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Más allá del "¡muerte a Israel!": si Irán está loco, es el loco más racional del mundo
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La doble cara de Teherán

Más allá del "¡muerte a Israel!": si Irán está loco, es el loco más racional del mundo

Pese a cruzar una nueva línea en el conflicto entre ambos países, Irán ha cumplido en su ataque todos los requisitos que uno esperaría de un actor racional en la arena internacional

Foto: Un cartel antiisraelí en Teherán tras el ataque de Irán a Israel. (EFE/EPA/Abedin Taherkenareh)
Un cartel antiisraelí en Teherán tras el ataque de Irán a Israel. (EFE/EPA/Abedin Taherkenareh)
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La escena es tan habitual que ni siquiera sorprendió. Decenas de legisladores iraníes en el centro del hemiciclo del Parlamento, frente a los retratos gigantes del líder supremo Ali Jamenei, con el puño en alto y unidos en un mismo canto: “¡Muerte a Israel! ¡Muerte a América!”. Tuvo lugar este domingo, un día después del ataque sin precedentes de Irán y sus milicias aliadas contra Israel, pero también en 2020, 2019, 2013... Y no solo en la sede del Legislativo, sino también en manifestaciones improvisadas o en los grafitis que decoran las calles de Teherán.

Este tipo de exaltación de la violencia, sumado a los frecuentes discursos apocalípticos del líder supremo —”Al-Quds estará en manos de los musulmanes”, proclamó el ayatolá Jamenei este domingo, utilizando la denominación en árabe para Jerusalén— es señalada una y otra vez por el Gobierno de Israel para argumentar que Irán está liderado por fundamentalistas violentos con los que resulta imposible razonar. Que el régimen iraní es, en esencia, un actor rebelde y carente de cualquier lógica geopolítica.

Sin embargo, el ataque contra Israel, pese a cruzar una nueva línea en el conflicto entre ambos países, ha cumplido todos los requisitos que uno esperaría de un actor racional en la arena internacional. No solo los objetivos parecían seleccionados para minimizar bajas —bases militares israelíes en medio del desierto del Neguev y alejadas de cualquier núcleo residencial—, sino que Teherán comenzó a avisar con 72 horas de antelación a los países de la región de que planeaba una ofensiva con cientos de drones y misiles. Antes incluso de conocer el impacto real de los cientos de drones y misiles, la misión permanente de Irán ante las Naciones Unidas tuiteaba que la operación había “concluido”, descartando nuevos ataques mientras Israel no respondiera.

Este lunes, el embajador iraní en España, Zahra Ershadi, convocaba una conferencia de prensa para reforzar este mensaje. "El ataque ha sido calculado, limitado, equilibrado y nunca buscó causar daño en la población civil. Ahora, ha finalizado y ha cumplido con éxito sus objetivos", afirmó Ershadi a los medios presentes, entre los que se encontraba El Confidencial. "No habrá más respuesta, si el agresor [Israel] no responde", sentenció.

Foto: Protesta en Irán después del ataque con drones y misiles a Israel. (Reuters)

Teherán también se esforzó por intentar otorgar a su operación una apariencia de legitimidad y concordancia con el derecho internacional. El ministerio de Asuntos Exteriores de Irán afirmó que la ofensiva “se llevó a cabo en el marco del derecho de legítima defensa, de conformidad con el artículo 51 de la Carta de la ONU, en respuesta a los ataques a instalaciones iraníes en la región”. En concreto, las autoridades iraníes citaron la falla del Consejo de Seguridad de la ONU a la hora de responder adecuadamente el ataque israelí contra su consulado en Siria el pasado 1 de abril, en el que murieron 16 personas.

¿A qué se debe este contraste entre los múltiples llamados al exterminio de Israel de los políticos iraníes y el aparentemente comedido cálculo que ha demostrado en su ataque? Como explica Eduard Soler, investigador del CIDOB especializado en geopolítica y seguridad, en el teatro de las relaciones internacionales, la racionalidad de un actor estatal es el resultado de un complejo equilibrio entre sus intereses. “Las acciones de Irán no pueden ser comprendidas plenamente sin considerar la interacción entre sus objetivos estratégicos y las presiones domésticas que enfrenta”, afirma Soler en entrevista con El Confidencial.

Las incendiarias consignas contra Estados Unidos e Israel pueden servir para cohesionar a las bases del régimen o para generar un paraguas discursivo que albergue a todos aquellos actores regionales que se autodenominan como el “eje de la resistencia”. Pero los líderes iraníes son conscientes de sus limitaciones en la arena global, lo que les lleva a adoptar un discurso muy diferente ante las instituciones internacionales y a realizar el mismo frío cálculo de costes y beneficios que domina la política exterior del resto de potencias.

Irán ha demostrado precauciones similares en otras circunstancias de máxima tensión del pasado. Cuando Estados Unidos asesinó al general más importante de Irán, Qassem Soleimani, en enero de 2020, el régimen islámico dio un aviso a Washington 10 horas antes de lanzar una lluvia de misiles balísticos sobre posiciones militares de EEUU en Irak. Fue el mayor ataque de la historia realizado por Teherán contra fuerzas estadounidenses, pero aun así no causó ni una baja mortal. Un resultado similar al que Israel experimentó el sábado.

El régimen, que afirma defender a todos los seguidores del Islam del mundo, también ha demostrado un alto grado de pragmatismo a la hora de tejer alianzas con Rusia y China, grandes potencias con un considerable historial de exclusión y maltrato a las minorías musulmanas.

Pese a sus proclamas de que Jerusalén acabará en manos de musulmanes o de que Israel es un “tumor” que es necesario extirpar, el líder supremo Ali Jamenei también se ha visto obligado a reconocer que Irán no busca un conflicto militar extenso. “El Gobierno de Irán es consciente del peligro de un conflicto a gran escala cuando cuenta con tan poca cohesión interna. Sabe que esto podría ser aprovechado por las distintas facciones dentro del régimen para lanzarse puñales los unos a los otros y que la población iraní, muy probablemente, no acabaría comprando la lógica para lanzar una guerra”, asevera Soler.

Foto: Captura de vídeo de IRNA que muestra el momento en el que la Fuerza Aeroespacial del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica lanza los misiles. (EFE)

A diferencia del discurso israelí, Estados Unidos lleva tiempo considerando a Irán como un actor que se guía por motivos racionales, y no por fanatismo. Como resalta Gideon Rachman, columnista jefe de asuntos exteriores del Financial Times, “en Israel, el régimen iraní es ampliamente retratado como un culto religioso fanático que felizmente se arriesgaría a provocar el Armagedón, pero Estados Unidos ve a Irán más como un régimen centrado en sobrevivir, que puede ser brutal, pero también racional”.

Esta diferencia de percepciones, a su vez, explica la principal brecha entre EEUU e Israel en lo que respecta a lidiar con Irán. Mientras el primero considera que frenar una escalada en la región es la prioridad, el segundo ve su propia existencia amenazada por un Estado al que considera capaz de lanzar armas nucleares contra Tel Aviv tan pronto como las consiga. Ahora, Washington espera la respuesta del Gobierno de Netanyahu con el mismo grado de preocupación —o incluso uno mayor— que con el que aguardaba el ataque de la República Islámica. La pregunta ahora es: ¿se comportará Israel ahora como un actor racional?

La escena es tan habitual que ni siquiera sorprendió. Decenas de legisladores iraníes en el centro del hemiciclo del Parlamento, frente a los retratos gigantes del líder supremo Ali Jamenei, con el puño en alto y unidos en un mismo canto: “¡Muerte a Israel! ¡Muerte a América!”. Tuvo lugar este domingo, un día después del ataque sin precedentes de Irán y sus milicias aliadas contra Israel, pero también en 2020, 2019, 2013... Y no solo en la sede del Legislativo, sino también en manifestaciones improvisadas o en los grafitis que decoran las calles de Teherán.

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