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Menos soldados y más armas nucleares: así se prepara UK contra las nuevas amenazas
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Cambio estratégico tras el Brexit

Menos soldados y más armas nucleares: así se prepara UK contra las nuevas amenazas

El Gobierno de Boris Johnson busca transformar sus Fuerzas Armadas, propias del siglo XX, para afrontar los retos de seguridad del siglo XXI

Foto: Un helicóptero vuela frente a un soldado de la Royal Navy británica durante un ejercicio militar de la OTAN. (Reuters)
Un helicóptero vuela frente a un soldado de la Royal Navy británica durante un ejercicio militar de la OTAN. (Reuters)

Durante demasiado tiempo, las Fuerzas Armadas británicas se han dejado llevar por una ambición y gasto excesivo de gobiernos que no estaban dispuestos a ser realmente honestos sobre el coste de defensa. En este sentido, cuando el actual Ejecutivo de Boris Johnson inició la mayor revisión desde el final de la Guerra Fría, pidió a los funcionarios que dejaran las hojas de cálculo a un lado y se centraran en la amenaza. El resultado ha llevado a una histórica reducción del Ejército del Reino Unido de la era pos Brexit, que pasará en los próximos cuatro años de 82.000 a 72.500 soldados, el nivel más bajo desde el fin de la Guerra de Sucesión española en 1714, cuando Londres se quedó con Gibraltar.

Downing Street se ha comprometido a destinar a defensa 24.000 millones de libras adicionales durante los próximos cuatro años. Aunque, tal y como han afirmado recientemente los parlamentarios del Comité de Cuentas Públicas, esto solo ayudará a cubrir el agujero de 17.000 millones de libras que acumula el ministerio. La reducción del número de soldados ha generado gran polémica. Y ya no solo porque rompe la promesa electoral recogida en el manifiesto con el que el Partido Conservador ganó por una aplastante mayoría absoluta las elecciones de 2019, sino porque una larga lista de expertos, entre ellos Lord Dannatt —quien fuera responsable de la Armada—, advierten de que no se podrán volver a realizar operaciones simultáneas en Irak y Afganistán o una misión similar a la llevada a cabo en 1982 para defender la soberanía de las Malvinas.

Foto: Johnson en una sesión del consejo de seguridad en febrero. (EFE)

Asimismo, los analistas recalcan que se corre el riesgo de socavar la credibilidad militar del Reino Unido, especialmente a ojos de Estados Unidos, su histórico aliado y con el que quieren estrechar ahora más que nunca los lazos, una vez se ha abandonado la UE. En la llamada “revisión integrada” de su política exterior —con la que Downing Street presentaba recientemente su estrategia para recuperar su lugar en el mundo— ya se revelaba que la agresión militar rusa representa la amenaza más grave para la seguridad británica. Por lo tanto, ¿qué sentido tiene reducir el Ejército en lugar de fortalecerlo?

Lo que Londres busca, en realidad, es transformar sus Fuerzas Armadas para afrontar los nuevos retos. Considera que tanto Pekín como Moscú han desarrollado nuevas “armas sofisticadas” y, de no actuar ahora, el Reino Unido y sus aliados corren el riesgo de quedarse atrás. De ahí que se apueste ahora por ir retirando los tanques para poner el foco de atención en el ciberconflicto, robótica, drones e inteligencia artificial. En el siglo XXI, al fin y al cabo, las batallas no se ejecutan sobre el asfalto, sino en las llamadas 'zonas grises', donde es difícil detectar la actividad enemiga, tal y como ha explicado Ben Wallace, el ministro de Defensa. “Hay que equipar nuestras Fuerzas Armas para las guerras del futuro”, manifestó.

En las recientes elecciones presidenciales de los Estados Unidos, tanto Rusia como Irán intentaron supuestamente, sin éxito, influir en el resultado mediante campañas de desinformación con recursos suficientes. Asimismo, Moscú ha adquirido la capacidad de atacar y destruir satélites en el espacio, lo que tiene el potencial de hacer completamente inoperante la infraestructura clave de una nación.

placeholder Ejercicio militar británico por el Día de las Fuerzas Armadas. (EFE)
Ejercicio militar británico por el Día de las Fuerzas Armadas. (EFE)

Se entiende, por tanto, que Londres haya incrementado un 40% el arsenal nuclear. La Royal Navy desplegará además un 'barco espía' para evitar que los submarinos rusos saboteen internet dañando cables submarinos en una nueva batalla del Atlántico. El nuevo barco de vigilancia oceánica de múltiples funciones (MROSS) estará en servicio en 2024.

Entender los equipos de las Fuerzas Armadas es sumamente complejo. El informe que ha publicado ahora el Gobierno está lleno de nombres como helicópteros Chinook CH-47, AH-64 Apache o el Watchkeeper, un sistema de aeronaves sin tripulación. El número de tanques se reducirá de 227 a 148 mejorados. La Royal Air Force perderá 24 de sus aviones Typhoon más antiguos y su flota de aviones de transporte Hércules. Y la Royal Navy retirará dos de sus fragatas más antiguas antes de que entren en servicio otras nuevas.

Pero esto es tan solo la punta del iceberg. La defensa, al fin y al cabo, es una herramienta más de la geopolítica. Y para entender ahora la estrategia de Londres hay que mirar en el mapa.

La gran apuesta ahora del Reino Unido en la era pos Brexit es el Indo-Pacífico. En esta región, Londres ya forma parte de dos importantes coaliciones: el Five Power Defence Arrangements (Australia, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y el Reino Unido, todos ellos países de la Commonwealth) y el Five Eyes (Australia, Canadá, Nueva Zelanda, Reino Unido y Estados Unidos). Según analistas consultados por este diario, el objetivo ahora es incrementar la cooperación entre los socios para “complicar la estrategia a China”.

Foto: EC.

A diferencia de Rusia, que es visto como un Estado activamente hostil que necesita ser tratado como tal, Downing Street considera que con China se necesita un enfoque híbrido de rivalidad y cooperación. Sobre todo porque las crisis globales como el cambio climático no se pueden resolver sin Pekín.

La comunicación entre los integrantes de esta región —entre otros, India, Australia o Japón— no es especialmente fluida, por lo que todo pasa por Washington. Los analistas dan por hecho que “Londres también acatará las pautas marcadas por la Casa Blanca”. Y en este sentido, para saber hasta dónde están dispuestos a llegar los aliados respecto al régimen de Xi Jinping, “habrá que mirar a Taiwán”.

Desde hace 70 años, esta isla es un auténtico quebradero de cabeza internacional. Ni siquiera hay consenso con su nombre, ya que también se hace llamar República de China. Desde 1978, Estados Unidos no la reconoce. Pero, al mismo tiempo, la apoya en temas de defensa. En 2018, Taiwán nombró a la consultoría gibraltareña Gavron Ltd supervisora de un proyecto valorado en alrededor de 1.390 millones de euros para el diseño de un submarino que tendría que estar operativo para 2025.

No hay versión oficial, pero los analistas dan por hecho que detrás de la operación se encuentran las coaliciones aliadas, de las que forma parte tanto Londres como Washington, preocupados ante la expansión estratégica, militar y económica de China en las últimas décadas.

Por otra parte, Downing Street también ha puesto el foco en el Ártico. Con el deshielo, puede crearse ahora una nueva 'ruta de la seda' del este de China hasta Róterdam (Países Bajos). A nadie, ni mucho menos a los rusos, se le escapan ahora todas las posibilidades que ofrece esta vía. Entre otras cosas, porque en esta ruta se encuentra también Groenlandia, donde en la última década se han encontrado minerales para industria avanzada, es decir, tecnología e inteligencia artificial. O lo que es lo mismo: las herramientas para “las guerras del futuro” a las que hacía referencia el ministro británico.

La justificación, por tanto, por parte de Downing Street para llevar a cabo las reducciones en el Ejército es invertir en armamento de guerra “mejor y más relevante” que estará disponible al final de la década, cuando se complete la revisión radical de las Fuerzas Armadas.

La apuesta no viene sin riesgos. Durante esta transformación, los militares tendrán que soportar una serie de lo que el ministro de Defensa ha denominado “brechas de capacidad”, como exigir que la Royal Air Force funcione sin su flota de aviones de alerta temprana E-3D Sentry, que se considera como un activo vital en un momento de mayor actividad militar rusa. En definitiva, los recortes en sí nunca son óptimos. Pero Londres quiere prepararse para las 'guerras del futuro'.

Durante demasiado tiempo, las Fuerzas Armadas británicas se han dejado llevar por una ambición y gasto excesivo de gobiernos que no estaban dispuestos a ser realmente honestos sobre el coste de defensa. En este sentido, cuando el actual Ejecutivo de Boris Johnson inició la mayor revisión desde el final de la Guerra Fría, pidió a los funcionarios que dejaran las hojas de cálculo a un lado y se centraran en la amenaza. El resultado ha llevado a una histórica reducción del Ejército del Reino Unido de la era pos Brexit, que pasará en los próximos cuatro años de 82.000 a 72.500 soldados, el nivel más bajo desde el fin de la Guerra de Sucesión española en 1714, cuando Londres se quedó con Gibraltar.

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