Todos contra el 'gadget' más vendido de Xiaomi: lo mejor y lo peor de comprarlo

Soy de las que prefiere los relojes inteligentes a los monitores de actividad. Me parecen más completos y, por qué no decirlo, siento que visten más. Pero también soy consciente de que mucha gente piensa todo lo contrario: huyen de tanta parafernalia y precisamente lo que quieren es que no se note que lo llevan puesto. Por no hablar del precio: por lo general, la inversión que tienes que hacer en una pulsera es mucho menor.

Para ese tipo de público la pulsera es, por tanto, perfecta. Un dispositivo liviano, discreto y que reúne los sensores justos y necesarios para estar al día de cómo nos movemos y encontramos. Y encima con un precio asequible y manejable para todos los bolsillos.

Esto ha hecho precisamente que su popularidad sea bastante grande. Los monitores están en las muñecas de muchas personas, son un regalo con el que siempre se acierta y cada vez ofrecen más posibilidades de análisis para un registro más completo de nuestro día a día.

Si todas estas razones son las que te estaban haciendo pensar en comprar una, ahora es, sin duda, un buen momento.

Xiaomi Band 8

Hace unos años Xiaomi decidió llevar el concepto de bajo coste a un monitor de actividad y el resto es ya historia. Las Mi Band (inserte aquí el número de generación que corresponda) son las reinas indiscutibles año tras año y aunque con el paso del tiempo han ido subiendo su coste descaradamente, continúan ofreciendo un balance perfecto entre rendimiento/precio.

Tal es así que suele ser la primera opción de muchos y posiblemente la pulsera que veas más veces en las muñecas de la gente. La firma asiática se ha ganado a pulso su merecida fama y aún no tiene quien le tosa.

¿Qué me ha gustado?

La Mi Band siempre ha ofrecido buenos resultados en sus registros y esta generación, la Band 8, no es una excepción. Hace un buen seguimiento del ritmo cardíaco, del sueño (sin ser demasiado extenso), del oxígeno en sangre y hasta permite llevar el registro del ciclo menstrual (todo un detalle —léase con retintín— que las marcas se hayan puesto las pilas con esto). Su pantalla además es una delicia de mirar. Son 1,62 pulgadas de panel Amoled que se ve muy bien en exteriores y cuya respuesta al toque es rápida y efectiva. Es imposible ponerle pegas. En cuanto a la autonomía, es otro de sus puntos fuertes, con una duración que te va a costar un par de semanas tumbar en condiciones normales.

¿Qué no me ha gustado?

“Cría fama y échate a dormir”, que diría el refrán. Y en cierta manera creo que Xiaomi se está pegando una buena siesta con este producto. Me explico: vamos por la octava generación de la pulsera y siento que los avances han sido tan pequeños que cada vez la sensación de déjà vu es más acusada. Tampoco me ha gustado que a pesar de ser ligeramente más delgada que su antecesora (la Mi Band 7) sea el doble de pesada. Lo sé, estamos hablando de cantidades ridículas —27 gramos en este caso—, pero se notan.

Fitbit Charge 6

Recuerdo que cuando Fitbit llegó a nuestras vidas, su marca fue toda una revolución. Se respiraban aires nuevos procedentes de esta firma de California que traía consigo nuevas propuestas en formato pulsera y una comunidad de usuarios con un componente social que gustaba mucho el público. Tras ello sufrió un sonoro desplome para después ser comprada por Google.

Actualmente, cuenta con un catálogo interesante, aunque está lejos de la popularidad de antes por la simple y cruel ley del mercado: la competencia es tan grande y voraz, que a muchos les cuesta apostar por algo que se sale un poco de tiesto a nivel de presupuesto.

¿Qué me ha gustado?

Confieso que hacía tiempo que no probaba una pulsera de Fitbit y la sorpresa ha sido bastante positiva. Me ha gustado mucho su interfaz (visualmente es atractiva al tiempo que intuitiva), la pantalla se ve genial y tiene un botón lateral (con retroalimentación mediante vibración) al que hay que pillarle el truco para pulsar a la primera, pero que, una vez lo haces, es cómodo de usar. El trabajo que hace a nivel de medición de diferentes tipos de parámetros también me ha gustado mucho, así como la manera de mostrar la información en la app móvil, especialmente la relativa al sueño. Es posiblemente de mis cosas favoritas de esta pulsera que ahora casi parece un reloj, gracias a la integración con apps de Google como Wallet o Maps.

¿Qué no me ha gustado?

La caja me resulta a veces algo gruesa, aunque es cierto que de no serlo, sería más fastidioso pulsar el botón lateral. En cuanto a los mencionados registros, debes saber que la manera de aprovecharlos al máximo es apuntándote a su plan de suscripción, lo que conlleva un coste de 8,99 euros al mes (los seis primeros están incluidos). Con ella puedes incluso acceder a entrenamientos en vídeo, recetas y resúmenes, por ejemplo, de tu perfil de sueño, pero a cambio de un coste que no muchos estarán dispuestos a pagar.

Huawei Band 8

Lanzada en nuestro mercado a mediados de este mismo año, la Band 8 es el nuevo intento de Huawei de apostar por el concepto de pulsera de actividad pero con cierto aire a reloj. De esta forma, lo que nos encontramos como más destacado es una pantalla más grande lo habitual, algo que probablemente atraiga a los que gusten de tener un panel más amplio para visualizar cómodamente el contenido.

Su línea es continuista respecto a su generación anterior —nada que me sorprenda—, pero si el concepto tiene su público, ¿para qué cambiarlo?

¿Qué me ha gustado?

No seré yo quien vaya a contracorriente con su pantalla: el hecho de contar con un panel Amoled de 1,47 pulgadas resulta tremendamente cómodo. Es una realidad aplastante. No se nota prácticamente que la llevas puesta gracias a lo increíblemente ligera que es y en cuanto a su interfaz, es clara, sencilla y rápida de entender, con toda la información que necesitas y esperas de un equipo así. La plataforma se acompaña de una app para el teléfono que, si bien no llega al nivel de usabilidad de la de Xiaomi, por ejemplo, es fácil de manejar para consultar todos los registros de manera cómoda.

¿Qué no me ha gustado?

Te va a parecer de locos, pero lo que más me ha molestado es la pulsera en sí, cuyo aspecto parece casi de juguete. Sé que es porque se trata de fluoroelastómero, un material aparentemente bastante duradero a la vez que ligero, pero la sensación de que llevo algo de poca solidez es inevitable. Por suerte, el problema tiene fácil arreglo ya que las correas se pueden sustituir (de manera muy sencilla y rápida además, gracias al sistema que tiene).

Honor Band 7

La que fue hermana pequeña de Huawei —sé que este parentesco está ya muy manido, pero quizás te ayude mejor a situarte a pesar de que llevan varios años actuando de manera independiente— también lleva tiempo trabajando en sus propias pulseras de actividad, buscando así hacerse un hueco en un mercado en el que sigue existiendo margen para salir exitoso.

Con la Band 7 encontramos que toma muchas (muchísimas) de las cosas buenas de la propuesta de Huawei (se nota que comparten ADN) reduciendo algo más sus costes, logrando de esta forma algo que, sobre todo, destaque por una etiqueta reducida.

¿Qué me ha gustado?

La Honor Band 7 se parece tanto a la Band 8 que las impresiones tanto para bien como para mal son muy parecidas. De nuevo aquí se repite ese formato de caja cuadrada y amplia (el panel vuelve a ser un Amoled de 1,47”), más cercano al reloj que al monitor de actividad propiamente dicho, por lo que la visualización de datos y manejo táctil son muy cómodos.

La ligereza es otra de sus grandes virtudes, dado que el planteamiento de diseño es el mismo (aunque su correa de silicona se siente ligeramente más “robusta” que la de la Band 8) y su interfaz es prácticamente calcada, con cambios en algunos iconos y la ausencia de alguna función menor.

¿Qué no me ha gustado?

He observado que la respuesta de pantalla a los toques no es tan rápida y precisa como me gustaría (a veces parece que cuesta un poco deslizarse entre los menús), algo que posiblemente me haya resultado más evidente por tener a la prima-hermana al lado de comparación.

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