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Tres de los canales más vistos en YouTube son de niños rusos rubios. No es coincidencia
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MÁS INFLUYENTES QUE MICKEY MOUSE

Tres de los canales más vistos en YouTube son de niños rusos rubios. No es coincidencia

Este rocambolesco imperio familiar suma la desorbitada cifra de 300 millones de seguidores. Un número abismal, incluso comparado con superestrellas como Taylor Swift, MrBeast o Ibai

Foto: Captura de pantalla del canal de YouTube 'Vlad y Niki'.
Captura de pantalla del canal de YouTube 'Vlad y Niki'.

Vlad y Niki, dos niños de unos siete años, saltan sonrientes en una colchoneta hinchable. A unos metros se encuentran sus padres, filmándoles y captando todo lo que sucede. Más tarde, la escena se traslada a una bañera, donde los niños limpian a su pequeño caniche. Los padres, inmóviles, siguen grabando todo. Y para concluir, el set de esta peculiar familia se traslada al cuarto de los juguetes, donde Vlad y Nikki montan un castillo de Lego gigante. Ahora imagina que por hacer esto estuvieras ganando 1.200 euros cada hora que pasa. Pues es lo que está sucediendo aquí.

La de Vlad y Niki no es una familia cualquiera, controlan uno de los diez canales de YouTube más vistos en el mundo. Sorprende aún más cuando descubrimos que en el top 10 también hay otras dos familias con niños rusos y ucranianos que están haciendo exactamente lo mismo (Kids Diana Show y Like Nastya). Los tres canales suman la desorbitada cifra de 300 millones de seguidores en la plataforma de Google. Un número abismal, incluso comparado con superestrellas de internet como Taylor Swift, MrBeast o el español Ibai.

¿Por qué muchos de los canales más vistos de toda la plataforma son de niños rusos y ucranianos rubios jugando con juguetes? Este misterio tiene una explicación.

En realidad, estos canales pertenecen a sus padres, que han pasado de vivir en barrios pobres de Kiev o Krasnodar a las zonas más exclusivas de Miami y Dubái. En la mayoría de vídeos se puede ver cómo sus hijos juegan y disfrutan de una vida opulenta en mansiones con todo tipo de juguetes a su alcance. Forman parte de lo que hoy en día es una tendencia incipiente de creación de contenido: los kidfluencers.

Foto: Musical.ly es una de las redes sociales más utilizadas por los jóvenes.

“Son varios los motivos que explican el éxito de los canales protagonizados por niños. Por un lado, se asemejan mucho al formato reality show de la televisión que, desde su boom en los 2000, no ha parado de crecer, lo cual deja claro que a la gente le gusta ver cómo una persona actúa en situaciones no guionizadas (al menos, no del todo). Por otro lado, los niños triunfan por su espontaneidad. Si nos fijamos, la mayoría de los programas más exitosos de la tele han lanzado su versión infantil: Masterchef Junior, La Voz Kids, Tu Cara Me Suena Mini...”, explica a El Confidencial Cristina Aliseda, responsable de campañas de influencers en la empresa NowInfu.

placeholder Capturas de pantalla de vídeos de los canales de YouTube Kids Diana Show, Like Nastya y Vlad and Niki
Capturas de pantalla de vídeos de los canales de YouTube Kids Diana Show, Like Nastya y Vlad and Niki

Hace unos años estas familias se hicieron amigas. De hecho, organizaron una fiesta de cumpleaños en un yate de 30 metros en Miami para celebrar un cumpleaños. Ahora están envueltos en una rivalidad por ver quién lidera la plataforma. "Estos niños que vinieron de la nada ya tienen más influencia que Mickey Mouse", decía un responsable de estrategias digitales de YouTube cuando estos canales comenzaron a dispararse. Ver los quehaceres diarios de una familia rica y occidental se ha convertido en un modelo de éxito en estas plataformas. “Si evaluamos el perfil de sus audiencias, vemos que la mayoría son mujeres de unos 25-40 años que tienen hijos y que conectan fácilmente con el día a día de estas familias de influencers”, añade Aliseda.

El fenómeno no es algo nuevo. En España, cada vez hay más canales familiares e infantiles de este tipo, sin embargo, se han quedado muy lejos de las cifras en las que se mueven estas familias rusas y ucranianas. Algunos ejemplos son Verdeliss, Familia Carameluchi, La Familia Coquetes o la superestrella más reciente Chiqui Ibai. El contenido también es muy diferente: mientras los nuestros se muestran naturales y campechanos, aquellos representan situaciones exageradas y artificiales.

Una mina de oro familiar

Pero lo que aquí importa es que el dinero entra por todos lados en las estructuras económicas que estos rocambolescos imperios familiares han afianzado. Los fabricantes de juguetes pagan a las jóvenes celebrities para que usen y muestren sus productos, cifras que en estos casos alcanzan los más de 300.000 dólares por acuerdo. También tienen contratos con grandes empresas estadounidenses como Walmart o Target, que han creado varias figuritas de los niños. La empresa china Zuru Toys incluso ha producido toda una línea especializada de juguetes Vlad y Niki tras asociarse con la familia en 2020.

Las plataformas de streaming tampoco han tardado en subirse al carro. Netflix está buscando crear una serie original con una de las familias y HBO Max se ha gastado siete cifras en licenciar contenido de Vlad y Niki para su servicio mientras estudia crear una serie animada. “La fuente principal de financiación es la publicidad. Esto supone grandes ganancias para las dos partes implicadas. Por un lado, los influencers generan dinero estando presentes en las redes sociales y, por otro lado, las empresas pueden anunciarse y llegar a una audiencia mucho mayor”, apunta Aliseda.

Foto: Ibai y The Grefg, en los Esland de 2023. (Esland)
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Pero esto no siempre fue así. Cada uno de los tres canales tiene orígenes muy humildes. Los padres de Vlad y Niki empezaron a hacer vídeos desde su casa en Moscú. El padre, Sergey Vashketov, trabajaba en una fábrica de alimentos y la madre, Victoria, era exgimnasta. Los primeros videos, que sólo están disponibles en ruso (los nuevos están traducidos y doblados en 20 idiomas), muestran a Vlad y Niki bebiendo Coca-Cola y comiendo M&M’s o jugando en un parque del barrio. Están filmados con un móvil y tienen una calidad mediocre.

De la misma manera, los primeros pinitos de los padres de Nastya, cuyo nombre completo es Anastasia Radzinskaya, también tuvieron lugar en un barrio de clase baja de Krasnodar, Rusia. Sus padres dicen que comenzaron a publicar videos de su hija en YouTube después de que un médico le diagnosticara falsamente parálisis cerebral. También muestran a la pequeña jugando con Lego o abriendo huevos Kinder.

"Estos niños que vinieron de la nada ya tienen más influencia que Mickey Mouse"

Y lo mismo para los padres de Diana, Olena y Volodymyr Kidisyuk, quienes también emprendieron su proyecto desde su casa en Kiev, Ucrania, como una forma de compartir vídeos caseros con sus familiares. Grababan a su hija y su hermano mayor, Roma, jugando con figuras de Peppa Pig. Pronto descubrirían que podían ganar millones de esta forma. En 2016, su canal ya contaba con un millón de suscriptores y decidieron renunciar a sus trabajos para dedicarse exclusivamente a YouTube. En 2018, comenzaron a subtitular sus videos y pasaron de 10 a 15 millones de suscriptores.

Con el tiempo, al igual que las otras dos familias, se mudaron de Ucrania a Dubái y a Tailandia para acabar viviendo en Miami unos años más tarde. Según el rastreador SocialBlade, los Kidisyuk podrían ganar hasta 78 millones al año. Dinero que, según los padres, han reservado para sus hijos “para que puedan ir a buenas universidades y dispongan de bienes raíces”.

Foto: Imagen: Irene Gamella.

Si bien las tres familias comenzaron filmando y editando todos sus videos de forma casera ("Se puede crear una franquicia global sin un estudio importante", llegó a decir uno de los padres), desde hace unos años cuentan con equipos profesionales que trabajan entre bastidores, incluidos buscadores de localizaciones, técnicos de cámara e iluminación y producción.

¿Explotación infantil? Las cuestiones legales

El éxito de estas tres familias en internet llega en un momento en el que cada vez existe más preocupación por la falta de protección legal para los niños en internet. Que los menores sean los protagonistas ha levantado cierto debate sobre cuánta autonomía tiene un niño en estas situaciones. De hecho, algunos exniños youtubers, que ahora son adultos, se han quejado de haber sido filmados durante toda su infancia sin haber dado su consentimiento y que eso permanezca en internet para siempre.

Se han quejado de haber sido filmados durante toda su infancia

“Es un tema muy delicado. Hay personas que desde pequeñas han estado en el ojo público y han sabido manejarlo bien e, incluso, muchas lo han aprovechado para sus carreras profesionales, como Kendall y Kylie Jenner, que tenían 11 y 7 años cuando comenzaron las emisiones del famoso reality Keeping Up With The Kardashians. Por desgracia, otros han sufrido las consecuencias negativas que conlleva ser una persona muy mediática desde tan corta edad”, señala Aliseda.

Luego está la cuestión de si esto se considera explotación infantil. En enero, el estado de Washington, en EEUU, introdujo una ley para garantizar que los padres reserven un mínimo del 15% de las ganancias de sus hijos. Pero estas normas no siempre se extienden a las redes sociales, debido a que ser influencer aún no se considera un trabajo en muchos países. Además, es especialmente difícil de regular, ya que la mayor parte del trabajo se realiza dentro del hogar y de forma privada.

Foto: Anabel Ávila, conocida en internet como 'Abuela Vengadora'.

A principios de este año, el Comité Digital, Cultura y Medios del Reino Unido también publicó un informe que indicaba que muchos creadores de contenido infantil están "siendo utilizados por padres y familiares como fuente de ingresos, afectando su privacidad y creando riesgos de seguridad". El tema se vuelve más problemático porque ellos aún no tienen las nociones para decidir por sí mismos.

“Antes de lanzarse a la aventura de crear contenido en el que aparezcan sus hijos, es recomendable que los padres traten el tema con especialistas en derecho infantil y con psicólogos que velen por el correcto desarrollo de los niños que se exponen a estas situaciones. Tienen que contar siempre con la protección y la representación de sus padres o tutores, y con el apoyo de expertos que les ayuden a gestionar este tema de la mejor manera posible”, concluye la experta.

No siempre sucede. Si bien jugar con muñecos de Spider-Man o saltar en piscinas de bolas está muy lejos de trabajar en una fábrica textil, las leyes laborales que regulan los salarios y los horarios aún no están presentes en el mundo de los kidfluencers. Según una encuesta de The Motherhood, una agencia de marketing e influencers, el 53% de los padres no reservan parte de los ingresos cuando incluyen a sus hijos en el contenido. Y claro, eso es un problema enorme.

Vlad y Niki, dos niños de unos siete años, saltan sonrientes en una colchoneta hinchable. A unos metros se encuentran sus padres, filmándoles y captando todo lo que sucede. Más tarde, la escena se traslada a una bañera, donde los niños limpian a su pequeño caniche. Los padres, inmóviles, siguen grabando todo. Y para concluir, el set de esta peculiar familia se traslada al cuarto de los juguetes, donde Vlad y Nikki montan un castillo de Lego gigante. Ahora imagina que por hacer esto estuvieras ganando 1.200 euros cada hora que pasa. Pues es lo que está sucediendo aquí.

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