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Las librerías respiran... excepto en el centro de Madrid: "No hay ni turistas ni vecinos"
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"hemos vuelto a la rutina"

Las librerías respiran... excepto en el centro de Madrid: "No hay ni turistas ni vecinos"

Las presentaciones y la venta por Internet salvan el año para las librerías, que confían en no acabar tan mal como pensaban en marzo: "La gente tiene ganas de leer"

Foto: Librería Antonio Machado, en Madrid (EFE)
Librería Antonio Machado, en Madrid (EFE)

Cuando a comienzos de mayo las librerías abrieron tras dos meses con el candado echado, aquello fue como si se hubiera abierto la puerta de un toril. Lo dicen los propios libreros: “La gente llevaba tiempo encerrada y se había cansado de series, películas y de todo. Estuve unas semanas sin parar”, afirma Alfredo, de Burma, una pequeña librería especializada en novela negra en el barrio de Lavapiés. “Se volvió con muchas ganas, muchos clientes habituales venían incluso a saludar”, comentan desde La Central, en el centro de la capital. “Volvió mucha gente. Hubo un crecimiento con respecto al año anterior”, resume Álvaro Manso, portavoz de CEGAL, la federación de librerías independientes. En definitiva, la gente quería leer.

Pasaron los meses y ahora estos mismos libreros relatan que la ebullición ha bajado. Como el champán. Como tantas otras cosas con un despegue tan abrupto. “Sí, ahora hemos vuelto a la rutina, y estamos manteniendo las cifras del año pasado”, comenta Manso. Pero no hay un enorme lamento. Las noticias son buenas. Los libreros preguntados en este reportaje, desde pequeñas librerías de barrio a las grandes cadenas coinciden en que el año no será tan malo como se prevía en marzo, pero tampoco tan catastrófico. Eso sí, todo cambia si se habla de Madrid y, sobre todo, el centro de la ciudad.

Centro de Madrid, zona cero

Es cierto que para este diagnóstico hay que tener en cuenta que el país sufre restricciones de movilidad en distintas zonas. Y en este sentido hay librerías que han sido más y otras menos agraciadas. Las del centro de Madrid son de las que peor suerte han tenido.

En La Central madrileña lo saben bien. Es un palacete de 1.200 metros cuadrados con más de 70.000 volúmenes a escasos metros de la plaza de Callao. Y están notando la baja afluencia, debido, no tanto al miedo sino a que “aquí no hay vecinos. Se convirtió el centro en un centro comercial por lo que ahora no viene la gente. También venían turistas y ahora no hay…”, afirman desde el gabinete de comunicación. Si en algo ha afectado ha sido en los eventos, las presentaciones, los clubs de lectura. Han tenido que cortar con casi todo. “Montamos eventos para atraer el mayor número de gente a la librería. Y ahora hay que conseguir que la librería siga presente, pero sin atraer masas. Antes venían 50-60 personas a eventos, la gente de los cursos se quedaban por la librería... Pero es que ahora no puedes hacer cosas masivas”, añaden.

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Foto: EFE

En otra librería pequeña también del centro, Bajo el Volcán, que lleva diez años vendiendo libros y discos, Fernando destaca que "este verano no ha venido ni un solo turista, pero es que ni uno. Y aquí siempre suelen venir muchos ingleses y alemanes, sobre todo, ya que muchos van buscando discos". Intenta compensar las cuentas con los clientes del barrio, pero, de momento, no suplen a las habituales de los compradores extranjeros.

Lo mismo ocurre en otra gran librería del centro madrileño como es Casa del Libro, con tres plantas en plena Gran Vía. “Hay menos tráfico en las tiendas que el año pasado. Y las compras son más rápidas. Es decir, se va a tiro hecho, la gente no entra y se queda mirando los libreros. Percibimos que es todo más rápido”, comentan desde su gabinete de comunicación.

Hemos pasado al 35% del aforo y se nota, pero hoy hemos tenido a Juanjo Millás y se ha llenado en dos segundos

Alfredo, de Burma, especializados en policiaca, comenta a su vez que la gente está buscando ahora "cosas muy ligeras, sencillas. En el barrio la gente no viene buscando novela negra, sino thrillers, best-sellers. Hay gente que nos dice que les está costando concentrarse".

Todo lo contrario que en otras zonas y en otras ciudades. En 'Luz y vida', la librería familiar fundada en 1948 y que gestiona Álvaro Manso en Burgos, las presentaciones se siguen llenando y la gente sigue entrando a comprar libros. Eso sí, con la reducción de aforo que se permite. “Hemos pasado al 35% del aforo y se nota porque hemos pasado de 225 plazas a 68, pero hoy hemos tenido a Juanjo Millás y se ha llenado en dos segundos. Y luego sí, ahora viene algo menos de gente, pero la gente que viene no viene a mirar o pasar el rato, sino a comprar”, sostiene. En resumen, un cliente mucho más lector y suertes que van por barrios.

Salvados por Internet

No obstante, hay algo que sí ha cambiado a favor: las ventas online. Y sí, hablamos de libros físicos. En la propia La Central lo ratifican: “Hemos aumentado en más de un 250% la venta por la web con respecto al año pasado”. Fue algo que ya notaron durante la época dura del confinamiento. “Y ahora también estamos notando que hay mucha más reserva online. La gente reserva desde su casa y viene después a buscar los libros”. A tiro hecho, como tantas compras que se hacen ahora.

placeholder Casa del Libro de Gran Vía, en Madrid (EFE)
Casa del Libro de Gran Vía, en Madrid (EFE)

También en Casa del Libro han observado un cambio radical en las compras de libros de forma online. En esta librería la web se había modificado en mayo de 2019 por lo que cuando llegó el estado de alarma de marzo “ya estaba bastante consolidada”. Comprobaron que hubo “un cambio de hábitos enorme durante los meses de confinamiento con un 48% más de venta de libros de forma online en este periodo. Y también vimos que el libro se convirtió en un valor refugio, con muchos padres preocupados porque sus hijos leyeran, por ejemplo”. Otra de las cosas que notificaron fue que el comprador en la web era el que antes iba directamente a la librería: “Sí, era un perfil de entre 40-50 años. Los que antes iban a la tienda. Como si el cliente de barrio se hubiera quitado el miedo a comprar en la web”.

"Hemos aumentado en más de un 250% la venta por la web con respecto al año pasado”, afirman desde La Central de Madrid

Por eso quisieron potenciar los eventos digitales. También es cierto que Casa del Libro es lo suficientemente potente como para hacerlo, al contrario que otras pequeñas librerías que, como dice Alfredo, de Burma, se limitan a “hacer algunas reservas por email y luego la gente viene a la librería a recogerlo”. En su caso, además, cortaron de raíz con todos los eventos. Ni físicos ni online ni nada. Son las herramientas de las que puede disponer cada uno.

En Casa del Libro ya en el confinamiento configuraron “una agenda digital muy potente, con entrevistas, coloquios… Y eso lo hemos mantenido ahora en Madrid”, sostienen, aunque en otras de sus tiendas mantienen las presentaciones en espacios abiertos. “En Rambla tenemos una terraza que es muy buen lugar, porque al lector tampoco le entusiasma ahora un sitio cerrado”, sostienen.

La esencia es ir a una librería y ver autores que te dediquen un libro. Al final acabarán conviviendo lo digital y lo físico

¿Y qué va a ocurrir con todas estas formas digitales? ¿Convivirán cuando todo esto acabe (en algún momento)? En esta cadena de librerías creen que sí: “El librero que te recomienda no puede desaparecer. Y la esencia es ir a una librería y ver autores que te dediquen un libro. Al final acabarán conviviendo las digitales y las presentaciones físicas”.

Ayudas no, pero sí mucha oferta

Otro asunto que revolotea son las subvenciones. En el decreto de mayo del Ministerio de Cultura se concretaron cuatro millones de euros para las librerías en ayudas directas, aunque no se publicaron en el BOE hasta comienzos de agosto. También están las de las comunidades, que en el caso de Madrid fue de 80.000 euros. Sin embargo, en este caso, todavía se están notando muy poco.

“Casi ninguna comunidad ha pagado todavía, aunque se supone que va a haber una cobertura de los gastos de esos dos meses que estuvimos cerrados, pero todavía no se han ejecutado. Nadie ha liquidado nada”, afirma Manso. Con el Ministerio pasa un poco lo mismo: “Y ahí todavía se está con el proceso de aclaración de dudas y aportación de algún documento, aunque muchas ya están dentro del proceso. Pero no está adelantado todavía el dinero”, afirma este portavoz que critica que aunque se habló mucho de las ayudas a través de las compras de bibliotecas -las comunidades hablaron de varias cientos de miles de euros- “todavía no sabemos cómo se van a articular”. Así que, en este sentido, poco o nada.

Casi ninguna comunidad ha pagado todavía. Nadie ha liquidado nada

Ahora llegan las grandes novedades de cara a navidades. Las editoriales, que apenas han bajado el ritmo, han llenado las estanterías. Y con títulos muy golosos de autores muy vendidos, desde un Ken Follett a Arturo Pérez-Reverte o Elena Ferrante. “La oferta es buenísima, maravillosa, difícil encontrar una oferta tan buena. Yo creo que se han reducido muy poco las publicaciones, pero casi todos los primeros autores tienen libro", sostiene Manso. Habrá que ver qué pasa en la campaña de Navidad.

Cuando a comienzos de mayo las librerías abrieron tras dos meses con el candado echado, aquello fue como si se hubiera abierto la puerta de un toril. Lo dicen los propios libreros: “La gente llevaba tiempo encerrada y se había cansado de series, películas y de todo. Estuve unas semanas sin parar”, afirma Alfredo, de Burma, una pequeña librería especializada en novela negra en el barrio de Lavapiés. “Se volvió con muchas ganas, muchos clientes habituales venían incluso a saludar”, comentan desde La Central, en el centro de la capital. “Volvió mucha gente. Hubo un crecimiento con respecto al año anterior”, resume Álvaro Manso, portavoz de CEGAL, la federación de librerías independientes. En definitiva, la gente quería leer.

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