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Queda Zuckerberg para rato: así ha logrado Facebook que se olviden de su mayor crisis
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LA METAVUELTA A LA TORTILLA

Queda Zuckerberg para rato: así ha logrado Facebook que se olviden de su mayor crisis

La compañía sube 141% en bolsa en los últimos seis meses y excede las expectativas de los inversores. No ha renunciado al metaverso, simplemente lo ha colocado donde siempre debió estar

Foto: Mark Zuckerberg, en una imagen de archivo. (EFE/Ernesto Arias)
Mark Zuckerberg, en una imagen de archivo. (EFE/Ernesto Arias)
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Cuando en 2021 Facebook decidió dejar de ser Facebook y empezar a ser Meta, protagonizó la que probablemente es la campaña más grande de rebranding de la historia, una transformación que, por cierto, llevaron a cabo con la ayuda de un estudio español. El nombre en cuestión viene de una preposición griega y significa, en una traducción gruesa, más allá. A este cambio le acompañó también un nuevo logotipo. Se escogió el símbolo del infinito, teñido del tradicional que identifica a los de Menlo Park y se acható el conjunto lo suficiente para que diese impresión de ser una M. Todo orientado a identificar el nuevo destino de la multinacional: el metaverso.

Echándole imaginación, la imagen también podía parecer una montaña rusa que discurre en bucle, encadenando subidas y bajadas constantemente. Si así fuese, la elección de la imagen corporativa sería una especie de premonición de la etapa que estaba a punto de empezar y que iba a dejar a más de uno al borde del infarto. Porque Mark Zuckeberg inició esta aventura en todo lo alto gracias a los vientos de cola que había supuesto para su negocio la pandemia. Pero rápidamente todo cambió y se inició una empinadísima bajada, que le llevó a perder más de dos terceras partes de su valor bursátil en un abrir y cerrar de ojos. Los malos trimestres se encadenaban uno tras otro y el fundador de la compañía, a pesar de la insistencia y múltiples advertencias, no cejaba en su empeño de ir a la caza de lo que consideraba gran revolución tecnológica. Hubo momentos en que parecía el Titanic dirigiéndose directo al iceberg.

La música siguió sonando hasta que llegaron los primeros 11.000 despidos. Las turbulencias económicas han afectado a todos, pero en el caso de Facebook aquello llevaba implícito el reconocimiento de que la situación era más grave de lo que se pensaba. La idea de que estaban desahuciados caló y se quedó en el imaginario colectivo.

Pero en medio año todo ha cambiado. La compañía acumula en los últimos seis meses una subida de más del 140% en bolsa y las citas con los inversores, lejos de ser un viacrucis, se han convertido en celebraciones. Lejos quedan las lágrimas en antena de Jim Cramer, reconocido analista y presentador de Mad Money de la CNBC, cuando pedía disculpas ante la audiencia por recomendar seguir apostando por la compañía.

¿Ha acabado la crisis de Meta? No. ¿Ha renunciado al metaverso? Sí y no. Habla menos de ello, pero no se han bajado de ese carro. Sea como sea, Zuckerberg ha conseguido quitarse la soga que hasta hace nada muchos se empeñaban en ponerle al cuello y también ha conseguido apartar la mayor crisis de su compañía, mayor que la de Cambridge Analytica, de los focos y relajar el escrutinio constante al que estaba sometido.

Los recortes del "año de la eficiencia"

Los californianos se encuentran inmersos en lo que ellos han bautizado como el "año de la eficiencia". Es algo que han tenido que enfrentar todos los gigantes de Silicon Valley, ya que la época del dinero fácil parece que ha llegado a su fin incluso para ellos.

Todas las tecnológicas, o casi todas, crecieron desmesuradamente durante la pandemia y la vuelta a la normalidad les pilló con el pie cambiado y con una estructura sobredimensionada. El caso de Meta fue especialmente significativo. Desde 2019 a 2022, hizo crecer su plantilla un 92%. La siguieron Microsoft y Google, con más del 50%. La más conservadora en la materia laboral fue Apple, con un nada despreciable 20%. En el caso de la empresa antes conocida como Facebook, se añadía algo más. La sensación de que estaba hipotecando uno de los negocios más rentables de internet con un viaje a lo desconocido y olvidándose de la publicidad online, que era lo que realmente generaba dinero.

placeholder Foto: EFE/John Maganblo.
Foto: EFE/John Maganblo.

Para alejar todos estos fantasmas, la dirección ha ejecutado ya dos olas de despidos que se han cobrado 21.000 puestos de trabajo, pasando de 87.000 a 66.000 empleados. Ahora se rumorea acerca de una tercera.

Estos movimientos han sido un impulso para recuperar la confianza de los mercados. La reconciliación se apuntaló un poco más con los últimos resultados trimestrales, correspondientes a los meses de enero, febrero y marzo de 2023. El desempeño no fue del todo bueno, porque el beneficio cayó un 24% frente al mismo periodo del año pasado. Los ingresos crecieron un 3%, hasta los 28.645 millones. La cuestión es que fueron mejores números de lo que esperaban los analistas, que celebraron especialmente el beneficio por acción de 2,20 dólares frente a los 2,02 vaticinados. Pero si algo levantó los ánimos fue el dato de las veces que la gente ve sus anuncios en Facebook o Instagram. Una estadística subió un 26% interanual. Es de justicia decir que el precio medio cayó un 16%. Pero estos datos se han interpretado como brotes verdes de la que es su principal fuente de ingresos, aunque las ganancias netas sigan disminuyendo. Una recuperación provocada por un cambio de estrategia por parte de un gigante que vuelve a centrarse en sus fueros tradicionales.

Volantazo (y un cheque de varios ceros) a la IA

Cuando Zuckerberg empezó a hablar del metaverso, los decibelios en torno a la inteligencia artificial eran mucho menores que en la actualidad. Cuando el pasado mes de diciembre ChatGPT y OpenAI prendieron el polvorín, daba la sensación de que esto había pillado en paños menores a Google y, especialmente, a Meta, que tuvieron que ponerse a trabajar a contra reloj.

Pero la alarma había saltado mucho antes en los cuarteles generales de Menlo Park. Como desveló Reuters, el mandamás ya convocó antes del pasado verano una reunión con pesos pesados para tantear cómo estaban preparados para afrontar estos desarrollos en términos de recursos e infraestructura. La conclusión fue evidente: tocaba espabilar.

placeholder Mark Zuckerberg. (Reuters/Laure Andrillon)
Mark Zuckerberg. (Reuters/Laure Andrillon)

Estos meses ha dado la sensación de que Meta se había olvidado del tema. Pero nada más lejos de la realidad. Detrás del tándem Microsoft/OpenAI y Google, probablemente sea la tecnológica más preparada para esta batalla que amenaza con poner patas arriba la economía de medio mundo y la vida de millones de personas. El problema es que no lo ha visibiliizado a tiempo. Llama, su modelo de lenguaje estilo GPT, parecía que era lo primero que se ponía sobre la mesa. Pero hay más. PyTorch, Cicero, modelos de recomendación de aprendizaje profundo avanzado, RecD... Son muchas de las cosas que ya tenía desde hace tiempo entre manos. Pero hay más. Hace unas pocas semanas presentó SAM, una IA que potencia la visión artificial. Y por lo dicho por portavoces de todos los niveles, este va a ser el foco este año, así que se da por descontado que habrá más novedades en este sentido.

El gran talón de Aquiles de Meta era que no tenía músculo suficiente en lo técnico para avanzar tan rápido como sus rivales más inmediatos. La compañía se había esforzado en crear sus propios chips para surfear la ola de la IA, pero cuando esta se convirtió en tsunami se dieron cuenta de que estos componentes no tenían el poder suficiente. Procedieron entonces a hacer lo que todo el mundo: hincharse a comprar tarjetas gráficas de Nvidia, el principal suministrador de estas piezas. Es más, la sensación en los mentideros especializados es que va a ser la compañía que más GPU compre este año, muy por encima de Microsoft y Google.

Esto también se puede interpretar como una rectificación. Meta ha tomado decisiones en torno a su infraestructura y equipo dedicado a la inteligencia artificial en los últimos años. Como se mencionaba anteriormente, estuvo la obsesión por lograr desarrollar propios chips en siete nanómetros, una apuesta que nunca terminó de dar los frutos deseados. Además, apostaron por CPU para construir sus modelos de recomendación, en lugar de optar por las tarjetas gráficas, muy superiores en términos de costo y rendimiento para esta actividad.

Estas carencias les llevaron a mediados del pasado curso a elevar la inversión en gasto de capital unos 1.350 millones de dólares al mes (unos 4.000 millones de media por trimestre) para adecuar, renovar y poner a punto sus centros de datos. Todo esto se ha traducido en un importante aumento de la partida anual dedicada a estos menesteres. En 2021, cuando el metaverso era el blanco principal, el capex apenas rozaba los 20.000 millones. Al finalizar 2022, la cuenta era de 32.000. Las previsiones apuntan que mantendrá este nivel de inversión. No se puede obviar que todo esto está ocurriendo en un contexto de vacas flacas, con el departamento financiero haciendo encaje de bolillos para recortar los gastos. Con este panorama, cualquier esfuerzo económico vale el doble.

Una de las cosas que ha hecho Meta es redimensionar su infraestructura

En resumen, la compañía, cotizada en el Nasdaq, ha estado ocupada reforzando los cimientos físicos para el pulso por la inteligencia artificial generativa. Un pulso para el que ha constituido un nuevo grupo de trabajo especializado en la materia, algo que anunció en febrero.

Los californianos tienen ahora una mejor infraestructura, tienen desarrollos y modelos de lenguaje con mucho potencial. Lo que falta ahora es lo que suele faltar cuando las compañías hablan de aplicar esta tecnología a sus productos: cosas concretas que acerquen al común de los mortales estos avances. Microsoft y Google ya han puesto ejemplos más allá del formato chatbot. Han incorporado o están en vías de hacerlo esta tecnología a herramientas tan cotidianas como Gmail o Word, por citar algunas. En el caso de Meta, se ha hablado en genérico de llevarlo a Reels, su plataforma de vídeos cortos al estilo TikTok, y a aplicaciones como WhatsApp, Messenger o Facebook, pero también se utilizará entre bambalinas para potenciar los servicios publicitarios que ofrece.

En el caso de Meta, se ha hablado en genérico de llevarlo a Reels, su plataforma de vídeos cortos al estilo TikTok

Esto supone un punto y una diferencia clave. Si el metaverso dependía de ir modelando un nuevo negocio prácticamente desde cero, a la apuesta y la inversión en inteligencia artificial se le presuponen beneficios palpables y reales en el corto tiempo.

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Foto: Meta.

Metaverso sí, pero en segundo plano

¿Significa todo esto que Meta ya no es una empresa para el metaverso? Negativo. La muestra más palpable es que Reality Labs, el departamento dedicado a investigar la realidad virtual y mixta, ha quemado 4.000 millones en el último trimestre. "Se ha desarrollado una narrativa en la que se dice que nos estamos alejando de nuestro foco en el metaverso, así que solo quiero decir por adelantado que eso no es exacto. Nos hemos centrado tanto en la IA como en el metaverso durante años y continuaremos centrándonos en ambos", dijo Zuckerberg en la última cita con los inversores para atajar las especulaciones.

Lo que es innegable es que el metaverso ha caído en su orden de preferencias, porque simple y llanamente es una carrera de fondo cuyo resultado final no se verá en mucho tiempo. Hay que comprobar si Apple es capaz de cambiar algo. Y esta tesis vino confirmada, una vez más, por el fundador: "Nuestro trabajo en IA está dando buenos frutos en nuestras aplicaciones y negocios. También estamos siendo más eficientes y así podemos desarrollar más rápido mejores productos. Eso nos pone en una posición más fuerte para desplegar nuestra visión a largo plazo". Por si todavía quedan dudas, hay más señales. Como desveló el medio especializado The Information, ya no hay menciones al metaverso en la reuniones con anunciantes. El punto de atención es Reels, que es donde se están jugando los cuartos con TikTok, la mayor amenaza a su emporio de redes sociales.

Cuando en 2021 Facebook decidió dejar de ser Facebook y empezar a ser Meta, protagonizó la que probablemente es la campaña más grande de rebranding de la historia, una transformación que, por cierto, llevaron a cabo con la ayuda de un estudio español. El nombre en cuestión viene de una preposición griega y significa, en una traducción gruesa, más allá. A este cambio le acompañó también un nuevo logotipo. Se escogió el símbolo del infinito, teñido del tradicional que identifica a los de Menlo Park y se acható el conjunto lo suficiente para que diese impresión de ser una M. Todo orientado a identificar el nuevo destino de la multinacional: el metaverso.

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