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Maurer: "Caminamos hacia unas guerras cibernéticas cada vez más preocupantes"
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Maurer: "Caminamos hacia unas guerras cibernéticas cada vez más preocupantes"

El suizo Peter Maurer (Thun, 1956) es el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), y sus afirmaciones apuntan a las amenazas de las guerras del mañana

Foto: Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja. (Reuters)
Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja. (Reuters)

El suizo Peter Maurer (Thun, 1956) es un hombre cuidadoso y extremadamente diplomático. Su cargo, y el terreno minado en el que se mueve, se lo exigen. Desde 2012, es presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), una organización cuya misión actual se concibió al calor del fin de dos conflictos mundiales y la firma de los Convenios de Ginebra (1949), que este año cumplen 70 años. "La CICR mantiene contactos con 130 ejércitos y más de 400 grupos armados no-estatales", recuerda en un momento de esta entrevista con El Confidencial, realizada durante una reciente visita a Roma. Las afirmaciones de Maurer están lejos de ser pura teoría: como presidente del CICR son más bien fruto de las pulsiones que llegan desde los epicentros de las catástrofes humanitarias más graves, donde las amenazas —ahora, también tecnológicas— evolucionan con constancia, anticipándonos las guerras del mañana.

PREGUNTA: Llama la atención que en uno de los últimos informes de CICR le dedicaran un apartado entero al uso de las nuevas tecnologías en las guerras. ¿Cuál es la preocupación?

RESPUESTA: Lo que hemos visto en los últimos dos años es que está aumentado la distancia entre las armas y el manejo humano de las armas. El desarrollo tecnológico, y en particular el aprendizaje automático ('machine learning', en inglés), han generado el miedo de que en el futuro sea incluso posible que la decisión de hacer uso de una arma o atacar la tome un algoritmo.

P: ¿Ya hemos llegado a ese punto?

R: Creemos que algo así todavía no existe. Pero es ahora que debemos empezar a hacernos las preguntas éticas y morales. ¿Puede una máquina que aprende sola tomar una decisión de vida o muerte? ¿Cómo podemos adaptar el derecho internacional a esta nueva realidad? La comunidad internacional está profundamente dividida sobre estas cuestiones. Algunos militares insisten en que los algoritmos pueden tomar decisiones mejores que las personas. Otros consideran que esto es inaceptable, creen que no deberíamos perder el control de las máquinas y que sean ellas las que hagan las guerras. Es un escenario muy inquietante. Nos encontramos estancados en debatir cuál es el nivel mínimo de control humano de estas máquinas que consideramos aceptable, para que no existan sistemas armamentísticos completamente autónomos.

Foto: un investigador de la Unidad de Inteligencia para el Cibercrimen de la Bundeskriminalamt (BKA) en Wiesbaden, en julio de 2016 (Reuters)
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P: Es cierto que la tecnología va avanzando muy rápidamente. Podría no faltar mucho tiempo para que existan esos temidos sistemas.

R: Nadie lo sabe. Hay mucha especulación.

P: Los militares lo saben.

R: Bueno, quizá ni ellos. Además, hay debates también en la comunidad militar, por si todo esto se puede volver contra ellos. Se ha de ir con cuidado. Porque un arma que aprende sola a atacar a un adversario, también repentinamente podría aprender a estar en contra de su dueño. O tenemos el control, y por tanto nos asumimos las responsabilidades que establece la ley, o perdemos el control. En este segundo caso, no se puede excluir que la máquina aprenda algo distinto. Es un peligro que creo que también los militares están evaluando. Por eso toda la discusión [en los foros internacionales] gira en torno a definir el concepto de autonomía. El CICR se ha involucrado en estos debates. Sin embargo, no es la única preocupación que existe en relación con la tecnología.

P: ¿Por ejemplo?

R: Otro gran tema que ya es real son los ataques a instalaciones civiles en el espacio digital, por ejemplo, los ordenadores de un hospital. El objetivo es herir a la población civil y por tanto, esto tiene consecuencias humanitarias. Eso puede ocurrir y ha ocurrido en los últimos dos años.

P: ¿Entonces, es una práctica cada vez más recurrente?

R: Sí, es una práctica que se está intensificando. Y que abre toda una serie de cuestiones irresueltas, por ejemplo, ¿cuál sería el marco legal que se debe aplicar en estos casos? Sí, los conflictos cibernéticos son una gran preocupación.

P: El problema es que además el derecho internacional humanitario no posee normas específicas sobre esto, la legislación no ha sido actualizada.

R: Se podrían interpretar algunas normas [que ya existen] pero nos quedaríamos en el terreno de la especulación. Es necesaria una nueva acción política.

P: En verdad, la ONU discute del tema desde hace años, pero no han llegado a conclusión alguna.

R: Así es, no han llegado a un acuerdo. Sin embargo, no hay alternativas: tienen que seguir discutiendo.

P: ¿Ve posible que la comunidad internacional llegue a un acuerdo ahora que el multilateralismo está en crisis?

R: No será fácil, de esto no hay duda. Otra dificultad es que aquellos que tienen estas tecnologías no son necesariamente los que quieren que esto se reglamente. Y aquellos que no las tienen sí quieren que se reglamente. Es la clásica división de la comunidad internacional, más allá del multilateralismo que, sí, últimamente tiene una vida complicada.

Foto: Pedro Sánchez conversa con el canciller mexicano Luis Videgaray en la primera sesión del G-20. (EFE)

P: ¿Y el sector privado?

R: Es otro actor, pues estas tecnologías también están en manos de las compañías privadas y, por tanto, ellas también deberían ser parte de la discusión para crear un nuevo marco regulatorio para la atribución de la responsabilidad [de los posibles delitos que ocasione el uso de estos sistemas].

P: Básicamente, habría que saber a quién responsabilizar, al productor, al comprador o al administrador.

R: Exacto.

P: Los defensores de estas tecnologías dirían que a veces somos víctimas del prejuicio del 'robot malvado'.

R: Pues, hay que distinguir lo que es real y lo que nos da miedo. Pero hay que acordarse.

placeholder Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC). (EFE)
Peter Maurer, presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (ICRC). (EFE)

P: Hablando de leyes, los Convenios de Ginebra, la 'piedra Rosetta' del derecho internacional humanitario, que este año cumple 70 años, son constantemente violados. ¿Por qué la comunidad internacional se resiste a respetar unos acuerdos que en su momento apoyaron un amplio grupo de países?

R: Pues lo primero que quisiera puntualizar es que no existen datos fiables sobre si hoy hay más o menos violaciones que antes. Tampoco hay que olvidar que estos acuerdos fueron firmados después de un periodo [las guerras mundiales] en el que se habían producido violaciones atroces. Digo esto porque quisiera corregir esta visión de que existe un continuado deterioro de las violaciones. Lo cierto es que no lo sabemos.

P: Recordaba usted hace algunos días que hay unos 90 conflictos en curso en este momento.

R: Sí, no hay duda alguna de eso. Son muchas las graves y sistemáticas violaciones que vemos en muchos conflictos, desde el oeste al este de África, en Oriente Medio, Ucrania, Afganistán, el sur de Filipinas… las violaciones más comunes son sobre las reglas de la guerra. […] La mayoría de los ejércitos tienen momentos en los que inclinan la balanza hacia la ventaja militar y el uso masivo de violencia, también si hay civiles que pueden resultar heridos. Eso lo vemos particularmente en las zonas urbanas. Se ha visto en la devastación de [las localidades sirias] de Al Raqa, Mosul, Alepo, Homs. Estas son situaciones en las que se han producido ataques militares masivos. El segundo gran problema es el trato a los detenidos, que también es mejorable.

P: ¿Qué me puede decir del posible uso de armas químicas tras la reciente ofensiva militar de Turquía en el norte de Siria?

R: No le puedo decir mucho. Toda la fuerza y debilidad de una organización como el CICR es que, cuando sospechamos de una violación, nos involucramos de manera confidencial y no hacemos activismo público […] Siria es una de nuestras principales preocupaciones en este momento. La reciente ofensiva ha producido nuevos desplazamientos, que no esperábamos que ocurrieran, y que se suman a la ya difícil situación del país.

P: Hablemos entonces de Afganistán. ¿Qué consecuencias está teniendo los obstáculos para que allí se alcance la paz? ¿Ha empeorado la situación humanitaria?

R: Es casi una regla que, cuando se ponen en marcha los procesos de paz, al mismo tiempo vemos muchas operaciones militares en curso. Se debe a que los negociaciones de paz empujan los actores a intentar mejorar su situación en las mesas de diálogo. Eso sube la presión. Por eso no es ninguna sorpresa que en Afganistán en los últimos dos años hayamos visto un número creciente de civiles víctimas de artefactos explosivos, ataques suicidas u operaciones militares. Si miramos a otros países de Oriente Medio, como Yemen, lamentablemente también se ve lo mismo, sobre todo en las primeras fases, cuando no hay confianza recíproca entre las partes. Por eso, lo cierto es que sabemos que, incluso si mañana hubiese un tratado de paz en Afganistán, la situación humanitaria seguiría siendo muy mala. A veces hay que esperar años antes de alcanzar una verdadera paz. Y esto es complicado porque en la mayoría de los casos, tras estos acuerdos, la comunidad internacional actúa como si todo estuviese resuelto, como si ya no hubiese necesidad de seguir estando ahí. Pero no es así.

P: ¿Es el caso de Irak?

R: Sí, en este momento hay un cese de hostilidades entre el ejército iraquí y el Estado Islámico pero la situación humanitaria es todavía muy precaria. Hay un millón de iraquí todavía desplazados y que necesitan apoyo para reintegrarse, así como decenas de cientos de personas detenidas.

Foto: Un manifestante en Bagdad, Irak, el pasado 2 de octubre. (Reuters)

P: Un conflicto que da muchos titulares es Venezuela. ¿Por qué en septiembre aumentó los fondos de CIRC destinados a este país?

R: Tomamos la decisión porque estamos convencidos de que la situación en Venezuela tiene un impacto humanitario masivo para las personas. Lo hemos hecho porque somos una organización humanitaria, aunque sabrá usted que hay mucha controversia sobre este tema.

P: He leído que se han quejado porque han politizado vuestra ayuda en el país.

R: Es que unos dicen que [la situación actual del país] es culpa del mal gobierno de los otros, mientras que los otros dicen que Venezuela está así por el embargo y las sanciones que existen. Pero nosotros, como organización humanitaria, creemos que estas controversias distraen la atención del hecho de que hay personas sufriendo, que no tienen acceso a atención médica, que tienen dificultad para alimentarse.

P: ¿Y el proceso de paz en Colombia? Continúan los asesinatos de activistas y militantes, y algunos antiguos guerrilleros han vuelto a las armas.

R: Es un caso como los que hablamos antes. Cuando hay un acuerdo de paz, la paz no llega al día siguiente.

P: ¿Se lo esperaba?

R: No quiero ser pesimista. Probablemente hace tres años [el acuerdo de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y las FARC fue firmado en 2016] no le habría respondido. Pero lo cierto es que no lo descartábamos. También pues todavía hay una parte de la población a la que no le convence el acuerdo.

P: ¿Qué previsión hace?

R: Creo que será necesaria mucha voluntad política. Es obvio que después de todas estas décadas [de conflicto] la situación seguirá tensa. A esto se suma que hay una inmigración masiva de venezolanos, lo que ha puesto más estrés sobre toda Latinoamérica. No solo Colombia; también Perú, Chile, Brasil…

P: Italia acaba de firmar de nuevo un acuerdo migratorio muy controvertido con Libia. ¿Cómo es la situación en los centros de detención para migrantes en Libia?

R: Cuando me hacen estas preguntas en Italia, me tienta recordar que hay un conflicto interno en Libia que sigue en curso y que nosotros estamos allí desde 2011. De hecho, en los últimos dos meses, nuestro foco ha estado en la primera línea [de los enfrentamientos] entre GNA (Gobierno de Acuerdo Nacional) y el Ejército Nacional Libio (Libyan National Army, que dirige el coronel Khalifa Haftar). Esta guerra ha desplazado a más de 100.000 personas cerca de Trípoli, que han dejado sus hogares heridos, por lo que estamos con operaciones quirúrgicas e intentando pactar para que nos dejen visitar a los detenidos. Igualmente hemos pedido tener acceso a los centros donde están los migrantes, pero no nos han autorizado con todas las condiciones que pedimos.

P: Vayamos a África. ¿Qué opina de la decisión de algunos países de la Unión Europea de avalar la externalización de las peticiones de asilo a Europa en países africanos, como Níger?

R: No hay que subestimar el fenómeno migratorio ni pensar que hay soluciones perfectas. Lo que puedo decir con certeza es que estamos muy preocupados porque en los últimos dos años los acuerdos para los migrantes no han sido buenos acuerdos. Lo que los europeos ofrecen, y las políticas nacionales de cada país, en Libia y en el Sahel, deja a demasiados migrantes desprotegidos. Hay un aumento de muertos en el Mediterráneo y en el Sahel. Por eso, creo que deberíamos tener una discusión basada en las evidencias

El suizo Peter Maurer (Thun, 1956) es un hombre cuidadoso y extremadamente diplomático. Su cargo, y el terreno minado en el que se mueve, se lo exigen. Desde 2012, es presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), una organización cuya misión actual se concibió al calor del fin de dos conflictos mundiales y la firma de los Convenios de Ginebra (1949), que este año cumplen 70 años. "La CICR mantiene contactos con 130 ejércitos y más de 400 grupos armados no-estatales", recuerda en un momento de esta entrevista con El Confidencial, realizada durante una reciente visita a Roma. Las afirmaciones de Maurer están lejos de ser pura teoría: como presidente del CICR son más bien fruto de las pulsiones que llegan desde los epicentros de las catástrofes humanitarias más graves, donde las amenazas —ahora, también tecnológicas— evolucionan con constancia, anticipándonos las guerras del mañana.

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