El poderoso asesor que aupó a Boris Johnson al poder ahora quiere tumbarle
Antes de ser despedido, Cummings tuvo acceso a los mensajes del primer ministro británico. Ahora, Johnson está seguro de que es él quien está detrás de numerosas filtraciones.
El oscuro Dominic Cummings ha vuelto. Y eso siempre crea un terremoto en la política británica. El excéntrico estratega —calificado por unos como “genio” y por otros como “un auténtico psicópata”— llevó a Boris Johnson a conseguir dos logros históricos: la victoria del Brexit y una mayoría absoluta para el Partido Conservador en las últimas generales de 2019, que no se vivía desde los tiempos de Margaret Thatcher. En definitiva, le dio todo. Pero ahora está dispuesto a tumbarle. Downing Street acusa al antiguo asesor de estar detrás de las filtraciones que implican ahora al primer ministro en escándalos de todo tipo.
Entre otros, Cummings habría pasado a la prensa los mensajes de texto intercambiados entre Johnson y el magnate James Dyson (al frente del imperio de las aspiradoras y generoso donante del Partido Conservador) que protagonizan esta semana todas las portadas. A principios de la pandemia, el empresario, que por aquel entonces vivía en Singapur, aceptó el encargo de fabricar los ventiladores para el Reino Unido. Pero a cambio pidió al inquilino del Número 10 que modificara las reglas fiscales para garantizar que el personal con sede en el extranjero no pagara impuestos adicionales. El Ejecutivo aceptó finalmente relajar los impuestos para los no residentes por un período temporal de tres meses.
Asimismo, Cummings estaría también detrás de la filtración que reveló cómo Johnson atendió también una petición del príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohamed bin Salman, en relación con una oferta que este último hizo para comprar el equipo inglés de fútbol del Newcastle United, que al final no prosperó.
Y la cosa no queda ahí. La costosa renovación del piso oficial en Downing Street y la aún más polémica manera de financiarlo; los movimientos de Carrie Symonds —prometida de Johnson— para meter a todos sus amigos como asesores del Gobierno; los planes del segundo confinamiento ante la pandemia…. En definitiva, detrás de todas las noticias que han puesto a Johnson contra las cuerdas en los últimos meses estaría siempre la misma persona.
¿Acaso se iba a imaginar alguien que el fin de Cummings iba a quedar ilustrado aquella fatídica noche del 13 de noviembre, saliendo del Número 10 con sus cosas en una caja? El oscuro estratega, que nunca ha mostrado ningún tipo de escrúpulo para conseguir sus objetivos, quiere tomarse ahora la revancha. Y apunta donde más duele. Porque pocos conocen mejor que él al primer ministro.
Cummings llegó a ser el hombre “intocable”, el asesor que más poder había cosechado nunca dentro de Downing Street, la figura que, en definitiva, movía a su antojo los hilos del poder. Excéntrico, egocéntrico, despiadado, con un estilo de vestir desaliñado y modales que hacían tremendamente complicado trabajar con él, tenía a Johnson en una especie de búnker. Cualquier persona que quisiera hablar con el líder 'tory' tenía que pasar primero por él.
Pero, a finales del año pasado, el primer ministro le puso en la calle. La cultura del miedo que había impuesto en el Número 10 era ya insostenible. Y la prometida del líder conservador fue clave para organizar su despido. Durante su época como poderoso asesor, Cummings tuvo acceso a los mensajes de texto que recibía el primer ministro. Por lo tanto, Johnson está ahora convencido que es él quien está detrás de todas las filtraciones.
Según apuntan fuentes del Gobierno a los rotativos locales, Cummings estaría dominado por la “rabia” que siente al ver cómo el Ejecutivo “no solo no se han hundido sin él, sino que está ahora realizando grandes progresos”, en parte, gracias a la exitosa campaña de vacunación.
El ex asesor niega estar detrás de las filtraciones y acusa ahora a su antiguo jefe de actuar “de una manera alocada y totalmente inmoral”. Es más, plantea que con determinados comportamientos del pasado, pudo llegar a actuar de manera “ilegal”, en referencia a las polémicas reformas de su apartamento en Downing Street, donde planteó crear una organización benéfica para que los donantes del Partido Conservador pudieran realizar su aportación, una decisión que causó en momento gran consternación. “Es triste ver cómo la oficina del Primer Ministro ha caído muy por debajo de los estándares de competencia e integridad que merece el país”, escribe en su blog, desde donde se ofrece personalmente a declarar en la investigación abierta para identificar al autor de las filtraciones.
Lo cierto es que, desde que dejó el Ejecutivo, se ha sabido poco de él. En enero, lanzó una nueva cuenta de Twitter en la que publica principalmente sobre investigación e innovación científica. Con frecuencia ha retuiteado otra cuenta de Twitter, llamada 'Covid One Year Ago', que también se creó en enero.
En cualquier caso, a finales de este año, está previsto que comparezca por la causa presentada por activistas ante los Tribunales, donde se acusa al Gobierno de adjudicar durante la pandemia contratos a dos empresas sin licitación competitiva. Las compañías de comunicación y relaciones públicas —Hanbury Strategy y Public First— estarían vinculadas con Cummings y Michael Gove (viceprimer ministro).
Public First recibió 564.000 libras esterlinas para investigar la respuesta de la ciudadanía ante las medidas que estaba aplicando el Ejecutivo. La compañía es propiedad de James Frayne, quien trabajó con Cummings en la campaña 'Business for Sterling' (donde se pedía que el Reino Unido no se uniera a la zona euro), y su esposa Rachel Wolf, ex asistente de Gove.
Por su parte, Hanbury Strategy, cofundada por el exjefe de comunicaciones de la campaña euroescéptica 'Vote Leave', Paul Stephenson, recibió dos contratos por un total 648.000 libras: uno para investigar las actitudes y comportamientos públicos relacionados con la pandemia y otro para realizar encuestas semanales.
El oscuro Dominic Cummings ha vuelto. Y eso siempre crea un terremoto en la política británica. El excéntrico estratega —calificado por unos como “genio” y por otros como “un auténtico psicópata”— llevó a Boris Johnson a conseguir dos logros históricos: la victoria del Brexit y una mayoría absoluta para el Partido Conservador en las últimas generales de 2019, que no se vivía desde los tiempos de Margaret Thatcher. En definitiva, le dio todo. Pero ahora está dispuesto a tumbarle. Downing Street acusa al antiguo asesor de estar detrás de las filtraciones que implican ahora al primer ministro en escándalos de todo tipo.