Aviso a navegantes europeos: la inmigración no será el tema que marque estas elecciones
Un nuevo estudio del ECFR pone el énfasis en que la inmigración no es la principal preocupación para los votantes de cara a las próximas elecciones europeas
Las fuerzas de extrema derecha llegan a las elecciones europeas muy divididas; la política migratoria no va a movilizar a los cerca de 400 millones de europeos llamados a las urnas en junio y los líderes proeuropeos se equivocan si hacen campaña centrándose en los resultados logrados durante la que, probablemente, ha sido la legislatura más convulsa de la historia del bloque. Son las tres conclusiones que deja el nuevo sondeo del Consejo Europeo para las Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés).
“La gente se está equivocando al pensar que la mejor forma de vencer a la extrema derecha es imitando sus políticas en inmigración. Nuestra encuesta muestra que la inmigración no es la principal preocupación para los votantes en la mayoría de los países. Copiar las políticas ultraderechistas en este campo puede hacer que los partidos tradicionales parezcan poco auténticos. La mejor alternativa pasa por ensalzar las debilidades de los partidos euroescépticos y fortalecer la geopolítica de Europa en tiempos de Trump”, afirma Mark Leonard, director del ECFR.
Un estudio previo del mismo think-tank ya reveló que, a diferencia de 2019, en los comicios de 2024, la agenda verde y las políticas climáticas serán el gran movilizador de voto. La situación durante este lustro ha cambiado mucho. Por aquel entonces, los fantasmas de la bautizada como crisis de refugiados, donde llegaron a las costas europeas más de un millón de personas que huían principalmente de la guerra de Siria, estaba muy reciente en la retina de las esferas políticas y de la sociedad. Las fuerzas de extrema derecha hicieron de la iniciativa del ‘Welcome Refugees’ que abanderó Angela Merkel y del reparto de refugiados obligatorio en los 27 Estados miembros una de sus banderas y máquina de votos.
La sensibilidad del tema también estaba muy presente en la opinión pública. Un Eurobarómetro publicado a escasas semanas de las elecciones revelaba que la inmigración suponía la mayor preocupación para el 50% de los ciudadanos, seguido de la economía y el desempleo juvenil. Desde 2015 hasta 2023, fue una de las grandes asignaturas del bloque comunitario. Con el Reglamento de Dublín volado por los aires, la UE naufragó durante ocho años sin una política migratoria, operando con parches, soluciones ad hoc, diferencias insalvables entre las capitales y debates de los más viscerales de la última década.
Pero el diciembre pasado, bajo la Presidencia española del Consejo de la UE, se puso punto y aparte a ese capítulo rubricando el Pacto de Asilo. En paralelo, los Gobiernos nacionales desde Francia hasta Alemania también han aprobado leyes migratorias que han endurecido el acceso a las ayudas sociales de los inmigrantes y refugiados y acelerado los retornos.
En estos momentos, según el estudio en cuestión, solo 15% de los encuestados considera la inmigración como la principal crisis de la última década, siendo la preocupación principal exclusivamente en Alemania y Austria. En ambos países, coincide con un muy buen momento de forma de sus fuerzas de extrema derecha. Alternativa para Alemania (AfD) se proyecta como la segunda fuerza en intención de voto aprovechando el bajo índice de popularidad que atraviesa la coalición tripartita que lidera el socialdemócrata Olaf Scholz. Por su parte, el Partido de la Libertad (FPÖ) austriaco se posiciona como favorito en los próximos comicios de otoño. La radiografía deja una imagen distinta en los Estados miembros. Por ejemplo, en Grecia, Portugal, Italia y Hungría la gran inquietud de los ciudadanos es la economía. El clima lo es en Francia y Países Bajos, y la agresión rusa en los países del Este.
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El estudio sentencia que intentar copiar a la extrema derecha en el tema migratorio, donde las políticas nacionales y europeas, ya se han endurecido mucho, no atraerá a los votantes, que siempre irán a la opción auténtica y no a la marca blanca. "Los líderes europeos no deberían hacer de estas elecciones una elección sobre migración, sino sobre la naturaleza de las fronteras europeas: militares, económicas y humanas. No deberían movilizar a la gente por solidaridad con Ucrania, sino más bien por la preocupación por la soberanía y la seguridad europeas. Ante la incertidumbre en la política estadounidense y la agresión de Putin, deberían argumentar que estamos en un momento en el que, si la UE no existiera, habría que inventarla", determina Ivan Krastev, coautor del análisis y presidente del Centre for Liberal Strategies.
Divisiones de la ultraderecha
Las elecciones europeas del próximo mes de junio son leídas por muchos analistas y políticos como las primeras en las que la gran coalición de las fuerzas de centro, que impera en la Eurocámara desde 1979, puede saltar por los aires. Todos los ojos están en qué pareja de baile y qué equilibrismos hará el Partido Popular Europeo, la principal fuerza en la Eurocámara. Las fuerzas de derecha radical podrán disputar el tercer puesto a los liberales de Renovar Europa y tener por primera vez capacidad de bloqueo.
Pero el ECFR incide en las muchas divisiones que las separan. Muchos son los interrogantes en torno a qué delegaciones conformarán las nuevas familias. Se desconoce, por ejemplo, dónde irá a parar el Fidesz de Víktor Orbán, Esta misma semana, la Liga de Matteo Salvini o los Hermanos de Italia han chocado por el reconocimiento y la legitimidad de las elecciones presidenciales rusas en las que Vladímir Putin ha arrasado con más del 85% de los votos.
El apoyo a Ucrania y las relaciones con el Kremlin son estos momentos el gran eje de discordia. Mientras que el PiS polaco y los Demócratas Suecos respaldan firmemente a Kiev, otros como Fidesz húngaro, el FPÖ austriaco o el AfD alemán abogan por empujar a los de Zelenski a la mesa de negociación con Putin. “Los partidos proeuropeos deben desarrollar estrategias para jugar con las divisiones entre las fuerzas de extrema derecha y utilizar enfoques muy diferentes para contrarrestarlas en los diferentes contextos nacionales”, reza el texto.
El estudio destaca que los propios partidos han ido sufriendo una metamorfosis con el paso de los años. Marine Le Pen ha pasado de dirigir un partido de élites que abogaba por abandonar el euro a uno que busca el voto popular y ha abandonado el 'Frexit'. El PiS ha elevado hasta las cotas más altas su pulso con la UE y Hermanos de Italia ha pasado de ser visto como un partido posfascista a contar con una aceptación normal en Bruselas. “En los últimos años, hemos visto una radicalización simultánea de algunas formaciones de extrema derecha y una desradicalización de otros”, recoge.
Por último, el documento recomienda a los líderes europeos que no caigan en la tentación de hacer campaña en torno al “exitoso historial” de esta legislatura, marcada por la gestión de crisis –desde el coronavirus, a la guerra en Ucrania o el cambio climático-. “Muchos votantes no reconocen sus éxitos en el manejo de estas crisis. Una campaña basada en el historial de la actual Comisión Europea podría resultar contraproducente”, advierte. Precisamente cuando Ursula von der Leyen, favorita en todas las quinielas para repetir al frente del Berlaymont, reveló su deseo de continuar al frente del top job más codiciado en la UE, centró su discurso en ensalzar el gran legado que deja este lustro. La resaca puede ser complicada.
Las fuerzas de extrema derecha llegan a las elecciones europeas muy divididas; la política migratoria no va a movilizar a los cerca de 400 millones de europeos llamados a las urnas en junio y los líderes proeuropeos se equivocan si hacen campaña centrándose en los resultados logrados durante la que, probablemente, ha sido la legislatura más convulsa de la historia del bloque. Son las tres conclusiones que deja el nuevo sondeo del Consejo Europeo para las Relaciones Exteriores (ECFR, por sus siglas en inglés).
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