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Al borde del peor escenario: por qué la 2ª ola va camino de ser aún más devastadora
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"Ya se nos ha ido de las manos"

Al borde del peor escenario: por qué la 2ª ola va camino de ser aún más devastadora

Con los contagios, las hospitalizaciones y las muertes en ascenso, se dispara el temor a un nuevo colapso sanitario en España y en Europa: hay razones para temerlo y para la esperanza

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Las palabras del presidente francés, Emmanuel Macron, al anunciar el nuevo confinamiento de Francia asustan: aunque las medidas anunciadas son algo menos estrictas que en marzo, augura que "esta segunda ola será más dura y mortífera que la primera". Tras batir la cifra diaria de muertes por coronavirus desde abril, superando el medio millar, los franceses esperan volver a frenar la pandemia e impedir el colapso de los hospitales.

Sin embargo, no hay que irse a otros países para constatar el fracaso que nos conduce a un nuevo tsunami sanitario. Algunas comunidades, como Cataluña o Castilla y León, ya están aplicando confinamientos parciales o pensando en hacerlo. Fernando Simón no suele exagerar —más bien al contrario, muchos critican al director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias (CCAES) por mandar mensajes poco contundentes y demasiado optimistas—, por eso, cuando advierte de que existe un peligro de colapso de las UCI para mitad de noviembre, como hizo hace unos días, es para pensar que el panorama se ha puesto muy negro.

Foto: Un profesional del Hospital Morales Meseguer, de Murcia. (EFE)

El número de nuevos diagnósticos no deja de batir récords en España, las hospitalizaciones van creciendo y también los fallecimientos, casi todos los días desde hace semanas por encima del centenar, aunque todavía lejos de las peores cifras de marzo y abril. En varios países de Europa la curva también se ha disparado y no sabemos hasta dónde llegará el desastre. Así que la pregunta es: ¿nos enfrentamos a una segunda ola más devastadora que la primera, como dice Macron?

placeholder Los tres posibles escenarios de la pandemia de covid-19. (Cidrap)
Los tres posibles escenarios de la pandemia de covid-19. (Cidrap)

Echando la vista atrás y basándose en el comportamiento de pandemias que han asolado la humanidad durante los últimos 250 años, cuatro destacados epidemiólogos estadounidenses, entre ellos Michael Osterholm, diseñaron tres posibles escenarios para el rumbo que el SARS-CoV-2 puede tomar durante los próximos dos años. El primer escenario implicaba una serie de subidas y bajadas de la incidencia, de una magnitud similar a la que ya hemos sufrido en España, y que se repetirían sucesivamente. El segundo escenario es el que todo el mundo teme y al que ahora parece que nos estamos acercando: un primer aviso (el que vivimos en la primera ola) seguido seis meses después por un brote catastrófico y muchísimo mayor que, por desgracia, no significaría el final de la enfermedad. El último y más improbable, según los autores, es que tras este golpe la incidencia del covid-19 vaya apagándose poco a poco, consumiéndose como una vela.

El epidemiólogo Miguel Hernán, profesor de Bioestadística y Epidemiología de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard (EEUU), cree que la respuesta a la incógnita de una segunda ola más mortífera o no tiene varias facetas. "Es posible que haya más casos pero que el número de muertes sea menor, porque ahora se protegen más las residencias de ancianos, los más vulnerables se autoprotegen y el tratamiento ha mejorado", señala. No obstante, cree que el indicador crucial es la ocupación hospitalaria y, en ese apartado, los datos no van por buen camino. "Las UCI de hospitales públicos de Madrid llevan más de un mes ocupadas por encima del 100% de su capacidad prepandémica, lo que afecta al resto de la atención sanitaria", destaca.

Su compañero Elvis García, doctor en Salud Pública y profesor de Epidemias de la Universidad de Harvard, no tiene ninguna duda: "Absolutamente, puede llegar a ser peor si es que no lo está siendo ya", afirma en declaraciones a Teknautas. En su opinión, en España existen tres factores que nos abocan a una nueva situación dramática: la propagación que presentan los virus respiratorios en esta época del año, el comportamiento de la sociedad y las deficientes medidas gubernamentales.

"No han hecho lo que los profesionales llevamos pidiendo desde el inicio de la epidemia y, lo que es aún peor, no lo quieren aceptar"

Con respecto a lo primero, el comportamiento de los virus respiratorios como el de la gripe en otoño e invierno debería ponernos en alerta: "La evidencia sugiere que estos virus que se propagan y sobreviven mejor en condiciones de baja temperatura y humedad relativa". Con respecto al factor social, considera que la población aún tiene una falsa sensación de seguridad tras relajarse en verano al mismo tiempo que lo hacían las restricciones. "La diferencia es que en verano estábamos en la calle y ahora estamos más tiempo en lugares cerrados, mal momento para bajar la guardia", apunta.

En opinión de Elvis García, "esto se veía venir, pero el gobierno ha invertido demasiado tiempo en lidiar con competencias regionales y con tribunales, cuando lo tenía que haber invertido en desarrollar estrategias y sistemas de seguimiento de contactos como los implementados por los países asiáticos". En definitiva, considera que ni el gobierno español ni el resto de los europeos han estado a la altura y constituyen el tercer ingrediente del desastre: "No han hecho lo que los profesionales llevamos pidiendo desde el inicio de la epidemia y, lo que es aún peor, no lo quieren aceptar".

"Tercera ola" en España

Margarita del Val, viróloga e investigadora inmunóloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa (CBMSO, centro del CSIC y la Universidad Autónoma de Madrid), cree que en España lo correcto sería hablar de una tercera ola. "La de verano es una y la de otoño es otra. Cuando volvimos de vacaciones en septiembre, la gente volvió a la rutina, se lo tomó con responsabilidad y empezó a bajar la ola, pero ahora ha vuelto a subir con el frío y me temo que estamos en un momento penoso", asegura. "Cuando ves que una curva desciende, la otra surge desde abajo, son dos oleadas que se han mezclado", afirma.

Según explica, los datos de contagios de estos últimos meses se pueden plasmar en una ecuación matemática que demuestra que estamos ante fenómenos diferentes. "En Europa llegó el frío primero y esta ola empezó un par de semanas antes que aquí" a pesar de que las normas y costumbres de la mayoría de los países les mantuvieron a salvo. Con todo, "de repente han iniciado una curva muy empinada".

Salvador Peiró, investigador en Salud Pública de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunitat Valenciana (Fisabio), coincide en que no se debería hablar de segunda ola, sobre todo porque el coronavirus no se está comportando como un virus estacional: "No se ha ido y ha vuelto, se mantuvo entre la gente que trabajaba y cuando vuelves a hacer vida normal, con mucho contacto, vuelve a subir".

Al salir del confinamiento, "todos los países europeos bajaron muchísimo sus cifras, España también, pero luego animamos a la gente a que fuera a los bares porque había que estimular la hostelería y el turismo, y hemos tenido un verano con una meseta mantenida hasta mediados de septiembre". Así que, en su opinión, la diferencia entre nuestro país y el resto del continente es que arranca "sobre una basal más alta". Ahora, cuando países como Francia, República Checa o Bélgica están sufriendo un ascenso casi vertical, "nuestra curva es un poco más tranquila".

¿Diagnosticar más implica menos muertes?

Quizá por eso no todos los expertos tienen una visión tan negativa. Ana Fernández-Sesma, viróloga de la Escuela Icahn de Medicina en el Hospital Monte Sinaí (ISMMS), de Nueva York, reconoce que "esta segunda ola está siendo peor de lo que se pensaba", pero considera que "no va a ser peor que la primera". Ahora las cifras "son de diagnóstico temprano, cosa que en la primera ola no se podía hacer, el número de casos real fue entre 10 y 100 veces mayor que los que se diagnosticaron".

En consecuencia, "las hospitalizaciones actuales también corresponden a una enfermedad menos grave, ya que los casos se diagnostican antes". Mientras que en primavera los casos leves se resolvían en casa y los enfermos solo iban al hospital si estaban ya muy graves, "ahora se tratan antes y es menos probable que la enfermedad evolucione tan desfavorablemente como en la primera ola". Todo esto es muy importante porque "los tratamientos disponibles funcionan mejor cuando los síntomas y la carga viral son menores".

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Foto: EFE

En cambio, Margarita del Val no cree que el aumento de las cifras de diagnosticados invite al optimismo. "Tenemos una ignorancia total de cuál es el cómputo total de personas afectadas", asegura. Algunas voces han aventurado que en la actualidad podrían estar diagnosticándose el 70%, pero ¿de dónde sale esa cifra? "El otro día la citó Sánchez, por ejemplo, pero no nos han dicho en qué se basan".

"Estoy esperando que presenten la cuarta ronda del estudio de seroprevalencia para saber de verdad cuántos casos hay, pero aunque el número de casos se aproxime más a la realidad no dejan de ser casos", destaca. En ese sentido, la viróloga del CSIC recuerda que los asintomáticos pueden tener secuelas y, en realidad, son lo peor de este virus, porque lo transmiten de forma silenciosa. "No podemos centrar todo el control de la pandemia en que no se nos saturen las UCI", añade.

Qué nos dicen otras pandemias

En la evolución del covid en España, la investigadora del CBMSO encuentra un paralelismo muy claro con la gripe A de 2009, aquella otra pandemia tan reciente como olvidada. En España, surgieron los primeros casos en primavera, en verano se mantuvieron latentes y el gran pico llegó en otoño. Los casos comenzaron a subir finales de septiembre y llegaron a su pico máximo a finales de octubre, lo que se notó en los hospitales un poco más tarde. El máximo de ingresos se produjo a principios de noviembre y, en la UCI, a mediados de ese mes. "Y eso que contra la gripe A la mayoría de la población teníamos inmunidad, sobre todo los más mayores", apunta Margarita del Val, "a cambio, contra el coronavirus tenemos alguna medida de prevención más".

Sin embargo, el ejemplo que se suele citar para advertir de que segundas olas nunca fueron buenas es el de la gripe de 1918. Esta pandemia pudo ocasionar unos 50 millones de fallecimientos en todo el mundo, 300.000 de ellos en España. Al igual que ahora, en primavera llegó una primera oleada devastadora, pero se calcula que el 70% de todas las muertes se centraron en la segunda, entre septiembre y noviembre. Más tarde, habría nuevos episodios en 1919 y 1920.

Foto: Cuerpo de la Cruz Roja en St. Louis durante la epidemia de gripe de 1918. (Universal History Archive)

A menudo se suele acusar a la población de que se relajó tras el primer impacto de la enfermedad, que posiblemente solo causó el 10% de la mortalidad final. Sin embargo, los expertos creen que hubo muchos más factores, como una posible mutación del virus, su llegada a las zonas rurales que al principio se habían mantenido a salvo y el retraso de las autoridades —eso nos suena bastante— a la hora de tomar medidas. "Es cierto que en la gripe de 1918 la segunda ola fue peor que la primera, pero se debió sobre todo a neumonías bacterianas secundarias, para las cuales en aquella época no existían antibióticos", comenta Ana Fernández-Sesma.

Qué debemos hacer

Uno de los motivos para pensar que esta segunda ola no será tan devastadora es que "si las medidas que se han puesto son insuficientes, se pondrán más y con más rapidez", asegura Salvador Peiró, "estamos actuando de forma más temprana y deberíamos contenerlo mejor". Según sus previsiones, 2021 seguirá siendo un año de restricciones, variando entre más suaves y más fuertes, salvo si las vacunas pueden aliviarnos hacia el segundo semestre.

"La manera de salir de esto minimizando muertes y pérdidas económicas ya la sabemos: es el confinamiento domiciliario temporal, además de invertir en test, rastreo y educación", afirma Elvis García. "Desgraciadamente, seguimos sin hacer nada de esto como deberíamos", añade. El problema es que si los gobiernos impusieran otro confinamiento domiciliario, "que posiblemente es lo que habría que hacer a estas alturas, cuando ya se nos ha ido de las manos", supondría "admitir que no han sabido gestionarlo". Eso sí, "cada día que perdemos en tomar decisiones supone miles de casos más".

Al margen de las medidas contundentes, Salvador Peiró echa de menos la "pedagogía de fondo" de algunos países, en especial los nórdicos o Alemania, que dejaron claro "que esto va para largo y hay que mantener la distancia social siempre". En cambio, aquí "nos hemos centrado en la detección de incumplidores, pensando que si algo está permitido, no hay contagio".

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Foto: Reuters

Dentro de esa falta de pedagogía, poco se ha hecho por difundir la idea de que el verdadero peligro está en los espacios interiores mal ventilados. "Probablemente, por temor a perjudicar a la hostelería o al transporte público de larga duración", apunta. "Solo nos hemos tomado en serio la ventilación en los colegios, pero las empresas hacen poco hincapié en esto", añade.

En cualquier caso, "no tenemos una base científica que nos diga lo que tenemos que hacer con cada tasa de transmisión y en cada contexto", reconoce el experto. Así que la realidad es que "no esperamos tanto de las medidas que se han puesto, como del susto de que estamos recuperando palabras como 'estado de alarma' o 'toque de queda', porque con ellas la gente toma conciencia de que la situación es grave". A falta de mensajes más pedagógicos, al menos el discurso oficial ha cambiado mucho con respecto al de este verano, según el investigador de Fisabio. Y reflexiona: "En una epidemia importa más conocer a tu sociedad que conocer al virus".

Las palabras del presidente francés, Emmanuel Macron, al anunciar el nuevo confinamiento de Francia asustan: aunque las medidas anunciadas son algo menos estrictas que en marzo, augura que "esta segunda ola será más dura y mortífera que la primera". Tras batir la cifra diaria de muertes por coronavirus desde abril, superando el medio millar, los franceses esperan volver a frenar la pandemia e impedir el colapso de los hospitales.

Fernando Simón CSIC
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