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Adiós a las mascarillas en interiores: ¿es el fin definitivo o recularemos como Austria?
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EL ICONO DE LA PANDEMIA

Adiós a las mascarillas en interiores: ¿es el fin definitivo o recularemos como Austria?

La obligación de llevar mascarilla llega a su fin incluso en los interiores, un paso delicado y controvertido. La situación parece favorable, pero algún país ya ha dado marcha atrás

Foto: Mascarillas en un bar. (EFE/Ramón de la Rocha)
Mascarillas en un bar. (EFE/Ramón de la Rocha)
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El 20 de abril más famoso es el del 90, por la canción de Celtas Cortos, pero este 20 de abril de 2022 marcará un pequeño hito en nuestra memoria reciente. Después de dos años, las mascarillas dejan de ser obligatorias en los interiores. El cambio es trascendental desde el punto de vista simbólico y práctico, porque no solo han sido el icono de la pandemia, sino que han resultado fundamentales en la lucha contra el covid. Además, las evidencias científicas sobre la transmisión del virus fueron mostrando poco a poco que el peligro se centraba en los lugares cerrados, así que eliminar esta última norma parece enviar el mensaje de que, al fin, estamos pasando página.

¿Había que dar ya este paso? Como ha sucedido con decisiones similares recientes, como la de abandonar la obligación del aislamiento para los positivos, hay división de opiniones entre los expertos. Aunque la mascarilla se mantendrá por el momento en el transporte público, residencias y centros sanitarios, algunos consideran que es muy prematuro retirarla de otros espacios debido a la alta incidencia. La mayoría de los países europeos ha optado por suprimir esta obligación, pero hay ejemplos poco alentadores, como el de Austria, que solo dos semanas después de levantar la norma volvió a imponer las FFP2 en interiores debido a que los casos se habían disparado. ¿Nos estamos precipitando también en España o es el momento de mirar hacia delante?

Foto: Foto: EFE/Abel Alonso.

En realidad, "nunca es buen momento para la toma de estas decisiones, siempre te van a criticar por hacerlo demasiado pronto o por tardar demasiado si otros países ya lo han hecho", argumenta Quique Bassat, epidemiólogo del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal). En su opinión, es hora de hacerlo porque, a pesar de que "la transmisión sigue siendo alta y probablemente esté bastante estancada, sin grandes subidas ni bajadas" (los casos ya no se contabilizan de manera tan rigurosa), la toma de decisiones "tiene que venir determinada por el impacto en la salud pública, principalmente por el nivel de hospitalizaciones e ingresos en UCI, y en esos términos estamos en el mejor momento desde hace meses", destaca. Incluso la atención primaria está más descongestionada.

Un gran nivel de protección

Al margen de esos datos puntuales, el principal motivo para dar el paso es que ahora la protección individual está mucho más garantizada. Tanto a través de la vacunación como de la infección natural, el sistema inmunitario de la inmensa mayoría de los españoles está más que entrenado para, al menos, evitar la enfermedad grave. El 92,5% de los mayores de 12 años tiene la pauta completa y el 51,9% cuenta con dosis de refuerzo. Estas cifras "nos dan la tranquilidad de que, hagamos lo que hagamos, el impacto de una posible futura nueva ola debería ser muy pequeño", apunta Bassat.

"No hay ningún signo en Europa de que la inmunidad se esté desvaneciendo", destaca Salvador Peiró, especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio) de la Comunidad Valenciana. Por eso, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés) y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) solo han recomendado la cuarta dosis para mayores de 80 años. De hecho, los estudios de Israel con población que ya la ha recibido no indican una diferencia importante: apenas se reduce el número de infecciones y el número de casos graves ya era muy bajo.

placeholder Vacunación. (EFE)
Vacunación. (EFE)

Esa es la diferencia entre España y Europa con respecto a China, que sigue tomando medidas extraordinarias, con confinamientos masivos. "Gran parte de su población mayor sigue sin estar bien vacunada", señala el experto del ISGlobal. Los expertos también destacan que las vacunas de ARN mensajero, como Pfizer y Moderna, han ofrecido una mejor protección. Además, hay otro factor importante: la población china apenas tiene inmunización natural por exposición al virus. En cambio, "nosotros ya hemos pasado dos años durísimos y ahora nos podemos permitir relajar las medidas", añade Bassat.

Dudas y falta de información

No obstante, nos faltaría saber qué porcentaje de la población ha pasado realmente el covid para valorar mejor cuál es nuestro nivel de protección. A falta de nuevos estudios de prevalencia a nivel nacional, la Comunidad Valenciana está desarrollando uno, con resultados todavía provisionales y no oficiales, que apunta a que alrededor de la mitad de las personas cuenta con anticuerpos que indicarían que ha pasado el covid. De hecho, los expertos creen que gran parte de los no vacunados ha podido contagiarse en la sexta ola, de manera que el porcentaje de población sin ningún tipo de protección (ni vacunada ni contagiada) debe ser muy escaso.

La mejor prueba de que estamos protegidos es que la sexta ola provocó muchos contagios en residencias (de hecho, siguen registrándose bastantes brotes), pero "sin ingresos, aguantan muy bien y esto sí lo sabemos porque estos casos se siguen rastreando", destaca Peiró. En definitiva, la letalidad del virus en estos momentos es baja e incluso ha disminuido de forma significativa con respecto a ese último gran pico pandémico. En aquel momento, "hubo muchas personas no vacunadas que se infectaron y supusieron la mitad de los ingresos", pero ahora ya poseen inmunidad natural.

Foto: Varias personas disfrutan de una terraza en Madrid (EFE)

Incluso gran parte de los casos que en la actualidad engrosan las estadísticas de casos graves no debería contabilizarse así, según algunos expertos. "Seguimos sin saber qué ingresos son por el covid y cuáles con covid", lamenta Peiró. Ese dato "sería cada vez más relevante", pero no se está ofreciendo salvo en lugares puntuales. En algunos centros hospitalarios que sí tratan de realizar listas diferenciadas, menos de la mitad de los ingresos contabilizados como pacientes de covid se encuentran hospitalizados debido a esta causa, mientras que la mayoría llegaron por otros motivos y dieron positivo.

Por todas estas circunstancias, el epidemiólogo de Fisabio también ve "razonable" suprimir ya las mascarillas, aunque considera que habría sido preferible aguantar un poco más. En cualquier caso, lamenta que esta y otras decisiones no estén acompañadas de una estrategia de comunicación para aconsejar a los ciudadanos cómo actuar en determinados espacios o situaciones de convivencia con personas vulnerables. Ni al levantar la obligación de los aislamientos para los positivos ni en esta ocasión se han realizado grandes esfuerzos al respecto.

¿Es posible una marcha atrás?

La Sociedad Española de Epidemiología (SEE), en un comunicado, va en la misma línea: "El uso de la mascarilla en interiores es una medida muy icónica, y muy visible, y su eliminación también transmite el mensaje de que ya no hay necesidad de ninguna medida", advierte. Por eso, considera que se debería recordar que "en determinadas situaciones, se mantuviera el uso de mascarillas en interiores, y también otras medidas que tienden a olvidarse, como la ventilación o evitar aglomeraciones en espacios cerrados, fundamentadas en la necesidad de proteger a las personas vulnerables".

placeholder Quitándose la mascarilla. (EFE)
Quitándose la mascarilla. (EFE)

"Si viene una nueva variante que cambie la situación, tendremos que ser didácticos, explicar bien a la población que situaciones extraordinarias requieren medidas extraordinarias", reconoce Bassat. Sin embargo, "ahora mismo se me hace difícil imaginar una situación muy dramática nueva". Un aumento de la transmisión, por sí mismo, como ha ocurrido en Austria, ya no sería argumento suficiente. De hecho, algunos de los países europeos que han decidido eliminar todas las restricciones en estas últimas semanas tomaron esa decisión incluso cuando la incidencia alcanzaba máximos de toda la pandemia, como fue el caso de Alemania. Por lo tanto, "mucho tendrían que empeorar las cosas para que nos planteásemos volver atrás, pero, en todo caso, no pasaría nada por tener que hacerlo y podrían ser medidas puntuales, no necesariamente serían drásticas ni aplicadas a todo el país", concede el epidemiólogo del ISGlobal.

Otros expertos no descartan nada, puesto que este virus ya ha dado muchas sorpresas. "Si las hospitalizaciones aumentaran, habría que dar marcha atrás, eso está clarísimo", comenta el experto en Salud Pública de Fisabio. Sin embargo, a estas alturas también parece claro que, para llegar a esa situación, tendría que aparecer una nueva variante con un importante escape vacunal, algo que no ha ocurrido hasta ahora a pesar de que el SARS-CoV-2 ha mutado mucho más de lo que inicialmente se esperaba.

El futuro de las mascarillas

En definitiva, la eliminación de la obligatoriedad de usar mascarillas en interiores está llamada a ser un hito importante en el transcurso de la pandemia. No obstante, en España ocurre un curioso fenómeno: gran parte de la población las sigue utilizando por la calle a pesar de que hace tiempo que dejó de imponerse salvo en aglomeraciones importantes. "Hay mucha gente que se siente menos vulnerable al llevarla", señala Bassat. "En interiores pasará lo mismo, progresivamente se irá abandonando, pero no ocurrirá justo el día 20 por la mañana", vaticina.

placeholder Con y sin mascarilla en un bar. (EFE)
Con y sin mascarilla en un bar. (EFE)

Ante los diferentes criterios, relacionados con la percepción del riesgo o con explicaciones psicológicas, los expertos en Salud Pública piden respetar las decisiones de cada persona. Por ejemplo, "seguirá habiendo niños que la lleven en el colegio, porque no les molesta y porque sus familias pensarán que sigue siendo importante", apunta el epidemiólogo del ISGlobal, que además es pediatra. Algunas voces también alertan sobre posibles imposiciones laborales en un sentido o en otro. ¿Obligarán o presionarán los jefes para que los empleados que están de cara al público dejen de llevarla?

Por otra parte, al margen de que ya no sean obligatorias, dados el aprendizaje y los buenos resultados que han dado los tapabocas estos dos años frente a las enfermedades respiratorias en general, muchos abogan por extender su uso para la prevención de otras infecciones, aunque solo sea en situaciones puntuales. "Las mascarillas han llegado para quedarse, como ocurría en muchos países asiáticos antes de la pandemia", opina Bassat. "Mucha gente las usaba sobre todo para no infectar a los demás cuando tenía síntomas, y aquí tendremos que empezar a respetar que cualquiera siga llevándola en algunas circunstancias", añade.

El 20 de abril más famoso es el del 90, por la canción de Celtas Cortos, pero este 20 de abril de 2022 marcará un pequeño hito en nuestra memoria reciente. Después de dos años, las mascarillas dejan de ser obligatorias en los interiores. El cambio es trascendental desde el punto de vista simbólico y práctico, porque no solo han sido el icono de la pandemia, sino que han resultado fundamentales en la lucha contra el covid. Además, las evidencias científicas sobre la transmisión del virus fueron mostrando poco a poco que el peligro se centraba en los lugares cerrados, así que eliminar esta última norma parece enviar el mensaje de que, al fin, estamos pasando página.

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