Es noticia
La hora de la verdad para Ucrania: Zelenski se topa en EEUU con el muro de escepticismo republicano
  1. Mundo
El dilema de la ayuda

La hora de la verdad para Ucrania: Zelenski se topa en EEUU con el muro de escepticismo republicano

El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y el presidente estadounidense, Joe Biden, se reúnen en la Casa Blanca para hablar sobre el estado de la guerra y el apoyo militar

Foto: El presidente de EEUU, Joe Biden, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (Reuters/Leah Millis)
El presidente de EEUU, Joe Biden, y el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski. (Reuters/Leah Millis)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

Desde que Rusia se colocó a las puertas de Kiev y más de una voz profetizó que la capital cedería en tres días, los escépticos de la causa ucraniana siempre han estado ahí. La diferencia es que ahora, camino del segundo aniversario de la invasión a gran escala, están en su mejor momento. La reciente contraofensiva ucraniana ha fracasado y por ahora la Casa Blanca es incapaz de convencer al Congreso para que mande un nuevo paquete de ayuda militar al Gobierno de Volodímir Zelenski. La fatiga y la falta de expectativas claras se mezclan en un brebaje potencialmente letal. Zelenski lo sabe y por eso está en Washington. También lo saben los escépticos.

"Es estupendo estar a tu lado, y seguiremos a tu lado", le dijo Joe Biden a Zelenski durante el encuentro oficial de ambos, sentados en el despacho oval con las llamas de la chimenea crepitando de fondo. "No quiero que abandones la esperanza", recalcó el presidente estadounidense. Sin embargo, a la caída de la tarde en la Costa Este faltaban razones para pensar que la visita de Zelenski había ablandado la postura de los republicanos, incluso después de reunirse en privado con sus líderes.

"Para empezar, jamás creí que pudieran ganar", declaró el senador republicano Tommy Tuberville a la CNN, y criticó el argumento de que, si los ucranianos no detienen a Rusia, esta irá a por otros países. "No pueden vencer a los ucranianos en el este, ¿cómo van a continuar avanzando por el resto de Europa? Nunca creí en esa posibilidad. Creo que es una estrategia de ventas para mandar más dinero".

Además de exigir a Biden y a Zelenski que presenten un plan concreto de futuro, los conservadores están usando el paquete de ayuda a Ucrania como palanca política para obligar a la Administración Biden a asignar más recursos a reforzar la frontera con México. Está todo en el mismo paquete de gasto de 110.000 millones de dólares: la partida para Ucrania, la partida para la frontera y la partida para Israel. El presidente Joe Biden dijo estar dispuesto a negociar y que dejar a Ucrania sin recursos equivaldría a entregar a Vladímir Putin "el mejor regalo de Navidad". Según sondeo de Pew Research, la mayoría de los votantes demócratas está a favor de seguir apoyando a Ucrania. Entre los republicanos, sin embargo, la opinión es mixta. Quienes dicen que Washington está haciendo "demasiado" ya son casi la mitad.

Foto: Leopard 2A4, de los Royal Canadian Dragoons. (Reuters/Fuerzas Armadas canadienses)
TE PUEDE INTERESAR
Lo dicho y lo hecho: la ayuda bélica de España a Ucrania, vista por militares y diplomáticos
Enrique Andrés Pretel Datos: Miguel Ángel Gavilanes

La nueva táctica de la Casa Blanca es tratar de convencer a los republicanos de que enviar armas a Europa es bueno para las industrias de muchos estados. Desde el 24 de febrero de 2022, la necesidad de reponer las existencias mandadas a Ucrania ha supuesto una inyección de 2.300 millones de dólares en el tejido manufacturero de Arkansas, 2.100 millones en Arizona y 2.000 millones en Pensilvania, además de cantidades algo menores en otros siete estados.

Pero la estrategia de los escépticos también parece estar consolidándose entre bastidores. La Heritage Foundation, uno de los centros de pensamiento conservadores más activos y mejor relacionados de Estados Unidos, acogió el lunes y el martes una reunión entre congresistas del Partido Republicano y representantes del Gobierno húngaro. Un encuentro a puerta cerrada que filtró el diario The Guardian y cuyas conclusiones, de momento, no han aflorado, pero que barrunta un intento de coordinación por parte de la derecha populista internacional.

Antes de llegar a Washington, Volodímir Zelenski coincidió en Buenos Aires, durante la investidura del nuevo presidente argentino, Javier Milei, con Viktor Orbán. El presidente ucraniano y el primer ministro húngaro, principal obstáculo de la asistencia de la Unión Europea a Ucrania por sus estrechas relaciones con Rusia, tuvieron una enérgica conversación delante de las cámaras. Nadie sabe exactamente qué se dijeron porque no se captó el sonido, pero la tensión política no resuelta se podía interpretar en la vehemente gesticulación de ambos líderes.

Los mimbres de este escepticismo son evidentes desde hace meses. Como reconoció el máximo general ucraniano, Valerii Zaluzhny, en The Economist, la situación en el frente corre el riesgo de estancarse. Las tres líneas defensivas rusas son más sólidas de lo esperado y el uso masivo de drones de reconocimiento baratos y eficaces por ambos lados impide ofensivas mecanizadas, ya que prácticamente elimina el factor sorpresa. La única manera de romper este empate es con el envío de más y mejores armas. En particular aviones de combate. Lo cual nos lleva al siguiente mimbre del escepticismo: los aliados de Ucrania, pese a la evidencia de que esta sería una guerra larga, no han hecho sus deberes armamentísticos, no han invertido en producción.

En lugar de repasar los datos disponibles sobre el estado depauperado de los arsenales europeos, quizás sea más económico copiar y pegar el primer párrafo de un análisis del Wall Street Journal al respecto: "El Ejército británico —el principal aliado militar de EEUU y el que más gasta en defensa de Europa— solo tiene cerca de 150 tanques desplegables y quizás una docena de piezas de artillería de largo alcance utilizables. La despensa está tan vacía que el año pasado el Ejército británico barajó sacar lanzamisiles múltiples de los museos para actualizar y mandar a Ucrania".

Dicho de otra forma, aunque hubiera una voluntad real de apoyar a Ucrania en el largo plazo, las posibilidades materiales de hacerlo son escasas. Sobre todo si miramos al pilar central de esta guerra: la artillería. Pese a que la Unión Europea dijo que mandaría un millón de proyectiles a Ucrania para la próxima primavera, lo más probable es que solo envíe un tercio de lo prometido. Mientras tanto, como apunta el Journal, Corea del Norte ya ha mandado a Rusia un millón de proyectiles.

Foto: El presidente ruso, Vladímir Putin, y el líder norcoreano, Kim Jong-un. (Reuters/Archivo/Alexander Zemlianichenko)

El Kremlin aprovecha para barnizar y exagerar estas circunstancias. Con un vaso de champán en la mano, el presidente ruso, Vladímir Putin, dijo que Occidente ya está dando muestras de cansancio y que la victoria está cerca. Ucrania "no tiene futuro", dijo Putin, que, incapaz de desbaratar a Ucrania con un golpe relámpago, lleva año y medio practicando la tortuosa "paciencia estratégica". Esperando. Y mandando oleada tras oleada de hombres, muchos de ellos convictos, al frente.

Según el periodista Julian E. Barnes, de The New York Times, Washington aconseja a Ucrania una estrategia de hold and build; es decir, de mantener las líneas frente a los rusos mientras dejan que descansen las magulladas tropas, entrenan soldados nuevos y reciben más armas para lanzar una nueva contraofensiva a finales del año que viene o ya en 2025. Pero los ucranianos le ven dos grandes problemas a esta estrategia. El primero, que los rusos seguramente utilizarán esta pausa para refrescarse, rearmarse y volver a atacar. El segundo, que el estancamiento del frente relegaría la causa ucraniana en las agendas occidentales y haría que dejase de ser una prioridad para los gobiernos que, hasta ahora, han estado poniendo el dinero.

Entre las opciones que tiene Ucrania para mantener un cierto dinamismo y seguir influyendo en la opinión pública de otros países está la intensificación de las operaciones secretas. Por ejemplo, los ataques a la infraestructura militar en Crimea o dentro de Rusia, o los asesinatos selectivos. El riesgo en este caso sería contrariar a la Administración Biden, que, pese su respaldo retórico y material a Kiev, sigue interesada en que la guerra se quede contenida dentro de las fronteras de Ucrania.

El plazo mental del que todo el mundo habla es noviembre de 2024. Concretamente, el martes 5 de noviembre: día de las elecciones presidenciales norteamericanas. La posibilidad de que Donald Trump vuelva a la presidencia es real, y, con ella, la posibilidad de que este cumpla su promesa de forzar a Putin y a Zelenski a cerrar algún tipo de alto el fuego o de armisticio. Lo que, en la práctica, probablemente implicaría dejar en manos rusas casi un 20% de territorio ucraniano.

Según fuentes del Departamento de Defensa estadounidense, a Ucrania le quedan 4.600 millones de dólares en fondos estadounidenses para armas y otras necesidades. Una cantidad que, según estimaciones que no ha corroborado la Casa Blanca, podría dar hasta enero o febrero del año que viene.

Desde que Rusia se colocó a las puertas de Kiev y más de una voz profetizó que la capital cedería en tres días, los escépticos de la causa ucraniana siempre han estado ahí. La diferencia es que ahora, camino del segundo aniversario de la invasión a gran escala, están en su mejor momento. La reciente contraofensiva ucraniana ha fracasado y por ahora la Casa Blanca es incapaz de convencer al Congreso para que mande un nuevo paquete de ayuda militar al Gobierno de Volodímir Zelenski. La fatiga y la falta de expectativas claras se mezclan en un brebaje potencialmente letal. Zelenski lo sabe y por eso está en Washington. También lo saben los escépticos.

Estados Unidos (EEUU) Ucrania Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda