Algo pasa en Júpiter: un investigador español detecta una corriente de chorro gigante
La corriente en cuestión posee casi 5.000 kilómetros de ancho y alcanza velocidades que superan los 500 km/h. Un profesor de la Universidad del País Vasco ha realizado el descubrimiento
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La dinámica climática de Júpiter es extremadamente compleja. Este es el motivo por el que el Telescopio Espacial James Webb de la NASA le presta especial atención en sus observaciones. Fruto de una de ellas ha sido el descubrimiento de una espectacular corriente de chorro que, según quienes la han encontrado, podría ayudar a comprender mejor el funcionamiento del gigante gaseoso. El autor principal de la investigación ha sido Ricardo Hueso, que trabaja en la Universidad del País Vasco, Bilbao. También han colaborado Agustín Sánchez Lavega y Arrate Antuñano.
En concreto, la corriente alcanza una anchura de 4.800 kilómetros y se sitúa ligeramente por encima del ecuador de Júpiter. Además, se encuentra por encima de su capa primaria de nubes, a unos 40 kilómetros de altura. A tenor de los datos obtenidos por el James Webb, los científicos han podido detectar rachas de viento de hasta 515 km/h, es decir, que circulan a una velocidad el doble de las máximas registradas en huracanes de categoría 5 en la Tierra.
Hay imágenes que pos si solas te eclipsan e hipnotizan. El telescopio espacial James Webb nos ha regalado desde que se puso en funcionamiento algunas instantáneas increíbles y hoy sumamos una más. Gracias a él se ha detectado en Júpiter, el planeta más grande del Sistema Solar,… pic.twitter.com/y3KYwq8dmQ
— Mar Gómez (@MarGomezH) October 20, 2023
“Lo que siempre hemos visto como neblinas borrosas en la atmósfera de Júpiter ahora se muestran de forma muy nítida” afirma el profesor Ricardo Hueso respecto al hallazgo y a las nuevas posibilidades que está brindando el James Webb. Sin embargo, no es el único telescopio espacial que ha puesto el foco en este planeta del Sistema Solar. El Hubble también apuntó hacia él con el propósito de observar las capas inferiores de su atmósfera. La combinación de las imágenes tomadas por ambos ha hecho posible el descubrimiento.
Sin embargo, la principal protagonista del estudio ha sido la NIRCam o 'cámara de infrarrojo cercano' del James Webb. También ha sido necesario el uso de un software informático creado por el Observatorio de París y la aplicación de cuatro filtros con diferentes grados de sensibilidad. Un hallazgo importante en un momento en el que la NASA se encuentra preparando la misión Europa Clipper, que se centrará en el satélite de Júpiter con más probabilidades de albergar vida.
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