Es noticia
El superordenador de Telefónica y Pallete y lo que dice sobre el futuro de las operadoras
  1. Tecnología
EL MOBILE MÁS TEÓRICO DE LOS ÚLTIMOS AÑOS

El superordenador de Telefónica y Pallete y lo que dice sobre el futuro de las operadoras

El MWC de esta edición sirve para certificar dos cosas: el problema que enfrenta Europa para asegurar el futuro de sus redes y que las telecos quieren dejar de ser meros proveedores de internet y convertirse en tecnológicas

Foto: Álvarez-Pallete, durante la conferencia inaugural del MWC. (EFE/Enric Fontcuberta)
Álvarez-Pallete, durante la conferencia inaugural del MWC. (EFE/Enric Fontcuberta)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El Mobile World Congress —que se celebra hasta el próximo jueves en Barcelona— ha servido, por ahora, para dos cosas principalmente. Ninguna de ellas es menor. La primera ha sido confirmar que la Unión Europea parece haberse quitado la venda de los ojos y ha reconocido de forma bastante evidente que si no se mueve ficha y se queda de brazos cruzados tiene bastantes papeletas para quedarse descolgado en la carrera por liderar cosas como el 5G o la llamada conectividad Gigabit frente a otras potencias y países como EEUU, China, Japón o Corea del Sur, con la consiguiente penalización en términos de competitividad económica y tecnológica. La segunda ha sido que los teleoperadores, los que tradicionalmente han cargado con la responsabilidad de desplegar y actualizar las redes de comunicación, ya están cansados de ser los fontaneros que se limitan a poner a punto las tuberías que sostienen internet mientras ven que otros hacen mucho más negocio que ellos gracias a la infraestructura que ellos han montado sin apoquinar cuando llega la cuenta.

Ambos asuntos se dan en la mano en lo que José María Álvarez-Pallete, presidente de Telefónica, ha denominado como el superordenador que revolucionará el papel de su compañía y otros proveedores de servicios de internet en el ecosistema digital. Tras esta idea que el máximo directivo de la multinacional española ha repetido en las últimas semanas, lo que se esconde es un acuerdo entre 21 operadores de todo el mundo (entre ellos también están Vodafone y Orange) para que la infraestructura que ellos han levantado y mantenido no sean meras cañerías por las que solo enviar voz y datos. Un negocio que por sí solo cada vez resulta menos rentable, especialmente en España y el resto de Europa por el mercado tan competitivo que se ha promovido históricamente desde Bruselas para generar un entorno con precios más bajos y asequibles que en otras regiones del mundo, donde hay una mayor concentración. ¿Cuál es el problema? Pues que son muy pocas operadoras las que tienen una escala de ingresos como para poder permitirse el coste que conlleva montar las redes de nueva generación.

Foto: La postergación de decisiones y la pereza hacen que dejemos las cosas como están. Foto:Pexels.com

¿Y cómo pretenden hacerlo? Con una receta que ya se visto en otras partes de la industria: desbloqueando todo el potencial de computación de sus redes para convertirlas en ese superordenador que permite crear nuevas funciones, productos y servicios para sus clientes y generar de esta manera una nueva vía de ingresos más allá de las tarifas que mensualmente cobran a los usuarios.

Salvando las distancias y las diferentes naturalezas de cada negocio, esto mismo es lo que hace desde hace varios años Apple con los iPhone y otros dispositivos. La manzana no termina su relación con el usuario cuando éste paga por el móvil, el ordenador o la tableta de turno. Lo que ha hecho es crear un ecosistema de apps y plataformas (Music, Apple TV+ o la App Store) que le siga permitiendo sacar beneficio del hardware. A día de hoy, su división de Servicios es la segunda división que más ingresos y beneficios le reporta después de sus smartphones. No son los únicos en esa industria que han apostado por algo similar. Xiaomi lo lleva haciendo en China varios años, donde además de electrodomésticos, teléfonos y otros gadgets, vende otros servicios a sus usuarios. Esta tendencia no es nueva. En los últimos años ya hemos visto cómo Telefónica, por ejemplo, metió un pie con Movistar + tanto en las retransmisiones deportivas como en la creación de contenidos para complementar su negocio más tradicional. Aunque es en otro ámbito de actuación, no es más que un giro adicional de esta filosofía.

Foto: Pallete durante su intervención en el Mobile World Congress. (EFE/Enric Fontcuberta)

"La conectividad, como el agua o la electricidad, se ha convertido en un bien imprescindible para todos los hogares y empresas", afirmó Thierry Breton, comisario de Mercado Interior de la UE, en una esperada intervención en el MWC, durante la que defendió la consulta pública sobre la pertinencia de hacer que las grandes tecnológicas paguen por el uso que hacen de las redes de comunicación.

Aunque no ha hecho referencia a ningún caso concreto, los grandes consumidores de banda ancha son Netflix, Google, Meta, Microsoft, Amazon y Apple. Una eventual tasa a estos actores fue también apoyada por Nadia Calviño, vicepresidenta del Gobierno, que también intervino en el cónclave tecnológico este lunes por la tarde. Breton también destacó el movimiento de las operadoras de no quedarse de brazos cruzados, limitándose a convertirse en una commodity (un bien sin valor añadido) como puede ser la energía o el suministro de agua. "Estamos viendo que los operadores de telecomunicaciones están transformando su negocio de meros proveedores de conectividad a proveedores de red como servicio o incluso proveedores de software innovadores", ha rematado el político galo.

placeholder Reuters/Nacho Doce.
Reuters/Nacho Doce.

Open Gate, que es como las operadoras han bautizado este proyecto, va a ser un cambio que se va a producir entre bambalinas, lejos de los ojos del común de los mortales. Su ámbito de actuación va a ser lo que se conoce como interfaces de programación de aplicaciones, más conocidas por las siglas API. Tras este nombre tan poco atractivo, lo que se encuentra son líneas de código de programación que establecen las normas para que dos softwares diferentes se relacionen. Por ejemplo, si uno quiere poner en una tienda online un mapa de Google donde los usuarios puedan ver sus locales y cómo llegar hasta allí tienen que recurrir a la API de Google. Si se quiere poner en una web una pasarela de pago basada en PayPal, Apple Pay o Google Pay se debe recurrir a la API de cada plataforma.

Si se quiere replicar contenido automáticamente de Twitter o Instagram en una aplicación móvil hay que recurrir a las API de estas redes sociales para hacerlo. El problema de las API es que son pequeños reinos de taifas en la mayoría de casos. Sin entrar en demasiados vericuetos técnicos, cada una tiene sus particularidades, su forma de trabajar y su forma de instalarse. También en el caso de las operadoras, hasta ahora, era así. Esto obligaba a que si uno quería explotar algo en las redes de Vodafone, Orange o Telefónica tenía que crear un desarrollo concreto y diferente para cada función y para proveedor. Algo que solo permitiría a la gente con más recursos y capacidad explotar todo el potencial disponible.

El problema de las API es que son pequeños reinos de taifas en la mayoría de casos

Si internet fuera un archipiélago y alguien quisiese hacer un viaje por las diferentes islas se podría decir que, con el actual modelo, el mismo avión (la API) no le serviría para volar a cada uno de los aeropuertos, sino que tendría que contratar una aeronave diferente para cada trayecto. Esto es lo que pretenden cambiar ahora las 21 operadoras, que van a estandarizar las API y crear, por así decirlo, vehículo todoterreno que pueda acceder fácilmente a todas las islas del mentado archipiélago. "Esto se traduce en que vamos a hacer la vida más fácil a los desarrolladores, permitiendo que nuestras redes sean programables solo con una línea de código", explicó Chema Alonso, chief digital officer de Telefónica, durante una presentación de pilotos puestos en marcha por la compañía española.

"La idea tradicional es que de las operadoras solo se saca conectividad y que solo vendemos bits y minutos", explica a este periódico Yago Tenorio, director de Red del Grupo Vodafone. "La red es capaz de hacer muchas más cosas de las que pensamos gracias a su capacidad de computación. Siempre estableciendo controles que cumplan con estándares de privacidad y seguridad, estaríamos hablando de ceder parte del control de nuestra red, que tiene datos e información que otros no pueden obtener, a los desarrolladores", añade.

placeholder Chema Alonso, 'chief digital officer' de Telefónica. (Cedida)
Chema Alonso, 'chief digital officer' de Telefónica. (Cedida)

Tenorio enumera varios ejemplos de pilotos reales que se han hecho con diversos fines. Por ejemplo, utilizando una API estandarizada de este tipo se podría mejorar la eficiencia de los modos de ahorro de batería de los teléfonos sin que los fabricantes o los desarrolladores del sistema operativo de turno tuviesen que hacer diversos desarrollos para cada red. "Hay que tener en cuenta que casi tres cuartas partes de la autonomía se pueden llegar a ir en el uso del módem. Eso lo podemos arreglar los operadores. Si sabemos que no hay batería, una de nuestras API podría regular diversos aspectos (los timming, carregar aggregation...) para prolongar la duración de la batería gracias a optimizar los procesos que ocurren en mi red", argumenta.

La iniciativa se pone en marcha con ocho API de red universales ya en pruebas y con el objetivo de lanzar más a lo largo de 2023. En esta primera hornada, habrá fórmulas relacionadas con la ubicación del cliente, la calidad del servicio o la señal, la identificación del número, autenticación o facturación. Alonso, que ha explicado que en el caso de Telefónica esto se incluye bajo el paraguas de lo que llamaron La Cuarta Plataforma, ha puesto varios casos de uso que han hecho en la compañía.

Por ejemplo, con una de las API presentadas este lunes se ha permitido que Kanto, una app de karaoke desarrollada por una startup, pueda fácilmente ofrecer la alternativa de pagar el servicio en la factura de teléfono en lugar de tener que montar una pasarela de pago. También han enseñado como una API de este tipo permitiría, por ejemplo, priorizar fácilmente el tráfico de un dispositivo sobre otro en casa, como puede ser una consola, un ordenador o un móvil que está ejecutando una plataforma de gaming en la nube y, por tanto, necesita mayor ancho de banda que la televisión conectada.

Foto: Foto: Sergio Pérez (Reuters)

La detección de fraude en el sector bancario también es un campo de aplicación para estas tecnologías. Vodafone, explica Tenorio, ha trabajado con una entidad británico para evitar esas llamadas en las que los estafadores se hacen pasar por trabajadores de la entidad y engañan a los clientes para que les proporcionen las claves y transfieran fondos. "Con un desarrollo de este tipo, cuando se detecta un movimiento poco usual se puede detectar si está teniendo una llamada en directo. Si se considera que es susceptible de ser de riesgo, se puede bloquear la transacción hasta que se contacte por un canal oficial contigo. El día que lanzamos eso se evitan fraudes por valor de 4,5 millones de libras".

¿Qué aporta aquí Open Gate? Pues una llave fundamental y única que permita una rápida adopción y que los desarrolladores puedan beneficiarse de estas herramientas para todos los clientes. "Al banco no le interesa hacerlo con los clientes de Vodafone, le interesa hacerlo con todos", reconoce el directivo, que considera más interesante que la industria vaya en bloque y se ponga de acuerdo en qué estandarizar. Luego cada uno lo ofrecerá o lo tarificará como convenga. "Puede ser un pago por uso, por suscripción o un pago por los ingresos que te genere esa API". La clave y lo interesante para la industria, remata este especialista, es que estos servicios no pueden ser ofrecidos over the top. "A diferencia de lo que ocurrió en otras ocasiones, esto no se puede copiar, porque esa información solo la tenemos los que gestionamos las redes".

El Mobile World Congress —que se celebra hasta el próximo jueves en Barcelona— ha servido, por ahora, para dos cosas principalmente. Ninguna de ellas es menor. La primera ha sido confirmar que la Unión Europea parece haberse quitado la venda de los ojos y ha reconocido de forma bastante evidente que si no se mueve ficha y se queda de brazos cruzados tiene bastantes papeletas para quedarse descolgado en la carrera por liderar cosas como el 5G o la llamada conectividad Gigabit frente a otras potencias y países como EEUU, China, Japón o Corea del Sur, con la consiguiente penalización en términos de competitividad económica y tecnológica. La segunda ha sido que los teleoperadores, los que tradicionalmente han cargado con la responsabilidad de desplegar y actualizar las redes de comunicación, ya están cansados de ser los fontaneros que se limitan a poner a punto las tuberías que sostienen internet mientras ven que otros hacen mucho más negocio que ellos gracias a la infraestructura que ellos han montado sin apoquinar cuando llega la cuenta.

Mobile World Congress
El redactor recomienda