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De EEUU a Filipinas: vuelve el carro de combate ligero con un inesperado 'corazón español'
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De EEUU a Filipinas: vuelve el carro de combate ligero con un inesperado 'corazón español'

La vuelta del carro de combate ligero tiene mucho que ver con el diseño del vehículo de combate infantería español Pizarro, que fuera de nuestras fronteras ha cosechado éxitos en lugares inesperados

Foto: Vehículo Pizarro en misión en Letonia. (EFE)
Vehículo Pizarro en misión en Letonia. (EFE)
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De Estados Unidos a Filipinas, en los últimos años hemos visto a varios ejércitos incorporar un tipo de vehículo que había desaparecido de los arsenales militares después de la Guerra Fría: el carro de combate ligero. Aunque ambos países han rescatado el concepto por razones diferentes y han elegido modelos también diferentes, ambos diseños comparten un 'corazón español'. El chasis es un desarrollo del vehículo de combate infantería Pizarro, cuyo programa de adquisición quedó afectado en España por los recortes presupuestarios, mientras que fuera de nuestras fronteras está cosechando éxitos en lugares inesperados.

En junio de 2022, el Ejército de Estados Unidos anunció el ganador del concurso para dotarse de un carro de combate ligero. Se trató del modelo Griffin II que la empresa General Dynamics había desarrollado a partir del vehículo español Pizarro, diseñado y fabricado por Santa Bárbara Sistemas. El nuevo M10 Booker ha sido el primer diseño de carro de combate ligero en entrar en servicio en el país norteamericano en décadas. Pero lo hizo con una particularidad. El Ejército insiste, vehementemente, en que el M10 Booker no es un carro de combate ligero, sino un vehículo de apoyo de fuego. Rizando el rizo, el programa que dio luz al M10 Brooker se denominó Potencia de Fuego Protegida Móvil.

La diferencia entre un carro de combate ligero y un vehículo de apoyo de fuego es doctrinal. De un carro de combate se espera que avance por el campo de batalla al encuentro del enemigo, fundamentalmente otros carros de combate. El M10 Booker es en cambio un vehículo pensado para acompañar a la infantería y destruir posiciones protegidas y vehículos ligeros.

Durante mucho tiempo fue inimaginable que las Fuerzas Armadas más poderosas del planeta adoptara un vehículo así. Pero los planes del Pentágono para prepararse para las guerras del futuro están poniendo patas arriba muchas ideas heredadas del periodo de misiones de estabilización y campañas de contrainsurgencia que transcurrió entre el fin de la Guerra Fría y la retirada de Afganistán. Y aunque no hemos visto a ningún otro ejército occidental seguir el camino abierto por Washington, el concepto ha encontrado un inesperado apoyo: la realidad de los hechos de la guerra de Ucrania.

El exjefe de las Fuerzas Armadas ucranianas, el general Valerii Zaluzhnyi, afirmó en su sonada entrevista con la publicación británica The Economist en noviembre de 2023 que ya no era posible la maniobra en el campo de batalla por culpa de los drones. Concentrar fuerzas en la retaguardia para lanzarlas contra un punto y lograr la ruptura del frente se hacía inviable ante la omnipresente vigilancia de pequeños drones comerciales de usar y tirar. De hecho, no hemos visto grandes batallas de carros de combate en esta guerra.

Foto: Propuesta de GDELS del VAC en su versión portamortero. El arma es de 120 mm en torre de Escribano. (Juanjo Fernández)

Mientras tanto, los carros de combate se han visto empleados en cantidades reducidas como vehículos de apoyo de fuego. De ahí que ambos bandos no han tenido problemas en emplear modelos de la vieja Guerra Fría, como el T-62 soviético o el Leopard I alemán. Si la prioridad no es enfrentarse a otro carro de combate, los viejos modelos resultan útiles como vehículos de apoyo de fuego acompañando a la infantería.

Otra razón que justifica el empleo de carros de combate ligero son presupuestarias y el entorno geográfico donde van a ser empleados. Es el caso del otro país que ha incorporado un carro de combate ligero recientemente. Filipinas ha adquirido dos tipos de blindados que comparten la misma torre de origen israelí con cañón de 105 milímetros. Uno de los modelos es un carro de combate ligero basado en el chasis del blindado Pizarro. El otro emplea el chasis del vehículo austriaco 8x8 de ruedas Pandur II. Acudir a modelos fabricados en otros países le permitió a la industria israelí atender rápidamente el requerimiento filipino.

El caso de Filipinas es particular. En las batallas contra los grupos militantes aliados del Estado Islámico en el sur del país, el ejército filipino empleó los viejos blindados de transporte de tropas M113 a los que se protegió de forma improvisada con maderas para hostigar a los insurgentes atrincherados en ciudades como Marahui. En ese tipo de escenarios, los carros de combate ligeros filipinos actuarían como vehículos de apoyo de fuego, precisamente la misión para la que fue diseñado el M10 Booker estadounidense.

Un ligero olvido

La división de carros de combate pesados, medios y ligeros se basaba en las características de blindajes, motores y armamento que imponía servidumbres en el diseño. Un carro de combate con mucho blindaje y armamento pesado sería un vehículo torpe y lento. Mientras que para ser ágil y rápido, un carro de combate no debía contar con mucho blindaje. Este dilema saltó por los aires gracias a los avances tecnológicos en blindajes y motores. Los carros de combate se volvieron enormemente blindados y rápidos en comparación con generaciones anteriores. Y ya no hizo falta llegar a compromisos en el diseño. La mayoría entró en una categoría general denominada carro de combate principal (Main Battle Tank, en inglés).

Los carros de combate ligeros desaparecieron de los arsenales de los ejércitos occidentales según entró en servicio la generación de carros de combate del M-1 Abrams y el Leopard 2, poco antes del fin de la Guerra Fría. Sólo unas fuerzas armadas como las estadounidenses, que se pueden permitir desarrollar vehículos para misiones que suponen un nicho especializado, se planteó desarrollar un carro de combate ligero. El ejército de Estados Unidos quería un vehículo blindado para sus unidades de reacción rápida que pudiera ser llevado en avión y lanzado en paracaídas. El vehículo resultante de aquel programa, el M8 Bufford, fue una de las víctimas de los 'dividendos de la paz' tras la Guerra Fría.

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Los planificadores estadounidenses tenían en mente lo sucedido tras la invasión de Kuwait en agosto de 1990. Estados Unidos envió sus unidades ligeras, la 82ª División Aerotransportada y la 101ª División de Asalto Aéreo, para defender a Arabia Saudita. Existía el temor de que Saddam Hussein no se contentara con el emirato kuwaití e invadiera una región rica de petróleo en el noreste de Arabia Saudita. Para frenar tal ataque, los soldados estadounidenses tenían vehículos todoterreno Hummer con misiles anticarro TOW y poco más. Pero aquel escenario no se volvió a reproducir. El mundo entró en una era de guerras posmodernas, con misiones de estabilización en lugares como Haití, Sierra Leona y Bosnia.

Cuando en 1999 las fuerzas mecanizadas estadounidenses desplegadas en Europa se vieron con problemas para llegar a Kosovo por sus problemas para atravesar puentes estrechos y serpenteantes carreteras de montaña, los planificadores estadounidenses decidieron que la nueva generación de blindados debían ser vehículos de ruedas 8x8. Nacieron así las brigadas medias. La influencia del concepto se hace sentir todavía en España. Los planes del Ejército de Tierra son que el Vehículo de Combate de Ruedas 8x8 Dragón sustituya a los vehículos de cadenas M113 en batallones que originalmente iban a ser modernizados con el vehículo de cadenas de Pizarro.

No fue profeta en su tierra

El plan original es que el vehículo de combate de infantería Pizarro formara parte de una familia de blindados con diversas variantes que el Ejército de Tierra iría adquiriendo en sucesivas fases. Cuando la entrega de los vehículos Pizarro estaba en marcha, llegó la crisis financiera de 2008. El hachazo presupuestario que sufrieron las Fuerzas Armadas españolas fue tremendo. Tres años después del estallido de la crisis, el jefe del Estado Mayor del Ejército ordenó la paralización de la mitad de la flota de carros de combate Leopard 2.

Los planes de compra se vieron alterados. Se redujeron el número de vehículos a comprar y se retrasaron los plazos. Las consecuencias de aquella crisis aún se sienten en el Ejército de Tierra. En 2019, la estrella de la primera edición de la feria de la industria de defensa española Feindef fue el prototipo de la variante para zapadores del vehículo Pizarro, el Castor. El programa Pizarro, con retraso, se volvía a poner en marcha.

La historia del Pizarro podría haber quedado como otro episodio de los planes militares españoles y su decepcionante puesta en práctica. Pero el primer giro de la historia llegó cuando la empresa de defensa estadounidense General Dynamics se lanzó a principios del siglo XXI a comprar empresas europeas, una detrás de otra. Santa Bárbara Sistemas y la división de vehículos militares Steyr-Daimler-Puch pasaron a formar parte de la nueva General Dynamics Land Systems Europe (GDLSE).

Las empresas responsables del proyecto ASCOD habían quedado reunidas bajo un mismo paraguas empresarial. Y mientras el programa Pizarro del Ejército de Tierra quedaba congelado, GDLSE le daba una nueva vida al diseño para presentarlo al concurso del Ejército británico para un nuevo vehículo de exploración, el Ajax. El diseño basado en el Pizarro fue el ganador. Aquel trabajo de GDLSE para convertir el Pizarro en el Ajax sirvió luego para crear el chasis del carro de combate ligero que ganó el programa del ejército estadounidense

El recorrido comercial del vehículo Pizarro, modificado para competir con éxito en Estados Unidos y Reino Unido, es toda una prueba del potencial de la industria española cuando el producto es acompañado por los esfuerzos necesarios en los campos ajenos a lo meramente industrial. Así hemos terminado viendo como los esfuerzos comerciales de empresas de Israel han terminado creando carga de trabajo para una factoría española. Pero, sin duda, ver que un diseño que nació en España tiene una nueva vida en los ejércitos estadounidenses y británicos debería servir tanto para quitar algunos complejos sobre la etiqueta Made in Spain como para elevar los niveles de exigencia que la industria y las Fuerzas Armadas españolas manejan.

De Estados Unidos a Filipinas, en los últimos años hemos visto a varios ejércitos incorporar un tipo de vehículo que había desaparecido de los arsenales militares después de la Guerra Fría: el carro de combate ligero. Aunque ambos países han rescatado el concepto por razones diferentes y han elegido modelos también diferentes, ambos diseños comparten un 'corazón español'. El chasis es un desarrollo del vehículo de combate infantería Pizarro, cuyo programa de adquisición quedó afectado en España por los recortes presupuestarios, mientras que fuera de nuestras fronteras está cosechando éxitos en lugares inesperados.

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