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Cómo hemos pasado de "lo de marzo no se repetirá" a ver colapsar las UCI en un mes
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EN MUCHOS HOSPITALES, YA ESTÁN SATURADAS

Cómo hemos pasado de "lo de marzo no se repetirá" a ver colapsar las UCI en un mes

A finales de verano, tanto los intensivistas como las autoridades sanitarias descartaban que el colapso hospitalario pudiera producirse. Hoy, cruzamos los dedos para que no se repita

Foto: Un profesional del Hospital Morales Meseguer, de Murcia. (EFE)
Un profesional del Hospital Morales Meseguer, de Murcia. (EFE)
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Esta semana, se celebra el congreso anual de la sociedad española de médicos intensivistas, es decir, los profesionales que se encargan de sacar adelante a los pacientes que ingresan en las unidades de cuidados intensivos. Inicialmente, el evento iba a tener lugar en Málaga, pero el resurgir de casos y hospitalizaciones ha echado por tierra todos los planes. "Hemos tenido que condensar el congreso por las tardes para que los intensivistas puedan seguir atendiendo las UCI por las mañanas y por las noches", explican fuentes de la organización.

Las UCI de seis comunidades, en situación crítica

Hace apenas dos meses, la sensación entre muchos de estos intensivistas, e incluso la del ministro Salvador Illa, era que "no volveremos a vivir la situación de marzo en nuestros hospitales", pero ahora nadie pone la mano en el fuego. Los datos más recientes de hospitalizaciones han llevado España a la antesala de esa pesadilla que vivimos hace unos meses: las unidades de cuidados intensivos comienzan a llenarse más rápido de lo que se vacían, entre los médicos intensivistas vuelve a escucharse la palabra 'triaje' y el estado de alarma anticipa una serie de medidas, si no idénticas, muy parecidas a las de marzo, para evitar que la curva traspase la frontera del colapso hospitalario.

¿Tan mal estamos? Las cifras oficiales (25% de ocupación media nacional) pueden no parecer alarmantes. Según los últimos datos de Sanidad, la presencia de pacientes con covid-19 en las UCI oscila entre el 10% de Galicia o Canarias y el 40% de Madrid o Aragón —caso aparte es Melilla, que tiene el 64% de sus plazas UCI ocupadas con pacientes de coronavirus, es decir, nueve de sus 14 disponibles—, además de algunas otras regiones que superan el 35%, como Castilla y León, La Rioja, Navarra o Cataluña.

La realidad, obviamente, es que no solo existen pacientes con covid-19 severo en una UCI. Las plazas, es cierto, pueden ampliarse, como ya ocurrió en primavera, y los ventiladores pueden adquirirse, pero el número de profesionales (médicos y enfermeras intensivistas) es casi inamovible.

Canarias, por ejemplo, es ahora mismo la comunidad donde la epidemia de SARS-CoV-2 está más controlada y la segunda con menor ocupación de enfermos graves (11,5%), por detrás de Galicia. Sin embargo, la realidad es que, pese a estos datos, sus UCI están ahora mismo al 51% de ocupación. De ahí, para arriba.

Castilla y León, una de las que ahora mismo tienen un problema más preocupante, registra oficialmente un 36,5% de ocupación de enfermos covid en sus UCI. Pero la realidad es que sus unidades de críticos están llenas al 71% y lo estarían al 101% si no estuvieran habilitando nuevas plazas UCI contrarreloj. Según los propios datos de la Junta, en ciudades como Valladolid, las unidades están actualmente al 85% y 94% de ocupación en los dos hospitales, el Clínico Universitario y el Río Hortega respectivamente.

¿Qué está pasando?

En todas las regiones, se están registrando eventos similares. Andalucía, una de las comunidades donde la pandemia parece estar tomando más velocidad en las últimas fechas, registró hace cuatro días el aumento diario más elevado de ingresos en UCI (23 más que el día anterior) desde el 6 de abril, es decir, el apogeo de la primera oleada de casos. En aquel momento, el número de personas en las UCI andaluzas llegó a ser de 426 y hoy la cifra está en 293. Es decir, no tan lejos, como cabría esperar hace unas semanas.

La hipótesis 'no oficial' que se maneja para esta situación tan súbita es que todos esos contagios del verano, protagonizados principalmente por personas de entre 18 y 29 años, han acabado llegando a estratos poblacionales de mayor edad, lo que se traduce en más número de hospitalizaciones, un mayor tiempo de permanencia ingresado, más ingresos en la UCI y, como está sucediendo esta semana, un número diario de muertes superior a las 200.

Los datos muestran precisamente que, hace justo un mes, ingresos y altas por covid-19 iban más o menos a la par, o incluso con una leve ventaja en el apartado de altas. El 29 de septiembre, ingresaron con el virus 1.209 pacientes en los hospitales y 1.389 recibieron el alta. Así permaneció la tendencia unos días más hasta que, poco a poco, las altas se fueron demorando más y cada día menos personas iban saliendo de los hospitales en comparación con las que entraban. Finalmente, entre el 16 y el 19 de octubre, la situación se disparó.

Esta semana, registrábamos el mayor número de muertes en un solo día, 267, lo cual es la cristalización del aumento de ingresos en cuidados intensivos en fechas recientes. Incluso en regiones como la Comunidad de Madrid, donde el dato de contagios y hospitalizaciones lleva reduciéndose desde el mes pasado, los ingresos UCI siguen sin caer de la misma forma o incluso crecen levemente, como ha ocurrido en los últimos días.

Todo esto se acaba condensando en una consecuencia fatal: el goteo de víctimas se acelera. Ahora, cada día están muriendo entre 50 y 70 personas más que hace un mes. El virus es el mismo, pero han cambiado dos cosas: la incidencia ya no solo recae sobre gente joven y, por tanto, su capacidad de matar también ha aumentado. El 10 de septiembre, Fernando Simón cifró la letalidad del virus en un 0,6%. Esta última semana, el epidemiólogo y portavoz del Gobierno elevó hasta el 0,9% esta tasa.

Las próximas semanas van a ser decisivas para ver cómo se compara todo esto a los terribles meses de marzo y abril. Por un lado, contamos con dos noticias positivas: el uso de mascarillas ralentiza mucho el crecimiento de la curva con respecto a entonces y España cuenta con un número considerable de personas —más del 20% en muchos lugares— inmunizadas de forma natural al haber contraído ya el virus. Pero, por el otro, también hay noticias negativas, como el hastío de la población a la hora de seguir cumpliendo a rajatabla las medidas, la polarización política y, sobre todo, el desgaste de los sanitarios.

Las necesidades provocadas por la pandemia evidenciaron el déficit de médicos y enfermeras en muchas áreas, y esto llevó al Gobierno a aprobar el 29 de septiembre el RDL 29/2020 con medidas urgentes en materia de recursos humanos. La nueva regulación permite contratar a médicos extranjeros para cubrir huecos, ejercer como especialistas a médicos sin especialidad o desplazar a los facultativos a cualquier otro centro o posición dentro de su provincia. Así que un mes más tarde y con la segunda ola en fase expansiva, los médicos han organizado una huelga a nivel nacional para protestar.

"Esto no va bien, los casos siguen aumentando y al final parece que el único número relevante es el de las UCI, todo lo demás va aguantando", explica Vicente Baos, médico de familia que lleva meses denunciando la precaria situación de la Atención Primaria. "Cuando haya que elegir a quién ingresas y a quién no y eso pueda incrementar la mortalidad en grupos que podrían tener alguna opción, parece que hemos llegado a una crisis social, cuando simplemente es el extremo del extremo de la situación, y si no se para mucho antes, llegará tarde o temprano lo que pasó en marzo".

Si esta situación no se para mucho antes, llegará tarde o temprano lo que pasó en marzo

El pasado martes, médicos de todo el país protestaron por una legislación que consideran aberrante. "No entendemos cómo esto ha salido adelante, y la responsabilidad es del Gobierno central, que es quien va a permitir que la Comunidad de Madrid lleve a los médicos de donde les dé la gana al Hospital de Valdebebas", añade Baos.

Pero como suele suceder, esta huelga de médicos no tuvo relevancia real en el sentido clásico de las huelgas. Los servicios mínimos son habitualmente superiores al 90% y quienes participan en la huelga tienen que acabar desplazando sus citas para otro día. Mientras España se despertaba ayer encolerizada por la presencia de casi un centenar de políticos y empresarios en una entrega de premios, los médicos celebraron un acto simbólico de protesta frente a la sede de la Organización Médica Colegial: estaban al aire libre, llevaban bata blanca, mascarilla y distancia de seguridad. La Delegación del Gobierno había limitado el aforo del acto a 20 asistentes.

"Me temo que dada la situación, y con el aforo permitido, no va a ser una imagen muy impactante", me contó Belén Alonso, médica en el Hospital Ramón y Cajal. Lo cierto es que pocos adjetivos definen mejor toda esta situación.

Esta semana, se celebra el congreso anual de la sociedad española de médicos intensivistas, es decir, los profesionales que se encargan de sacar adelante a los pacientes que ingresan en las unidades de cuidados intensivos. Inicialmente, el evento iba a tener lugar en Málaga, pero el resurgir de casos y hospitalizaciones ha echado por tierra todos los planes. "Hemos tenido que condensar el congreso por las tardes para que los intensivistas puedan seguir atendiendo las UCI por las mañanas y por las noches", explican fuentes de la organización.

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