Es noticia
El paraguas ucraniano se llena de agujeros: cómo Rusia está ganando la batalla por los cielos
  1. Mundo
Lluvia de misiles

El paraguas ucraniano se llena de agujeros: cómo Rusia está ganando la batalla por los cielos

A las puertas del segundo aniversario del comienzo de la guerra, las defensas antiaéreas ucranianas se ven cada vez más superadas por los ataques rusos desde el aire

Foto: Soldados ucranianos realizan operaciones de defensa antiaérea cerca de Kiev. (EFE/Oleg Petrasyuk)
Soldados ucranianos realizan operaciones de defensa antiaérea cerca de Kiev. (EFE/Oleg Petrasyuk)

Más allá de las líneas del frente, gran parte de la invasión a gran escala lanzada por Rusia contra Ucrania ha estado definida por una simple ecuación: aquella que enfrenta los misiles y drones del primero contra las defensas antiaéreas del segundo. Cuando el resultado ha estado a favor de Moscú, los ciudadanos ucranianos han pagado las consecuencias con sus propias vidas y sufriendo apagones por la destrucción de la infraestructura civil. Cuando Kiev ha sido el vencedor, ha conseguido reducir al mínimo, cuando no neutralizar, la amenaza desde sus cielos.

Las defensas ucranianas llevan desde finales de 2022 siendo las vencedoras de la ecuación, con unas impresionantes tasas de intercepción que han permitido sacar pecho a los dirigentes militares y políticos del país. Sin embargo, a las puertas del segundo aniversario del comienzo de la guerra, el paraguas antiaéreo del país se ha llenado de agujeros. Un año atrás, los ataques de Rusia a principios de 2023 fueron atajados aproximadamente un 80% de las veces en el caso de los drones y un 70% en el de los misiles. El pasado 8 de enero, Kiev solo logró interceptar 18 de los 51 proyectiles disparados en su contra en las regiones de Járkov, Dnipropetrovsk, Zaporiyia y Jmelnitski. Menos de un 30%.

"Definitivamente, parece que estamos ante un momento crítico para Ucrania. Las tasas de interceptación son bastante bajas, especialmente cuando Rusia realiza ataques masivos y usa numerosos misiles balísticos", considera Oliver Imhof, analista alemán de estrategia y datos de inteligencia militar abierta (Osint), en entrevista con El Confidencial. En el ataque del 8 de enero, Moscú utilizó seis misiles Iskander y ocho Kinzhal, que vuelan a velocidad terminal de entre 9.000 y 12.000 kilómetros por hora.

Para penetrar las barreras defensivas de Ucrania, Rusia ha utilizado enjambres de drones iraníes Shahed, seguidos de misiles de crucero subsónicos que vuelan a baja altura y, finalmente, de estos misiles balísticos hipersónicos. "La clave es que Rusia está utilizando más misiles como los Iskander o los Kinzhal, que de por sí ya eran difíciles de interceptar, y los está combinando en ataques masivos con decenas de drones y antiguos misiles soviéticos. Rusia ha descubierto que, de este modo, puede sobrecargar las defensas ucranianas y lograr un ratio de impacto mucho mayor. En episodios recientes, Ucrania no ha logrado interceptar casi ninguno de estos misiles balísticos", apunta Imhof.

El experto señala que existe una importante disparidad en el tamaño de estos agujeros dependiendo del territorio: la capital, Kiev, todavía resiste la mayoría de los ataques aéreos, mientras que el resto de regiones, especialmente las más cercanas a la línea de frente, cuentan con menos defensas antiaéreas. Los objetivos de Rusia también parecen haber cambiado. En lugar de intentar destruir infraestructura civil, como en el invierno pasado, los misiles y drones se han dirigido cada vez más hacia la —de por sí maltrecha— industria de defensa de Ucrania, como las factorías de Artem, una compañía que produce componentes para varios tipos de misiles.

Direcciones opuestas

Existen dos motivos opuestos que explican la actual disparidad en los cielos ucranianos: el aumento de la producción y suministro de misiles en Rusia y la escasez de defensas antiaéreas en Ucrania.

"Rusia, aparentemente, ha logrado aumentar la producción de misiles balísticos. Antes de la guerra podía manufacturar unos 40 misiles al mes, mientras que ahora el número parece estar en torno al centenar, lo que supone una cifra bastante considerable", expone Imhof. Este incremento no es una excepción, sino la norma en Rusia, un país que ha transformado su economía en una de guerra, condenando su crecimiento a largo plazo, pero multiplicando su capacidad armamentística. Un reporte reciente de The New York Times señalaba, citando fuentes oficiales, que, antes del inicio de la invasión a gran escala, Moscú podía producir 100 tanques al año. Ahora, esa cifra se ha duplicado.

Foto: rusia-prepara-nueva-ofensiva-contra-ucrania

Que Rusia sea capaz de producir tantos misiles inteligentes es, también, una demostración del fracaso de las sanciones occidentales. Para fabricar este tipo de armamento, son necesarios microchips, sensores y sistemas de navegación que las empresas rusas no son capaces de manufacturar por sí mismas. Parte de la enorme cantidad de sanciones comerciales impuestas por los países de Occidente a Moscú iban destinadas a limitar el número de estos componentes que podían adquirir de terceros países. Sin embargo, un análisis reciente del grupo Yermak-McFaul y el KSE Institute reveló que las empresas occidentales suministraron el 48% de esos materiales clave comprados por el Kremlin en los primeros 10 meses del año pasado.

Más allá del incremento de la producción, Rusia también cuenta con la ayuda de dos países clave: Irán y Corea del Norte. El primero lleva tiempo suministrando los miles de drones Shahed que las Fuerzas Armadas rusas han utilizado en sus ataques aéreos, mientras que el segundo, según reveló la Casa Blanca a principios de este año, ha empezado a proporcionar lanzaderas de misiles balísticos y munición para estas. El Gobierno de Kim Jong-un también habría entregado a su aliado "misiles antitanques y misiles antiaéreos portátiles, además de rifles, lanzacohetes, morteros y proyectiles", indica un reporte de inteligencia estadounidense.

* Si no ves correctamente este formulario, haz clic aquí.

Paralelamente, Ucrania carece de los suficientes sistemas de defensa para hacer frente al renovado arsenal ruso. "Una razón es que, a principios del año pasado, el 90% de las defensas aéreas ucranianas eran sistemas heredados de la Unión Soviética. Y, eventualmente, las municiones para estos sistemas, que ningún aliado de Ucrania puede producir, se agotaron", plantea Imhof. "Eso significa que Ucrania necesitaría defensas aéreas occidentales. El problema es que Occidente es demasiado lento a la hora de producir este tipo de sistemas porque, simplemente, no han sido necesarios durante las últimas décadas, dado que los países occidentales se han enfrentado a rivales que no tenían ningún tipo de fuerza aérea y contaban con un número limitado de misiles, como el Estado Islámico o los talibanes", continúa.

Después de que un elevado número de ataques rusos revelara a inicios de este año el creciente desequilibrio en los cielos ucranianos, tanto el presidente del país, Volodímir Zelenski, como el ministro de Asuntos Exteriores, Dmytro Kuleba, han intentado trasladar a sus aliados occidentales la urgencia de reforzar las defensas antiaéreas del país. "Garantizar el suministro de misiles y sistemas de defensa aérea adicionales es la prioridad número uno", manifestó Zelenski en un discurso a la nación el pasado 4 de enero. "Tiene sentido que nuestros aliados movilicen todas las fuerzas disponibles para fortalecer las defensas aéreas de Ucrania ahora mismo", expresó Kuleba en una entrevista en Politico el pasado 9 de junio.

Foto: Soldados ucranianos disparan un 'howitzer' Caesar cerca de la ciudad de Avdiivka, en la región de Donetsk. (Reuters/Viacheslav Ratynskyi)

Pero los problemas del Gobierno ucraniano todavía podrían empeorar. Oficiales del Pentágono llevan tiempo avisando de que la principal herramienta con la que Ucrania cuenta para interceptar los misiles balísticos rusos, el Patriot, va rumbo de quedarse sin munición. No solo porque los misiles interceptores de este sistema antiaéreo pueden costar entre 2 y 4 millones de dólares cada uno, sino porque el ritmo de producción con el que cuenta Estados Unidos es insuficiente para atender la demanda ucraniana. Washington, de hecho, se vio obligado este mes de diciembre a solicitar a Japón que envíe de vuelta varios de estos misiles debido a la escasez de sus reservas. "Hay una caída en los suministros, que no se debe solo a la falta de voluntad de Occidente, sino también a que simplemente no producen lo suficiente", resume Imhof.

La esperanza del FrankenSAM

Entre la avalancha de malas noticias en lo que respecta a las defensas antiaéreas de su país, los ucranianos experimentaron la semana pasada un rayo de esperanza. Oleksandr Kamyshin, ministro de Industrias Estratégicas de Ucrania, anunció durante un evento en el marco del Foro Económico Mundial en Davos que, por primera vez, su país había logrado interceptar un dron ruso con sus sistemas híbridos conocidos como FrankenSAM.

Estos sistemas, así denominados por tratarse de una especie de monstruo de Frankenstein de la defensa antiaérea, combinan misiles tierra-aire occidentales con lanzadores o reacondicionados de la era soviética, que abundan en los inventarios ucranianos. Actualmente, existen tres versiones: la que usa plataformas soviéticas Buk que disparan misiles Sea Sparrow, de fabricación estadounidense; otra que utiliza misiles Sidewinder, también producidos por Estados Unidos, y una tercera que combina misiles Patriot con radares de la época de la URSS. Se desconoce cuál de estos modelos fue el que derribó el dron ruso.

El proyecto FrankenSAM comenzó a mediados del año pasado y apenas ha empezado a dar sus —por ahora limitados— frutos. Serán necesarios muchos meses más para ver si esta ingeniosa mezcla puede ser el parche necesario para reparar los agujeros del paraguas ucraniano, al menos mientras Occidente aumenta su producción de defensas antiaéreas. Eso, claro está, siempre que Estados Unidos y su Capitolio de mayoría republicana no decidan poner fin a su respaldo armamentístico a Kiev. "En este momento, todo depende de Estados Unidos. Porque si no logran alcanzar un acuerdo en el Congreso sobre Ucrania, el país está realmente en problemas", sentencia Imhof.

Más allá de las líneas del frente, gran parte de la invasión a gran escala lanzada por Rusia contra Ucrania ha estado definida por una simple ecuación: aquella que enfrenta los misiles y drones del primero contra las defensas antiaéreas del segundo. Cuando el resultado ha estado a favor de Moscú, los ciudadanos ucranianos han pagado las consecuencias con sus propias vidas y sufriendo apagones por la destrucción de la infraestructura civil. Cuando Kiev ha sido el vencedor, ha conseguido reducir al mínimo, cuando no neutralizar, la amenaza desde sus cielos.

Ucrania Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda