De peor a mejor: ordenamos los episodios de 'El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro'

Un gabinete de curiosidades era el lugar —bien una pieza de mobiliario, bien una habitación entera— donde se concentraba, en las residencias de los nobles y burgueses de la Europa moderna, el conocimiento. Resultados del trabajo científico o simples productos de la superstición y la fantasía, los objetos expuestos en estas cámaras contenían a su vez los activos más valiosos: historias. El cineasta mexicano Guillermo del Toro nos invita a visitar el suyo, poblado de leyendas ancestrales y cuentos de terror moderno, en El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, la nueva serie antológica de Netflix.

A lo largo de ocho episodios, la wunderkammer del director despliega un catálogo de horrores que van desde lo gótico hasta la transgresión punk, pasando por la fantasía cotidiana y los miedos nacidos del espacio exterior. Del Toro reúne tras las cámaras de su antología a ocho directores de renombre variable en el terreno del horror, todos apadrinados por una presentación que recuerda, por recurrir a la referencia patria, a las introducciones de las mismísimas Historias para no dormir de Chicho Ibáñez Serrador. Y aunque, por fortuna, todos son más o menos buenos, vamos a ordenar los ocho capítulos que componen esta primera temporada de El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro de peor a mejor:

8- La apariencia

El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro ha tenido una gran primera temporada. Y la prueba es que, pese a ser el peor episodio de los ocho que conforman la remesa, La apariencia —sobre los siniestros efectos que tiene una crema milagrosa en la piel de una mujer obsesionada con encajar— ni siquiera es un capítulo fallido. El relato dirigido por Ana Lily Amirpour ofrece una metáfora demasiado ramplona y está demasiado emparentado con otras propuestas antológicas de ayer y de hoy, diluyendo algo la personalidad del conjunto, pero no por ello deja de ser una solvente hora de terror televisivo.

7- El modelo de Pickman

Otro cuento de terror que flojea con respecto al conjunto es el que dirige el norteamericano Keith Thomas, a partir de un guion basado en una historia corta de H.P. Lovecraft. En él, un estudiante de arte con estrella conoce a un talento incomprendido, el solitario Richard Pickman, y las imágenes perturbadoras y horrorosas de sus pinturas comienzan a hacer mella en su cordura. En este caso, el episodio adolece de un batiburrillo de motivos terroríficos que, en cierto modo, se anulan entre sí, dejando a la historia huérfana de auténtico gancho.

6- El trastero 36

El episodio dirigido por el también mexicano Guillermo Navarro, basado en una historia original de Guillermo del Toro, es una puerta de entrada más que digna a la antología. Primer corte con el que se topa el espectador al darle play a la serie, El trastero 36 exprime sorprendentemente bien las posibilidades de su limitada premisa: un estadounidense huraño y racista se encuentra, en un almacén abandonado que acaba de encontrar, un juego de libros satánicos. Navarro, que ha sido anteriormente director de fotografía en películas de su tocayo, como El laberinto del fauno y Pacific Rim, da una identidad visual reconocible a uno de los relatos más explícitamente viscosos de la serie, pero lo cierra con un golpe de efecto previsible y facilón.

5- Sueños en la casa de la bruja

Contar con rostros reconocibles del cine y la televisión no es precisamente una de las virtudes de la serie. Tampoco es que le hiciera falta pasear a grandes estrellas por la pequeña pantalla —podría argumentarse que el terror funciona mejor con las caras desconocidas—, pero El gabinete sí que se permite algunos lujos de cuando en cuando. Y en el episodio que dirige Catherine Hardwicke, de nuevo a partir de un relato de Lovecraft, se encuentra una de esas contadas canas al aire: Rupert Grint, el icono de Harry Potter, lidera el capítulo como un joven estudioso del espiritismo que busca conectar con el más allá para reencontrarse con su hermana, muerta de niña. Pese a contar con el magnetismo del otrora Ron Weasley y hacerse divertido, este corte todavía aqueja algunos de los defectos de los anteriores y le pesan especialmente sus más de 60 minutos de duración. De aquí en adelante, la cosa se mide entre el muy bien y lo soberbio.

4- Ratas de cementerio

El director Vincenzo Natali, responsable de la cinta de terror de culto Cube, se encarga de realizar uno de los mejores episodios de la antología, y también uno de los más visualmente repulsivos, en el mejor de los sentidos. La historia, centrada en un ladrón de tumbas que recorre un estrecho laberinto subterráneo infestado de ratas y otras criaturas —replicando hasta cierto punto las inquietudes de Cube—, se beneficia en gran medida del ojo del cineasta italiano. Ante las lentes de Natali, los caricaturescos personajes del episodio, la ambientación decimonónica y hasta los monstruos, con guiño especial a los puristas de las marionetas, cobran un carisma memorable.

3- La autopsia

No está claro si las bondades de La autopsia tienen más que ver con su guionista, David S. Goyer —coescritor de la trilogía del Caballero Oscuro de Christopher Nolan—, o con su estrella principal, F. Murray Abraham, el otro plato fuerte de la antología en lo que a intérpretes se refiere. El primero construye un relato neo-noir que solo se abandona al terror puro en su último tramo, después de una hora de tensa anticipación; el segundo, veterano en la mejor de las formas, encabeza este encomiable ejercicio policiaco como un inspector llamado a investigar una extraña explosión en una mina. La tercera posibilidad es que sea David Prior, el realizador del capítulo, quien más merezca las loas por una fábula de terror del espacio dirigida con distancia quirúrgica. Hasta ahora, Prior apenas había dirigido nada de ficción. El suyo es, sin duda, un nombre que recordar.

2- El murmullo

La opción más diplomática sería otorgar el primer puesto de la lista a esta preciosa narración sobre la pérdida, el duelo, el machismo, las pesadillas y el amor. Muy por encima del resto de episodios, el relato dirigido por Jennifer Kent, la directora de Babadook, conquista tanto a nivel de storytelling como desde una puesta en escena aparentemente sencilla que oculta imágenes sobrecogedoras. La realizadora australiana se sirve de una historia corta escrita por el propio Guillermo del Toro, protagonizada por un matrimonio de observadores de aves hospedados en una antigua mansión, para conjugar una receta que recuerda a la de las series de Mike Flanagan: en un delicado equilibrio entre el terror y el melodrama, lo sobrenatural se convierte en una vía para sublimar las tragedias más humanas.

1- La visita

La opción más diplomática, decíamos, pasaba por dejar esta primera posición a El murmullo. Pero la más honesta, en cambio, es reconocer el ilimitado potencial para el asombro de este otro episodio, realizado por Panos Cosmatos. El hijo del cineasta greco-italiano George P. Cosmatos, que se consolidó en las salas hace cosa de cuatro años con Mandy —un viaje de ácido ultraviolento protagonizado por un Nicolas Cage en estado de (des)gracia—, repite apuesta en la antología de Del Toro. Personajes catatónicos, atmósferas asfixiantes, un trabajo de fotografía entre lo retro y lo futurista y considerables raciones de estupefacientes: los mismos ingredientes clave de aquella película le sirven a Cosmatos para cocinar La visita, un material que eleva el término de telefilme a una galaxia desconocida. Si solo tienes tiempo de ver uno de los capítulos que conforman El gabinete de curiosidades de Guillermo del Toro, debe ser este.