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La foto que muestra la trastienda de la UE: así se alcanza un acuerdo en Europa
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La foto que muestra la trastienda de la UE: así se alcanza un acuerdo en Europa

Una fotografía muestra el momento clave de la noche de ayer, cuando diplomáticos y técnicos rodean un ordenador para terminar de dar forma a la prórroga del Brexit

Foto: Altos funcionarios de la UE discuten cómo lograr una salida de emergencia al Brexit.
Altos funcionarios de la UE discuten cómo lograr una salida de emergencia al Brexit.

La Unión Europea es una maquinaria bien engrasada que funciona las 24 horas del día. Bruselas es un hervidero de reuniones, corros, papeles que vuelan de un sitio a otro de forma continua. Cuando los líderes de la UE llegan a la capital comunitaria una legión de funcionarios y diplomáticos han dejado todo cerrado y bien atado.

Este jueves, durante una jornada histórica para Europa, se hizo pública una fotografía que refleja el trabajo en la sombra de muchas personas que hace posible que la rueda de la Unión Europea siga girando. La historia detrás de la instantánea es la del acuerdo de anoche.

Los Veintisiete se reunían en Bruselas para dar respuesta a la petición de Theresa May, primera ministra británica, de ampliar el Brexit hasta el 30 de junio. Los líderes tenían que, sobre la marcha, decidir qué hacían: ¿se la daban o no? ¿Podía ser hasta el 30 de junio? Dentro de la sala en la que se reunían los jefes, en la planta número 3 del edificio Europa, la situación era difícil. Donald Tusk, presidente del Consejo, salió una primera vez a consultar con May si lo que estaban atando los líderes le parecía bien.

Por primera vez en una tarde larga y cansada los jefes de Estado y de Gobierno se estaban poniendo de acuerdo en una fórmula: dos prórrogas al Brexit, una primera hasta el 22 de mayo si la semana que viene Westminster vota a favor del acuerdo, y una segunda más corta hasta el 12 de abril si el Parlamento británico lo rechaza. Por fin había una propuesta más o menos estable. Y sin perder ni un minuto la UE se puso a funcionar.

Foto: Varias personas se manifiestan frente al edificio de la Comisión Europea (CE). (EFE)

Fuera de esa sala de reuniones en la planta tercera se arremolinaban todos los 'sherpas' y asesores especiales, representantes personales y gente de confianza de los líderes que están dentro de la sala de reunión. Están en esa zona, que consiste en algunos asientos con mesas bajas, para poder estar cerca de los líderes en todo momento.

Son los encargados de la fontanería de los acuerdos, los que ponen hasta el último punto y mueven cada coma hasta que todos quedan contentos. La idea de que por fin había una propuesta estable hizo que no quisieran perder ni un minuto: había que llevar la idea a papel, plasmarla para conseguir anclarla, no había ni un solo minuto que perder.

Y en ese ejercicio el embajador búlgaro ante la UE, Dimiter Tzantchev, hizo la fotografía que están viendo. Podría ser un cuadro, la “Lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp” de Rembrandt, pero no, son técnicos y altos funcionarios discutiendo cómo lograr una salida de emergencia al Brexit. Tzantchev la sube a Twitter sin que ninguno de los presentes lo sepa de antemano. A nadie le molesta, pero la fotografía pasa a ser la foto de la noche.

La imagen lo tiene todo. La mayoría de personajes miran hacia donde se hace la fotografía, en semicírculo, porque la única persona que tenía un ordenador portátil en ese momento era el consejero diplomático de Charles Michel, primer ministro belga. Su nombre es Frédéric Bernard. El resto de técnicos tenían sus portátiles en las distintas delegaciones, que se esparcen por el edificio desde la segunda hasta la novena planta y no había tiempo que perder, no podían buscarlos y volver.

Alrededor de Bernard están las personas clave del acuerdo. Justo a su derecha está la española Clara Martínez, que es jefa de gabinete de Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea. De pie, justo detrás de ella, se encuentra una de las caras clave del Brexit, desconocida para el gran público pero la figura que ha dirigido en todo momento las negociaciones técnicas: la alemana Sabine Weyand, número dos de Michel Barnier, negociador jefe del Brexit.

A la izquierda de Weyand se encuentra una de las personas clave del acuerdo de ayer, el alemán Uwe Corsepius, el 'sherpa' de Angela Merkel, la canciller germana. Corsepius conoce bien la casa: fue secretario general del Consejo entre 2011 y 2015, cuando volvió a Berlín para ser asesor de asuntos europeos de Merkel. Y a la derecha de Martínez está la otra persona clave del acuerdo de ayer: Clement Beaune, conocido en algunos círculos parisinos como ‘Monsieur Europe’, el hombre de confianza de Emmanuel Macron, que retuitea la foto de Tzantchev. Beaune es muy cercano al presidente, trabaja como su asesor en asuntos europeos desde 2014, cuando Macron todavía era ministro de Finanzas.

A la derecha del todo, casi invisible entre la maraña de diplomáticos, con gafas, está el 'sherpa' de Pedro Sánchez, José Manuel Albares. El diplomático español es la mano derecha del presidente en el trabajo de fontanería de lograr textos, declaraciones, conclusiones y acuerdos. Es la persona clave para que la visión de Madrid quede reflejada en el compromiso final. Anoche su papel era claro: buscar darle otra oportunidad al acuerdo a escasos días de la antigua fecha clave del 29 de marzo y trabajar en los pasillos para facilitar un compromiso respecto a las fechas, ya que las posturas de varias delegaciones fueron muy alejadas durante buena parte de la tarde.

La fotografía refleja un momento de inusual calma, con todo el mundo en silencio porque siguen con atención lo que el belga escribe en el ordenador, pero la mayoría del tiempo que duró ese encuentro improvisado la situación era mucho más alborotada, con todos los técnicos señalando puntos, aconsejando modificaciones, terminando el trabajo de orfebrería que representa un acuerdo entre veintisiete países con ideas e intereses diferentes. Mucho más parecido a una sesión de la bolsa que a un calmado debate de cafetería.

Durante entre 20 minutos y media hora los técnicos discutieron y terminaron de dar forma al texto, que volvió a entrar en la sala de reuniones y que ya solo sufrió alguna pequeña modificación. Tusk volvió a hablar al menos una vez más con May, que confirmaba todo con su gente de confianza en Bruselas pero también en Londres. Al final de la noche los Veintisiete aprobaron de forma unánime el acuerdo que está encima de la mesa y que ha evitado, entre otras cosas, que la semana que viene se tuviera que celebrar un nuevo Consejo Europeo.

La imagen de la noche ha acabado siendo un símbolo de cómo funciona la UE, de cómo trabajan todos los mecanismos europeos, de la cantidad de gente implicada en cada uno de los acuerdos que se alcanzan en Bruselas. Ha acabado convertida, en solo unas horas, en una especie de homenaje a todas esas personas sin cara que hacen el trabajo de poner de acuerdo posiciones muy distintas para lograr que, una noche más, se logre sobre la bocina un texto común.

La Unión Europea es una maquinaria bien engrasada que funciona las 24 horas del día. Bruselas es un hervidero de reuniones, corros, papeles que vuelan de un sitio a otro de forma continua. Cuando los líderes de la UE llegan a la capital comunitaria una legión de funcionarios y diplomáticos han dejado todo cerrado y bien atado.

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