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El mito de la muerte del programador: por qué una IA no va a acabar con su trabajo
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LA ETERNA AMENAZA

El mito de la muerte del programador: por qué una IA no va a acabar con su trabajo

El auge de la inteligencia artificial y las herramientas de 'no code' han hecho que muchos piensen que esta profesión está en riesgo, pero nada más lejos de la realidad

Foto: Foto: iStock.
Foto: iStock.

La inteligencia artificial da miedo a muchos; sobre todo, a quienes ven que su puesto de trabajo puede ser sustituido por la tecnología de moda. En algunos casos, ese temor está más que justificado, porque ya hay quien está perdiendo su empleo. En otros, esas preocupaciones han sido fomentadas por la propia OpenAI, que ha aprovechado el tirón de ChatGPT para lanzar un informe en un tono bastante alarmista. En dicho documento, sostienen que la IA afectará al 10% de las tareas del 80% de trabajadores estadounidenses, un porcentaje que aumenta hasta, al menos, el 50% para el 19% de esa fuerza laboral. Pero, lógicamente, el impacto no será el mismo para todos.

Los programadores son una de las profesiones que aparecen con un nivel alto de exposición a esta tecnología, aunque no tanto como los diseñadores de interfaces o lo que se llama ingenieros de blockchain. Sobre este punto, cabe recordar que uno de los aspectos más sorprendentes del lanzamiento de ChatGPT fue su alta capacidad para escribir código con solo recibir unas instrucciones sencillas, algo para lo que a priori no había sido entrenado.

Foto: Una persona programando desde su ordenador. (Getty Images/Matic Zorman)

Una vez más, Google quiso seguir a la zaga y, durante su última conferencia de desarrolladores, presentó PaLM2, su propio modelo de lenguaje. También anunció un chatbot enfocado al desarrollo capacitado para trabajar con una veintena de lenguajes de programación, como Python o JavaScript.

No es la primera vez que esta profesión parece estar en peligro. Una de las mayores tendencias de los últimos años han sido las plataformas no code o low code, que permiten que se pueda desarrollar software sin tocar código o hacerlo tocándolo lo menos posible y con unos conocimientos básicos. Durante esta edición del congreso Digital Enterprise Show (DES) en Málaga se ha hablado mucho de estas herramientas y de inteligencia artificial. Pero ¿de verdad está peligrando el puesto de los programadores?

¿Transformación o desaparición?

"No me preocupa tanto que me reemplace una inteligencia artificial. Me preocupa mucho más que me reemplace la persona de al lado que va a utilizar inteligencia artificial mejor que yo", explica en conversación con este periódico Martín Nanni, CTO para Europa de Globant, que también ha estado presente en el congreso malagueño. "Si hoy en día un desarrollador no está usando estas herramientas de inteligencia artificial, se está dejando a sí mismo atrás, porque está siendo menos eficiente que el resto".

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Foto: EFE/EPA/Ritchie B. Tongo.

Ya es habitual que se haga una analogía entre el papel de la IA y el avance de la calculadora a mediados del siglo pasado. "En algún momento, puedes aprender a calcular sin la calculadora. Pero nadie, en ninguna situación real, se le ocurriría hacer cálculos a mano para algo útil", comenta este experto. Nanni matiza que no todo el código será desarrollado mediante inteligencia artificial, pero admite que "ya es difícil pensar en un mundo en el que no se produzca una conversación con estos asistentes para ir explorando nuevas posibilidades".

El directivo considera que hay una diferencia importante entre la percepción de las tareas que puede desempeñar hoy por hoy la IA y la realidad. "Ahora mismo sirve más para orientarte". "Nosotros apostamos por una organización híbrida donde la inteligencia artificial y los humanos hacemos algo que no podríamos conseguir por separado", comenta, destacando que en Globant, enfocada a la consultoría y desarrollo de software, llevan ya años tratando de que todos sus empleados tengan nociones sobre IA.

Los usos que le dan son bastante variados, pero pone un ejemplo bastante claro. "Muchas veces nos llaman nuestros clientes porque tienen una tecnología que es un desastre, porque hace 20 años que no se toca y ya nadie la conoce. No saben qué hacer con eso. Nosotros hemos armado lo que llamamos un Google Maps para código. Primero, es capaz de entender qué está pasando en cada pieza de código y qué funciones hacen. Después, se mapea cómo se relacionan entre sí para hacer un análisis de su salud o cómo de abierto está a ciberataques", comenta.

Foto: Sam Altman, fundador de OpenAI. (Reuters/Amir Cohen)

Pero ¿qué pasa con las herramientas con no code y low code? Generalmente, estos programas funcionan con una interfaz sencilla e intuitiva en la que simplemente hay que arrastrar y soltar distintos elementos para conseguir el resultado. Su principal atractivo está en el hecho de que personas o empresas ajenas a la informática puedan lanzar un proyecto sin tener que contratar a un desarrollador que se meta en las tripas del código.

Sin ir más lejos, en abril de 2022, Globant cerró la adquisición de GeneXus, una de las plataformas de low code más extendidas y longevas, ya que fue fundada en 1988. "Hay un proceso de interacción en el que explicas lo que necesitas y, en cinco minutos, te genera todo el backoffice", cuenta Nanni, que calcula que así pueden ahorrar un par de meses de desarrollo, aunque "luego hay que afrontar las complejidades de la lógica de negocio".

Entre las empresas especializadas en no code y low code, también reconocen que su producto se limita a facilitar herramientas que no son críticas para las empresas, de modo que su personal técnico puedan dedicarse a labores con un nivel de especialización más alto. "Nuestro papel se basa en que los negocios no tengan dependencia en tecnologías de la información y la comunicación para aquellos procesos que no sean core para ellos", resume Margarita Martínez, fundadora y responsable de Gladtolink, una startup mallorquina de no code que también ha estado presente estos días en DES 2023.

placeholder El 'stand' de Gladtolink en DES 2023. (Cedida)
El 'stand' de Gladtolink en DES 2023. (Cedida)

De este modo, su plataforma Gladtosuite permite que las empresas puedan desarrollar aplicaciones móviles o para ordenador de forma sencilla y enfocadas a software que no es demasiado complejo. En su caso, trabajan tanto con grandes empresas, donde se incluyen aerolíneas como Iberia o Vueling, hasta con pymes. En el caso de las primeras, les permite la optimización de recursos. "Es una liberación para los equipos tecnológicos", dicen. En el de las segundas, ahorrarse un trabajo de programación que, por norma general, suele ser básico.

Pese a que su plataforma está presente en cerca de un millar de empresas, Gladtolink cuenta con 16 empleados, de los cuales solo seis tienen un perfil técnico, que es el que desarrolla esta solución y se encarga del soporte. "Si el cliente se equivoca al configurar la app, puede que no funcione correctamente, pero hay pocos fallos de este tipo", cuentan al respecto.

Sea como sea, hay un episodio reciente bastante ilustrativo sobre el futuro de los programadores. Hace unas semanas, el director general de IBM, Arvind Krishna, adelantaba que ya tenían un plan para congelar las contrataciones en aquellos puestos en los que veían que podían ser sustituidos por inteligencia artificial. También se animó a dar una cifra sobre ese recorte, que afectaría a cerca de 8.000 empleos. Sin embargo, ni siquiera mencionó a los profesionales técnicos: solo a los administrativos.

La inteligencia artificial da miedo a muchos; sobre todo, a quienes ven que su puesto de trabajo puede ser sustituido por la tecnología de moda. En algunos casos, ese temor está más que justificado, porque ya hay quien está perdiendo su empleo. En otros, esas preocupaciones han sido fomentadas por la propia OpenAI, que ha aprovechado el tirón de ChatGPT para lanzar un informe en un tono bastante alarmista. En dicho documento, sostienen que la IA afectará al 10% de las tareas del 80% de trabajadores estadounidenses, un porcentaje que aumenta hasta, al menos, el 50% para el 19% de esa fuerza laboral. Pero, lógicamente, el impacto no será el mismo para todos.

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