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¿Es usted ingeniero naval? Por qué España corre el riesgo de perder toda una industria
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EN UN MOMENTO CLAVE

¿Es usted ingeniero naval? Por qué España corre el riesgo de perder toda una industria

Un informe de asociaciones profesionales advierte de la necesidad de duplicar el número de nuevos profesionales en cinco años para no perder una oportunidad de oro en el sector

Foto: Buque 'Cantabria' en el puerto de Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
Buque 'Cantabria' en el puerto de Ferrol. (EFE/Kiko Delgado)
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El sector naval español es líder mundial en la construcción de buques pesqueros. En el ámbito de los barcos de investigación oceanográfica, ocupa la segunda posición y es el primero de Europa. España también es la principal potencia del continente en embarcaciones de transporte de pasajeros y en el emergente ámbito de la energía eólica marina. Sin embargo, toda esta pujanza está en riesgo por una alarmante falta de ingenieros que ya afecta a empresas y administraciones. ¿Qué está pasando?

El primer Informe de Situación de la Ingeniería Naval, que acaban de elaborar la Asociación de Ingenieros Navales y Oceánicos de España (AINE) y el Colegio Oficial de Ingenieros Navales y Oceánicos (COIN), muestra un panorama desalentador. En las universidades, se cubren el 80% de las plazas para alumnos de nuevo ingreso en el grado (en los últimos cinco cursos, la media ha sido de 359 frente a las 450 ofertadas) y acaban la carrera un 60% de los que la iniciaron (218). Sin embargo, solo completan anualmente el máster de ingeniería naval que habilita para el ejercicio profesional un 20% de los que empezaron estos estudios (72).

Foto: Barco en el puerto de Bilbao, con las velas de succión ya instaladas. (Cedida)

Con esta escasa cantera, el déficit de profesionales es tremendo debido a dos factores: las jubilaciones y una demanda que no para de crecer, tanto en el sector privado como en el público. En esta encrucijada, España no solo corre el riesgo de dejar caer un sector consolidado en el que ya es referente mundial; sino que también puede perder una oportunidad de oro para crecer, en el momento clave, cuando los océanos se han convertido en un recurso esencial, altamente tecnológico y competitivo. "Uno de los factores para el éxito de nuestra industria está en la tecnificación y en la innovación de nuestros buques", afirma Diego Fernández Casado, presidente de la AINE, en declaraciones a El Confidencial. "También en la eólica marina tenemos un número muy importante de patentes a nivel mundial que nos colocan en una muy buena posición", explica. Sin embargo, "si no tenemos profesionales suficientes, el nivel de nuestra ingeniería va perdiendo competitividad, tenemos que generar el capital humano necesario o no vamos a mantener el ritmo necesario", advierte.

Los autores del informe proponen que las empresas, las universidades y las administraciones públicas se unan para desarrollar un ambicioso plan de acción para duplicar el número de nuevos profesionales en cinco años. El objetivo es superar los 2.000 graduados en ingeniería naval y los 700 egresados del máster para intentar paliar las necesidades. Más allá de lo evidente, que es el diseño de embarcaciones, los ingenieros navales tienen muchas atribuciones en toda la industria auxiliar, como el equipamiento que incluyen los barcos. Además, "hay una parte que tiene que ver con el desarrollo científico y una actividad creciente relacionada con las plataformas flotantes para la energía eólica marina", detalla el experto. Asimismo, estos profesionales trabajan en oficinas técnicas que realizan los proyectos de los buques y en las sociedades de clasificación, que validan que la construcción se realiza de acuerdo con las normas internacionales.

placeholder Submarino S-81 'Isaac Peral'. (EFE)
Submarino S-81 'Isaac Peral'. (EFE)

Una brecha imparable

Con estas atribuciones, la brecha entre las necesidades y los ingenieros disponibles se ha disparado. En primer lugar, los astilleros privados se encuentran a plena carga y están muy especializados, por ejemplo, en buques de investigación oceanográfica o en atuneros. Esto quiere decir que los barcos que producen "están muy tecnificados", apunta Fernández Casado. Por otra parte, Navantia, como astillero público, está muy centrado en la Defensa, por ejemplo, en la construcción del submarino S-81 'Isaac Peral', entregado a la Armada recientemente; o la fragata F-110, una de las más modernas del mundo, que ya está en construcción. Además, una gran parte de esta sociedad pública trabaja en la venta de proyectos para el exterior.

"Este es un sector en crecimiento que es referente a nivel mundial en productos de elevada tecnología", comenta Pilar Tejo, decana del Colegio Oficial de Ingenieros Navales. Su previsión es que, en los próximos años, la demanda de construcción naval de todo tipo de embarcaciones, tanto en astilleros públicos como privados, "será creciente". La industria auxiliar asociada al diseño y a la producción de embarcaciones, que también emplea a numerosos ingenieros de este sector, se verá impulsada por esa misma necesidad.

placeholder Buques en un puerto. (EFE)
Buques en un puerto. (EFE)

Por otra parte, la industria eólica marina es un factor nuevo que ya irrumpe con fuerza y que, en el fondo, forma parte de evolución que vive el sector de la energía en todo el mundo. "Estamos en un momento tecnológico en el que confluye la transición energética, para la que hay que buscar nuevos combustibles que disminuyan la huella de carbono, y la implantación de herramientas de transformación digital", afirma el presidente de AINE. Por eso, "para un ingeniero joven es una situación muy ilusionante, porque empieza en un mercado en crecimiento con la implantación de nuevas tecnologías".

Entonces, ¿dónde está el problema? Como en otras profesiones, el factor demográfico es esencial. Las generaciones del baby boom aportaron el grueso de los profesionales que hay en la actualidad, pero ya se están jubilando o lo harán en los próximos 10 años. La tasa de egresados no es suficiente para compensarlo, pero, además, la mitad de ellos acaban fuera del sector naval español. Un 10% se va al extranjero y el otro 40% desarrolla su carrera profesional en otros ámbitos: en industrias diferentes, en consultorías e incluso en la banca.

placeholder Pieza del buque Odón de Buen. (EFE)
Pieza del buque Odón de Buen. (EFE)

El plan para captar talento

En general, los ingenieros navales tienen un salario medio por encima de otras ingenierías, así que los expertos no creen que el factor económico sea clave en la sangría. Aun así, parece que el sector tiene un problema de atracción de talento que conecta con otros factores sociales. En la actualidad, solo el 10% de los estudiantes universitarios cursan una ingeniería. "Se ven como carreras de mucha dificultad", admite el presidente de la asociación profesional, así que "tienen que ser personas muy buenas y motivadas".

A corto plazo, el problema parece muy difícil de resolver, pero el plan pasa por retener a los que se fugan a otros sectores, fomentar las vocaciones y aumentar el número de plazas de formación. Aunque hay distintos grados en varias universidades, todos relacionados con la ingeniería naval aunque con diversos nombres, la clave está en el acceso al máster habilitante, imprescindible para que un ingeniero naval cuente con todas las competencias necesarias, que se puede cursar en Madrid, Cartagena, Cádiz, Ferrol y Barcelona.

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Eólica marina. (EFE)

En el sector privado, la necesidad es acuciante. En el sector público, Navantia es el gran contratador y ya tiene un déficit importante de ingenieros navales, sin contar con que, previsiblemente, en los próximos años se incrementarán las necesidades si comienza a venderse el submarino o la fragata a otros países. Sin embargo, la administración pública también demanda este perfil para la Dirección General de Marina Mercante y en otras entidades, que están teniendo problemas para ocupar los puestos que ofrecen. "Cada año que pasa aumenta la distancia entre lo que tenemos y lo que necesitamos, ya vamos tarde, pero esperamos cambiar la dinámica", resume el experto.

El problema no está solo en España

Frente a todas las dificultades internas, especialmente, las demográficas, una de las alternativas está en la captación de talento extranjero. La Comisión Europea, en un documento aprobado en noviembre de 2023, urgía a los Estados Miembros a facilitar la homologación de titulaciones de terceros países en algunas carreras, y la ingeniería naval era una de ellas. El plan de las asociaciones profesionales españolas incluye esta cuestión, poniendo el foco en los ingenieros iberoamericanos, cuya integración sería más fácil.

Foto: El parque eólico marino de Saint-Nazaire. (Reuters)

Sin embargo, esta necesidad es común a muchos países, así que la competencia por atraer ese talento promete ser feroz. Un estudio de la propia Comisión Europea indica que el 40% de los trabajadores del sector marítimo —en toda su amplitud, no solo los ingenieros— se van a jubilar en los próximos 10 años. Francia ya ha elaborado un plan para crear un millón de empleos vinculados al mar de ahora hasta 2030; mientras que el Reino Unido ha creado una comisión para trabajar en nuevos planes de formación, especialmente, para incorporar más tecnología en las carreras de ingeniería naval.

En definitiva, la tarea de buscar talento fuera no va a ser sencilla y el problema amenaza con afectar a una industria puntera en innovación. La mejor prueba es lo que ha sucedido recientemente en EEUU: el programa de construcción de fragatas de la clase Constellation, específicamente diseñadas para la Marina como buques de combate, va a sufrir un parón importante. Los responsables acaban de anunciar que se va a retrasar un año por falta de profesionales cualificados para seguir adelante con el proyecto.

El sector naval español es líder mundial en la construcción de buques pesqueros. En el ámbito de los barcos de investigación oceanográfica, ocupa la segunda posición y es el primero de Europa. España también es la principal potencia del continente en embarcaciones de transporte de pasajeros y en el emergente ámbito de la energía eólica marina. Sin embargo, toda esta pujanza está en riesgo por una alarmante falta de ingenieros que ya afecta a empresas y administraciones. ¿Qué está pasando?

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