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Rivas González: "Se está diciendo que la viruela del mono es como el VIH, y no es así"
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¿HABRÁ QUE VACUNAR?

Rivas González: "Se está diciendo que la viruela del mono es como el VIH, y no es así"

Raúl Rivas González, catedrático de Microbiología de la Universidad de Salamanca, analiza en una entrevista el brote de viruela del mono que mantiene en alerta a los expertos

Foto: Raúl Rivas González. (Cedida)
Raúl Rivas González. (Cedida)

La pandemia ha puesto a los microbiólogos en el mapa. Más allá de explicar las enfermedades humanas, su conocimiento de bacterias y virus como agentes que las causan les hacen tener una visión distinta de estos problemas, más amplia e imprescindible para abordarlos. Raúl Rivas González (Salamanca, 1974), catedrático de Microbiología en la Universidad de Salamanca, investiga dentro del Grupo de Interacciones Microbianas de la Unidad de Excelencia AgriEnvironment, da clases y, desde hace años, destaca en el ámbito de la divulgación científica con varios libros de historia de la ciencia ('La penicilina que salvó a Hitler' es el más reciente), exposiciones, charlas, talleres y hasta algún premio de fotografía científica. Recientemente, sus artículos divulgativos ponen el foco en las enfermedades emergentes que tanto asustan al mundo desde que el covid cambió nuestras vidas, y sus apariciones en medios de comunicación le están convirtiendo en un referente para tratar de analizarlas, ahora que sabemos que todo es posible.

En los últimos días, la viruela del mono copa gran parte de su tiempo. El primer aviso llegó del Reino Unido el 7 de mayo en lo que parecía poco más que una anécdota. Esta enfermedad registra cada vez más casos en África, pero pocas veces se contabiliza alguno fuera de ese continente. Sin embargo, en esta ocasión la bola de nieve ha crecido más que nunca, con nuevos casos en EEUU, Chile, Portugal... Y, sobre todo, en España, que se ha convertido en el país que más enfermos ha declarado por este brote. No parece muy grave, no parece muy transmisible, pero la pandemia nos ha puesto en alerta y queremos respuestas, así que Teknautas ha entrevistado a Rivas González.

Foto: Un médico toma muestras de la piel de un niño en República Democrática del Congo en el centro de control de enfermedades. (Youtube)

PREGUNTA. La viruela es la única enfermedad erradicada, pero ahora estamos conociendo la viruela del mono. ¿Tanto se parecen para darle el mismo nombre?

RESPUESTA. La viruela es la única enfermedad erradicada en humanos, pero en animales hay otra, la peste bovina, que también está provocada por un virus y que también eliminamos gracias a las vacunas. Y, sí, la viruela del mono se parece mucho a la humana porque son dos virus similares en cuanto a su genoma y a su morfología. Entran dentro del grupo de los 'Orthopoxvirus' y tienen la particularidad de que son virus muy grandes y muy estables, es decir, que cambian muy poco. Eso es una ventaja, porque, cuando pasas la enfermedad, si la superas, adquieres inmunidad de por vida. Lo mismo ocurría con las vacunas.

P. Pero aquella viruela humana era mucho más grave.

R. Tenía dos clados, 'Variola major' era el más agresivo, con mortalidades de hasta el 30%; y 'Variola minor', más leve y con mortalidades del 1%. En el caso de la viruela del simio ocurre algo parecido, está el clado que predomina en África Occidental, que es el que está circulando ahora fuera de ese continente, y que es más leve. Tendría también una mortalidad del 1%, pero estamos hablando de países africanos, con las deficiencias que pueden tener sus sistemas sanitarios. El clado del África central es más agresivo y más transmisible, con una mortalidad del 10%.

placeholder Síntomas de la viruela del mono. (CDC)
Síntomas de la viruela del mono. (CDC)

P. El covid nos ha dejado muy sensibilizados ante las crisis sanitarias. ¿Hay alguna posibilidad de que la viruela del mono provoque otra pandemia?

R. Siempre que aparece un brote es conveniente estar alerta y vigilantes, pero hay una cuestión crucial: cuando apareció el SARS-CoV-2 era un virus absolutamente desconocido, totalmente nuevo para nosotros. Este no lo es, lo conocemos desde 1958 y el primer caso de infección en humanos data de 1970. Aunque al público general no le suene, estaba considerada una de las enfermedades tropicales desatendidas, pero, desde hace unos años, se considera una enfermedad zoonótica emergente, porque los casos han aumentado muchísimo en algunos países africanos. Conocemos cómo infecta, cómo se transmite y cuál es la sintomatología. Esto es una ventaja. Es cierto que se apunta a que puede haber casos asintomáticos, pero lo normal es que los síntomas sean muy característicos. Como muchas otras infecciones, empieza con fiebre, dolor muscular, dolor de espalda y dolor de cabeza. Sin embargo, también se inflaman los ganglios linfáticos, los cervicales, los submaxilares, los axilares y las ingles. Esta inflamación es importante y causa mucho dolor, pero después aparecen erupciones muy típicas que evolucionan a vesículas con pus y terminan siendo costras. Estos elementos son muy característicos de los poxvirus y, cuando aparecen, sabemos que es algo muy diferente a lo habitual, así que lo normal es acudir al médico. Esto implica que es fácil llegar a conocer quiénes son los afectados y sus contactos para acotar el brote.

Por otro lado, es una enfermedad que dura entre dos y cuatro semanas. Por eso, en los siguientes días veremos más casos, pero que, si se controlan y se acotan los contactos, lo lógico es que en seis o siete semanas tengamos controlado el brote. Por eso, es importante dar información pública, que la gente sepa qué es lo que está pasando, que el virus está aquí. De todas formas, hay que ver la proporción del evento, porque tiene alguna diferencia con respecto a los que han ocurrido en años anteriores fuera de África. Normalmente, eran muy autolimitados y ahora hay que analizar, con tranquilidad y sosiego, si hay transmisión comunitaria. En mi opinión, está claro que tiene que haber alguna circunstancia común que relacione de forma directa o indirecta los casos que están apareciendo, tienen que haber surgido a partir de un único foco primigenio. Eso es lo que están buscando los epidemiólogos para evaluar hasta dónde puede llegar el brote.

placeholder Virus de la viruela humana.
Virus de la viruela humana.

P. Estamos hablando de que se requiere un contacto estrecho para el contagio. No obstante, ¿los aerosoles podrían tener un papel, como descubrimos con el covid?

R. En principio, el contagio por aerosoles no sería una vía relevante, aunque hay algún trabajo con animales en el que parece que el virus aguanta algún tiempo en el aire. Curiosamente, la transmisión de animales al ser humano es bastante más eficaz que la de persona a persona. El problema es que se puede transmitir de múltiples formas. Lo habitual es que sea a través de un contacto muy cercano, por las gotas que emitimos al hablar, pero también por contacto de fluidos, incluso por el líquido de las vesículas que provoca. Al final, el virus entra por mucosas: nariz, boca, ojos y genitales. También por pequeñas heridas de la piel vinculadas al contacto físico, o por objetos contaminados, incluyendo ropa o ropa de cama. Esto no significa que sea una enfermedad de transmisión sexual, porque se está diciendo que es como el VIH y no es así. En este caso, el preservativo no va a proteger porque el contacto puede ser por multitud de fluidos. En ninguna situación hay más contacto físico que en un acto sexual, pero que se haya dado principalmente en hombres que tienen sexo con hombres es una cuestión circunstancial, este virus afecta por igual a cualquier persona.

P. ¿Tendría sentido una campaña de vacunación?

R. En estos momentos, no. Ya no hay vacunas de primera generación, que fueron las que erradicaron la viruela. Sí hay de segunda y tercera generación basadas en el virus 'Vaccinia', que son muy efectivas tanto para la viruela humana como para la viruela del simio. Pero no están a disposición de la población general. Lo normal es que se vacune a los sanitarios que van a atender estos casos y están destinadas a veces a soldados, investigación para gente que trabaja con estos poxvirus. Según vaya evolucionando el brote, quizá se vacune a los sanitarios jóvenes que no tienen inmunidad para evitar riesgos mayores. También tenemos algunos antivirales que no son específicos, pero sí son efectivos contra este virus. De momento, hay que estar alerta, ser vigilantes y ver cómo se desarrolla. Las próximas semanas van a ser decisivas, lo que pase de aquí a un mes va a ser clave para ver cuál es la dimensión de la enfermedad.

P. Hasta ahora, la viruela del mono no ha supuesto un gran problema sanitario. ¿Eso quiere decir que en cuestión de investigación está relegada?

R. Es una de las muchas enfermedades tropicales desatendidas, porque no afectan al hemisferio norte y suelen ser brotes autolimitados. Ahora están emergiendo, pero, con respecto a la viruela del mono, desde 2016 se ha registrado un aumento progresivo de los casos confirmados en África, con las limitaciones diagnósticas de este continente, lo que significa que probablemente haya muchos más. ¿Por qué ahora? Uno de los elementos clave puede ser la falta de inmunidad grupal. La vacuna de la viruela humana confiere una inmunidad muy alta contra esta enfermedad, pero como la viruela humana se dio por erradicada en 1980 se dejó de vacunar, como es lógico. Eso implica que la población joven no está vacunada, especialmente los menores de 40 años, y África tiene una demografía muy joven, con lo cual, aumenta la probabilidad de infecciones. Además, el contacto con los animales silvestres cada vez es más intenso por la deforestación, la intromisión en las selvas tropicales, la urbanización descontrolada, el tráfico ilegal de especies, la caza furtiva, los mercados de animales, el cambio climático... Todo esto hace que aumenten las probabilidades de que estos virus salten a la especie humana. Con lo cual, en los próximos años, si seguimos así, lo esperable es que sigan saltando enfermedades zoonóticas emergentes como esta. Además, está la globalización, a los virus no los paras en la aduana. El turismo, las migraciones y las guerras favorecen la dispersión de estas enfermedades.

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias. (EFE/Lizón)

P. ¿Esos factores nos traerán pronto una nueva pandemia, aunque no sea por esta enfermedad?

R. No sé si será pronto, pero, si seguimos así, estamos abocados a una nueva pandemia, sin lugar a dudas, porque no aprendemos. No somos conscientes de que la diversidad es importantísima para taponar este tipo de enfermedades. Se estima que hay decenas de miles de virus circulando en especies silvestres de manera equilibrada. Cuando se extingue un animal, el virus que esté relacionado con esa especie va a tender a saltar a nuevos hospedadores, que podemos ser nosotros. En su periodo de adaptación, nos puede hacer bastante daño. Hay algunos que tienen muchas papeletas, sobre todo los que se transmiten por vías respiratorias y aerosoles, como los coronavirus y los influenzavirus, porque están en la fauna silvestre y tienen capacidad para infectar células humanas.

P. Parece que en este brote muchos casos han pasado desapercibidos. ¿Necesitamos más conocimiento y más vigilancia epidemiológica?

R. La vigilancia y la prevención son lo más importante para adelantarnos a los acontecimientos. Es complicado y requiere de muchos recursos económicos, pero es esencial para detectar un brote. También lo es la investigación, para conocer los reservorios de los virus o saber qué virus contienen las diferentes especies animales que pueden ser susceptibles de provocar una pandemia. Esto es fundamental para adelantarnos a complicaciones. En las últimas décadas, el 75% de las nuevas enfermedades humanas son zoonóticas. El cambio climático provoca migraciones masivas de animales que buscan mejores condiciones. Hay animales, como las aves y los murciélagos, que vuelan y no tienen ningún problema de desplazamiento y que, precisamente, son reservorios de muchos virus. Si no podemos las medidas adecuadas, vamos a tener complicaciones.

P. Últimamente, vemos muchas de estas emergencias: las hepatitis raras de los niños, la gripe aviar y ahora la viruela del mono. ¿Es casualidad? ¿Es por la propia pandemia? ¿Prestamos más atención tras lo ocurrido con el covid?

R. Un poco de todo. Tenemos la información de lo que ocurre en el otro extremo del mundo al instante, cosa que antes no pasaba, no nos enterábamos de la mitad de las cosas. También ha aumentado la capacidad de diagnóstico para determinar a qué se deben los eventos peculiares. Además, las condiciones favorecen la dispersión de vectores, como mosquitos o garrapatas, que transmiten la fiebre hemorrágica Crimea-Congo. Así que es un conjunto de factores. En algún caso específico, sí que puede tener que ver con el propio coronavirus. Con respecto a las hepatitis de origen desconocido, hay una hipótesis reciente que se está barajando. Es posible que pueda haber una sinergia entre una infección previa de covid y una infección posterior por adenovirus que provoque una respuesta excesiva de nuestro organismo y que, a su vez, suponga un daño hepático. Es decir, que el adenovirus estaría ahí, pero no sería directamente responsable del problema.

La pandemia ha puesto a los microbiólogos en el mapa. Más allá de explicar las enfermedades humanas, su conocimiento de bacterias y virus como agentes que las causan les hacen tener una visión distinta de estos problemas, más amplia e imprescindible para abordarlos. Raúl Rivas González (Salamanca, 1974), catedrático de Microbiología en la Universidad de Salamanca, investiga dentro del Grupo de Interacciones Microbianas de la Unidad de Excelencia AgriEnvironment, da clases y, desde hace años, destaca en el ámbito de la divulgación científica con varios libros de historia de la ciencia ('La penicilina que salvó a Hitler' es el más reciente), exposiciones, charlas, talleres y hasta algún premio de fotografía científica. Recientemente, sus artículos divulgativos ponen el foco en las enfermedades emergentes que tanto asustan al mundo desde que el covid cambió nuestras vidas, y sus apariciones en medios de comunicación le están convirtiendo en un referente para tratar de analizarlas, ahora que sabemos que todo es posible.

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