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El dilema de Biden para vengar a los tres muertos: golpear a Irán sin desencadenar la guerra
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El dilema de Biden para vengar a los tres muertos: golpear a Irán sin desencadenar la guerra

Las continuas incitaciones desde el Partido Republicano a emprender medidas más severas contra Irán se han redoblado en las últimas horas, incluso han pedido bombardear Teherán

Foto: Joe Biden en una rueda de prensa. (The NEWS2/Kyle Mazza)
Joe Biden en una rueda de prensa. (The NEWS2/Kyle Mazza)
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Los tambores de guerra de Oriente Próximo se escuchan cada vez más alto en los pasillos de la Casa Blanca. El ataque con dron de una milicia proiraní que ha matado a tres norteamericanos en una base de Jordania, y herido a más de 30, coloca a la Administración Biden ante una peligrosa encrucijada: la necesidad de responder al primer derramamiento de sangre americana por fuego enemigo desde que empezó la guerra de Gaza, sin con ello expandir un conflicto que la Administración Biden se está esforzando en contener. Y todo en año de elecciones presidenciales.

“No tengáis duda: haremos que todos los responsables rindan cuentas en el momento y manera de nuestra elección”, dijo el presidente Joe Biden en un comunicado muy similar a sus mensajes de las últimas semanas. Desde que Israel invadió Gaza en octubre como respuesta al ataque sorpresa de Hamás, las fuerzas de EEUU en la región han sido golpeadas unas 150 veces por varias milicias proiraníes. La respuesta más dura de Washington, que dejó sin responder la gran mayoría de estas agresiones, ha sido lanzar un centenar de misiles contra posiciones hutíes en Yemen por sus bombardeos de barcos comerciales en el mar Rojo. Pero entonces no había muerto ningún norteamericano.

Así que el ataque contra la pequeña base jordana Torre 22, reivindicado por una coalición de milicias proiraníes de Iraq y Siria llamada Resistencia Islámica, no se da por accidente, ni en un vacío. Andrew Tabler, que trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional de la Administración Trump como cargo especializado en Siria, dijo a The Wall Street Journal que se trataba de un objetivo fácil y que el ataque “seguramente estaba diseñado para sacar a las fuerzas estadounidenses de Siria”. La función de Torre 22 era dar apoyo logístico a la guarnición de Al Tanf, en Siria, donde efectivos norteamericanos, según la versión oficial, ayudaban a combatir al grupo terrorista Estado Islámico. Otra versión dice que el verdadero fin de Al Tanf es importunar las líneas de suministro de Siria, aliado cercano de Irán.

El efecto de la agresión ya se nota en el sensible paisaje estadounidense. Las continuas incitaciones desde el Partido Republicano a que se emprendan medidas más severas contra Irán se han redoblado en las últimas horas, hasta el punto de que varios senadores han pedido directamente que se bombardee Teherán.

“La única respuesta contra estos ataques tiene que ser una represalia militar devastadora contra las fuerzas terroristas de Irán, tanto dentro de Irán como por todo Oriente Medio”, declaró el senador de Arkansas, Tom Cotton. “Menos que eso confirmaría que Joe Biden es un cobarde indigno de ser comandante en jefe”. El senador John Cornyn, de Texas, fue más sucinto en a red social X: “Atacad Teherán. Golpead a Irán ya. Golpeadles duro”.

El aparente consenso, más allá de estas declaraciones, es que la capacidad disuasoria de Estados Unidos ha recibido un duro golpe y a Biden no le quedaría otra que responder con un ataque más destructivo. Cómo de destructivo, probablemente, está siendo debatido ahora en Washington. Entre las opciones que tendría Biden estaría golpear a los efectivos iraníes en Iraq, Siria o el golfo Pérsico. Es decir, evitaría cruzar la llamada “línea roja iraní”: bombardear directamente Irán. Y arriesgarse a desencadenar una serie de consecuencias realmente incalculables.

Irán también estaría atrapado en su propio dilema. Como apunta The New York Times, el Gobierno estadounidense no cree que Irán esté interesado en iniciar una guerra con Washington. Al mismo tiempo, los iraníes suben la presión contra EEUU e Israel con este tipo de operaciones a través de sus milicias delegadas: quieren imponer un coste a quienes consideran los ocupantes, pero sin necesariamente querer provocarlos hasta el punto de que se desencadene un nuevo conflicto.

Quieren imponer un coste a los "ocupantes", pero sin necesariamente querer provocarlos hasta el punto de que se desencadene un nuevo conflicto

Mire adonde mire Biden, las circunstancias no parecen ir a mejor en ninguna de las vertientes del conflicto. El presidente estadounidense lleva tiempo pidiendo a los israelíes que echen el freno con los bombardeos, que han matado a más de 26.000 personas; según las autoridades gazatíes, la mayor parte mujeres y niños. Como reveló el portal Axios, Biden le habría recordado al primer ministro hebreo, Benjamín Netanyahu, que se enfrenta a unas elecciones en noviembre y que lo que sucede en Gaza le hará perder votos entre los jóvenes.

Antes del ataque con dron que mató a los tres estadounidenses, la Casa Blanca estaba sopesando, según NBC News, pausar el envío de armamento a Israel como medida de presión para que aminore las operaciones. Estas últimas semanas, Netanyahu también ha afeado la sempiterna propuesta norteamericana de la “solución de dos Estados”. Algo que Biden y sus subordinados defienden por los escenarios diplomáticos del mundo, pero que el Gobierno israelí no solo descarta, sino que reconoce estar trabajando activamente para evitarlo.

Mientras tanto, el Ejército israelí intercambia fuego con la milicia libanesa de en una guerra latente o no declarada, y la óptica de la guerra empeora continuamente para Israel y sus aliados. El proceso en el Tribunal de La Haya, que acabó con una petición a Tel Aviv de que se evite el genocidio en la Franja de Gaza, paseó las destructivas prácticas israelíes por los medios de comunicación durante días. La decisión de EEUU de dejar de financiar la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo, seguido por otros nueve países occidentales, ha despertado fuertes críticas desde los sectores de la cooperación internacional. Sin esa ayuda, la ya catastrófica situación humanitaria de Gaza se agravaría todavía más. La razón que da Washington es que 12 de los 13.000 empleados del organismo fueron acusados de participar en la masacre perpetrada por Hamás en Israel el 7 de octubre.

En las últimas horas, representantes de la “escuela realista” de las relaciones internacionales, que por lo general abogan por la mesura en política exterior y critican ese apoyo incondicional de EEUU a Israel, han aprovechado la circunstancia para atacar al establishment norteamericano. Stephen Walt, profesor de Relaciones Internacionales de Harvard y gran crítico del intervencionismo, declaró: “Incluso yo parezco haber subestimado la capacidad de Washington para seguir cometiendo los mismos errores en política exterior, esté quien esté en la Casa Blanca”.

Los tambores de guerra de Oriente Próximo se escuchan cada vez más alto en los pasillos de la Casa Blanca. El ataque con dron de una milicia proiraní que ha matado a tres norteamericanos en una base de Jordania, y herido a más de 30, coloca a la Administración Biden ante una peligrosa encrucijada: la necesidad de responder al primer derramamiento de sangre americana por fuego enemigo desde que empezó la guerra de Gaza, sin con ello expandir un conflicto que la Administración Biden se está esforzando en contener. Y todo en año de elecciones presidenciales.

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