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Los Veintisiete acercan el nuevo pacto migratorio de la UE con un acuerdo sobre la gestión de crisis
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Italia también apoya el texto

Los Veintisiete acercan el nuevo pacto migratorio de la UE con un acuerdo sobre la gestión de crisis

Los Estados miembros alcanzan un acuerdo que permite empezar a negociar con la Eurocámara el texto final del futuro marco de gestión de la política de inmigración y asilo

Foto: Salvamento Marítimo rescata a otro centenar de inmigrantes en Lanzarote. (EFE/Adriel Perdomo)
Salvamento Marítimo rescata a otro centenar de inmigrantes en Lanzarote. (EFE/Adriel Perdomo)

Los Veintisiete han cerrado este miércoles, a nivel técnico, el último elemento que quedaba pendiente para poder iniciar negociaciones para acordar un nuevo reglamento de inmigración y asilo que sustituya al llamado sistema de Dublín, que saltó por los aires a raíz de la crisis migratoria de 2015 y 2016. Los ministros de Interior de la UE intentaron cerrar un pacto la semana pasada sobre la base de un texto de compromiso presentado por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, pero entonces Italia se echó hacia atrás. La presidencia española confiaba en poder alcanzar un acuerdo antes de que se celebrara la cumbre de Granada, y así ha sido.

En junio se acordó a nivel de ministros el resto del texto, más allá de esta última sección que quedaba pendiente. El resto del acuerdo consagra la idea de la "solidaridad a la carta", y que permitía a los países que no estuvieran dispuestos a acoger a solicitantes de asilo, compensarlo haciendo una contribución financiera de 20.000 millones de euros para la propia gestión migratoria y para financiar la devolución a sus países de origen de los solicitantes que no tengan derecho a permanecer en la Unión Europea.

Foto: El ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, observa el inicio de un Consejo de Justicia y Asuntos de Interior. (EFE/Olivier Hoslet)

No hay ni rastro de las cuotas obligatorias que fracasaron estrepitosamente en 2015 y 2016 y que provocaron una enorme división dentro de la Unión Europea. Esa opción quedó ya entonces descartada por inviable a nivel político y ha obligado a buscar alternativas. En el seno de esta negociación había una tensión que, todavía hoy, sigue ahí. Por un lado, están los países de primera línea, como España, Italia o Grecia, los Estados miembros, a los que suelen llegar la mayoría de los solicitantes de asilo, que piden que el resto de países honren la solidaridad consagrada en los Tratados. Los países del resto de la Unión lo que quieren es que sean los de primera línea los que gestionen los flujos, que eviten lo que se llaman "movimientos secundarios". Es difícil conseguir que esos dos intereses no choquen frontalmente.

Tras varios días terminando de limar diferencias, los embajadores representantes permanentes de la Unión han alcanzado un acuerdo sobre la última pieza que quedaba pendiente tras un acuerdo político cerrado en junio sobre el resto del reglamento. Pero no era cualquier pieza: era la piedra de toque, la que marca hasta qué punto resistirá este reglamento a la próxima crisis. Se trata del instrumento para la gestión de crisis, es decir, en caso de que haya un aumento exponencial de las llegadas de inmigrantes y solicitantes de asilo.

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, durante su reunión con homólogos en Luxemburgo. (EFE/Julien Warnand)

Hasta la semana pasada, el texto recogía una serie de derogaciones en el escenario de un aumento exponencial de las llegadas, algo con lo que Alemania no se sentía especialmente cómoda. Para intentar romper el impás, Fernando Grande-Marlaska, ministro de Interior español, presentó una propuesta de compromiso el pasado jueves tras mucho trabajo con la delegación alemana. Berlín dijo que estaba dispuesta a apoyar ese texto, pero entonces el ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, se levantó de la reunión y volvió a Roma.

El momento es enormemente sensible. Giorgia Meloni, primera ministra italiana, ganó las elecciones de 2022 con la promesa de frenar la inmigración. Pero los números no bajan y Lampedusa sigue siendo el punto de entrada de miles de solicitantes de asilo. Meloni sabe que frenar las llegadas es un trabajo casi imposible, y que desde luego no es fácil conseguirlo en el corto plazo. Por eso, lograr un acuerdo político a nivel europeo que al menos le permita defender ante sus votantes que ha cerrado un pacto para que el resto de la Unión Europea sea más solidaria es clave también a nivel político. El texto acordado puede no convencer demasiado en el Palazzo Chigi, pero la urgencia política se impone.

¿Y ahora, qué?

El acuerdo entre los representantes de los Veintisiete no es algo final. Cuando la Comisión Europea hace una propuesta legislativa, como es por ejemplo la de este nuevo marco de gestión migratoria, envía ese texto al Parlamento Europeo y al Consejo, donde están representados los veintisiete Estados miembros a través de los ministros del ramo y también a niveles más técnicos. Las dos instituciones, Consejo y Eurocámara, adoptan su propia versión de ese texto que les ha enviado la Comisión, haciendo enmiendas, introduciendo cambios, añadiendo o eliminando elementos. Es en este punto en el que nos encontramos: los Estados miembros han adoptado su versión de ese texto.

Ahora queda la parte mollar del procedimiento legislativo europeo, los llamados "trílogos". Enviados de la Comisión, de la Eurocámara y del Consejo, representado por España, que es la que ostenta la presidencia rotatoria hasta diciembre, se reúnen una y otra vez en sesiones maratonianas e intentan cerrar una versión final y común del texto, que es lo que, tras su aprobación por el Pleno de la Eurocámara y por el Consejo, es publicado en el diario oficial de la Unión y se convierte en ley. Llegar a un acuerdo sobre un texto común, por supuesto, no es sencillo.

Los Veintisiete han cerrado este miércoles, a nivel técnico, el último elemento que quedaba pendiente para poder iniciar negociaciones para acordar un nuevo reglamento de inmigración y asilo que sustituya al llamado sistema de Dublín, que saltó por los aires a raíz de la crisis migratoria de 2015 y 2016. Los ministros de Interior de la UE intentaron cerrar un pacto la semana pasada sobre la base de un texto de compromiso presentado por la presidencia española del Consejo de la Unión Europea, pero entonces Italia se echó hacia atrás. La presidencia española confiaba en poder alcanzar un acuerdo antes de que se celebrara la cumbre de Granada, y así ha sido.

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