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Estas empresas 'crearon' lo necesario para el teletrabajo. Ahora hasta ellas lo aborrecen
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Otra temporada del culebrón 'Vuelta a la ofi'

Estas empresas 'crearon' lo necesario para el teletrabajo. Ahora hasta ellas lo aborrecen

Google, Amazon, Salesforce o Apple no dejan de subir de tono su discurso contra el trabajo 100% remoto. Tras años de barra libre de trabajo a distancia, quieren volver a llenar sus oficinas y no les está resultando fácil

Foto: Interior de Bay View, el último megacampus de Google. (EFE/EPA/John G. Mabanglo)
Interior de Bay View, el último megacampus de Google. (EFE/EPA/John G. Mabanglo)
Las claves
placeholder Meta ha creado este mueble para sus empleados y dice mucho del problema de volver a la oficina
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A estas alturas de 2023, para una gran mayoría la pandemia se presenta como algo muy lejano. El imaginario popular se ha empeñado en enterrar en lo más profundo ese recuerdo y difuminarlo, pero hay ciertas cosas y debates que parecen haberse cerrado en falso. El teletrabajo es uno de ellos. La proclama fue clara al principio: sacar el tajo adelante desde donde uno quisiera era algo que había llegado para quedarse. Pero, cuando la vieja normalidad fue ganando terreno a la nueva normalidad, esta declaración de intenciones fue perdiendo fuelle y cediendo terreno a palabras como flexibilidad o modelo híbrido.

Hay un grupo de compañías al que todo se les ha hecho bola y cada dos por tres están teniendo roces con su plantilla por este asunto, un incendio que no terminan de sofocar del todo. Se trata de las grandes tecnológicas. Google, Amazon, Apple, Salesforce… Son solo algunos de los nombres que no consiguen dar en la tecla para volver a llenar sus oficinas. Hace tres años, decretaron por obligación la barra libre de trabajo remoto. Ahora están intentando desandar parte de ese camino y no está siendo nada sencillo por la resistencia de parte de sus trabajadores.

Foto: Sundar Pichai, máximo responsable de Google y Alphabet. (Foto: Getty / David Paul Morris)

Lo paradójico de todo es que estas empresas fueron fundamentales en el momento en el que millones de personas tuvieron que seguir trabajando o estudiando desde casa y no en la oficina o en la universidad gracias a infinidad de softwares y de aplicaciones de todo tipo. ¿Alguien se imagina irse ahora con un pendrive al ordenador de un compañero cuando puede utilizar soluciones como Drive? Google hace años que puso en circulación una enorme suite de aplicaciones de ofimática que permiten no solo tener documentos y presentaciones en todas partes al mismo tiempo, sino también editarlas en grupo. Tres cuartas partes de lo mismo con Microsoft. Por no hablar de las aplicaciones de mensajería o videollamadas como WhatsApp, Slack, Team, Skype, Messenger, Meet o FaceTime, tan integradas en nuestro día a día laboral.

placeholder Vision Pro, de Apple. (Apple)
Vision Pro, de Apple. (Apple)

Incluso las promesas más futuristas como el metaverso de Meta o la computación espacial de Apple apuntan por el mismo camino. En la presentación de las Vision Pro el pasado mes de junio, los de Cupertino hicieron mucho hincapié en cómo su nuevo dispositivo podía llevar a una nueva dimensión las videollamadas, permitiendo avatares flotando en una habitación y un enorme lienzo en tres dimensiones donde ir explicando tu presentación. Por eso, porque han ganado una montaña de dinero vendiendo estas soluciones y defendiendo las bondades del trabajo remoto, sorprende tanto verlos forzando la vuelta parcial a la presencialidad.

De la seducción...

Llevan meses intentando seducir a los curritos para que volviesen físicamente al lugar de trabajo. Hay multitud de ejemplos que ilustran a la perfección estos esfuerzos. Meta diseñó un mueble modular para reducir el ruido de la oficina y que los empleados que necesitasen un ambiente más relajado pudiesen aislarse parcialmente.

Otros han llevado a cabo una suerte de chantaje emocional. La dirección de Salesforce activó recientemente una acción en la que prometía donar 10 dólares al día a diversas ONG por cada empleado que acudiese en persona a su puesto de trabajo. Un caso bastante simbólico de los esfuerzos por adaptar el lugar de trabajo a los nuevos tiempos es el de Google y su Bay View Campus. Se trata de un enorme complejo en California, cerca de su sede de Mountain View, y es el primero que la multinacional construye completamente desde cero.

placeholder Interior de Google Bay View Campus. (EFE)
Interior de Google Bay View Campus. (EFE)

Se inauguró a mediados de 2022 entre una enorme expectación. Este periódico, junto a otros medios europeos, tuvo la ocasión de visitar el complejo el pasado mes de mayo durante la celebración del I/O. El edificio destaca entre otras muchas cosas por su tejado, similar al de una carpa de circo, recubierto de escamas solares para aprovechar y cubrir gran parte de sus necesidades eléctricas con energía solar.

El interior cumple con todos los tópicos del modelo cuqui de oficina que los creadores del buscador más famoso del mundo popularizaron y exportaron a medio mundo. Los pasillos son coloridos y repletos de obras de arte urbano, hay letreros por todas partes que tratan de dar la sensación de que estás dentro de una miniciudad, hay vegetación por todas partes, así como enormes ventanales que hacen que la única luz necesaria sea la que viene del exterior.

El campus de Google es la máxima expresión del intento de adaptarse al trabajo híbrido

En la parte inferior hay un enorme centro de entretenimiento y fitness. En el exterior, carriles bici, amplios paseos por donde dar una caminata con vistas al mar o zonas donde observar la fauna local o hacer deporte al aire libre. Las zonas de trabajo son una oda al modelo híbrido. Mesas compartidas en espacios que te permiten estar conectado con todos tus compañeros de proyecto, independientemente de si sois un grupo de cinco, 10 o 30 empleados. Pero esos mismos espacios comunes se convierten en un abrir y cerrar en un espacio más privado. Si se necesita todavía más tranquilidad, plazas llenas de sofás y camas, algunas envueltas en cápsulas, para tener un ambiente más privado y concentrarte mejor.

placeholder Exterior del Google Bay View Campus. (EFE)
Exterior del Google Bay View Campus. (EFE)

Todo se ve estupendamente. El problema es que, a la hora de la verdad, todo esto no ha sido suficiente para convencer a los empleados para que vuelvan en masa. La dirección ha decidido endurecer la campaña contra el teletrabajo. “No hay sustituto para reunirse en persona. Trabajar juntos en la misma sala marca una diferencia positiva”. Ese mensaje era parte del correo electrónico que hace unos días envió la responsable de personal de la compañía a sus empleados, en el que se invitaba e instaba a los trabajadores a optar por un modelo de dos días en remoto y tres presenciales.

... a la mano dura

La cuestión es que todo aquello dejó de parecer opcional en cuanto la directiva aseguró que la asistencia sería tenida en cuenta para las evaluaciones periódicas de desempeño. “Hay que tener varias cosas en cuenta. La primera es que venimos de una época de recortes, y los trabajadores no tienen tanta fuerza para negociar como hace dos o tres años, cuando había una guerra brutal por el talento en la industria. No van a recuperar el cien por cien de presencialidad, pero van a internar que trabajen más días en la oficina que en casa”, comenta un trabajador de una multinacional tecnológica, que prefiere preservar su anonimato.

Las tecnológicas siempre han tenido cierta querencia por la presencialidad. Esto de los gimnasios, los masajes, las guarderías, el desayuno, la comida o la cena gratis eran una forma de incentivar de que la plantilla gastase tiempo en la oficina. Pasar el día ahí era fácil. Lo que pasa que la pandemia fue un cambio de reglas brutal”, añade. "Este debate afecta más a las tecnológicas que a otros sectores porque su actividad y negocio son mucho más propicios para el trabajo remoto, pero también requiere innovación y colaboración constante. Por eso los trabajadores de esta industria suelen tener mayores expectativas y demandas para su entorno de trabajo que otros", opinaba Gleb Tsipursky, CEO de la consultora Disaster Avoidance Experts, que trabaja para varias empresas del Fortune 500, en conversación con este periódico.

"Esto de los gimnasios, los masajes, las guarderías, la comida gratis eran una forma de incentivar el pasar tiempo en la oficina"

Google no es la única que ha pasado de la seducción a la mano dura. Apple ha dado mucho que hablar en los últimos meses. Hace un año, anunció una vuelta progresiva a la oficina, con un plan que incluía dos días obligatorios (martes y jueves) y un tercero escogido por cada responsable de equipo. Aquello escoció en parte de la plantilla, que se agrupó bajo el nombre Apple Together para defender los resultados que se habían logrado en un modelo remoto y rechazaron aquellas exigencias y obligaciones, reclamando más libertad de elección.

El pulso se ha mantenido soterrado hasta la pasada primavera, cuando los de Cupertino amenazaron con sancionar a los que no cumpliesen con la cuota de presencialidad impuesta. Con Amazon pasa tres cuartas partes de lo mismo. La diferencia es que sus trabajadores llegaron a manifestarse frente a la sede de la compañía en Seattle el pasado mes de mayo. La queja, básicamente, era muy similar. Querían mantener la libertad que había en cada equipo para organizar los turnos, que la empresa había cambiado por una fórmula de tres días calentando silla en la oficina y los otros dos, si se quería, desde casa.

placeholder Detalle de la sede de Apple en Cupertino. (Apple)
Detalle de la sede de Apple en Cupertino. (Apple)

Hace unos días trascendió que Amazon incluso estaba invitando a empleados a mudarse a zonas cercanas a sus sedes. La cuestión es que muchos se habían marchado a otras ciudades cuando esta y otras empresas abrazaron el trabajo remoto. Según han informado varios medios, la empresa ha dado un ultimátum salvo contadas excepciones. O se acepta el traslado o se presenta una renuncia voluntaria. La última filtración es que la directora de Recursos Humanos de la multinacional ha rechazado recapacitar su postura, a pesar de un manifiesto que ha sido firmado por miles de los trabajadores.

Las reflexiones en torno a la oficina

Mientras se acumulan estos desencuentros, también han aumentado los mensajes que ponen en solfa el rendimiento de los trabajadores remotos. El último viene de Marc Benioff, gerifalte de Salesforce. En un audio revelado por varios medios de comunicación, se le podía escuchar asegurando que la caída de rendimiento era achacable a los perfiles a distancia, que eran menos productivos. Ponía especial acento en el caso de los trabajadores más jóvenes. El ejecutivo lamentaba que no estaban “construyendo las mismas relaciones” ni adquiriendo las competencias de la misma forma “que cuando estaban sentados en la silla de la oficina”.

Sorprende escuchar estupor parte del directivo de una empresa que en plena pandemia sacaba pecho por haber contratado a más de 30.000 trabajadores de forma remota. Mark Zuckerberg, que también está apostando por una vía híbrida en Meta (aunque todavía no parece haber endurecido el tono como otras compañías), también apuntó en esta misma dirección en marzo, cuando anunció su segunda gran ronda de despidos. Apuntó que los ingenieros que trabajan in situ eran más productivos que los que no lo hacían, y también subrayaba la importancia de las conexiones que construye el personal en el espacio de trabajo. “Aquí, en muchos casos, lo que se está produciendo es un choque cultural entre los distintos estratos de las empresas”, explica un trabajador de otra tecnológica que prefiere mantener su identidad también oculta.

placeholder Manifestación de los trabajadores de Amazon por la vuelta a la oficina el pasado mes de mayo. (Reuters)
Manifestación de los trabajadores de Amazon por la vuelta a la oficina el pasado mes de mayo. (Reuters)

“Es cierto que la comunicación o la formación, a distancia, a veces no es tan fluida como cuando se comparte un escritorio o se está en la misma planta. Pero aquí el problema no es tanto del propio teletrabajo, sino de que no se han adaptado ciertos procesos o flujos de trabajo a esta situación, y eso genera ciertas lagunas”, explica, a la vez que cree que lo más probable es que la fórmula que “probablemente se quede por ahora” sea la de dos o tres días en la oficina y el resto, “a voluntad”.

También hay voces críticas por la fórmula mayoritaria por la que está apostando la industria. Una de ellas la de Annie Dean, experta en organización del trabajo y exvicepresidenta de trabajo remoto en Meta. Ella no cree que la fórmula híbrida sea el futuro. En una larga entrevista con Fortune, esta directiva aseguraba que imponer una serie de horas mínimas en la oficina desactiva tanto “beneficios” de la presencialidad como del teletrabajo. Entre otras cosas, menciona que los trabajadores con este modelo no pueden escoger zonas donde paguen menos alquiler o donde el coste de vida sea menor. Un problema, por cierto, que adolecen algunos polos tecnológicos como la Bahía de San Francisco o Silicon Valley y que empujó a muchos a moverse a otras ciudades aprovechando la ventana de oportunidad que les brindó la pandemia. Ahora, lo que se les pide, básicamente, es volver al status quo anterior.

Foto: Foto: Getty Images/Sean Gallup.

“Tienen una falsa ilusión de libertad de elección”, defiende Dean, que señala que, más allá de las supuestas mejoras en el rendimiento, estos movimientos también obedecen a que las empresas quieren amortizar las enormes inversiones que hacen en equipos e instalaciones. Algunos directivos han reconocido abiertamente este extremo. "Tenemos inmuebles caros y solo los utilizamos el 30% del tiempo, debemos prestar atención a cómo los gestionamos", afirmó Sundar Pichai, CEO de Google, en un encuentro con otros directivos en el que defendió la política de mesas compartidas que ha levantado ampollas y burlas en algunos departamentos.

Este debate se ha centrado en las grandes tecnológicas, pero también ha dado el salto a ciertas startups y empresas de menor dimensión. Y la prueba de ello la tenemos en España. Óscar Pierre, fundador de Glovo, afirmó hace unos días que se ha vuelto hater del actual modelo híbrido, porque genera poco engagement con la oficina, ahora convertida en un lugar lleno de sitios rotatorios. La empresa de reparto de comida a domicilio incrementará la presencialidad de dos a tres días a partir de septiembre y sin capacidad de elección. Todos los mismos días. Algo que los ha obligado, tal y como contó en el pódcast Itnig, a hacer obras. También admitió que la decisión ha generado ruido entre la plantilla, y que entre un 5 y un 10% están descontentos con el cambio, algo que ha conllevado cierta pérdida de talento.

Nosotros tenemos que andar con más tiento que una empresa grande. Ellos han recuperado algo de poder de negociación con los ajustes. Pero nosotros seguimos en una situación complicada y tenemos que seguir jugando con este tipo de beneficios”, comenta el responsable de una fintech asentada en España. “Jugamos en otra liga”.

A estas alturas de 2023, para una gran mayoría la pandemia se presenta como algo muy lejano. El imaginario popular se ha empeñado en enterrar en lo más profundo ese recuerdo y difuminarlo, pero hay ciertas cosas y debates que parecen haberse cerrado en falso. El teletrabajo es uno de ellos. La proclama fue clara al principio: sacar el tajo adelante desde donde uno quisiera era algo que había llegado para quedarse. Pero, cuando la vieja normalidad fue ganando terreno a la nueva normalidad, esta declaración de intenciones fue perdiendo fuelle y cediendo terreno a palabras como flexibilidad o modelo híbrido.

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