El lado oscuro del dueño de Ikea y la verdadera clave de su éxito
Ingvar Kamprad, fundador de la mayor empresa de muebles y decoración, llegó a ser una de las personas más ricas del mundo gracias, en parte, a sus extraños hábitos ahorrativos
“No llevo nada puesto que no haya sido comprado en un mercadillo”, revelaba al canal sueco TV4 Ingvar Kamprad, fundador de la mayor empresa de muebles del mundo, Ikea, y sin duda uno de los grandes emprendedores del siglo XX. “Está en la naturaleza de Smaland ser austero”, añadía, refiriéndose a la región del sur de Suecia de donde proviene. Durante los últimos años, las peculiares rutinas de una de las mayores fortunas del mundo (llegó a ocupar el cuarto puesto en la lista Forbes) han acaparado titulares en su país de origen. Sin embargo, la semana pasada protagonizó el último y el más triste de todos: “Muere el fundador de Ikea a los 91 años”.
Aunque se había mantenido alejado de la junta directiva estos últimos años, era considerado como el ideólogo que todavía influía en las grandes decisiones de la compañía. Pese a que el valor de su empresa no ha cesado de ascender, Kamprad dejó de ocupar los puestos principales de los más ricos hace años. La revista 'Forbes' lo achaca a que, teniendo en cuenta el gran entramado financiero que tenía entre manos, resultaba complicado separar su fortuna, la de sus tres hijos y la de su fundación en Liechtenstein. No fue, por tanto, el resultado de un cambio drástico de hábitos, sino todo lo contrario: el millonario se mantuvo fiel a su leyenda.
Un periódico sueco sacó a la luz su relación con el nazismo cuando era adolescente. Él se disculpó y lo describió como "el mayor error de su vida"
Quizá no llegó al nivel de Jean Paul Getty, quien rechazó pagar el rescate de su nieto, pero sin duda se le acerca bastante: además de vestir siempre de mercadillo, compraba lácteos a punto de caducar porque eran más baratos, se hospedaba en hoteles sencillos, volaba siempre en clase turista, se movía en transporte público o en su Volvo 240 del 93, se llevaba a los restaurantes sus propios sobres de sal, pimienta y azúcar y solía aprovechar sus viajes a países en vías de desarrollo para cortarse el pelo, alegando que en los Países Bajos, donde trasladó la sede de su empresa, un corte cuesta más de 20 euros. No era de extrañar que la tacañería de Kamprad fuese un recurso habitual entre los humoristas suecos.
Su personalidad era tan característica que Malcom Gladwell, uno de los mayores divulgadores de la sociología del trabajo, asegura que su éxito se debe a un rasgo por lo general bastante impopular. Se refiere a la capacidad para no estar preocupado de si la gente de tu alrededor piensa que estás loco. “Son personas dispuestas a asumir riesgos sociales, a hacer cosas que otros podrían criticar. La sociedad frunce el ceño ante lo desagradable. Como seres humanos, nos sentimos obligados a buscar la aprobación de los que nos rodean. Por eso, un pensamiento radical y transformador no llegará a ninguna parte sin la voluntad de desafiar ciertas convenciones”. Se trata de uno de los cinco grandes rasgos, además de la extraversión, la estabilidad emocional, la conciencia propia y la apertura de mente hacia nuevas experiencias necesarios para ser innovador”, sostiene en su libro '
Arrepentido de su pasado
Su biografía es un fiel reflejo de este rasgo de su personalidad. En los 20, cuando apenas tenía cinco años, Kamprad empezó a vender cerillas por la calle. Cuando ni siquiera tenía la mayoría de edad, su padre le dio algo de dinero por sacar buenas notas, a pesar de su dislexia, y lo utilizó para fundar Ikea. Comenzó con pequeños artículos domésticos y un lustro después empezó a vender muebles. Durante esta época, sin embargo, tiene lugar uno de los episodios más oscuros de su vida. Su abuela alemana, que era una gran admiradora del dictador Adolf Hitler, influyó en la ideología del joven Kamprad. Sus simpatías adolescentes por el partido nazi fueron más tarde descritas por él mismo, cuando un periódico sueco lo sacó a la luz en 1994, como “el mayor error de su vida” en una carta de disculpa a sus empleados. Dos décadas más tarde de aquel escándalo, la periodista sueca Elisabeth Asbrink vinculó al empresario con el Partido Nacionalsocialista Obrero de Suecia, el cual portaba la esvástica como símbolo.
Nunca le importaron las críticas. Es el tipo de persona que no se preocupa por lo que sus compañeros o compatriotas piensen de él
Más tarde, en 1956, introdujo en todo el proceso de compra de muebles el “flatpacking”, un método innovador que hoy damos por hecho y que consiste en que el cliente pueda montarlos en su casa con tal de reducir los costes. Asimismo, se enfrentó a varios boicots en su país natal, principalmente por trasladar la fabricación a Polonia en plena Guerra Fría: “En la cúspide de las hostilidades entre Oriente y Occidente, decide cruzar el telón de acero. Es como si Walmart se mudara a Corea del Norte”, señala Gladwell. Años después, movió la sede a Copenhague para evitar la subida de impuestos en Suecia y hoy la marca Ikea pertenece a una fundación establecida en los Países Bajos.
Sin duda estos últimos años no han debido de ser los más fáciles para Kamprad. Johan Stenebo, antiguo directivo de la empresa, publicó en 2009 'La verdad sobre Ikea', en el que comparaba la cultura de la compañía con la de la Stasi, el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana, describía una red de informantes que mantenían a su fundador al tanto de todos las habladurías laborales y aseguraba que su viejo Volvo del 93 no era más que una técnica publicitaria y que en realidad se trataba de un Porsche. Con todo, Ikea es hoy uno de los mayores embajadores de Suecia (desde los colores azul y amarillo de su logo hasta las famosas albóndigas) y en 2013 Kamprad se instaló definitivamente a su ciudad natal para estar cerca de su familia. “A él nunca le importaron las críticas. Es el tipo de persona que no se preocupa por lo que sus compañeros o compatriotas piensen de él”, resume Gladwell.
“No llevo nada puesto que no haya sido comprado en un mercadillo”, revelaba al canal sueco TV4 Ingvar Kamprad, fundador de la mayor empresa de muebles del mundo, Ikea, y sin duda uno de los grandes emprendedores del siglo XX. “Está en la naturaleza de Smaland ser austero”, añadía, refiriéndose a la región del sur de Suecia de donde proviene. Durante los últimos años, las peculiares rutinas de una de las mayores fortunas del mundo (llegó a ocupar el cuarto puesto en la lista Forbes) han acaparado titulares en su país de origen. Sin embargo, la semana pasada protagonizó el último y el más triste de todos: “Muere el fundador de Ikea a los 91 años”.
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