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Rajoy paga al final de la legislatura su desidia para sumar apoyos mediáticos a su causa
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AFRONTA LOS ÚLTIMOS MESES SIN ALIADOS

Rajoy paga al final de la legislatura su desidia para sumar apoyos mediáticos a su causa

El presidente agota su primer mandato sin una red mediática que le sustente en sus momentos más amargos y con laSexta como referente de sus errores en la política de comunicación

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Efe)
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (Efe)

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está cosechando en la recta final de la legislatura la siembra plantada a lo largo de los últimos cuatro años en materia mediática. Años en los que, si Rajoy se ha caracterizado por algo, ha sido, precisamente, por desatender las relaciones con los grandes grupos del sector y por su parca actividad en los propios medios. Áreas ambas que el inquilino de La Moncloa había dejado en manos de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y de la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, en una estrategia que se ha demostrado desacertada a largo plazo y que ahora se vuelve en su contra.

El principal altavoz del Gobierno, Televisión Española, atraviesa la más grave crisis de audiencia y credibilidad que se recuerda en los últimos años al tiempo que canales como laSexta y Cuatro se han posicionado como referentes en el nuevo mapa mediático y como arietes implacables de las políticas del Ejecutivo. Rajoy llega a la recta final de la legislatura sin aliados mediáticos y con poco margen de maniobra antes de las próximas elecciones.

A pesar de que, desde principios de año, el secretario de Estado de Relaciones con las Cortes, Luis Ayllón, ha asumido más protagonismo que Martínez Castro en los encuentros semanales con la prensa en los que el Gobierno analiza y da doctrina sobre el rumbo del curso político y la tarea legislativa, lo cierto es que el presidente del Gobierno ha vuelto a admitir, tras la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, que sigue teniendo un problema de comunicación a la hora de explicar las medidas de su Consejo de Ministros. “Aspiramos a ser más próximos, más cercanos y comunicar más con los españoles”, aseguró en rueda de prensa.

Al llegar al poder, Rajoy centró sus prioridades en la agenda económica, en sortear el rescate como país, y delegó en su número dos, la vicepresidenta, el rumbo de la Corporación Radio Televisión Española, que recayó en el abogado del Estado Leopoldo González Echenique. Un hombre de su confianza, de la famosa promoción de 'La Gloriosa', pero con nula experiencia en política y en el sector audiovisual, y superado, con los años, por el tira y afloja entre Moncloa y Génova -la sede del PP que dirige María Dolores de Cospedal-. La misma que, en los años previos a la llegada de Rajoy al poder, había diseñado junto a otros cuadros de Génova la estructura de lo que debía ser la futura radio televisión públicas y la misma que, en su región, no ha dudado en controlar todos los resortes de Castilla-La Mancha Televisión nombrando para ello al ex de COPE, Nacho Villa.

Pero las diferencias internas entre estas dos lideresas y el control primigenio que logró Sáenz de Santamaría sobre RTVE arruinaron los planes creados en su día por el PP para retomar el mando de los Telediarios. Si la etapa de Julio Somoano ya fue puesta muy en entredicho por los profesionales de la Casa, desde el partido en el poder se seguían viendo como poco alineados con los postulados del Ejecutivo. Tarea que ahora ya sí -con la llegada de José Antonio Sánchez a la presidencia de RTVE- ha decidido acometer el nuevo responsable de los informativos, José Ántonio Álvarez Gundín, exdirector de Opinión del diario La Razón. Pero en todo este trasiego, la audiencia ha optado por abandonar a los informativos que siempre eran líderes. Los registros de audiencia del pasado domingo, en plena noche electoral, en la que TVE quedó relegada a un triste 8% de cuota de share y a la segunda posición tras laSexta, reflejan el fracaso de esta política de gestión así como la posición irrelevante que desempeña la televisión pública como actor que reme a favor de los intereses del Ejecutivo.

Televisiones, en pie de guerra tras el 'apagón'

Y es que, en el panorama televisivo es dónde mejor se aprecian las carencias mediáticas del Gobierno del Partido Popular. Un Gobierno que si bien encuentra un aliado amable en cadenas como Antena 3, también sufre, desde este mismo grupo, los ataques más implacables vía laSexta. La misma cadena que el Ejecutivo salvó de su quiebra regalándosela a José Manuel Lara tras suavizar las condiciones impuestas por la CNMC para la operación. El acuerdo salió adelante para garantizar la pluralidad informativa y para que las condiciones que afrontaba Atresmedia fueran equiparables a las impuestas por el regulador a Cuatro y Telecinco. Si algunos en el PP se frotaron las manos pensando que Planeta y Lara darían un cambio a la línea editorial de laSexta o, al menos, suavizarían su tono, no podían estar más equivocados. En abierta oposición al Gobierno y con múltiples escándalos de corrupción en el PP que poder destripar, laSexta se ha consolidado como canal de referencia en el mando a distancia cerrando abril en una media de 7,4% de share. Si la fórmula es exitosa y sigue siendo rentable, no habrá nadie en Atresmedia que la modifique. Pese a quien pese.

En este contexto, el Gobierno ha dejado para el tramo final de la legislatura el concurso de seis canales de TDT en abierto con el que busca recomponer el status quo de Antena 3 y Telecinco (sobre todo tras el apagón de 9 canales en mayo del año pasado por orden judicial) y favorecer a otros players como 13 TV, a quien todos dan como uno de los candidatos con más posibilidades de hacerse con una de las nuevas licencias en HD o SD. Tras el hundimiento de Intereconomía Televisión, las tertulias de 13 se han consolidado como uno de los últimos reductos de la audiencia de derechas, sobre todo en espacios como El cascabel, de Antonio Jiménez, o La Marimorena, de Carlos Cuesta.

Mediaset se hizo con Cuatro tras comprar el canal a Prisa por 500 millones de euros. En este segundo caso, la cadena sí que sufrió una importante pérdida de su identidad previa aunque, en los últimos meses, programas como Las mañanas de Cuatro también se han convertido en un importante espacio de crítica al Gobierno. En este caso, hasta el propio consejero delegado de la cadena, el italiano Paolo Vasile, ha reconocido las presiones del Gobierno contra la línea editorial del grupo. En la última junta general de accionistas, Vasile reconoció “ataques, especialmente por parte de las instituciones (…) y hostilidad hacia los medios de comunicación y muy especialmente si son libres y no se vinculan a ningún partido político, viejo o nuevo”.

'El País', el diario más benévolo

En contraposición con el escenario audiovisual, es en el espacio mediático donde Rajoy ha conseguido apaciguar más las aguas en colaboración con otros agentes económicos. La salida de Pedro J. Ramírez de El Mundo y su sustitución hasta hace una semana por Casimiro García-Abadillo rebajó el tono del diario en temas como los 'papeles' de Bárcenas. Pero la destitución de Casimiro y la llegada de David Jiménez y el nuevo papel del presidente de Unidad Editorial, Antonio Fernández Galiano, como el interlocutor del periódico con los poderes fácticos abren unnuevointerrogante en una cabecera que siempre se ha caracterizado por ir por libre.

Frente a eso, el otro tanto en el sumatorio de Rajoy se registra en el diario El País, en manos de un grupo que -para salir de su quiebra- ha sido tomado por los principales bancos(Santander, Caixabank, HSBC) y Telefónica en un proceso de refinanciación auspiciado desde el Gobierno. La gestión de Juan Luis Cebrián ha convertido el periódico -dirigido por Antonio Caño- en el principal altavoz del sistema dejando libre el flanco de la izquierda para cabeceras nativas digitales que se han hecho fuertes en ese espacio. No deja de ser curioso que la cabecera más posicionada historicamente al lado del PSOE sea ahora unade las quetrate con más benevolencia al Ejecutivo en este trayecto final de mandato.

Con estas papeletas, y tras la debacle electoral del pasado domingo, Rajoy se enfrenta al tramo más angosto de la legislatura sin una política de apoyos mediáticos que ayuden a mitigar el malestar de los votantes y ciudadanos con las medidas más impopulares de su Gobierno o con casos que le salpican indirectamente como la caída en desgracia del exvicepresidente Rodrigo Rato. Y en este contexto, ni siquiera la baza del próximo concurso de canales como reparto de premios y castigos hacia los medios afines y desafectos, parece surtir el efecto necesario para darle la vuelta a la situación. Las mismas televisiones que han esperado -y desesperado- durante años a que el Gobierno subsanase los errores cometidos por el anterior Ejecutivo en la adjudicación de canales han visto como 9 de sus frecuencias se fueron a negro el año pasado y otras 8 siguen a la espera de un nuevo pronunciamiento del Supremo. “Todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas). En los últimos tiempos, Rajoy se ha puesto al frente de estas materias restando poderes a la vicepresidenta y gestionando él mismo la adjudicación de los nuevos canales. Pero el tiempo -y los votos- ya no juegan a su favor.

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, está cosechando en la recta final de la legislatura la siembra plantada a lo largo de los últimos cuatro años en materia mediática. Años en los que, si Rajoy se ha caracterizado por algo, ha sido, precisamente, por desatender las relaciones con los grandes grupos del sector y por su parca actividad en los propios medios. Áreas ambas que el inquilino de La Moncloa había dejado en manos de su vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, y de la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, en una estrategia que se ha demostrado desacertada a largo plazo y que ahora se vuelve en su contra.

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