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El poder de la música, a estudio: ¿por qué se nos eriza la piel al escuchar una canción?
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El poder de la música, a estudio: ¿por qué se nos eriza la piel al escuchar una canción?

Se conoce con el término francés 'frisson', que viene a decir algo así como "escalofríos estéticos", pero algunos investigadores incluso lo han llamado "orgasmo de la piel"

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Si se trata de hablar de emociones, siempre hay algo de misterio, como si por más empeño científico que pongamos en ellas, entenderlas sea una tarea imposible. Hay quien se emociona simple y naturalmente con el contacto físico de otra persona, al mirar obras de arte, en el cine o dándole volumen al reproductor. Una lágrima, un grito, un impulso… o un escalofrío. Este último puede que te lleve directamente a ese gesto, el de escuchar música. Seamos claros: ¿A quién no se le ha erizado la piel alguna vez con una canción?

Ese escalofrío que recorre tu cuerpo con tu melodía favorita resulta que tiene un nombre, frisson (pronunciado free-sawn), un término francés que viene a decir algo así como "escalofríos estéticos". No obstante, algunos investigadores incluso lo han llamado "orgasmo de la piel". Porque sí, este lenguaje de la música que nos atraviesa ha despertado todo tipo de curiosidades, hasta el punto de que existen líneas de estudio enfocadas en él.

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¿Por qué algunas personas experimentan escalofríos con la música? O, ¿por qué hay quien no lo hace? Trabajando en el laboratorio de la doctora Amani El-Alayli, profesora de Psicología Social en la Universidad del Este de Washington, el investigador Mitchell Colver se propuso averiguarlo.

Un vestigio evolutivo

Como explica el propio Colver en un artículo para The Conversation, si bien los científicos aún están descubriendo los secretos de este fenómeno, una gran cantidad de investigaciones en las últimas cinco décadas han rastreado los orígenes del escalofrío en la forma en que reaccionamos emocionalmente ante estímulos inesperados en nuestro entorno, particularmente la música. Es decir, existe un rastro o estela que podemos seguir para tratar de descifrar nuevas ideas al respecto.

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"Algunos científicos han sugerido que la piel de gallina es un vestigio evolutivo de nuestros primeros ancestros, que se mantenían calientes a través de una capa endotérmica de calor que retenían inmediatamente debajo de los vellos de su piel", explica el experto. Así, por ejemplo, experimentamos esta reacción con situaciones como un cambio rápido de temperatura (si nos exponemos a una brisa inesperadamente fresca en un día soleado). Se trata de un mecanismo del cuerpo para tomar partida ante la sorpresa. Es ahí, en la sorpresa, donde llega esta otra.

Desde la invención de la ropa, los seres humanos hemos tenido menos necesidad de esta capa endotérmica de calor. Pero la estructura fisiológica, explica Colver, todavía está en su lugar, "y puede haber sido reconfigurada para producir escalofríos estéticos como reacción a estímulos emocionales, como la gran belleza en el arte o la naturaleza".

¿Según la personalidad?

Hasta ahora, los científicos y expertos en musicología saben que los pasajes musicales que incluyen armonías inesperadas, cambios repentinos en el volumen o la entrada en movimiento de un solista suelen ser claros desencadenantes de escalofríos. El motivo no es otro que el hecho de que desmontan cualquier expectativa del oyente (siempre que sea de manera positiva).

"Predijimos que si una persona estaba más inmersa cognitivamente en una pieza musical, era más probable que experimentara escalofríos"

Con esto como base, la investigación sobre la prevalencia del frisson ha variado ampliamente, con estudios que muestran que entre el 55% y el 86% de la población puede experimentar el efecto. "Predijimos que si una persona estaba más inmersa cognitivamente en una pieza musical, era más probable que experimentara escalofríos como resultado de prestar más atención a los estímulos. Y sospechábamos que si alguien se convertiría o no cognitivamente en una pieza musical en primer lugar sería el resultado de su tipo de personalidad", sostiene el investigador en cuanto a su trabajo reciente.

Para probar esta hipótesis, una serie de participantes fueron llevados al laboratorio y conectados a un instrumento que mide la respuesta galvánica de la piel, una medida de cómo cambia la resistencia eléctrica de la piel de las personas cuando se excitan fisiológicamente. Se invitó a los mismos a escuchar varias piezas musicales mientras los asistentes de laboratorio monitoreaban sus respuestas a la música en tiempo real.

Datos novedosos

Los primeros dos minutos y 11 segundos de la Pasión según San Juan de JS Bach: Parte 1 - Herr, unser Herrscher; los dos primeros minutos y 18 segundos del Concierto para piano n.° 1: II de Chopin, o los primeros 53 segundos de Making Love Out of Nothing At All de Air Supply fueron algunas de las piezas que escucharon. Cada una de ellas contiene al menos un momento emocionante, explica Colver, que se sabe que causa escalofríos en los oyentes porque ya se habían utilizado en estudios previos debido a que incluyen cambios bruscos de melodía.

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Previamente, habían llevado a cabo una prueba de personalidad, que al cruzarla con los datos recogidos en la prueba de escucha, dio como resultado datos detallados como nunca hasta ahora, que aparecieron publicados en 2015 en la revista Psychology of Music. Para empezar, resulta que los oyentes que experimentaron escalofríos también obtuvieron notas altas en un rasgo de personalidad llamado "apertura a la experiencia".

Los estudios han demostrado que las personas que poseen este rasgo, señala el investigador, tienen una imaginación inusualmente activa, aprecian la belleza y la naturaleza, buscan nuevas experiencias, a menudo reflexionan profundamente sobre sus sentimientos y aman la variedad en la vida. "Los resultados de nuestro estudio muestran que son los componentes cognitivos de la apertura a la experiencia, como hacer predicciones mentales sobre cómo se desarrollará la música o involucrarse en imágenes musicales (una forma de procesar música que combina escuchar con soñar despierto), los que desencadenan esta curiosa respuesta en la piel".

Si se trata de hablar de emociones, siempre hay algo de misterio, como si por más empeño científico que pongamos en ellas, entenderlas sea una tarea imposible. Hay quien se emociona simple y naturalmente con el contacto físico de otra persona, al mirar obras de arte, en el cine o dándole volumen al reproductor. Una lágrima, un grito, un impulso… o un escalofrío. Este último puede que te lleve directamente a ese gesto, el de escuchar música. Seamos claros: ¿A quién no se le ha erizado la piel alguna vez con una canción?

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