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Guillermo del Toro: "Nunca el cine ha sido tan urgente como en este momento"
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Guillermo del Toro: "Nunca el cine ha sido tan urgente como en este momento"

El director mexicano recibe el Premio Málaga apenas un mes después de ganar los Oscar con 'La forma del agua'

Foto: Guillermo del Toro en su visita al Festival de Málaga. (Reuters)
Guillermo del Toro en su visita al Festival de Málaga. (Reuters)

Guillermo del Toro es exactamente como sus películas. Detrás de sus gafas (sus ojos ligeramente agrandados por los cristales revelan muchas dioptrías) y de su gran envergadura se adivina un hombre extremadamente sensible, un humanista profundamente esperanzado, un enamorado de las historias de amor. Hace poco más de un mes que subió al escenario del Dolby Theatre a recoger sus Oscar a Mejor director y Mejor película y lo cuenta con una naturalidad y humildad de artesano, con la sabiduría del que es consciente de lo ilusorio del olimpo. "¿Alguien recuerda quién fue el ganador de los Oscar de 1982?", pregunta entre los periodistas que lo entrevistan. Nadie contesta.

Foto: Guillermo del Toro celebra su Oscar a Mejor director y a Mejor película. (Reuters)

A Del Toro el Oscar le ha servido para volver a casa. Y entre sus casas a las que volver, el Festival de Málaga ha sido una. Recoge el Premio Málaga, un reconocimiento a toda su carrera. O biografía, como él prefiere llamar. "Para mí el peregrinaje que hay después del Oscar es en realidad vueltas a casa; la primera visita es a mis padres, a mi ciudad, a dar charlas a estudiantes, a presentar un documental, a mi primera productora, Berta Navarro, que es como mi madre en el cine", confiesa. "Luego he ido al Festival de Cine Fantástico de Bruselas, donde he vuelto por un premio que se le dio a 'Cronos'. Fíjate, dos películas en las antípodas de mi cronología, la primera y la última, volverlas a ver juntas y darte cuenta de que en las dos hay un personaje central femenino (uno podría ser la versión adulta del otro), las dos dicen que hay que amar al monstruo haga lo que haga, las dos muestran la cotidianidad de llevar lo extraordinario a lo ordinario (poner un vampiro en una cajita de juguete o a un dios acuático en una bañera). Volver a casa es volver al cine fantástico, es volver a la familia y es volver al cine español".

placeholder Guillermo del Toro en Málaga. (EFE)
Guillermo del Toro en Málaga. (EFE)

El niño mexicano que devoraba televisión en su Guadalajara natal encuentra la satisfacción del Oscar en lo íntimo, lejos de la pompa y el boato de las alfombras rojas y las portadas de periódicos. "Creo que es la primera vez que mi padre entiende mi oficio", ríe. "Creo que nunca había lo comprendido cabalmente y el Oscar tiene un asunto físico que es muy bello y pesado. Mi padre lo cogió y vi en su cara algo, no sé qué cambió, pero su sonrisa fue… Los hombres mexicanos somos de pocas palabras. Mi padre sonrió de manera muy bella. Y ahora que es un momento crítico para él de edad y de salud, ha sido muy memorable". Eso como hijo. Como cinéfilo, recibir el aplauso de aquellos a quienes admira debe de entrar en la categoría de experiencia mística. "El momento clave para mí es cuando viene el premio de director, que es el que me afecta más alquímicamente, y subes al escenario y te das la vuelta y ves todas esas caras, que son como un catálogo de cine", confiesa con un ligero rubor.

Ha pasado un cuarto de siglo desde que en 1993 dirigió su primer largometraje, 'Cronos', rodada íntegramente en México, con apenas 1,6 millones de euros de presupuesto y con Federico Luppi y Ron Perlman (uno de sus colaboradores habituales, quien, por cierto, también está en Málaga presentando la película cubana 'Sergio & Sergei'). Tras un primer salto a Hollywood con caída al suelo que fue 'Mimic' y un periodo de alternancia con coproducciones con España del que salió la oscarizada 'El laberinto del fauno', Del Toro se toma su carrera (su biografía, perdón) con mucha más calma, con paso firme y seguro. "Lo hermoso es que en 25 años llegues a esto con una coherencia con las otras películas, porque la terquedad sostenida se convierte en estilo. Llegar ahí con una película que costó tres veces menos de lo que hubiera sido un presupuesto normal, con una película protagonizada por una limpiadora muda y un dios del río... Financiar estas películas es un acto de fe y requieren de muchísima terquedad".

Foto: 'La forma del agua'.

Pero tras la agitación del Oscar, el mexicano ha decidido tomarse un año de (relativo) descanso. Tiene proyectos, sí, como su ansiada 'En las montañas de la locura'. Pero tendrán que esperar. "Hay varias opciones: una película gigantesca, una rara y otra más rara. Lo que pasa es que lo que tenía muy claro cuando decidí hacer 'La forma del agua' es tomarme un año sabático. Ahora me encuentro en un umbral. Pienso 'ya hiciste nueve películas'. ¿Para qué hacer una décima? Hay que hacer algo diferente. Y pensé en que tenía que hacer algo diferente, más que como director, como ser humano, como ente. Voy a hacer cosas que me dan miedo. Voy a hacer cosas lo más emocionalmente expuesto que pueda. Y después de eso tranquilo, no saltes a la que sigue. Porque antes la compulsión era terminar una y a los dos meses hacer otra. 'En las montañas de la locura' es una película grande, muy grande. Y uno de los motivos por los que me he tomado el año sabático es para no tomar una decisión tan rápida".

Como creador meticuloso y entregado, a Del Toro se le siente el cariño del artesano, y también la amargura de cuando una de sus 'criaturitas' sufre el maltrato de la industria, de la crítica o del público. Se entrevé que el batacazo de 'La cumbre escarlata' debió de ser bastante doloroso. "A la edad de cincuenta y tantos años se puede aprender cosas y una de las cosas que he aprendido horriblemente es que si yo hago 'La cumbre escarlata' por 19,5 millones, la promocionan como lo que es, porque tienen que recuperar 60 millones. Hubiesen dicho 'es un romance gótico rarete'. Pero como la hice por 55 millones tuvieron que recuperar 150. Entonces dijeron 'película de terror” para que hubiera más convocatoria. Hay formas de meterte la zancadilla que no son tan evidentes y, fíjate, tantos años en esto y no vi llegar esa zancadilla'.

placeholder El director mexicano en Málaga. (Reuters)
El director mexicano en Málaga. (Reuters)

"La diferencia es que, cuando 'La forma del agua' se hace por 19,3 millones de dólares, la película la pueden promocionar como lo que es: una canción francesa con imágenes mágicas. No necesitan decir [imposta una voz grave de locutor]: 'En un laboratorio secreto. Ahora es la única esperanza [imita ruido de disparos] entre ellos y nosotros'. No hay un tráiler horripilante con explosiones y esas cosas. Es como si tú compras una tostadora y dentro de la caja te viene un bolso de Gucci; dirás que vaya tostadora más mala. Cuando empecé con 'La forma del agua' les pedí: 'Díganme por cuánto me la pueden hacer y que la vendan como lo que es'. Me dijeron: '16 y medio si es en blanco y negro; 19 y medio si es en color'. Y dije: '¡pues en color!'".

El padrino Del Toro

Mientras, aprovecha su situación privilegiada dentro de la industria estadounidense para 'proteger' a los cineastas españoles o latinoamericanos que dan sus primeros pasos en Hollywood y para apadrinar proyectos en su México natal. "Estoy ahora con dos proyectos, uno con Carla Castañeda en Guadalajara (México) y otro con Issa López. Y hemos producido en México primeras obras de directoras. Que no salga tanto en los periódicos, eso ya es otra cosa". "Para mí lo más simbólico y hermoso es que Alfonso [Cuarón] regrese a México para hacer 'Roma'. Y que sea una película en la que él apuesta todo su oficio y todo su trabajo y todo su aprendizaje de décadas en una película mexicana. Y yo puedo estar en Guadalajara presentando con Berta Navarro un documental sobre la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa".

Entre los apadrinados que sí han salido en prensa (y mucho) está Juan Antonio Bayona, que con 'Jurassic World 2' ya se ha quitado los ruedines en Hollywood. "Con Bayona hay una amistad. La última vez que lo he visto ha sido en el cuarto de edición de su última película en Londres, hará equis semanas. Bayona es una máquina de hacer cine. Bayona iba a hacer cine sí o sí. Con o sin ayuda. A Bayona lo sueltas en un paraje desértico y si vuelves una semana después ya tiene un estudio y ha puesto un chiringuito para tomar 'cocacolas'".

placeholder Belén Rueda, Del Toro y Bayona en 2007. (Efe)
Belén Rueda, Del Toro y Bayona en 2007. (Efe)

Mexicano en Hollywood, inmigrante en la América de Trump, humanista 'monstruófilo', abogado de la tolerancia y creyente del poder rehabilitador del cine. Del Toro proclama la urgencia del cine: "Este es un momento en el que hay un cambio de prisma de realidad, de lo que es mentira y lo que es verdad, que afecta a nivel universal. Las barreras que teníamos antes como estructurales para entender el mundo, ahorita estamos en un momento casi postnarrativo a nivel humano. Y eso hace que nuestro oficio narrativo como creadores, periodistas, escritores, directores de cine o lo que tú quieras, los que nos encargamos de vertebrar historias, nunca haya sido tan urgente y tan importante como ahora. La única manera en la que podemos volver a encarrilar casi la psique a nivel mundial es a través de narrativas que sean no desechables, no del momento, no de oportunidad".

"Recibimos muchísima más información de la que podemos procesar emocionalmente y eso lleva a una necesidad de resolución mucho más rápida de lo que se necesitaría. Queremos que las historias salgan un lunes y que un miércoles haya tomada una decisión. Así es la velocidad social que existe. Creo que no deberíamos estar tanto en la dicotomía, sino en el diálogo. Se atrincheran las opiniones muchísimo más rápido. Es una encrucijada importante. Creo que en cinco o diez años vamos a volver atrás y eso es una frontera que se está cruzando".

"Para mí la película vino en un momento en que era urgente hacerla, aunque llevaba años queriéndola hacer. Yo no sabía qué movimientos sociales iban a venir, pero sentía este atragantamiento o empalago, una sofocación, y me urgía hacer una película que fuera una canción. Lo que siento que está pasando es que la ideología se está metiendo cada vez en espacios más estrechos de división. Cada vez encontramos mayores razones para decir 'nosotros' y 'ellos' de manera absolutamente demoledora, porque sólo estamos 'nosotros'. Me urgía hacer una canción, porque lo más arriesgado que, como artista, hay ahora es la emoción. Si yo, como artista, te digo 'no creo en el amor', me dirán 'qué hombre tan sabio'. Si yo digo que 'creo en el amor', dirán 'este gordo ñoño'. La esperanza o la emoción son ahora bien arriesgadas de abrazar", lamenta.

¡Que viva España y el cine español!

Del Toro, el cinéfago, aprovecha su paso por España para (¡cómo no!) comprar películas. "Ayer fui a la Alhambra, pero también fui al Corte Inglés. Fui a comprar DVDs y Blu-rays. Y estaba con el montón de películas y vino un chico y me dijo: '¿ya vació las españolas?'. Me encanta el cine español y el afecto que siempre he sentido aquí". Y no lo dice como cumplido vacío, sino que, para alguien que reside desde hace tiempo en Los Ángeles, está sorprendentemente al tanto de los últimos éxitos. "Compré 'Verano 1993', 'El hombre de las mil caras', una versión nueva de 'La estanquera de Vallecas'. Me puse a actualizar los blu-rays y eché cosas en falta: no hay muchos Médems en blu-ray, hay muchas ausencias". "Entre los grandes 'cipreses' de mi vida está Víctor Erice. Pero gigantesco. Porque lo que yo sentí al ver a la criatura de Frankenstein cuando era niño es exactamente lo que sintió Ana Torrent en 'El espíritu de la colmena'. Es cuando alguien ajeno escribe tu biografía cuando se vuelve familiar". "La cinefilia en España es bien hermosa para mí", prosigue. "Desde la librería 8 y medio, que para mí como joven cineasta era un peregrinaje, a la Filmoteca española que conserva desde clásicos silentes y libros".

"El sur de España, para un Mexicano, es cercanísimo emocionalmente. La manera en la que la gente habla, la manera en la que la gente vive, la manera en la que la gente come, todo me acomoda muchísimo, en el sur. Porque cuando se habla de España es que son tantísimos países para mí, tan diferentes. Las experiencias son muy diferentes. En Canarias ya estoy en Suramérica y soy feliz. Es una cuestión emocional que no puedo explicar. Y la relación con la comida es muy importante. He venido en temporada de espárragos y hay que…", bromea.

Lo que yo sentí al ver a la criatura de Frankenstein cuando era niño es exactamente lo que sintió Ana Torrent en 'El espíritu de la colmena'

La misma mañana en la que Del Toro recoge su Premio Málaga, al otro lado del charco ha muerto otro grande, Milos Forman, para quien el mexicano solo tiene palabras de respeto y admiración. "La muerte de Forman es la muerte de uno de los grandes. Deja un vacío muy grande porque no solo era un gran cineasta a nivel narrativo, técnico y artístico. Su puesta en escena, su puesta en cámara, su resolución formal, era siempre absolutamente impecable y de un buen oficio y coherencia. Ha muerto un hombre cabal, un hombre que siempre fue fiel a su posición ante el mundo. Siempre estuvo al otro lado de la valla del poder: era contestatario, iconoclasta y un hombre que lograba comunicarse efectivamente a nivel muy popular y masivo, sin traicionar sus principios".

Guillermo del Toro es exactamente como sus películas. Detrás de sus gafas (sus ojos ligeramente agrandados por los cristales revelan muchas dioptrías) y de su gran envergadura se adivina un hombre extremadamente sensible, un humanista profundamente esperanzado, un enamorado de las historias de amor. Hace poco más de un mes que subió al escenario del Dolby Theatre a recoger sus Oscar a Mejor director y Mejor película y lo cuenta con una naturalidad y humildad de artesano, con la sabiduría del que es consciente de lo ilusorio del olimpo. "¿Alguien recuerda quién fue el ganador de los Oscar de 1982?", pregunta entre los periodistas que lo entrevistan. Nadie contesta.

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