EEUU suda para mantener prietas las filas de sus aliados europeos ante la amenaza rusa
Blinken viaja por Europa para mantener la unidad con los socios europeos, que sufren a la hora de ponerse de acuerdo en las sanciones y en qué momento habría que activarlas contra Moscú
Este miércoles por la mañana, saltaron las alarmas en Washington y Bruselas. En la ciudad francesa de Estrasburgo, donde se celebraba el pleno del Parlamento Europeo, Emmanuel Macron, presidente francés, lanzaba como parte de su discurso ante el hemiciclo una frase que iba a generar mucho nerviosismo durante las siguientes horas: “En las próximas semanas debemos hacer realidad una propuesta europea que construya un nuevo orden de seguridad y estabilidad. Debemos construirlo entre europeos, luego compartirlo con nuestros aliados en el marco de la OTAN, luego, proponerlo a la negociación con Rusia”.
Estados Unidos y algunos analistas lo interpretaron como un intento por parte de Macron de desacoplar las negociaciones entre Washington y Moscú de una nueva vía de diálogo autónoma entre la Unión Europea y Rusia. Otras voces defienden que el presidente francés en ningún momento señalaba en esa dirección, asegurando también que de ninguna manera una actitud europea más unida y reforzada minaría el papel de la OTAN. Es un debate largo y complejo que se abre cada vez que se hace un llamamiento directo o indirecto a la autonomía estratégica de la Unión Europea. Pero entre las muchas diferencias que existen entre los que creen que Macron abogaba por un diálogo autónomo con el Kremlin y los que defienden que únicamente señalaba que la Unión debe ser capaz de hacerse cargo de un mayor peso en la Alianza, hay un relativo consenso en un punto: no era el momento.
Washington lleva días insistiendo en que hay una palabra fundamental para poder hacer frente a la amenaza de Rusia: unidad, la de los socios de la OTAN. En la Alianza atlántica hay esa unidad, y se vio en el encuentro con la delegación rusa la semana pasada. Pero unas declaraciones posteriores del presidente estadounidense, Joe Biden, sobre sus dudas para obtener una "unidad total" en la previsión de un ataque limitado de Rusia en Ucrania, señalaron precisamente que la Alianza se encuentra dividida. Unos comentarios que rápidamente corrigió la Casa Blanca. En cualquier caso, el contraste con la situación en 2014, cuando la OTAN mostró un terrible ambiente de desunión interna, es obvio, aunque Estados Unidos y Alemania no se encuentren en la misma posición. Por ejemplo, Berlín mantiene su política de no permitir la exportación de armamento letal a zonas de conflicto.
Ante el enfado europeo desde hace semanas por la ausencia de la Unión Europea en el diálogo con Rusia, que se produce únicamente con la OTAN o bilateralmente con Washington, Antony Blinken, secretario de Estado de EEUU, y su subsecretaria, Wendy Sherman, han hecho esfuerzos para involucrar a los socios europeos. En las últimas horas, Blinken ha sudado la camiseta para asegurarse de que los europeos cierran filas y muestran la unidad necesaria para que su diálogo con Moscú tenga los efectos disuasorios que busca Washington.
Blinken ha visitado primero Kiev, y después se ha reunido con sus homólogos franceses, alemanes y británicos, además de mantener conversaciones con Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, y con Josep Borrell, alto representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad. Todos esos contactos y esos esfuerzos por cerrar filas desembocan este viernes en un encuentro en Ginebra entre Blinken y Sergei Lavrov, el veteranísimo ministro de Asuntos Exteriores ruso.
La desunión europea
Pero si dentro de la OTAN las divisiones parecen más manejables, en cuanto a la Unión Europea hay visiones muy distintas sobre el grado de implicación que hay que tener, como club comunitario, ante una eventual agresión rusa. El incidente provocado por el discurso de Macron muestra algunas de las grietas más profundas, aunque en Bruselas y en las capitales se esfuerzan por restar importancia a las mismas.
En las últimas horas, se han acelerado los preparativos para la reunión de ministros de Asuntos Exteriores que se celebrará el próximo lunes en el que uno de los temas de debate será, de nuevo, la respuesta europea a Moscú en caso de agresión. Y las delegaciones tienen visiones muy distintas respecto al estado del debate: mientras unas transmiten calma, asegurando que la cuestión está bastante madura, otras fuentes diplomáticas advierten de la necesidad de aterrizar el debate.
No ha habido un debate formal sobre las sanciones. Bjoern Seibert, jefe de gabinete de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, maneja el trabajo técnico de preparación de la respuesta y lo va consultando con unos y otros Estados miembros. El esquivar un debate formal a 27 genera la sensación en algunas delegaciones de que se intenta no mostrar claramente las diferencias de criterios entre capitales.
Hay al menos tres problemas con esas sanciones, entre las que se baraja la posibilidad de sacar a Rusia del sistema internacional de pagos SWIFT, algo que ya se hizo en 2012 con Irán, aunque es una de las medidas que más debate generan a nivel europeo. Por un lado, uno de los principales problemas serían los efectos económicos que tendrá sobre algunos Estados miembros muy dependientes de Rusia, lo que está provocando que el equipo de Von der Leyen tenga que trabajar también en los efectos secundarios de las sanciones. En segundo lugar, y no es un problema menor, los Veintisiete están de acuerdo en que hay que responder de manera “masiva” a Moscú si procede con un ataque a Ucrania, pero ¿qué es un ataque? Ahí hay, de nuevo, divisiones entre los Estados miembros, y esa división ya ha quedado patente en algunos encuentros. Y eso lleva al tercero de los problemas: esas sanciones requieren unanimidad, y la Unión está en estos momentos lejos de tener una visión común de la cuestión rusa.
Un ejemplo es que el Ministerio de Asuntos Exteriores húngaro ha anunciado este jueves que el primer ministro magiar, Viktor Orbán, viajará el próximo 1 de febrero a Rusia para discutir el desarrollo de una ampliación de una central nuclear por parte de la empresa pública rusa Rosatom, así como la posible producción de la vacuna rusa en Hungría. Difícilmente los intereses y la lealtad de Budapest estarán en el mismo sitio que los de Varsovia o la propia Kiev.
Pero además hay algunas delegaciones, las más duras con Moscú, que son también las que se encuentran más expuestas a Rusia, que temen que Francia o Alemania no estén preparadas para tomar medidas. Las declaraciones de Macron no le tranquilizaron, aunque desde Bruselas también se rechaza su visión y se subraya que pretender que Rusia no existe en el mapa es imposible. Las relaciones son muy distintas. Hay muchos factores. Relaciones diplomáticas, económicas o la dependencia energética respecto a Moscú, todos ellos son factores que ayudan a esa desunión de visión en Europa.
Por lo pronto, Annalena Baerbock, nueva ministra de Asuntos Exteriores alemana, ha visitado Moscú y ha tratado de endurecer el mensaje que suele enviar Berlín, asegurando que su Gobierno está listo para “reaccionar si Rusia elige un camino de escalada”, aunque el Ejecutivo alemán ha sido criticado por su falta de claridad sobre los efectos que una invasión rusa tendría sobre Nord Stream 2, el faraónico gasoducto que conectará directamente a Rusia con el norte de Alemania. Esta misma semana el nuevo canciller, Olaf Scholz, ha asegurado que el proyecto estará en peligro en caso de agresión.
Este miércoles por la mañana, saltaron las alarmas en Washington y Bruselas. En la ciudad francesa de Estrasburgo, donde se celebraba el pleno del Parlamento Europeo, Emmanuel Macron, presidente francés, lanzaba como parte de su discurso ante el hemiciclo una frase que iba a generar mucho nerviosismo durante las siguientes horas: “En las próximas semanas debemos hacer realidad una propuesta europea que construya un nuevo orden de seguridad y estabilidad. Debemos construirlo entre europeos, luego compartirlo con nuestros aliados en el marco de la OTAN, luego, proponerlo a la negociación con Rusia”.
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