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Adiós a los test y aislamientos: ¿es el fin de la pandemia o hay riesgo de descontrol?
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UN MOMENTO DE TRANSICIÓN

Adiós a los test y aislamientos: ¿es el fin de la pandemia o hay riesgo de descontrol?

Entramos en una nueva fase del covid con algunas incertidumbres con respecto a la vigilancia y el control. Los epidemiólogos discrepan solo en el momento y las medidas

Foto: Una mujer se somete a un test covid. (EFE/Enric Fontcuberta)
Una mujer se somete a un test covid. (EFE/Enric Fontcuberta)
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Durante dos años hemos basado el control de la pandemia en el distanciamiento social. Ante un virus respiratorio, la idea es lógica y evidente: sin contacto entre personas, no hay transmisión. Por eso, las medidas de control requerían en el aislamiento de los positivos, las cuarentenas para sus contactos estrechos y la realización de test para localizar a nuevos infectados. Todo eso se acabó. ¿Significa eso que estamos decretando el fin de la pandemia? ¿Renunciar a la exhaustiva monitorización y contabilización de casos conlleva riesgos? ¿Podemos volver atrás?

Desde este lunes, 28 de marzo, España elimina los aislamientos para los pacientes de covid que tengan síntomas leves y para los asintomáticos. Tampoco se realizarán test de forma generalizada ni para cribar a los pacientes en los ingresos hospitalarios, salvo síntomas graves y en población de riesgo. Las cuarentenas de los contactos estrechos ya se habían eliminado hace semanas. El aislamiento solo seguirá siendo obligatorio durante cinco días en hospitales y en residencias de mayores. Con estos cambios, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas inician una estrategia de "transición" que, en la práctica, nos conduce a tratar el covid como una enfermedad común. Sin embargo, no todo el mundo está de acuerdo con la nueva política. Los epidemiólogos debaten si era el momento o si estamos metiendo la pata.

Foto: Concentración de antivacunas en Barcelona. (EFE/Marta Pérez)

Por qué había que cambiar

"No podemos aguantar más tiempo en estado de emergencia. Asumimos que esto va a ser una carrera a muy largo plazo y que, por lo tanto, tenemos que hacer sostenible la vigilancia y el control de la pandemia. Seguir dedicando todos los recursos de salud pública al covid repercute en el resto de enfermedades y tiene a todo el mundo exhausto", afirma Pedro Gullón, epidemiólogo de la Universidad de Alcalá de Henares, en declaraciones a Teknautas.

Aunque reconoce el vértigo que implica dar ciertos pasos, en realidad, muchos de los cambios ya habían ocurrido 'de facto'. Por ejemplo, el pasado mes de enero, en plena sexta ola provocada por ómicron, solo se hacían test a las personas con los síntomas más graves y no se contabilizaban adecuadamente los casos, simplemente, "porque el sistema de notificación no daba para más". Eso también demuestra que los sistemas de vigilancia y control no son sostenibles en el tiempo de manera indefinida y en todas las situaciones. Intentar llegar al 100% de los casos, no hacerlo y colapsar otros servicios por culpa de ese esfuerzo es un fracaso. Por eso, la nueva estrategia "es parte de una transición más grande", recuerda, que llevará a monitorizar el covid con un sistema centinela como el de la gripe.

Según Gullón, desde el punto de vista de la vigilancia, perder los datos de incidencia acumulada que hemos manejado hasta ahora "no es un riesgo muy grave", porque de todos modos es insostenible en el tiempo y porque los números nunca han sido comparables. "Lo hemos visto en otras fases de la pandemia, como cuando se introdujeron los test de farmacia, que unas comunidades autónomas reportaban y otras no", comenta. En ese sentido, considera que hay que fijarse en indicadores más útiles, como la ocupación hospitalaria. En cuanto al cambio en el sistema de control, "está claro que dejar sin aislar a personas con síntomas leves incrementa el riesgo, pero la efectividad de esa intervención ya había disminuido en cuanto eliminamos las cuarentenas obligatorias para contactos estrechos".

placeholder Mascarillas por la calle. (EFE)
Mascarillas por la calle. (EFE)

Qué riesgos implica

Sin embargo, otros expertos ven la situación con mucha mayor inquietud. "No hacer los test que se deben hacer y no tener datos implica el riesgo de tener una séptima ola y no verla venir. Creo que España va demasiado deprisa", advierte Joan Carles March, epidemiólogo de la Escuela Andaluza de Salud Pública, "está claro que hay que plantearse un nuevo modelo, pero parece que el covid ya no existe". Sin embargo, el pasado viernes se sumaron 72.982 nuevos casos y 339 muertes con respecto al martes. Así, la incidencia acumulada a 14 días subió 25 puntos, hasta los 461 casos por cada 100.000 habitantes. "Está subiendo o al menos no baja, así que no creo que estas medidas sean las adecuadas, aún estamos en una situación delicada, el covid no es el pasado y esto es una equivocación", lamenta.

El cambio implica perder información que podría ser útil para tomar decisiones. "Si en un futuro viene una variante grave, habría que dar marcha atrás", comenta este experto. Sin embargo, en su opinión, la incertidumbre ya está sobre la mesa, porque la versión del virus que se está imponiendo en todo el mundo en la actualidad (la subvariante de ómicron conocida como BA.2) es más contagiosa y está provocando nuevas olas en gran parte de los países de Europa.

En cualquier caso, la relajación en la vigilancia y el control del covid se fundamenta en la disminución de los casos graves, una constante con cualquier variante gracias a las vacunas y al gran porcentaje de población que ha pasado la enfermedad. Desde ese punto de vista, "es difícil que tengamos un repunte de hospitalizaciones", destaca especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica (Fisabio) de la Comunidad Valenciana. Con lo que sabemos en la actualidad es posible que aparezcan variantes aún más transmisibles, pero improbable que sean más graves y, "en cualquier caso, la inmunidad celular está aguantando bastante bien".

placeholder Test. (EFE)
Test. (EFE)

La importancia del mensaje

Sin embargo, "hay aspectos que hay que cuidar", advierte el experto de Fisabio. Entre ellos, los comunicativos no son menores: "Deberíamos mandar el mensaje de que la gente se tiene que cuidar, que si tiene síntomas debe utilizar la mascarilla y reducir interacciones", porque "de no ser así, cuando hay una incidencia muy alta resulta imposible proteger a las personas vulnerables".

Inevitablemente, estos cambios hacia la normalización parecen enviar el mensaje a la ciudadanía de que la pandemia ha llegado a su fin, pero los expertos advierten contra la relajación. "Desde el punto de vista de la comunicación puede dar la sensación de que esto se acaba, pero no debería ser así", apunta Gullón, "porque precisamente estas medidas se ponen para hacer sostenible la lucha contra el covid", añade. En esta cuestión, hay consenso: "Entiendo que hay mucho cansancio, fatiga, problemas de salud mental, problemas de atención a los pacientes crónicos y una Atención Primaria saturada", reconoce March, "pero la situación no es muy diferente a lo que había".

Aunque la Comisión de Salud Pública advierte de que no hemos acabado con el covid a pesar de la relajación de las medidas que ha aprobado, los expertos son conscientes de que la ciudadanía capta una idea diferente. "Una cosa es lo que dicen los papeles y otra es lo que se transmite en la calle y en los medios de comunicación. En realidad, la única medida que queda en vigor son las mascarillas en interiores y eso es un mensaje de fin de pandemia y contribuye a la inutilidad de muchas otras medidas. De hecho, yo creo que la adherencia a los aislamientos ya era muy baja", comenta Peiró.

Qué se puede hacer en esta "transición"

En cualquier caso, la nueva estrategia deja varias cuestiones en el aire. Uno de los problemas es que "hay que decidir a qué casos sí se le realiza un test, cuáles son los síntomas más y menos graves; delimitar esa frontera es tremendamente difícil", advierte Gullón. En su opinión, las próximas semanas van a ser bastante confusas, porque estos aspectos no han quedado bien establecidos.

Foto: La ministra de Sanidad, Carolina Darias (i), preside la Reunión del Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud. (EFE/Moncloa/Fernando Calvo)

Como en otros momentos de la pandemia, al reducir las normas colectivas se está incrementando la responsabilidad personal. Sin la obligación de aislarnos, ¿qué deberíamos hacer si tenemos síntomas? "Las recomendaciones son las mismas, teletrabajar cuando sea posible y evitar aglomeraciones", apunta el epidemiólogo de la Universidad de Alcalá. El problema es que ahora tendremos menos facilidades, sobre todo para no acudir al trabajo. Aun así, "cualquier infección respiratoria debería implicar hacerse un test", opina March, y aunque no sea obligatorio, "todo positivo en covid debería mantener un aislamiento, básicamente, porque contribuye a extender el virus", opina March.

No obstante, otros epidemiólogos apuestan por relajar las exigencias. Así, en el caso de personas sanas que tengan síntomas leves, "yo no haría absolutamente nada salvo usar la mascarilla siempre y reducir la interacción social", señala Peiró. No obstante, la cuestión cambia "si estás en contacto con personas vulnerables, si vives con una persona de 90 años o si trabajas en una residencia", advierte.

Lo cierto es que esta situación deja el covid "a medio camino" entre la emergencia sanitaria y la enfermedad común, pero "hay muchas cosas que se pueden hacer", señala el experto de Fisabio, que lanza varias ideas. Por ejemplo, la vigilancia epidemiológica se puede mantener a nivel poblacional "a través de muestreos en la puerta de Urgencias o en los centros de salud, al menos cada ciertos días, para tener una idea de cuál es la transmisión". Del mismo modo, propone mantener la vigilancia de las aguas residuales, en las que se puede detectar el virus, porque este indicador avisa mucho antes de que se incremente la hospitalización. Por último, extender la secuenciación genómica del virus sigue siendo una asignatura pendiente en España: "Siempre nos enteramos de las nuevas variantes por otros países".

Durante dos años hemos basado el control de la pandemia en el distanciamiento social. Ante un virus respiratorio, la idea es lógica y evidente: sin contacto entre personas, no hay transmisión. Por eso, las medidas de control requerían en el aislamiento de los positivos, las cuarentenas para sus contactos estrechos y la realización de test para localizar a nuevos infectados. Todo eso se acabó. ¿Significa eso que estamos decretando el fin de la pandemia? ¿Renunciar a la exhaustiva monitorización y contabilización de casos conlleva riesgos? ¿Podemos volver atrás?

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