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Las primeras autopsias del covid-19 revelan un 'thriller' microbiológico en los pulmones
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ASÍ ES COMO MATA EL CORONAVIRUS

Las primeras autopsias del covid-19 revelan un 'thriller' microbiológico en los pulmones

El tejido obtenido en las primeras autopsias tras la primera ola de la pandemia ofrece nuevas pistas sobre cómo el SARS-CoV-2 logra 'hackear' el sistema y que el cuerpo se dañe a sí mismo

Foto: Escáner de los pulmones de un paciente de covid-19 en Vannes, Francia. (Reuters)
Escáner de los pulmones de un paciente de covid-19 en Vannes, Francia. (Reuters)
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Los pulmones de un caso grave de covid-19 recién fallecido se asemejan mucho a un coliseo romano justo después de un combate sangriento. Para darse cuenta de este detalle, que encierra una posible vía terapéutica contra el coronavirus, el inmunólogo Ignacio Melero tuvo que sumergirse a escala microbiológica en las muestras extraídas de las primeras 12 autopsias que obtuvieron en la Clínica Universidad de Navarra.

Las autopsias fueron un asunto espinoso en los primeros compases de la pandemia. Por un lado, estaba su valor intrínseco para entender los procesos que estaban sucediendo en el interior de los cuerpos a los que el virus llevó a la muerte; por el otro, todas las complicaciones legales derivadas del consentimiento de los familiares y el riesgo inherente de practicar las autopsias, que llevó a la Sociedad Española de Anatomía Patológica a desaconsejarlas hasta poder garantizar la seguridad de los patólogos forenses.

Foto: Luis Álvarez-Vallina, en el Hospital 12 de Octubre. (FBBVA)

Con la desescalada, comenzaron a realizarse y así, Melero y todos los demás detectives de ese mundo micrométrico pudieron observar en el campo de batalla un número inusitado de trampas o redes, similares a los reciarios que los gladiadores lanzaban sobre sus víctimas. Esas redes —de hecho se conocen como NET, red en inglés y acrónimo de Trampas Extracelulares de Neutrófilos— son las que utilizan los leucocitos, un tipo de glóbulo blanco, para hacer frente a las bacterias que amenazan al organismo.

"Es un mecanismo muy curioso", dice Melero. "Los neutrófilos cuando están cerca de las bacterias son capaces de morir extruyendo el DNA de su núcleo como si fuera una red, que atrapa a la bacteria y no la deja moverse". Al salir del interior del glóbulo blanco, las redes se recubren del plasma pegajoso que además es muy tóxico para los patógenos. "Nos hemos encontrado que el pulmón del paciente con covid severo tiene una cantidad enorme de estas 'nets', que son especialmente habituales por ejemplo en el pus: el pus es una colección de redes". Pero no solo para ellos, sino también para los tejidos, donde están muy imbricadas. Entonces, cuando los glóbulos comienzan desaforadamente a sacar redes de este tipo sobre los pulmones de un enfermo grave de covid-19, esa toxicidad acaba afectando a los mismos.

placeholder Un médico belga señala los pulmones de un paciente con covid-19 en el hospital belga de Aalst. (Reuters)
Un médico belga señala los pulmones de un paciente con covid-19 en el hospital belga de Aalst. (Reuters)

¿Pero por qué se hace esto el organismo a sí mismo? A partir de estas evidencias, Melero y su equipo comenzaron a indagar cómo lo hace exactamente el SARS-CoV-2 para provocar este fatal desenlace. Recientemente, han obtenido una ayuda de la Fundación BBVA para continuar con esta línea de investigación y tratar de convertirla en nuevas armas para afrontar clínicamente la enfermedad provocada por el virus.

La primera pista que ofreció el microscopio de aquellos órganos obtenidos 'posmortem' fue una presencia exacerbada de macrófagos. Estos son otro tipo de defensas, claves para el organismo por su capacidad de fagocitar a los patógenos. De alguna forma, había una relación entre su concurrida presencia y la actividad frenética de los neutrófilos que vomitaban redes tóxicas de ADN.

"Esta reacción inflamatoria se sabe que está detrás de la muerte de muchos pacientes por lo que llamamos distrés respiratorio del adulto (SARS) y esto lo precipitan muchos tipos de enfermedades, como la sepsis bacteriana o la pancreatitis aguda o el que está en un incendio e inhala humos tóxicos", explica Melero.

¿Cuál es la relación entre ambos eventos? ¿Es este malentendido entre dos de nuestros tipos de defensas lo que provoca el agravamiento de los pacientes que acaban en la UCI?

placeholder Ignacio Melero, en el centro de la imagen, y su equipo en la Clínica Universidad de Navarra.
Ignacio Melero, en el centro de la imagen, y su equipo en la Clínica Universidad de Navarra.

La microscopía avanzada puso una lupa aún mayor a esos macrófagos para descubrir qué tipo de mensajes envían a los neutrófilos. "Lo que ya empezamos a tener es una foto muy precisa de los mecanismos que provocan la destrucción de tejido y perpetúan y aumentan esa reacción inflamatoria", dice el inmunólogo. "Otra cosa que sabemos es que algunas de las citoquinas que liberan los macrófagos están entre los mejores inductores de 'nets' en las otras células".

Son mecanismos que aún estos investigadores no entienden por completo, pero que probablemente está precipitando el propio virus.

Este tipo de estudios, aunque se clasifican como ciencia básica, acaban resultando tener aplicaciones inmediatas. Por ejemplo, uno similar en la Universidad de Oxford acabó cristalizando en el uso de corticoides como la dexametasona en pacientes con covid-19 severo.

Este tipo de estudios, aunque se clasifican como ciencia básica, acaban resultando tener aplicaciones inmediatas

"Nosotros nos estamos centrando mucho en una citoquina que se llama interleucina-8", explica Melero. Por suerte, los científicos han desarrollado (con otros propósitos) fármacos capaces de bloquear este tipo de activación. Pero las autopsias han revelado algo más. "Desde que tenemos los datos preliminares de la netosis, hay una encima llamada PAD4 que es absolutamente necesaria para que ocurra esta liberación de los 'nets', que en principio se produce para defendernos de bacterias y hongos".

De nuevo, ya existen inhibidores de PAD4 que se han desarrollado para otras enfermedades y en los que ya trabajan farmacéuticas como GSK o Bristol-Myers Squibb. La estrategia, como verán, es cortocircuitar las señales que el SARS-CoV-2 hace enviar a nuestra policía inmunitaria para provocar una respuesta exagerada, que acaba por matarnos.

Las respuestas nunca nos habrían sido reveladas si no fuera por la generosidad de los pacientes que accedieron a donar a la ciencia muestras de órganos de sus seres queridos, algo que Melero insiste en subrayar. "Son muestras muy precisas de tejido que no se han estado obteniendo por diferentes razones logísticas muy complicadas", admite, "pero están resultando muy valiosas para tratar de identificar los puntos débiles de los patógenos de esta infección viral, y una vez descubiertos identificar cuáles son accionables o intervenibles e intentar dirigir herramientas terapéuticas sobre los mismos".

Los pulmones de un caso grave de covid-19 recién fallecido se asemejan mucho a un coliseo romano justo después de un combate sangriento. Para darse cuenta de este detalle, que encierra una posible vía terapéutica contra el coronavirus, el inmunólogo Ignacio Melero tuvo que sumergirse a escala microbiológica en las muestras extraídas de las primeras 12 autopsias que obtuvieron en la Clínica Universidad de Navarra.

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