Ahora o nunca: por qué se agota el tiempo para conocer el verdadero origen del covid
El equipo de la OMS que protagonizó una misión en Wuhan para dar con el origen del SARS-CoV-2 dice que, si la investigación no se retoma con urgencia, desaparecerán pistas clave
Mucho dio que hablar hace unos meses el equipo internacional que reclutó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para buscar el origen del coronavirus en colaboración con China. Su tarea era la reconstrucción de la fase inicial de la pandemia, comenzando en Wuhan, donde se notificaron los primeros casos conocidos, pero no lo tuvieron fácil. El pasado mes de marzo emitieron un informe que dejaba varias posibilidades abiertas. Solo era el “primer paso” para esclarecer lo que había sucedido, pero recibió numerosas críticas.
Ahora vuelven a salir a la luz pública en la revista 'Nature' para advertir de que “la búsqueda de los orígenes del SARS-CoV-2 se encuentra en una coyuntura crítica”, puesto que la oportunidad para encontrar las pistas necesarias “se está cerrando rápidamente”. Con el paso del tiempo y la desaparición de los anticuerpos, argumentan, disminuye la viabilidad biológica de realizar un rastreo de personas y animales dentro y fuera de China. Por eso, hacen un llamamiento para que la comunidad científica y los líderes de los países unan sus fuerzas y permitan acelerar una investigación que en la actualidad se ha estancado. De lo contrario, se perderá para siempre la posibilidad de saber cómo comenzó el covid. La advertencia de los científicos coincide con un informe clasificado que los servicios de inteligencia de EEUU le han hecho llegar al presidente Joe Biden en el que analizan los orígenes de la pandemia, según informa 'The Washington Post', aunque tampoco aporta conclusiones definitivas.
El extenso y argumentado comentario que aparece en la revista científica está firmado por 11 investigadores de otras tantas entidades (pertenecientes a Países Bajos, EEUU, Rusia, Australia, Qatar, Dinamarca, Nueva Zelanda, Alemania, Japón, Kenia y Reino Unido) que explican cómo se desarrolló la primera fase y cuáles serían las prioridades para retomar la cuestión.
El equipo de la OMS, que en total estaba formado por 14 expertos, permaneció 28 días de enero de 2021 en Wuhan. La mitad de este tiempo no pudieron salir del hotel, donde tenían que hacer cuarentena, aunque fuera cerca de 1.000 profesionales de la salud chinos recopilaban datos que después analizaron y discutieron con ellos. “Tuvimos un tiempo limitado sobre el terreno y un mandato limitado”, reconocen, puesto que su objetivo no era resolver por completo el enigma, sino recopilar la información necesaria para ir atando cabos.
Así, analizaron la información disponible sobre enfermedades respiratorias en Wuhan y Hubei (su provincia) en la segunda mitad de 2019, archivos de pacientes y certificados de defunción. También recopilaron datos animales y ambientales que pudieran estar relacionados con el brote inicial y rastrearon la cadena de suministro de productos vendidos en el mercado de mariscos de Huanan. Realizaron pruebas en ganado, animales silvestres, mascotas y animales de zoológicos. Asimismo, accedieron a análisis de datos genómicos virales publicados y no publicados.
Al final, el informe recogía cuatro posibles explicaciones al salto del SARS-CoV-2 a humanos. Una de ellas, “directa”, a través de animales silvestres. Las otras tres serían “indirectas”: por manipulación de especies de granja infectadas, por consumo de alimentos o animales contaminados y a través del escape de un laboratorio que trabajara con virus animales. Según explican, “no había pruebas definitivas a favor o en contra de cualquiera de las cuatro vías propuestas”.
"Había vínculos creíbles con los mercados de animales silvestres"
El equipo internacional de científicos reconoce que la posible “fuga” del coronavirus de instalaciones científicas no estaba entre las hipótesis de trabajo que manejaban al principio, pero que después consideraron que tenía demasiado peso como para pasarla por alto. Dejar la puerta abierta a la hipótesis del laboratorio no implica una fabricación artificial e intencional del virus, como han defendido algunas teorías conspiratorias, ya que los virólogos tienen claro que es un virus de origen animal.
Además, hay muchos indicios de que la propagación se produjo por otras vías: “El mercado de mariscos de Huanan tuvo un importante papel en la primera parte de la pandemia, y había vínculos creíbles con los mercados de animales silvestres”, señalan. Por eso, los autores creen que las demás opciones tienen más peso y consideran que hay nueva información relevante al respecto.
En cualquier caso, reconocen que su informe recibió numerosas críticas, tanto por los métodos como por los resultados, y que probablemente levantó demasiadas expectativas cuando en realidad esa primera fase fue pensada, simplemente, como “base de un proceso más largo de investigación científica que podría durar durante meses o años”. El problema es que dicho proceso apenas ha seguido adelante en los meses posteriores.
Qué se debería hacer ahora
“El equipo chino fue y sigue siendo reacio a compartir datos brutos”, lamentan los autores del artículo. En particular, citan 174 casos identificados en diciembre de 2019 a cuyos datos no pudieron acceder por cuestiones de privacidad de los pacientes. Los expertos no creen que fueran los primeros y el acceso a esa información no estaba previsto en la misión, así que no lo consideraron urgente, pero ahora lo ponen como ejemplo de las cuestiones que se deberían abordar en una segunda fase de la investigación.
Los argumentos del equipo de la OMS “tienen lógica” porque “el tiempo pasa y las huellas se van borrando”, afirma en declaraciones a Teknautas Miguel Ángel Jiménez Clavero, virólogo del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) y especialista en virus emergentes. Como indican los autores del artículo, los anticuerpos van desapareciendo y son la principal pista de exposición al virus con la que contamos. ¿Dónde podrían rastrearse aún? “Quizás en trabajadores de granjas peleteras”, apunta el experto de acuerdo con una de las líneas de trabajo citadas en el informe.
"Si no se dan nuevos pasos con celeridad, habrá muestras reveladoras que se pierdan"
También está de acuerdo con la visión de los científicos de la OMS María Montoya, viróloga del Centro de Investigaciones Biológicas (CIB-CSIC). “Es un equipo de profesionales, virólogos y epidemiólogos, del máximo nivel, y el informe que hicieron, dentro de las circunstancias, fue muy exhaustivo, se remitieron a los hechos”, asegura. No obstante, la misión que llevaron a cabo fue una primera aproximación y “se necesita una continuidad para saber qué es lo que ha pasado”. Por eso, “si no se dan nuevos pasos con cierta celeridad, habrá muestras muy reveladoras que se pierdan, como explican con respecto a las granjas y a los posibles animales transmisores”, destaca.
El equipo internacional ha seguido reuniéndose semanalmente y analizando datos en colaboración con sus homólogos chinos. En el artículo de 'Nature' citan seis prioridades que deberían abordarse con urgencia: aumentar las labores de rastreo para hallar casos tempranos dentro y fuera de China; llevar a cabo estudios de anticuerpos; realizar encuestas entre la población para conocer cómo se abastecían los mercados de Wuhan; hacer análisis en murciélagos y animales de granja, especialmente las destinadas a obtener pieles; analizar los factores de riesgo para la posible exposición al virus, e investigar nuevas pistas creíbles.
De todos modos, algunos científicos se muestran escépticos acerca de los resultados que pueda arrojar esta investigación. “Desde el principio me pareció un reto colosal tratar de esclarecer el origen paso por paso, porque esa información no existe en prácticamente ninguna emergencia vírica”, comenta el virólogo del INIA. No obstante, el brote del SARS (o SARS-CoV-1, el coronavirus más directamente relacionado con esta pandemia, que se detectó en China en 2002 e infectó a unos pocos miles de personas) es el que más datos ha aportado al respecto.
Por otra parte, Jiménez Clavero recuerda que el origen “último” de todos los virus relacionados con el SARS-CoV-2 (llamados sarbecovirus) son los murciélagos de herradura (el género 'Rhinolophus'). “Sobre eso no cabe discusión, es así”, asegura. “Lo que no se conoce es la trayectoria que ha seguido este coronavirus para acabar transmitiéndose entre humanos, y previsiblemente esos detalles seguirán siendo desconocidos durante bastante tiempo. Hará falta mucho esfuerzo en investigación para esclarecerlos y, desde luego, cuanto más tarde, peor”, añade.
¿Por qué es tan importante?
En cambio, María Montoya se muestra algo más optimista. “La primera misión supuso romper una serie de barreras entre países y científicos, hay que aprovecharlo y continuar”. En su opinión, el trabajo inicial del equipo internacional sienta una buena base para avanzar, aunque “seguimos sin tener datos sólidos para ninguna de las hipótesis”, reconoce. Por eso, coincide con los autores del artículo de 'Nature' en que “hay que poner mucho empeño, recursos y colaboración internacional” para poder continuar con el trabajo.
Lo bueno es que, a medida que pasan los meses, “hay más información sobre la respuesta inmune” de los organismos al SARS-CoV-2 y “están apareciendo nuevos resultados sobre virus en murciélagos”, aunque “la clave sigue siendo encontrar el eslabón entre ellos y el ser humano, un huésped intermediario que se hubiera infectado exactamente con el mismo virus”.
A estas alturas de la pandemia, ¿por qué tanta insistencia en conocer cómo surgió? ¿Serviría de algo? Los virólogos aseguran que esa información sería de gran ayuda. “Una vez que esto pase, la amenaza permanecerá y puede surgir otra pandemia”, señala la experta del CIB-CSIC. En ese sentido, es muy importante conocer los reservorios, es decir, poblaciones de animales que son huéspedes de patógenos. “Monitorizar un posible reservorio nos podría permitir frenarlo antes de que pueda saltar a los humanos. Es algo parecido a lo que se hace con el virus de la gripe, llevamos siglos conviviendo con él, pero las investigaciones que se han desarrollado desde hace 100 años hasta ahora han revelado que su reservorio natural son las aves acuáticas”, explica la investigadora.
Por eso, hay una serie de estaciones de muestreo en todo el mundo para analizar los virus que circulan cada temporada entre las aves silvestres y las de granja. “La peligrosidad va cambiando. Es cierto que los coronavirus se comportan de forma distinta, pero, si supiéramos qué especies pueden servir de enlace con nosotros, se establecería un sistema de vigilancia para saber si dentro de algún tiempo otro virus tiene potencial pandémico. Estaríamos alerta antes de que llegue. Si no, puede volver a ocurrir en cualquier momento y nos pillaría desprevenidos, como ha ocurrido con este coronavirus”, explica.
Mucho dio que hablar hace unos meses el equipo internacional que reclutó la Organización Mundial de la Salud (OMS) para buscar el origen del coronavirus en colaboración con China. Su tarea era la reconstrucción de la fase inicial de la pandemia, comenzando en Wuhan, donde se notificaron los primeros casos conocidos, pero no lo tuvieron fácil. El pasado mes de marzo emitieron un informe que dejaba varias posibilidades abiertas. Solo era el “primer paso” para esclarecer lo que había sucedido, pero recibió numerosas críticas.