los protagonistas persiguen a un rinoceronte a través de la sabana.

placeholder El bar de Hardy Krüger. (Enrique Lavigne)
El bar de Hardy Krüger. (Enrique Lavigne)

—¿Es el coche de la película?

—Sí. Porque aquí también es donde se rodó 'Hatari!'. Aquí durmieron John Wayne y Hardy Krüger durante el rodaje. Y esa cabaña negra de ahí es donde luego vivió Hardy Krüger con su familia varios años. Porque Hardy Krüger era el dueño de todo esto, hasta que tuvieron que abandonarlo por cuestiones políticas y esto quedó abandonado. Este es el verdadero Hatari!.

placeholder Hardy Krüger a la izquierda en un momento de 'Hatari!'. (Cedido)
Hardy Krüger a la izquierda en un momento de 'Hatari!'. (Cedido)

Detrás de aquellos chamizos semiabandonados se esconde la increíble historia de la granja Momella, que empieza mucho antes de que Howard Hawks eligiese el lugar para rodar 'Hatari!'. La historia de Momella empieza a principios del siglo XX, cuando Margarete Trappe, la primera mujer europea cazadora profesional en lo que entonces era la colonia de África Oriental Alemana, y quien construyó la Granja Momella en 1906. Durante la Primera Guerra Mundial, Trappe se pone a las órdenes del comandante Paul von Lettow-Vorbeck y, después de la derrota alemana, la familia tiene que abandonar Momella. A mediados de los años veinte, cuando ya el sentimiento antialemán se había aplacado, Trappe y su familia volvieron a comprar el lugar. El mito de Trappe es tal que inspiró su propio personaje en la serie 'Las aventuras del joven Indiana Jones'.

Pero con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Trappe tuvo que volver a huir de Momella y abandonar la granja por segunda ocasión —más tarde volverá a reconstruirla una tercera vez—. En esa misma guerra, en la otra punta del mundo, un joven Hardy Krüger entraba a formar parte de la 38.ª División de Granaderos SS Nibelungen tras pasar por las Juventudes Hitlerianas y por la escuela nazi de élite Adolf Hitler Schule. Krüger pasó por Bergen-Balsen y por Dachau, estuvo a punto de que lo fusilasen por negarse a disparar a un soldado americano preso, acabó en un campo de concentración soviético del que, tras tres intentos de fuga, consiguió escapar. Después de la guerra, el soldado Krüger decidió ser actor y viajó a París y a Londres para hacerse un hueco en el cine europeo, interpretando, ironías de la vida, a soldados nazis en muchas de las producciones. Krüger empieza a labrarse y acaba en una superproducción de Howard Hawks, 'Hatari!', en la que comparte pantalla con John Wayne.

placeholder A la derecha Margarete Trappe fumando un puro. (Cedido)
A la derecha Margarete Trappe fumando un puro. (Cedido)

Rodaron durante varios meses hasta marzo de 1961 en los alrededores de lo que había sido hasta entonces la Granja Momella. Escenas de acción real con animales reales y sin dobles, interpretadas por los propios actores. Tan peligrosas que John Wayne llegó a confesar que temió por su vida: "Con cada viraje tenía la sensación de que el coche iba a volcar mientras me aferraba con todas mis fuerzas, a la intemperie, con solo un cinturón de seguridad como apoyo, con el motor rugiendo, el cuerpo sacudiéndose en todas direcciones, los animales pateando la tierra y las rocas y el estruendo en mis oídos".

Krüger se quedó tan prendado de la magia del lugar que compró la propiedad y se construyó una casa para vivir con su familia y una decena de chozas para alojar turistas. Construyó también una fábrica cárnica para alimentar a la región, puesto que prohibió la caza en el recinto. Para Krüger, Momella era "una especie de paraíso africano en el que puedo olvidarme del mundo". Allí es donde se tomó la foto de las turistas alemanas, despreocupadas, en bikini, junto a los chamizos. También hay varias fotos en las que la familia de Krüger posa frente a las cabañas, ahora vacías y con el papel pintado aferrándose a la madera a pesar del tiempo.

placeholder Krüger con su familia en Momella. (Cedido)
Krüger con su familia en Momella. (Cedido)

El gran salón, la habitación de la chimenea, el bar, son el registro de un esplendor antiguo cuando cientos de turistas jóvenes peregrinaban hasta el lugar en el que se había rodado 'Hatari!' y que era propiedad del actor alemán más famoso de Hollywood. El negocio de Momella sobrevivió a la independencia de Tanganica en 1961 y a la fusión con Zanzíbar en 1964.

Tanzania se convirtió en un Estado socialista africanista cercano al maoísmo y en 1977 vio aparecer el Partido Revolucionario, más radical en sus preceptos, y que tuvo que hacer frente al intento del dictador ugandés Idi Amin de anexionarse la región tanzana de Kagera. En 1979, después que Kenia se enfrentase a Tanzania por material ferroviario y por los activos de la Comunidad Británica de África Oriental, que se estaba desintegrando. Kenia cerró las fronteras y Tanzania se quedó aislada y cerrada al turismo, por lo que Krüger abandonó el complejo, que se quedó en manos del Gobierno. Desde entonces, la Granja Momella languidece. Incluso se ha llegado a utilizar como escondite de contrabandistas.

placeholder Krüger junto a las chozas del Momella Wildlife Lodges. (Cedido)
Krüger junto a las chozas del Momella Wildlife Lodges. (Cedido)

El encargado del hotel, que se ha cambiado de ropa y se ha vestido elegante con un traje antiguo que le queda algo grande, nos enseña el libro de memorias de Krüger, en el que cuenta la historia, y la máquina con la que supuestamente lo escribió. La cabaña en la que Krüger vivió con su familia está intacta, impoluta, detenida en el tiempo como un orgulloso mausoleo. Señala también las chozas sin techo, la piscina tapiada y con tumbonas apiladas en su fondo vacío. "Estamos reconstruyéndolo todo. Vamos a recuperar su esplendor", sonríe triste, sin demasiado convencimiento. Entre la maleza pasean como fantasmas los pocos trabajadores que quedan, sin demasiados quehaceres que los distraigan. Cuando marchamos, todos se arremolinan para despedirnos. A mí me recuerda aquella escena, también de 'Indiana Jones y la última cruzada', en la que el cruzado se despide del protagonista, mientras las ruinas se desploman a su alrededor. "Volved pronto", nos dice, y mientras nuestro coche se aleja, la niebla engulle el lugar, como si dejásemos atrás la Comala de 'Pedro Páramo', anclada en un tiempo que ya pasó.

La niebla había enterrado el valle por completo. Ni siquiera se intuían los casi seis mil metros de altura del Kilimanjaro a pesar de que bordeábamos sus faldas. Decían que estaba ahí, habría que creérselo. Llevábamos una hora atravesando el Parque nacional de Arusha, en el norte de Tanzania. Hacía sesenta años era una de las reservas con mayor cantidad de rinocerontes, pero por la caza furtiva y porque a los rinocerontes no les va demasiado el sexo ya no quedaba ninguno. En ese mismo paisaje, sesenta años atrás, John Wayne, Hardy Krüger y Red Buttons intentaron dar caza a uno de ellos en una de las secuencias más trepidantes y peligrosas del cine de aventuras. De la historia del cine, en realidad. En ella, la cámara —una aparatosa 35mm, no olvidemos— persigue a toda velocidad a dos todoterrenos descapotados que derrapan en paralelo a un rinoceronte que huye y que los golpea, intentando atravesar la carrocería con el cuerno, hasta casi voltearlos. Pura adrenalina. Puro riesgo imposible de reproducir hoy. "Hatari!", gritan los nativos. "Hatari!", "peligro" en suajili. 'Hatari!', el título de este clásico inmediato del cine de aventuras en el que Howard Hawks rodó la sabana desde dentro, con un ojo documental.

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