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No hables de Putin y usa software ruso: las órdenes de Moscú para la ciberguerra
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las empresas DE INTERNET, EN EL PUNTO DE MIRA

No hables de Putin y usa software ruso: las órdenes de Moscú para la ciberguerra

Son las instrucciones que recibe un ‘trol’ de media jornada, con doce pagas al año de hasta 2.000 euros. Las empresas de internet rusas también están en el punto de mira: fuera y dentro del país

Foto: El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una visita durante unas maniobras militares, en la región de Orenburg. (Reuters)
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, en una visita durante unas maniobras militares, en la región de Orenburg. (Reuters)

Mejora ese inglés, inspírate en los capítulos de ‘House of Cards’, no pierdas el tiempo hablando de Rusia o Putin y genera toda la discordia que puedas. Son las instrucciones que recibe un ‘trol’ ruso de media jornada, con pausa para café y doce pagas al año: hasta 2.000 euros al mes. Maxim, que desde 2015 pasó 18 meses en una “factoría de trols” en San Petersburgo, ha contado al canal Dozht de la televisión rusa que su misión era postear que Hillary Clinton era rica, mencionar después sus emails filtrados, proclamar que los Clinton llevaban mucho tiempo mandando… Valía cualquier plataforma, no había que defender nada. Basta con lograr que el personal acabe harto.

Cuanto más se destapa de este pulso digital, más crece la desconfianza en ambos bandos. En esta ‘Guerra Fría’ informática, Facebook, YouTube, Instagram, Twitter, Reddit y Google son supuestamente armas occidentales, pero al mismo tiempo han sido munición en la guerra ‘relámpago’ que lanzan hackers de Rusia en frentes tan dispares como las elecciones de EEUU o las generales en Alemania. Las empresas de internet rusas también están en el punto de mira: fuera y dentro del país.

Las trincheras están más abiertas que nunca, y combatientes propios y ajenos se confunden en los casos de los anuncios falsos de Facebook, los ‘bots’ impulsando al separatismo catalán o los bulos de última hora de campaña en Francia. En la retaguardia rusa, mientras, la orden es de prietas las filas. El presidente, Vladimir Putin, ha avisado a las compañías tecnológicas rusas que perderán los encargos del estado a menos que pasen a utilizar software hecho en el país. Las instituciones estatales no pueden trabajar con compañías que usan software extranjero porque eso representa un riesgo para la ciberseguridad nacional.

Foto: (Imagen: EC)

“La verdad es que las empresas en Rusia siguen utilizando principalmente tecnología importada”, explica Ilya L., un funcionario acostumbrado a tratar con información relativa a los servicios de seguridad, “pero hoy se ve la tecnología extranjera como un caballo de Troya”. En realidad está actitud no es única de Rusia: Moscú replica las desconfianzas del otro lado del Atlántico.

Durante años, en EEUU se ha especulado con la posibilidad de que el antivirus ruso Kaspersky tenga una ‘puerta trasera’ para los servicios secretos que controla Moscú. Ahora el temor ha dejado paso a los hechos: el mes pasado el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos ordenó a todas sus agencias que dejaran de usar los productos Kaspersky. Y todo ello debido a que el software de la empresa rusa de seguridad informática tuvo un papel en el robo de programas informáticos de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA) por presuntos hackers rusos.

placeholder La silueta de un hombre ante el logo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), en Sarajevo. (Reuters)
La silueta de un hombre ante el logo de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), en Sarajevo. (Reuters)

Los servicios secretos de EEUU -y la NSA no es una excepción- recurren en ocasiones a virus informáticos para entrar en computadoras ajenas, igual que hacen los hackers. En este caso los datos fueron sustraídos en 2015 del ordenador privado de un colaborador externo del servicio secreto, que los introdujo en el dispositivo furtivamente. Así que muchas veces los hackers están robando a un ladrón al hacer su trabajo.

La preocupación se extiende. Algunas tiendas de EEUU han retirado el software de Kaspersky de sus estanterías, mientras la empresa se presenta ahora como una víctima de la disputa geopolítica entre Rusia y Estados Unidos. Es cierto que entre las filas de Kaspersky trabajan exagentes del FSB, los servicios secretos rusos. Ésa es una de las razones por las que está bajo escrutinio en EEUU. ¿Y qué se puede hacer con un antivirus? Todo, porque tiene acceso a los archivos en el ordenador y a la ‘nube’, a través de la cual el servicio pone en común posibles amenazas.

La seguridad jurídica de los estados en los que estén radicadas estás empresas es crucial: “El ambiente en el que se mueven estas compañías en Rusia ha cambiado, especialmente desde 2014, y ahora el Kremlin es más exigente, la legislación es muy intrusiva y permite a los servicios de seguridad tener acceso a los datos e incluso entrar en las oficinas”, explica Andrei Soldatov, autor junto a Irina Borogan, de ‘La red roja’, un libro sobre el pulso que libra el Gobierno ruso para controlar internet. Empresas como Kaspersky “están bajo una enorme presión en Moscú y en EEUU, el clima ha cambiado mucho”, añade Soldatov. El fundador de la empresa, Eugene Kaspersky, no descarta que los servicios secretos rusos aprovecharan un fallo de seguridad en su software.

Foto: Una mujer pasa por delante de la Estatua del Soldado de Bronce antes de su retirada, en Tallin, febrero de 2007. (Reuters)

El cerco se ha estrechado también en torno a Telegram, otra compañía rusa. Un tribunal de Moscú multó el lunes a este servicio de mensajería por negarse a entregar a los servicios de seguridad rusos las claves de cifrado para acceder a los mensajes de algunos usuarios. Tendrá que pagar 18.000 euros porque la empresa no cumplió con su deber de "proporcionar información a las fuerzas del orden”. “El FSB quiere tener acceso a la correspondencia privada, pero esto sería un intento de ampliar su influencia a expensas de los derechos constitucionales de los ciudadanos”, lamentó en un mensaje público Pavel Durov, creador de Telegram, que ha anunciado que dará batalla legal con esperanzas de ganarla.

Lo cierto es que en anteriores ocasiones ha perdido. En 2014, Durov -que un año antes creó Telegram junto a su hermano- decidió irse de Rusia tras denunciar presiones de los servicios de seguridad para que revelara información sobre grupos de la oposición que empleaban la red social VKontakte, fundada por él en el año 2006.

placeholder Una imagen del servicio de Telegram durante una conferencia de prensa en Jakarta. (Reuters)
Una imagen del servicio de Telegram durante una conferencia de prensa en Jakarta. (Reuters)

Varios países acusan a Telegram de facilitar las comunicaciones entre terroristas del grupo Estado Islámico. Su capacidad de alcanzar anónimamente a un número ilimitado de personas lo ha puesto en el punto de mira de algunos gobiernos, pues es una herramienta perfecta para la subversión y las operaciones encubiertas. Es indicado para la rebelión en todos los grados y niveles. En Cataluña, los llamados "Comités de Defensa del Referéndum" se organizan para tomar las calles y “luchar por la República Catalana” coordinándose gracias a grupos de Telegram. Lo mismo sucede con los colectivos de opositores más jóvenes al régimen de Putin, que organizan a través de este servicio sus manifestaciones fuera de los puntos indicados por la policía. Esta continua presencia de la marca Telegram en desórdenes ha pesado como una losa ante el Gobierno ruso.

De momento, Moscú “no se está planteando un posible bloqueo" de Telegram en Rusia, asegura el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov. Pero Rusia ya se siente en el punto de mira de la ciberguerra, sobre todo después de que más de 300.000 personas tuvieran que ser evacuadas en todo el país por una oleada de falsas amenazas de bomba que duró dos semanas. Las llamadas provenían de fuera de Rusia y fueron hechas por internet, lo cual impide que sean rastreadas convenientemente. Franz Klintsevich, senador ruso miembro del comité de Defensa de la cámara alta, lo considera un caso de “ciberguerra a gran escala” y advierte de que Rusia “responderá”. La duda es si lo hará aumentando la presión a sus empresas o con un nuevo ataque de esa 'factoría de discordia’ ubicada discretamente en una calle de San Petersburgo.

Mejora ese inglés, inspírate en los capítulos de ‘House of Cards’, no pierdas el tiempo hablando de Rusia o Putin y genera toda la discordia que puedas. Son las instrucciones que recibe un ‘trol’ ruso de media jornada, con pausa para café y doce pagas al año: hasta 2.000 euros al mes. Maxim, que desde 2015 pasó 18 meses en una “factoría de trols” en San Petersburgo, ha contado al canal Dozht de la televisión rusa que su misión era postear que Hillary Clinton era rica, mencionar después sus emails filtrados, proclamar que los Clinton llevaban mucho tiempo mandando… Valía cualquier plataforma, no había que defender nada. Basta con lograr que el personal acabe harto.

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