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EEUU tiene nuevos Super Hornet: por qué Alemania comprará y España debería pensarlo
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Una alternativa al F-35 o el Eurofighter

EEUU tiene nuevos Super Hornet: por qué Alemania comprará y España debería pensarlo

Boeing quiere entrar en el pequeño grupo de grandes cazas occidentales con una nueva versión de su clásico de la aeronáutica naval. Y ya empiezan a salir compradores

Foto: Super Hornet Bloque II en un portaaviones norteamericano. (US Navy)
Super Hornet Bloque II en un portaaviones norteamericano. (US Navy)
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Hablamos de aviones de combate y nos salen, de entrada, el Eurofighter, el F-35 o el Rafale. Son aviones muy importantes en el panorama mundial, se venden a muchos países, mezclan aspectos políticos e industriales y, cómo no, generan polémica. Pero muy a menudo se nos olvida otro ‘grande’ que también se está haciendo notar en el panorama internacional. Es el FA-18 E/F Super Hornet, el renovado avión basado en el viejo F-18 Hornet, bien conocido en España. Lejos de quedarse anticuado no para de evolucionar y acaba de ‘aterrizar’ el Bloque III, su último desarrollo, que anuncia mejores prestaciones y que se está metiendo en la lucha por el mercado mundial.

La noticia aparecía hace tan solo unos días con el anuncio, por parte de Boeing, de la entrega a la US Navy de los dos primeros ejemplares del nuevo F/A-18 Super Hornet Bloque III, una versión muy avanzada y desarrollada a partir de los existentes Bloque II de este modelo. El F/A-18 E/F o Super Hornet es un avión polivalente, para uso naval y que empezó a entregarse a los escuadrones de la US Navy entre 1999 y 2000. Venía a reemplazar a un verdadero mito de la aviación de combate: el F-14 Tomcat.

Foto: La fragata actual F-104 Méndez Núñez. (Juanjo Fernández)

Es importante aclarar que el Super Hornet, si bien se basa en el diseño del Hornet, es un avión prácticamente nuevo. Es más grande y mucho más capaz, incorpora mejoras notables en cuanto a reducción de RCS ('radar cross section') o ‘firma de radar’, más carga de armas y combustible y mucha mejor aviónica. Con esto queremos decir que, aunque ambos aviones comparten el diseño conceptual y algunos componentes, no se trata de una ‘modernización’, sino de un nuevo avión.

El Bloque III surge por una necesidad de mejorar las capacidades de los Super Hornet en servicio con la US Navy, sobre todo tras la llegada de los F-35C de quinta generación que están entrando en servicio. Para ello, la marina americana firmó con Boeing un contrato por 4.000 millones de dólares para el desarrollo de esta versión, que es la forma de hacer las cosas. De resultas del contrato y en tan solo un año y medio, ha comenzado la entrega de los nuevos aviones, de los que está previsto fabricar 78 ejemplares para la Navy, 61 de la versión E (monoplaza) y 17 de la F (biplaza) que se irán entregando hasta 2024.

placeholder Imagen de los nuevos Super Hornet Bloque III. (Boeing)
Imagen de los nuevos Super Hornet Bloque III. (Boeing)

Bloque III: capacidades del futuro

Los cambios son importantes y afectan tanto a la aviónica y sistemas como a elementos exteriores. Uno de los principales cambios, que no será visible, afecta al procesador reemplazando el anterior por uno nuevo mucho más potente. Capaz de manejar mayor cantidad de información en menos tiempo, permitiendo un mayor intercambio de datos en red e incrementando la conciencia situacional del piloto.

A esto se une el otro elemento, este muy notorio, que consiste en cambiar los viejos paneles de la cabina de los Bloque II por una nueva pantalla táctil de 10 x 19” (25,4 x 48,26 cm), del tamaño de un televisor de más de 21 pulgadas, que integra todas las funciones y fuentes de información importantes. En modo táctico, el piloto verá en la pantalla la situación de combate, con los objetivos y amenazas reflejados y actualizados en tiempo real con la información de los sensores propios o externos (aviones AWACS, observadores satélites, inteligencia, etc.) y podrá seleccionar un blanco, designarlo y atacarlo con las armas seleccionadas.

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Imagen artística de los Super Hornet Bloque III para el concurso de Canadá. (Boeing)

También dispondrá de un sensor IRST ('infra-red search and track') para seguimiento y designación por infrarrojos, sistema de misión abierto y otras mejoras en electrónica. En cuanto a los elementos exteriores, el más notorio es la implementación de depósitos conformados en el fuselaje, lo que incrementará su alcance y, además, permite una reducción del RCS o firma de radar. Por último, que no menos importante, Boeing garantiza para las células (fuselajes) de los Bloque III una vida operativa de 10.000 horas de vuelo, en lugar de las 6.000 de las versiones anteriores.

Ventas al exterior. El caso alemán

Partamos de la base de que el Super Hornet, hasta ahora, no es un avión de los que se pueda decir que han sido un ‘éxito de exportación’. De momento y aparte de la US Navy, tan solo Australia los tiene en su inventario, más Kuwait, que formalizó un pedido por 28 aviones, que podrían acabar siendo 32 y que empezarán a llegar en el año próximo. Ambos países son también usuarios del Hornet. El porqué de estas escasas ventas puede estar en el hecho de que hay otros aviones en el mercado más avanzados, como pueden ser el Eurofighter o el Rafale, por no hablar del F-35, siempre refiriéndonos a material occidental. En este contexto, un Super Hornet no aporta mayores ventajas a quien no precise un avión embarcado.

El Bloque III, con sus mejoras que le acercan a un ‘casi quinta generación’, podría cambiar el panorama internacional. De hecho, ha habido y hay muchos países interesados y empieza a ser un contrincante habitual en las 'short list' de los concursos internaciones. Junto a los que ya hemos citado y, ocasionalmente, el sueco Gripen. El último ejemplo de esto es el concurso suizo, donde por cierto ganó el F-35.

Alemania ha ido un paso más allá. Aunque basa su fuerza aérea en el Eurofighter, debe reemplazar el modelo Tornado, que representaba su vector de ataque con una particularidad. Alemania está comprometida con Estados Unidos en la disuasión nuclear, en su territorio hay almacenadas armas termonucleares y tiene el compromiso de mantener una plataforma capaz de lanzarlas (lo que se denomina ‘nuclear sharing’), cometido que hasta ahora hacía el Tornado. El Eurofighter no puede utilizar las bombas B-61 norteamericanas y realizar esa integración precisaría de mucho dinero y, casi lo peor, demasiado tiempo.

placeholder Avión de guerra electrónico EA-18G Growler sobre el Pacífico. (USAF)
Avión de guerra electrónico EA-18G Growler sobre el Pacífico. (USAF)

Debe, pues, buscar un reemplazo al Tornado que tenga esa capacidad nuclear de la que, casualmente, ya dispone el F-35A. Sin embargo, por algún tema político (como presiones de Francia) todo apunta a que Alemania ha cerrado la puerta al polémico caza americano, con lo que se encuentra con un problema bastante serio. Analizando otros posibles aviones aparece el Super Hornet. El caza naval resulta que tampoco tiene la integración de las armas B-61, ya que no ha sido cometido de la Navy el ataque nuclear. Pero ante este dilema el equipo de Boeing ha salido en su ayuda y, si Alemania se compromete a adquirir el Super Hornet, el fabricante lo hace a entregarlos, en 2025, con la integración de las armas nucleares realizada, algo que es más sencillo en el avión americano que en otros modelos.

El resultado de todo este rompecabezas es el interés alemán, que casi seguro acabará en compra de un paquete de Super Hornet que incluiría 30 F/A-18 E/F y 15 EA-18G Growler, la sofisticada (y carísima) versión del F-18 dedicada a la guerra electrónica. Este contrato podría salir (armas, recambios, simuladores, asistencia, etc., incluido) por más de 8.000 millones de dólares.

¿Y el Super Hornet para España?

En el caso español, el Ejército del Aire debe estar deshojando una margarita cuyo resultado final va a ser muy difícil de encajar con el tema presupuestario. La situación es que debe reemplazar urgentemente los F-18 de Gando (Canarias) y en breve el resto de Hornet de las alas de Torrejón y Zaragoza. Los de Gando (Programa Halcón) es seguro que serán Eurofighter de la tranche 3 (los más modernos), material más que suficiente para garantizar la seguridad del archipiélago. ¿Pero y el resto?

Si se analizan posibles candidatos volvemos al punto de partida: más Eurofighter, Rafale o F-35, salvo que ahora sí se podría contemplar el Super Hornet Bloque III. El Rafale no tendría mucho sentido adquirirlo, no aporta más que los propios Eurofighter y por el contrario se introduce una plataforma nueva con los costes logísticos que acarrea. Por otro lado, una alternativa de adquirir más Eurofighter tendría la enorme ventaja de operar un modelo único, aunque en diferentes versiones. Por el contrario, tampoco debe ser agradable basar toda la defensa aérea en un único modelo (casi nadie lo hace) y el Ejército del Aire siempre ha diversificado sus fuentes de suministro y los modelos principales. Siempre ha habido una dualidad entre modelo americano y francés o europeo.

Pensando con cierta lógica y dejando de lado cuestiones políticas e industriales, sí es bueno trabajar con dos modelos y ya se dispone de uno europeo. Sería interesante que el reemplazo del F-18 fuera americano y se abre un nuevo dilema: ¿F-35 o Super Hornet? Veamos.

placeholder Super Hornets en Afganistán. (US Navy)
Super Hornets en Afganistán. (US Navy)

El Super Hornet tiene algunas ventajas. Aunque aviones distintos, su concepción es similar a la del Hornet, con el que hay gran experiencia, por lo que algo se lleva adelantado en cuanto a mantenimientos y formación de personal. Además, el Bloque III aporta capacidades y sistemas de ‘casi quinta generación’. Por añadidura, con el Super Hornet llegaría el Growler y para el Ejército del Aire sería muy interesante contar con al menos media docena de estos especializados aviones de guerra electrónica, que marcarían la diferencia proporcionando una ventaja cualitativa. Por último, tiene una arquitectura de sistemas abierta, es decir, se puede ‘tocar’, algo que a todo el mundo le gusta. Pero no es más avanzado que el Eurofighter.

El F-35 plantea ventajas indiscutibles. Por un lado, es un avión de quinta generación de verdad, por lo que, si se dispusiese de él, la transición al FCAS (el futuro avión europeo) sería muchísimo más sencilla. Sus capacidades en cuanto a conciencia situacional y control del ‘campo de batalla’ son superiores a las de cualquier otro modelo e incorpora en el mismo avión muchas de las capacidades de guerra electrónica que proporcionaría el EA-18G Growler. Por último, se producirían economías de escala si el Ejército del Aire adquiriese un paquete de F-35 al juntarse con la docena de F-35B imprescindibles para el mantenimiento de la capacidad aeronaval de la Armada. Por el contrario, su arquitectura es cerrada (para todos salvo para Israel…) y supondría un esfuerzo mucho mayor en adiestramiento, mantenimiento y todo lo demás.

La discusión está servida. Más Eurofighter, F-35 o Super Hornet. Todos ellos andan en precios elevados pero similares. Con más Eurofighter habría que asumir el riesgo de utilizar un único modelo, pero supondría un respaldo a la industria europea y quizás un retorno industrial más inmediato. Tampoco olvidemos que esto también es negociable con los aviones americanos y que, por ejemplo, el retorno económico con la adquisición del F-18 Hornet español ha sido muy elevado. Con el Super Hornet se diversificaría entre dos modelos, pero sin salto tecnológico, por lo que el F-35 parecería la elección más lógica.

Hablamos de aviones de combate y nos salen, de entrada, el Eurofighter, el F-35 o el Rafale. Son aviones muy importantes en el panorama mundial, se venden a muchos países, mezclan aspectos políticos e industriales y, cómo no, generan polémica. Pero muy a menudo se nos olvida otro ‘grande’ que también se está haciendo notar en el panorama internacional. Es el FA-18 E/F Super Hornet, el renovado avión basado en el viejo F-18 Hornet, bien conocido en España. Lejos de quedarse anticuado no para de evolucionar y acaba de ‘aterrizar’ el Bloque III, su último desarrollo, que anuncia mejores prestaciones y que se está metiendo en la lucha por el mercado mundial.

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