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¿Te da modorra después de comer? Los verdaderos motivos y cómo solucionarlo
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¿Te da modorra después de comer? Los verdaderos motivos y cómo solucionarlo

Con este calor infernal, mientras la península registra temperaturas disparadas durante numerosos días seguidos, es lógico que nuestros cuerpos se sientan agotados la mayor parte del tiempo, pero hay más motivos

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Es uno de los mayores clichés sobre España en el extranjero. Una vez aquí, muchos comprenden que ni sucede tan a menudo como parece, ni es tan absurdo como creían: la siesta tiene sus amigos y sus enemigos, quien puede permitírsela y quien no, y también tiene sus pros y sus contras, pero sobre todo tiene un sinfín de consideraciones científicas al respecto. No es ninguna tontería.

Con este calor infernal, mientras la península registra temperaturas disparadas durante numerosos días (y semanas) seguidos, es lógico que nuestros cuerpos se sientan agotados la mayor parte del tiempo, teniendo en cuenta que el termómetro no da tregua ni de madrugada. Así, cuando nos toca poner un pie en la calle, resulta sinónimo de empezar una maratón que, cuando llega a su fin, no nos deja otro camino que la cama o el sofá. Ese camino, para muchos, comienza a mediodía, justo al terminar la jornada intensiva.

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María del Pilar Díaz

Te dispones a comer algo fresco, que es lo único que apetece, y como si del último aliento se tratase, mientras masticas tu cerebro solo te deja pensar en el sueñecito que viene después. ¿Cómo si no podríamos sobrellevar el verano? Aunque llegado el invierno, el frío también es una excusa perfecta para volvernos siesteros. Sea como sea, lo cierto es que incluso a quienes no habitúan a dormir un rato en la tarde les entra eso que llamamos modorra inmediatamente después de comer, como si existiera una norma natural que se nos escapa.

De la fisiología básica a otros factores

¿Cómo puede ser que el almuerzo, eso que debería darnos más energía, lo que nos da es sueño? Pues bien, la respuesta está, efectivamente, en una norma natural que no escapa de los científicos. Tanto es así que sentirse cansado después del almuerzo, o después de las comidas en general, tiene un nombre propio: somnolencia posprandial. No obstante, coloquialmente también se le conoce como coma alimentario.

Cuando los comemos, la mayor parte de nuestra sangre va a los órganos digestivos para procesar los alimentos, por eso aparece el cansancio

Lo que saben sobre ello hasta la fecha no es poco. Para empezar, parte de este fenómeno se debe a la fisiología básica: cuando los comemos, la mayor parte de nuestra sangre va a los órganos digestivos para procesar los alimentos, como apunta Sandra Arévalo, directora de salud y bienestar comunitario del Hospital Montefiore Nyack en Nueva York y miembro de la Academia de Nutrición y Dietética de Estados Unidos en una entrevista para CNN.

"La tendencia a cansarse después de comer no sugiere inherentemente que algo ande mal, pues sabemos que en esos momentos el cuerpo podría producir más serotonina, un neurotransmisor que regula el sueño y el estado de ánimo", destacan desde dicho medio. Esto sucede, sobre todo, si la comida que ingerimos tiene un alto contenido de triptófano, un aminoácido esencial que se encuentra en proteínas como el pollo, el queso o el pescado. En otras palabras: es biológicamente normal que te entre sueño tras comer. Sin embargo, puede haber factores adicionales que exacerben esta respuesta natural de tu organismo y que no debes pasar por alto.

Atención a lo que comes

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Una causa común del sueño encadenado a una comida es, nunca mejor dicho, esa comida. Cuando consumimos alimentos ultraprocesados, o platos que resultan pesados en términos de cantidad o calidad, el cuerpo responde de esta forma. En este sentido, los médicos y nutricionistas subrayan que la composición de ciertos alimentos puede contribuir al cansancio y ponen el foco en las grasas, que son los nutrientes más difíciles de digerir porque sus moléculas son mucho más grandes que las de las proteínas o los carbohidratos.

Por lo tanto, si comes una comida rica en grasas, desde productos fritos a embutidos, que no te extrañe el sueño. También las comidas con alto contenido en azúcar añadida o carbohidratos refinados pueden tener el mismo efecto. Además, comer en exceso y rápido, en lugar de hacerlo con cierta calma, no ayuda. Y como destaca la experta, no desayunar tampoco es lo mejor que podemos hacer si queremos evitar esa modorra.

La importancia de dormir

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Ten en cuenta que el sueño regula los niveles de hormonas, y eso incluye a las hormonas digestivas. Por tanto, una carencia de sueño conllevará un desequilibrio en este sentido.

Cuando no dormimos bien de manera prolongada en el tiempo, nuestro organismo tiende a suprimir la hormona llamada leptina, que no es otra que la que indica que el cuerpo está abastecido de alimento (cuando ya no quieres seguir comiendo). De la misma forma, eleva la grelina, la hormona contrario o la que ordena que el cuerpo necesita alimento.

Problemas de azúcar en la sangre

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Si notas que lo de la siesta se te va de las manos, que no puedes controlarlo o que se ha convertido en una rutina regular indispensable para tu día a día, es decir, que si no duermes un rato por la tarde te sientes somnoliento, no está de más solicitar un análisis de sangre en tu centro médico para comprobar los niveles de hemoglobina A1c. Esta prueba mide los niveles promedio de azúcar en la sangre y muestra cuánta glucosa está unida a la hemoglobina en los glóbulos rojos.

Cuando alguien no puede metabolizar adecuadamente los carbohidratos, comienza a acumular una gran cantidad de insulina en su sangre, lo que puede disminuir los niveles de energía. Considerar esta posibilidad es importante, puesto que, en caso de que sea lo que te conduce a la siesta, cambiarlo requerirá de medicación y de la observación de un profesional.

Es uno de los mayores clichés sobre España en el extranjero. Una vez aquí, muchos comprenden que ni sucede tan a menudo como parece, ni es tan absurdo como creían: la siesta tiene sus amigos y sus enemigos, quien puede permitírsela y quien no, y también tiene sus pros y sus contras, pero sobre todo tiene un sinfín de consideraciones científicas al respecto. No es ninguna tontería.

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